Finjamos ser felices

¿A dónde vas?

Gina le había dado una salida porque sabía lo incómodo que era para Atlas estar con toda su familia al mismo tiempo, pero no le agradaba pensar que se sintiera desinvitada o, peor aún, que no la quisiera allí. Si la invitó, no fue por obligación, la quería presente sosteniéndole el ramo de flores y en su lugar le pidió a su cuñada que fuera su dama de honor.

—Está bien, no me invites. No quiero ir a tu boda y pelear contigo sin motivo.

Todos se quedan en silencio y Drake les da a sus hijos unos billetes para que vayan a la máquina dispensadora y se entretengan buscando postres para todos. Como bien dijo su hermana, "las peleas sin sentido" lo tenían cansado, era incómodo estar en medio de sus hermanas cuando simplemente se basaban en malos entendidos para seguir enfadadas.

—A veces siento que no entiendo las discusiones de ustedes dos —comenta Drake.

—Gina quiere que la invite a la boda y Atlas ni siquiera había pensado en no invitarla —resuelve Ralph—. Ahora están peleadas.

Maximiliano, el esposo de Gina, aclara la voz y levanta la mano, mientras Drake contiene la risa y cruza los brazos. Ralph se acomoda divertido en su silla, porque si Max cree que después de diez años él puede resolver esto, es más egocéntrico de lo que todos saben. De igual manera, logra tomar la mano de su mujer y la de su hermana, ambos lo observan en silencio.

—Ustedes dos son hermanas, y yo solo sé la parte de la historia que Gina me contó, pero eres su hermana pequeña, Atlas, y Gina te ama, te adora. No dice las cosas que siente, dice cosas… horribles la mayor parte del tiempo, pero, no es una mala persona, hay alguien blando y dulce, preocupada y amorosa debajo de la arpía que todos conocen.—Gina aprieta los dedos de su esposo y Atlas sonríe.

—Dice el hombre al que despiertan con un sartén.

Max puede que haya estado durmiendo más en una casa en la que hay un recién nacido, el cual es su hijo y come a varias horas inapropiadas, por lo que Gina ha tomado cartas en el asunto, sí, violentas y desmedidas, pero él se lo achacaba a las hormonas. Amaba a su mujer y también sabía que todo el drama con su hermana estaba enloqueciéndola un poco más.

—Atlas, Gina también se crió sola. Gina no podía ayudar a Fio ni a ti. Ella es su propia mamá y maneja mal sus sentimientos.

—¿Desde cuándo eres terapeuta, Maximiliano?

—¿Escuchaste? Eso quiere decir “que me ama y me agradece todo lo que hago”—Atlas sonríe y contiene la risa—. Gina se frustra y dice cosas horribles, y se esconde en el armario de su hermano, después insulta a su hermano y es un ciclo sin fin, pero si mañana tuviera que hacer cualquier cosa por ese hermano, quien le llamó: “gorda” durante su postparto, ella lo haría mil veces y más por ti.

Atlas se pone de pie y toma sus cosas porque desde que llegó no para de escuchar excusas “ Yo soy así” “Eres un milagro”

“Queremos ser parte de tu vida” eran todas frases muy bonitas y ciertas para alguien que nos les conocía, pero Atlas recordaba la soledad, recordaba la tristeza profunda que sentía, falló todos sus exámenes finales y a la única persona que estuvo ahí era Ralph y su madre exigiendo que le repitieran los exámenes cuando se le pasara el luto.

Estaba harta de todo y de todos.

—No les creo a ninguno, y no me estoy haciendo la víctima. Sé que Drake y Gina tienen su propia historia y que no debe ser fácil. Creo que todos vivimos una pesadilla y la experimentamos de manera diferente, pero no estoy lista para fingir que todo está bien mientras peleamos.

—Me hacían bullying, Atlas. Me llamaban gorda y pequeña. Todos ustedes parecen torres, pero yo soy pequeña, como mi mamá. Me crié con su papá, quien es carente de afecto y cree mucho en fingir fortaleza cuando no la hay. Así que me distancié de mis compañeros, jugaba con todos menos con ellos. Luego regresaba a clase y me tiraban papeles, dibujaban chanchos en mi escritorio, se ponían de acuerdo para bloquear los asientos y que me tocase en el último. Me mareaba y vomitaba todas las tardes en mi uniforme, y olía a ácido todos los días hasta que volvía a casa. Me bañaba, me duchaba y esperaba a mi hermano, que llegaba en la noche después de su entrenamiento, después de ser capitán y la estrella del equipo. A veces te traían a ti y te peinaba y jugaba contigo, y a veces me enojaba porque no era Fio.

