Leonel estaba en esa edad en la que disfrutaba de la soltería hasta que estaba cerca de su familia, hasta sus hermanas pequeñas tenían novio, y le cagaba un poco que sus papás fueran tan permisivos. Totalmente, rienda suelta que eran con él lo eran con sus dos hermanas pequeñas le estaba parando los pelos de punta constantemente.
—Tronco, dice abuela…
—Dile a ese mocoso, que si le toca el culo una vez más a mi hermana lo mato.
—Tienen dieciocho, tronco, ¿qué quieres que les diga…?
—Pues voy yo…
Ralph observa a su primo ir a encarar a su cuñado y a su hermana. Paula ve a su hermano divertida por la exageración y sobre todo porque todo el país sabe cuán perro es.
—¿Quién te ha roto el corazón Leonel?
—Paulita, ¿de qué estás hablando?
—Considero tu comportamiento s****l como una respuesta exagerada al rechazo de una mujer. ¿La conozco? ¿Ralphy, tú sabes algo?
—No sé, de qué hablas, pero, es una teoría impresionante continua.
—Creo que Leonel tiene el corazón roto y entre una y otra mujer está buscando a alguien de quien se enamoró y a quien no puede tener.
—¿Acaso vine a una sesión de terapia por una culicagada que solo lleva un año en la universidad? Una cosa es lo que haces cuando no te veo y otra cuando estoy alrededor, tú quieres ser cirujano, te juro que si veo tus dedos cerca del culo o las tetas de mi hermana o algún lugar peor, te los quiebro en cuatro partes. ¿Entendido? —el chico se separa.
—Vale, cuando quieras hablarlo conozco muy buenos profesionales, eh, con años de experiencia para que todo te salga bien—responde su hermana.
Leonel le hace una seña con la cabeza a Ralph para que le siga y los dos se quejan del crecimiento de sus hermanas y sus faltas de respeto hacia ellos Ralph es el primero en reírse y orden las sillas, las mesas mientras hablan en secreto de los planes de Ralph para pedirle matrimonio a Tily.
—Los abuelos les dieron su anillo—preguntan William y Leonel al unísono.
—Sí, me dieron a elegir y no sabía que era tan importante. —Responde Ralph sorprendido y por la cara de sus primos sabe que algo va mal, por lo que agrega: —¿Es de mala suerte o qué?
—Es un anillo histórico y sentimental.
—¿Ustedes lo querían?
—Kamille lo quería.
—Y Elise.
—Yo no tengo a quién dárselo—responde Leonel y se encoge de hombros.
Ralph se agrupa con sus primos para preguntarles qué tan serio es realizar alteraciones un anillo “histórico y sentimental como ese” para hacerlo especial. Mágico. Más romántico. Es que eso fue lo que pensó cundo vio el diamante y el agarre tan vacío, y rey que Arabela tendría el corazón, la amabilidad y la velocidad para enviarle a poner un par de diamantes más que les recordaran a ellos y conseguirle un anillo de promesa para ajustárselo bien porque Atlas siempre quiere quitarse todo. Ralph pensó en comprar unos aretes y un collar para hacer su declaración de amor más alta. Era su forma de decir: “No quiero solo tu dedo, sino todo tu cuerpo”, también pensó que le podía mandar a compararle un atuendo y los tacones, entonces llamó a la personal shopper de su familia y le dio las tallas, había enviado ese anillo especial que aparentemente solo por se el anillo de su abuela no necesitaba modificaciones solo, en un helicóptero, sin seguridad, solo envió el anillo en helicóptero y estaba en espera de que su joyera escribiera.
—¿Tú eres s*****a? —pregunta William.
—Todo va a estar bien, muéstranos los “pequeños cambios”.
Para Ralph era tan simple como añadir dos diamantes en forma de círculo, para crear una especie de
—Arabela siempre dice que no y esta vez ha dicho que sí, al primer minuto, ¿será que me lo quiere robar?
—¿Están ayudando a su abuela o el chisme está potente? —pregunta el tío Gabriel y los cuatro hombres le ponen el día con la historia.
—Ay, Ralphy, cómo eres hijo.
—Y ya pensaste dónde y cómo. Se lo vas a dar.
—Están hablando demasiado —interviene Pia.
—Abuela, tú y yo… tenemos que hablar. Yo… mandé modificar el anillo que el abuelo me dio.
—¿No te gustó? —pregunta horrorizada.
—No solo pensé en potenciar el gesto, para que vea que me la sudé y lo he cagado aparentemente.
—¿El anillo solito es un sí… pero cómo se lo vas a pedir?
—No sé, compré un montón de cosas. Voy a dejarlo sobre la cama y decirle que la amo y que se case conmigo. Lo que fluya en el momento.
—Ralph, si no te vas a tomar esto en serio no te cases.
—¿Mamá, lo dices por el anillo?
