Lo que decidas

1850 Words
A Ralphy le preocupaba demasiado Atlas. Sus padres habían pagado por toda una batería de exámenes, habían accedido ilegalmente a su expediente médico, el de su hermana, y los médicos legales aseguraban que había demasiadas cosas que estaban mal con la familia de Atlas. Primero, la fertilización in vitro es legal en Mainvillage, así como la selección del hijo más sano, pero no lo es tanto clonar o elegir tan cerca de las cualidades de un hijo al siguiente. Segundo la donación entre menores de edad, los hospitales podían hacer excepciones en casos de vida muerte pero no de manera permanente. —Ralph, nos gustaría no meternos en esto sin que Atlas esté de acuerdo. —A mí, me da igual si estás de acuerdo o no. Viste a esa niña, le dan pánico las agujas y sabe todos los procedimientos para subir o hacer un examen. Sus padres, los médicos y todos los que saben de esto deberían estar en la cárcel, esto es abuso y negligencia, Missy. —Mi amor, sí, pero es su familia, y Atlas cree que está salvando la vida de la única persona que se preocupa por ella. —Melissa, igualmente abriré la investigación. —Les propongo algo, esto no es fácil, pero hablaré con la familia de Atlas, intentaré llegar a un acuerdo favorable sin abogados y sin la ley. Si algo malo pasa, entonces actuaremos en su contra. Ralph estaba un poco más relajado porque no estaba loco, ni estaba pasándose como sugería Atlas, simplemente había una situación que les superaba. El joven se sentía desesperado cuando su madre habló con la señora Zollinger y lo único que recibió fueron insultos. —El caso es bueno, lo que pasa es que Atlas defenderá a su familia y eso no es lo grave hijo, le darán la espalda y le dolerá. Apóyala y esperemos a que algo pase. —¿Estás pidiéndome esperar a que se muera o algo? —No, algún procedimiento se complicará y será más fácil convencer a Atlas. Ralph. La paciencia no era la mayor virtud de Ralph, pero sí ser afectivo, por Atlas había conocido el amor a la cocina, todo inició con los batidos que leyó serían buenos para aumentar la producción de la hemoglobina, luego, se interesó por las propiedades de cada alimento y su efecto en el cuerpo. Eso lo llevó a pasar un poco de la carne magra de res para hacer tortas de carne, a preparar tortas de carne de hígado de res, las cuales eran una bomba de nutrientes que favorecía la producción de sangre. Su novia era muy consentida, por lo menos por él, así que le preparaba un montón de recetas dulces para hacerle un poco más feliz. Había conseguido algunos suplementos par aumentar la hemoglobina de Atlas que apenas estaba normal, era el novio perfecto y durante casi dos meses más vio a sus papás trabajaban demasiado, pero hacían de los domingos. Los cumpleaños y las fechas especiales algo por lo que los tres estaban deseosos porque llegará y desde la llegada de su hermana Sofía tenían una niñera extra adorable y siempre había alguien esperándoles con los brazos abiertos y un grito largo: "¡Hermanoooo!" —¿Atlas no tiene papás? —Sí, sí tiene y venimos de visita mientras le sacan sangre. —Bueno, te voy a contar de mi día —responde Sofía mientras le aprieta la mano—. ¡Ohhh, compremos un regalo para Atlas y otro para su hermana! ¿Sí? ¿Sí? Papá te devuelve su dinero que él te da —Ralph intenta no reír y va a la tienda de regalos. Su hermana compra una cobija porque el hospital está un poco frío, una para Atlas y otra igual para Sofía. Él elige un oso de peluche para su novia y unas rosas. —¿Podemos ir a donde Fio y luego donde Atlas? —No, vamos primero con Atlas, todos estarán con Fio. Ralph y Sofía llegaron unos minutos más tarde al piso en el que le sacaban sangre a Atlas, su papá estaba llorando mientras su hija gritaba y su mamá la regañaba. —Atlas, no duele que te saquen sangre. Georgina se cubre el rostro agobiada, no puede creer que después de todos estos años su hija no entienda que nadie le saca sangre por hobby y mucho menos que no entienda que no le va a doler mientras le sacan la sangre. Su marido abraza a la menor de sus hijas y le cubre el rostro mientras Atlas llora y suplica para que no le saquen sangre. Llevaba toda la semana con dolor de cabeza, se sentía débil y muy cansada y Ralph incluso había estado preparando sopa para ella. —A ella le duele —le defiende el microbiólogo antes de salir de la habitación y solicitar asistencia por parte del hematólogo de Fiorela. Georgina se pone en cuclillas y desesperada acaricia el rostro de su hija mientras intenta convencerle de que precisa realizarle el procedimiento. Georgina se desespera cuando le escucha decir en repetidas ocasiones que no quiere. —Te van a amarrar para sacarte la sangre—grita la mujer mientras le sostiene la barbilla, su esposo le golpea la mano para que deje a Atlas y le pide salir de la habitación. —Suficiente Georgina, Atlas dijo que no. —¿Atlas hoy te apetece matar a tu hermana? Porque mañana no hay botón de resucitar. ¿Qué parte no entienden ustedes dos? —No quiero, de verdad, que hoy me duele mucho mamá. —¡Atlas! 