Ralph adoraba su trabajo, la idea de ser abogado venía de su padre, pero a él le gustaba saber que ayudaba a gente a salir del peor dolor de sus vidas tras una muerte por homicidio, que restauraba la justicia ante un jefe abusivo o ladrón y ante cualquier escenario le gustaba pensar que hacía parte de un Mainvillage más seguro. Ser magistrado simplemente era un escalón parra poder participar en las votaciones siguientes como ministro de seguridad.
El joven vio a su padre sentado en uno de los bancos de la corte escuchando a la defensa haciendo un trabajo por confundirle a él y al jurado. Ralph observa al demandado, un joven de 27 años, amante de la tecnología quien parece haber matado a su esposa quien tenía una relación plenamente s****l con su instructor de tennis. En todas las grabaciones está sentado frente a las cámaras haciéndoles creer a todos que no ha hecho nada. Ralph lee en los documentos de la evidencia y se da cuenta de que el hombre tiene acceso a un drone.
—Mi cliente estaba llegando a su casa, a luchar por su matrimonio, pedirle que las cosas cambiaran y reconocer sus fallas como esposo. En su lugar encontró a la señora Delany muerta, la abrazó, la besó y le pidió a Dios que se la devolviera. En medio de su dolor, intentó resucitarla con RCP mientras conversaba con la policía. Ellos estuvieron en su casa en un tiempo de 15 minutos—comenta el abogado defensor. —Este es un hombre que amó a su esposa a pesar de sus infidelidades, la quiso y la cuidó cada segundo de su vida y hoy al igual que ustedes quieren justicia. —Ralph vio a su padre sonreír divertido.
—Las cámaras de entrada estaban apagadas, y a la salida están encendidas. En casa de un ingeniero en sistemas y robótica, el cual tardó diez minutos en salir de su casa. Abrazó y besó a su esposa y solo se encontró rastros de sangre en sus manos, han visto esa habitación grita crimen de pasión y el señor no se ensució las suelas de los zapatos, ni el pantalón. Aquí hay hombres y mujeres que probablemente son mamás de hombres, ¿somos capaces de pasar por toda esa sangre sin ensuciarnos? ¿Dónde está le arma homicida? Si ustedes pierden a su esposo de más de diez años, tienen tiempo de pasarse por cada una de las cámaras de sus casas mientras esperan a la policía ¿y su primera reacción va a ser jugar con su teléfono? Vean esos videos, no hay una sola lágrima, no hay señal de nerviosismo, de tristeza, lo único que parece importar es él.
—Los he escuchado ambos, pero necesitamos la opinión de un experto en tecnología, lo tendré aquí en dos días con la evidencia que ustedes me han dado, ambos han hecho grandes argumentos, pero creo que hay más en este caso.
—Mi cliente maneja un negocio, no se le puede seguir retrasando esto—Ralph se inclina y le dice:
—El pueblo puede que lo encuentre inocente, yo lo encuentro muy culpable.
Ralph les entrega ambos un documento en el cual muestran que son dueños de un drone de alta capacidad, el cual no ha sido estudiado ni confiscado por la policía. El celular con el que el hombre está parado frente a las armas jugueteando nervioso. Eso les daría un arma homicida y probablemente más evidencia
A Ralph le esperaba en su oficina un agente de bienes raíces; sin embargo, la visita de su padre no se limitaría a la corte. Rafael Westborn se acercó a la secretaria de su hijo y le pidió que les consiguiera tres cafés de buena cálida, uno para ella, el favorito del jefe y uno tueste oscuro y n***o para él.
—Como el señor Westborn —Comentó la secretaria y Rafael sonrió.
—¿Sabe qué le gusta de postres?
—Chocolate.
—Tráeme sus favoritos y escribes en la nota para papá, un montón —El hombre ele da quinientos dólares y él pregunta si le alcanza, ella le devuelve trescientos porque sabe que su jefe es todo menos ostentoso y sale corriendo para traérselo.
—Carvajal—Saluda Rafael al agente de bienes raíces.
—¿Cómo crecen, Rafa? Míralo todo un hombre.
—Recuerdas cuando nos veíamos en el kínder.
—El mío siempre lloraba, qué estresante —Los dos ríen—ha sido un placer, Ralphy espero tu llamada.
—Gracias. —Responde el joven y ve a su padre. —¿Quieres agua, café o… un whisky?
—Mandé a traernos café.
Ralph deja a su padre entrar a la oficina. Los dos sonríen porque unos años atrás había sido la oficina de su padre y Ralph de una manera u otra había mantenido el mismo toque clásico que a su padre le gustaba. Los hombres tomaron asiento en el sofá y se miraron a los ojos.
—Necesito un favor.
—Dime, papá.