—La peinabas mal, feísimo —murmura Drake.

—Estaba practicando —dice Gina.

—Crecí y fui al colegio, y mi novio subió un video “sexy” y me convertí en una z o r r a, así que nadie me hablaba. Tenía las mejores notas, pero mis papás tampoco iban a aplaudirme, y mis hermanos estaban en lo suyo y los papás de mis compañeros y mis compañeros tenían una opinión sobre cómo obtenía esas calificaciones y no era porque pasaba horas estudiando. Finalmente, llegué a la universidad y mi nuevo novio me maltrataba, y tampoco tenía a quién contarle. Pensé que era bueno porque él salía conmigo a pesar de los videos. Mi tía me ayudó a salir de eso, con terapia y una orden de restricción. Yo soy así, me hicieron así y mi dolor no justifica ser seca y fría. Tuve un hijo y mi hermana, a quien le arruiné el pelo de pequeña y le llevaba hamburguesas, a quien le enseñé a usar maquillaje, no lo conoce. Mi hermana se va a casar, y no voy a ir. Es estúpido. Atlas, yo he pasado la vida ignorando a la gente a la que amo, a la gente que me ha hecho daño. Yo puedo ignorarte toda la vida y me dolerá en silencio, pero llevo días pidiéndote que dejemos de hacer eso, alguna de las dos se va a morir, probablemente yo primero y seremos desconocidas. No todos podemos ser como tú, sonriendo todo el tiempo y aparentando tranquilidad. Yo necesito estar seria y esperar a que lo peor pase.

—Me odias y me lo has dejado claro.

—No te odio.

—Me acusaste de su muerte, Gina.

Gina no necesitaba que se lo recordaran. Atlas no estaba por ningún lado, la llamaron e hicieron todo para que se despidiera de su hermana, después de pasar diez días en casa, había sido necesario llevarla al hospital. Su hermana había firmado una orden de no resucitar y ya los médicos les habían reunido más de una vez para decirles que Fiorella Zollinger no sobreviviría ni con un milagro, su madre estaba destrozada junto a la cama de Fiorella tomándole la mano, su papá estaba sentado dentro de la habitación viendo por la ventana. Drake se había quedado dormido al lado de Fio y Gina se acostó en la cama de visitas. La mujer llamó a su hermana menor incontable cantidad de veces, pero Atlas no contestaba.

Ralph vio a su novia colgar la llamada y le acarició el pelo.

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Quítame el antibiótico y llévame con mi familia.

—Atlas, puedes morirte. Esto es serio.

—Mi hermana se está muriendo, Ralph —Él abrió un poco el gotero del antibiótico sin que la enfermera lo viera.

—Escuchaste al médico, si la infección se expande, podrías perder el útero, los ovarios o incluso la vida, solo esta vez haz caso.

Atlas abrió casi por completo el gotero y se sentó a ver por la ventana. Ralph se ofreció a bajar a ver qué tal estaba su familia, pero ella prefería tenerlo ahí a su lado. Una hora más tarde, su celular dejó de sonar, Gina se había detenido y Ralph parecía dormido, así que se sacó la vía y salió de la habitación.

Bajó al piso en el que estaba su hermana y se escuchaba el llanto, la tristeza, el dolor. Atlas no necesitó acercarse para saber que se trataba de su familia. La joven se acercó a la puerta y vio a sus padres abrazados, llorando, él intentando reconfortar a su madre, y ella totalmente devastada. Drake estaba acostado junto al c*****r y Gina se quedó mirándola.

Se acercó y empujó la puerta de la habitación.

—¿Dónde estabas, Atlas?

—Gina... yo...

—Es demasiado tarde, la has matado, Atlas. No con lo del riñón, eso lo hubiésemos entendido eventualmente. Morirse era lo que Fi necesitaba, pero no venir a despedirte. Haznos a todos el favor de mantenerte lejos y no llores. No te mereces estar aquí, lárgate. —Gina la empuja y Drake la sostiene.

—¿Cómo pudiste hacerle esto a Fiorella, Tily? ¿Por qué no has venido a despedirte?

—Lo último que hizo fue preguntar por ti. —reprocha Gina mientras se abraza con su hermano.

—¿Atlas? —le llama Drake. —¿Atlas a dónde vas?