200 ml, menos que una donación. —Mamá, me duele. —¿No se le puede sacar sangre de otro lado? Las venas de las piernas, un catéter central. Ralph y Sofía ingresan a la habitación. Christopher acaricia el pelo de su hija y fuerza una sonrisa al ver a Ralph. Y le saluda, luego se pone al nivel de su hija y le da un beso en la mejilla, se le limpia los ojos y le promete que por el día no habrá más inyecciones. —Ella está muy enojada y mi hermana muy amarilla. Fio se debe sentir falta, pero de verdad yo hoy no me siento bien, no quiero sacarme sangre, papá. —No es tu culpa, Atlas, y tampoco tu responsabilidad. Vamos a buscar un donante externo. —Ralph, ¿te molesta llevar a Atlas a casa? —pregunta Christopher. —Atlas, sí, vamos a casa. Podemos tener una pijamada y comprar pizza y chocolate —La joven ve a su cuñada, Sofía; llena de energía, dando saltos de emoción y bailoteando sin ser consciente de nada. Ralph propone darle un abrazo a las dos, la más pequeña le mancha el pie del microbiólogo y salta sobre el regazo de Atlas. Ralph las abraza a ambas y ve a Georgina ingresar a la habitación nuevamente. —Cuesta conseguir O-, Atlas. —Te dije que no va a donar, Gio. —Atlas, entiendo que tienes miedo, pero ya sabes leer estos documentos, tu hermana se está desplomando, necesita esto, por favor, puedes ayudarle. —Yo soy O-. —Gracias, Ralph, pero tu sangre puede tener antígenos... —Tienes un donador, Atlas no va a donar —se opone Ralph—. No quiere y no puede. El médico a cargo de Fiorella ingresa a la habitación y pregunta por la donación, con tristeza y preocupación observa a Atlas y les presenta a un psiquiatra. Georgina ve al doctor Rojas impresionada por la osadía. —¿Qué quiere decir con esto? —Creo que es momento de parar el examen de Atlas. Refleja leucocitosis, tiene una infección. —Ralph se ha ofrecido a donar. —¿Piensas que tus papás están bien con eso? —Mi mamá siempre le dice que no a Ralph —responde Sofía y Atlas sonríe—. ¿Podemos ir a ver a Fifi? —Sofía, tú puedes ir. —Le dice la señora Zollinger. —Atlas no puede visitar hasta que sepamos dónde está la infección. Atlas miró hacia la pared, su madre intentó acercarse a acariciarle y ella le detuvo. —Tily, qué te parece si damos un paseo por el hospital, conversamos y hacemos un chequeo. Si todo sale bien, te dejo comer postre —Sugiere el médico y ella asiente. —Atlas —la llama su madre. —Gracias por donar, Ralph —responde Atlas—. Gracias por los regalos. —Voy a visitar a Fio. A preguntarle qué cree que debamos hacer en la pijamada. El padre de Ralph estaba frente al presidente cuando llamó su hijo interesado en hacer una donación de sangre. Los señores Westborn le dieron la autorización, pero después de escuchar a su hijo, sintieron la necesidad de hacer más de una llamada. Cuatro horas más tarde, el Hospital Pieth Health con sede en Seinvillage estaba lleno de abogados, sus dueños y nuevos médicos para verificar qué estaba sucediendo con Atlas Zollinger. La pequeña tenía tanta fiebre que tuvieron que sedarla por tres días y cuando despertó, las únicas personas que estaban ahí eran Gina y Ralph. —¿Qué hago aquí? —Te enfermaste Tily y has tenido tanta fiebre que te ha sedado —responde Gina. —¿Y mamá y papá? —Vamos a concederte una emancipación. Están intentando decidir si Drake o yo podemos ser los guardianes de tu salud, por el momento… es mejor que no estén cerca. —¿De qué estás hablando? —Tu novio ha denunciado a nuestra familia. —El hospital ha denunciado a tu familia por abuso físico y emocional. El microbiólogo vio a tu madre jalonearte y pegarte. Mi abuelo escuchó la conversación y se ha interesado, él mi padre han venido a entender qué está pasando. —Mi hermana —dijo Atlas asustada. —Mi familia ha donado, casi todos somos O-, así que hemos donado por los siguientes seis meses. —¿Y mi mamá? —Tily, por qué no nos dices qué te gustaría comer y les pregunto a los médicos. Si dice que no, y son hamburguesas, las colaré —propone Gina. —Me gustaría comer helado. —Tienes laringitis, no puedes comer lácteos por los antibióticos —comenta su hermana y Atlas sonríe. —¿Hamburguesas? —Respuesta correcta —responde mientras va con su bolso—. Nada de besos que luego le da a Ralph y después de nuevo a ti. Ralph no odiaba a la mamá de Atlas, ni creía que era una villana o una mujer mezquina. Simplemente, se enfocó en ser la mamá de Fio. Él tenía trabajo que atender, así que decidió trabajar en algunos documentos de sus próximos casos. Pasó por una de las cafeterías para recibir su informe semanal y vio un pastel de chocolate, lo compró completo y sus empleados se alegraron porque es el favorito de la gente y todos estarán satisfechos, pero el jefe tiene planes. También lleva papas, daditos de pollo y pescado, todo lo que Atlas podría querer.
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