—Necesito que llames a tu madre y te disculpes.
—Ella ha venido a mi trabajo y me ha tratado como a un crío, me ha gritado como una loca, me cacheteó y yo soy el que se tiene que disculpar.
Rafael conoció a su mujer y sabía de todas las cosas de las que era capaz cuando las cosas no iban a su favor, pero era mucho más consciente del amor que sentía por sus hijos. Cuando tuvieron Ralph ninguno de los dos quiso detener su carrera en crecimiento, los dos decidieron buscar niñeras y apoyarse en ellas. Intentaban justificarlo con que su hijo estaba muy pequeño para darse cuenta de que estaban o no ahí y él veía el dolor en su mujer cada que prefería a una de las niñeras o a su esposo para mimarle. Rafael había logrado sus metas un poco antes, por ser hombre, por ser un Westborn y a él le asustaba pensar que por todo el trabajo duro que puso, así que más rápido tuvo tiempo para ser papá. Dejaba a Ralph en el kínder, lo llevaba a los paseos, él y su hijo construyeron una relación, mientras su mujer seguía subiendo la dura cima del éxito.
Eso no le impedía intentar estar en las actividades de su hijo o interesarse en su vida. Cuando finalmente Melissa sintió que alcanzó la cima, Ralph tenía trece años y no estaba interesado en el calor de mamá, ni la necesitaba demasiado. Tres años más tarde, la mujer quedó embarazada de su segunda hija, Sofía Westborn. La alegría y unión en la familia, una pequeña niña, llena de energía, amor, sonrisas, todo lo que les hacía falta, su madre no sabía cómo ni cuando parar y la enfermedad de su hija, ocho años más tarde, la hizo entrar en razón.
—Tu madre tiene solo miedo de perderte Ralph.
—Bueno, está haciendo méritos.
—Tu hermana está muy triste porque ayer no fuiste y solo un mensaje le dejaste.
—Puede venir a verme.
—A mí me crio mi abuela. Yo veía a mis papás una vez al mes un domingo después de ir a mis y sonreír a todo el mundo. Yo me prometí que mis hijos tendrían una niñera y por más tarde que llegara les vería en la noche y en la mañana. Fallé como papá y como esposo y tu mamá, la cagó fenomenalmente en muchas cosas, Ralph. Yo no quiero vivir así, peleándonos.
—Peleamos porque no me aceptas.
—Hijo, estoy muy orgulloso de ti. Eres guapo, inteligente, carismático, divertido y libre y me recuerdas mucho a mí y a veces pienso que debo torcerte el brazo, pero, tomas la decisión correcta al final, si quieres casarte con Atlas lo respeto si quieres dejar la carrera me dolerá, pero estaremos bien. Te amo, solo quiero lo mejor para ti.
La secretaria de Ralph regresa con los cafés y los dos hombres le dan las gracias. La joven sonríe y le entrega a Ralph los chocolates baratos que le gustan y los dos ríen.
—Gracias.
—¿Desea algo más?
—Agua, por favor.
—¿Cuál es la condición?
—No hay condición hijo.
Ralph se comió una de las barras de chocolate y le dio una a su padre. El hombre sonrió y le contó que su hermana parecía tener un aterrador crush por uno de sus conocidos de natación.
—¿Sí?
—Ya tu mamá no la quiere llevar.
—Yo creo que está bien mandarla a escuela normal ahora.
—Lo sé, pero… la parálisis de tu hermana… ha vuelto a tu madre tremendamente sobreprotectora.
—Lo sé, pero Sofi, merece divertirse y conocer gente y ver… personas —Los dos ríen.
—Se lo he dicho a tu madre y casi me mata. Es que veo todo lo que ha avanzado a pesar de su enfermedad y me sorprendo. Tal vez algún día se case… y no sé si puede tener bebés.
—No quiero saber de ningún bebé saliendo de mi hermana.
—Sí… están buenos estos chocolates.
—Valen un dolar, es como la excusa perfecta para comerte diez —Los dos se ven y su padre ríe.
—¿Tú quieres bebés pronto?
—Estoy en esa edad en la que todos mis amigos tienen bebés o bodas.
—¿Sí, pero quieres?
—Quiero uno y ya, le amaremos en exceso y lo echaremos a perder.
—Esa fue mi idea contigo.
—¿Y se coló Sofi?
—Eso dice tu mamá… —Los dos se ríe.
—Papá, ya en serio, ¿qué te pasa?
—Estoy… un poco enfermo hijo, no saben lo que es, pero saben que hay algo y que puede estar matándome, necesito dejar todo en orden para tu mamá y para tu hermana. Necesito que me ayudes un poco. ¿Puedes?—Ralph tomó la mano de su papá.
—¿Qué tienes? ¿Qué necesitas?