Sé lo que sé

1228 Words
Atlas y Gina van al ginecólogo, quien revisa a Gina y le pregunta sobre su técnica de lactancia, dolores, fiebre y cansancio. Ella reconoce que ha estado irritable, cansada, adolorida y se siente mal como mamá. —Siempre que te sientas mal como mamá, piensa en la mamá que te tocó —dice Gina seriamente a su hermana. —Gina, todo parece haber salido bien, tus mamas también están sanas y los cambios hormonales afectan a más mujeres de las que crees. Puedo recetarte un antidepresivo o recomendarte meditación, descanso y una niñera nocturna. —¿No tengo depresión postparto? —No tienes los síntomas clásicos, pero eso no significa que no estés pasando por algo. —El médico pregunta:—¿Hank es un bebé deseado? —Deseado sí, pero no fue tan planificado. El médico le da una tarjeta de un psicólogo por si siente la necesidad, y también le receta los antidepresivos antes de enviarla a casa. Su hermana la lleva a la cafetería del hospital y se compran un batido gigante, luego van al primer piso en busca del estacionamiento. Gina reconoce que prefiere conducir ella, Atlas le da las llaves del auto porque ella prefiere ser la transportada en lugar de la transportista. La hermana menor coloca la dirección en el GPS y Gina ve que el lugar está a unas cuatro horas de distancia, pero no dice nada, conduce y pone la estación de radio. Mientras se alejaban del hospital, Atlas llamó a su cuñado: —Max, todo bien en la cita. Nosotras dos vamos a un retiro por órdenes médicas. Me encanta que disfrutes de tus hijos. Bye —Gina se rió. —¿Era el contestador de voz? —No, era él —los dos rieron—. ¿Por qué tuvieron hijos? —No sé... no sé poner límites a mi marido —responde. —Si hay algo que admiro de Maximiliano es lo buen papá que intenta ser. Entiendo perfectamente que Prince y Paris son sus hijos y que Love entra en el paquete al 100 %. Amo muchísimo a los tres y si Max dejara de ser su papá porque tuvimos un nuevo hijo estará preocupada, pero necesito espacio, necesito a mi marido y necesito saber que soy suficiente. Estos últimos meses han sido duros para mí y sé que son cosas que sonarán tontas, pero me cuesta dar de mamar, no sé hacer que se pegue a la teta, cuando creo que hizo caca de inmediato quiero limpiarlo y eso del ombligo me preocupaba, se puso raro. —Atlas asintió como si entendiera de qué había su hermana. — No sé qué quiere decir cada llanto, Hank parece tener mal humor crónico y yo me canso muchísimo. Mily es la mejor mamá del mundo. No puedo competir. Mamá de tres, inteligente, exitosa y trabajadora. Y yo soy Gina, la mujer de Max, que no puede lidiar con un solo bebé durante mi licencia de maternidad. Los pocos días que mi marido está en casa, está con sus hijos. Yo solo… necesito espacio, necesito a mi marido en casa, sin su ex prometida, la supermodelo paseándose por mi jardín en bikini mientras hace negocios. No puedo lidiar con más niños durante unos días, no puedo lidiar con manchas en mi pared. Nada me parece adorable. La verdad es que quiero que alguien me traiga agua mientras mi hijo se alimenta de mí, y quiero sentarme a comer y que me tomen de la mano. Y por amor de Dios, no quiero volver a escuchar nunca en mi vida: "Mily hace tal cosa..." de boca de nadie. —Mily no es mejor que nadie. Es una mujer inteligente, muy guapa y magnética. Es una excelente mamá con sus tres hijos, pero Milena es tan caótica como tratar de recordar el orden de sus veinte apellidos. Maximiliano no se quedó con ella por algo, y es necesario que se lo preguntes, sin importar cuán pequeña sea esa cosa, tú la tienes, Gina. —No me estás entendiendo. —Es normal querer ser la número uno en la vida de tu esposo. Yo no creo que Mily y Max tengan algo. —Lo sé... pero creo que cometí un error. Me enamoré, me ilusioné, ambos sentimos que era fácil y perfecto, todo encajaba bien, especialmente él. Soy la hermana del padrastro de sus hijos, la tía de Love, por lo que mi amor por ella es real. Lo que no puedo hacer es... —¿No estar celosa? —¿Son las hormonas? —¿Conoces a Ralph, mi futuro esposo? —ambas ríen. —El tipo tiene un máster en tener amigas sexys y guapas, con las que nunca hace nada, pero sé otras cosas. —Lo tuyo suena tóxico. —Creo que en las relaciones se permiten algunas cosas. Por ejemplo, tu ex y tú pueden tomar tragos juntos vistiendo ropa en la casa, a solas, pero no en la piscina abrazados. Ralph puede hablarles a todas las mujeres guapas, pero sabe que si quiere estar conmigo no puede bailar con ellas, y mucho menos tener relaciones. —¿Te ha sido infiel? —pregunta Gina. —¿Has cruzado ese límite? Atlas no lo tenía claro. Genoveva parecía inofensiva, enamorada de su pareja, siempre simpática y muy respetuosa con Atlas. La mujer parecía estar encantada con la atención que Ralph le prestaba y, sobre todo, por lo bien que trabajaban juntos. A veces, algunas mujeres necesitan un hombre que las rescate y Ralph era el hombre que apoyaba la carrera de su amiga de manera incondicional. Habían sido compañeros durante la universidad, pero su amistad floreció cuando comenzaron a trabajar en la oficina del fiscal. Mucho trabajo, muchos contactos, apoyarse mutuamente y tener un amigo dentro siempre facilita las cosas, y Genoveva era esa persona para Ralph. Para ella, construir su carrera bastó con sentarse tras el computador en casa. Mientras estaba en la universidad, los contratos le llovían y, cuando decidió establecerse en Nueva York, tuvo oportunidades increíbles de trabajo. Luego se mudó a Los Ángeles y la relación a distancia con Ralph se volvió difícil. Cuando ella estaba en la ciudad y lograba compartir con Genoveva, notaba las miradas cómplices, los chistes íntimos e incluso las señas entre ellos. No necesitaban palabras para comunicarse, era como si hubiese perdido una parte de su novio. Algo que nunca compartirían porque, para él, su carrera estaba basada en la vanidad, y para ella, la carrera de él estaba basada en todo tipo de limitaciones y circunstancias. Atlas veía las intenciones de Genoveva en el aire. Lo que nunca le quedó claro era lo que Ralph quería de esa relación o si realmente lo estaba permitiendo. Al final, aunque Ralph nunca reconociera sus sentimientos o que había pasado algo más, Atlas sabe lo que vio. —Ralph siempre lo ha negado, incluso Leonel ha apoyado su versión. Es solo… que yo sé lo que vi. —¿Terminaron por alguien más? —Sí. —¿Quién es ella? —pregunta Gina curiosa. —Cuéntamelo. —Gina... —Atlas, te acabo de contar que estoy celosa de mi cuñada, la expareja de mi esposo. No puede ser peor. —Vale, pero hagamos una parada en la gasolinera. —¿Quieres ir al baño? —No, vamos a comer helado.
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