—¡No! Porque a Atlas como a cualquiera de mis nietos y sé que pone cara de dura y lo sabe todo y puede contra todo sola, pero si te atreves a decepcionarla me vas a perder. Así que ponte los pantalones de hombre y haz las cosas bien. —la mujer le da un golpe en el pecho y otro en la mejilla. —Específico que has comprado y te diré que hacer.
Los cinco hombres escuchan a Pilar con atención. Ella recalca quién es Atlas Zollinger, una escritora, periodista, (lo cual se traduce en ser una comunicadora), una mujer romántica, con carácter, no cualquiera pude tenerla y mucho menos poseerla durante el resto de su vida. —Los cinco asienten convencidos. —Por eso hay recuerdos que tienen que sellarse al completo, un recordatorio que la haga vibrar, temblar e incluso llorar, cuando las cosas se ponen malas, tristes o complicadas. Ese anillo y esa propuesta es lo que va a recordar el momento antes de tirar todo por la ventana, de firmar un divorcio o de contarle la mejor historia de su vida a sus nietos.
—Cuando yo me case—dice Leonel. —Quiero encontrarme una mujer como tú —El joven llena a su abuela de besos y Pia se ríe, les promete que va a casarlos a todos, como una buena abuela Mainviliana que es, pero este es su momento de brillar como esposa y primera dama.
—Mi amor, te voy a dar un empujón, eso quiere decir que vas a darte uno pensando en qué decir y yo me encargo de decorarles un espacio y preparar todo para que Atlas diga que sí
Todos se ríen de su abuela porque ella es el reflejo de lo que es ser una mujer icónica, llena de clase, amor, elegancia y el toque especial que tienen todas las mujeres que son abuelas.
Todos siguen trabajando excepto Ralph quien va a hablar con Arabela, esta le dice que ha recibido el anillo y que a diferencia de él enviará el anillo de vuelta con seguridad y le comenta que ha creado un par de exhibiciones con temática de su familia así que tiene el collar perfecto para ello.
—¿Quieres modificarlo o ya no?
—Me gusta la idea. Atlas cree mucho en la astronomía y sé que entenderá la relación entre planetas el pasado, el futuro, el presente, todo es muy ella.
—Eso es muy dulce Ralph, ¿me invitarás a la boda?
—Claro, ahora. Qué recomiendas tú.
—Bueno, tu abuelo le añadió las iniciales y su fecha de bodas en un solo lado asumo que pensaban heredarlo, así que giraré el aro para que quede del lado izquierdo y se toque con la vena que va al corazón, —Ralph piensa en todo lo que no sabe de anillos de compromiso. —sus propias iniciales y la fecha en la que se conocieron y te voy a mandar fotos del collar para que puedas elegir entre uno y otro.
—Gracias, gracias, gracias.
Ralph regresa con sus primos y William cuenta cómo él le pidió su bendición a su madre y a Gabriel, los dos hombres asienten. Frank continua con las mesas.
—Elise es su propia mujer. Se hubiese sentido ofendida y limitada, pero se lo comenté a su madre, tenía intenciones de casarme.
—Elise tiene un hermano —recalca el joven y todos ríen.
—Vale, en nuestra próxima vida.
—¿Ya hablaste con tu suegro? —pregunta Leonel.
—Esta semana es el aniversario de muerte de su hija.
—¿Y por qué se lo vas a pedir hoy?
—Para hacer un recuerdo amargo uno feliz.
—¿Ralph?
—Atlas… como que no se lleva con él, a veces sí, otras veces, no.
—Es su papá, y es Atlas, llámalo—ordena su tío antes de alejarse.
Ralph ve a Elise y a su novia cuchicheando, se acerca a ellas y Leonel le sigue, los cuatro ven a su tío Michael. La vergüenza de la familia. Siempre envuelto en escándalos por su labor tan excesiva y diligente, por sus planes de privatizar las prisiones y fortalecer los castigos a todo el que come ta el mínimo error, no es que el país no necesite reglas más fuertes, sin embargo; no al nivel radical de Michael y así como es en el trabajo, desagradable, insensible e inestable, de igual manera, se comporta con su familia.
Ante la noticia de que sus abuelos no estarían apoyándoles en puesto políticos Ralph se sintió algo decepcionado, era un puesto que habían ocupado su bisabuelo, abuelo, su tío Richard, su padre y él deseaba detenerlo desde muy pequeño en la infancia, siempre pensaba que algún día sería como ellos, que algún día trabajaría y sería parte de algo especial.
Ralph no es consciente de cuán grande es su tristeza hasta que su mirada se encuentra con la de Atlas. Ella sonríe y le da un pequeño beso en la punta de la nariz, lo cual le hace reír y habla de pastas como si fuese lo más normal de la vida, los dos se ríen y prometen hacer una especie de pícnic en su lugar especial.
Esta propuesta tiene que estar 10/10, vamos a ver qué dice el papá de Tily.
¿Vienen o no vienen?