Atlas ve a Ralph sorprendida porque acaba de irse sin dar batalla y está ante las cámaras siendo tan encantador como es posible. Marcela les pregunta cómo se conocieron y Atlas le cede la palabra por completo porque Ralph tiene toda una teoría de conspiración del universo.
—Atlas y yo nos conocimos en el colegio. Los dos estábamos en un internado yo por portarme mal y Atlas... ¿Tú por qué?
—Estorbaba en mi casa —Todos en el set ríen. —¿Para qué lo manda a uno ahí? —Entrevisten mayoría, a cualquier millonario que tenga a sus hijos en un internado 24/7, van a responder que por la educación, a mí no me engañan, tener hijos es fácil para algunos, críenlos.
Isabela, quien fue víctima de un padre con micho dinero, mucho trabajo y poco tiempo para criarles, le da la razón, excusas sobren, pero la realidad es esa no tienen tiempo para ser papás a tiempo completo.
—¿Tú eres la menor de cuatro hermanos?
—Soy la menor por mucho y mis papás casi no tenían tiempo y un internado ayudaba a gestionarme.
—La historia de amor—pide Kamille.
— Atlas nadaba todos los días a la hora que yo salía de la piscina ella entraba. A mí me parecía muy mona, pero ella siempre parecía cabreada entonces decidí no hablarle. Un día nos dieron detención, ella por chismosa y yo por escaparme —Todas ríen. —Y me la llevé en mi segunda escapada.
—Me dijo que si iba, que era una cita y yo no estaba convencida, luego me informó que si no vivía no podría escribir y me animé, para que me saliera que íbamos en moto—Todas ríen. —Consiguió el auto de un amigo y nos fuimos a placear a la playa, dormimos en el auto, comimos un montón de fruta nos divertimos demasiado y al tercer día era su novia. —La pareja sonríe.
—Tus suegros te adoran —comenta Isabela.
—Sí, mi suegra en especial.
—¿Mi tía y tú qué tal?—pregunta Kamille.
—Hubo un tiempo en el que fingíamos llevarnos bien, ahora, es público no me soporta y yo evito tener que soportarla.
—Yo vi hace unos años una cachetada viral
—Sí, mi suegra y yo hemos tenido… momentos de desacuerdo. Pero yo me llevo bien con todo el mundo menos con ella y alguien de mi familia.
—¿Tu hermana? —pregunta Ralph y todas ríen.
Atlas a veces son puede entender por qué Gina no le quiere, pero en otros momentos de su vida simplemente le da igual y entiende que para Gina la única que debió morirse fue Atlas y no Fio.
—¿Cuántos años llevan juntos?
—Llevamos de conocernos de salir trece años. Nos hablamos por primera vez un 10 de abril y de ahí vamos y venimos.
—¿Por qué insisten en estar juntos y por qué han terminado?—pregunta Kamille.
—Bueno... La primera vez que rompimos fue por la universidad, Ralph quería estar aquí y yo quería salir huyendo y no estábamos de acuerdo. Entonces, yo terminé con él y me fui a Estados Unidos y pasamos los seis meses más intensos de la vida sufriendo y Ralph se mudó conmigo.
—¿Qué tal fue vivir juntos?
—Nosotros hemos vivido juntos toda la vida—reconoce Ralph.
—Mis papás no son irresponsables. Tenían mucho trabajo, una hija enferma por ende, pasaban muy poco en casa, entonces yo me escapaba a casa de mi novio.
—Sí y nunca hemos hecho nada ilegal—Todas se ríen ante la aclaración de Ralph. —El sexo con menores es penado, pero cuando hay más de siete años de diferencia y no hay consenso familiar, por ejemplo si su familia no hubiese sabido qué estábamos juntos podría ir a la cárcel.
—¿Pediste entrada Ralph?
—No… no, yo tengo todo el tiempo que estar convenciendo a Atlas y eso como un trabajo de medio tiempo, qué voy a estar conquistando a su familia.
—¿Sus familias no se soporta?
—Es muy raro, nuestros papás se respetan y admiran mucho. No están de acuerdo con la relación pero son como amigos y nuestras mamás detestan nuestra relación, lo manifiestan y no se llevan entre ellas—Especifica Atlas. —Es muy complicado.
—Por varias razones la familia de Atlas no me considera un buen partido, pero, siempre, siempre, velo por lo mejor para Atlas no para su familia. Aunque les caiga mal.
—¿Por qué más han terminado?
—Atlas, es supercelosa.
—Yo no soy celosa Ralph, tú haces cosas.
—Uy.
—Bueno, en nuestra relación un 90 % de las veces yo sé lo que va a pasar en el futuro —Explica Atlas y todas sus compañeras se ríen y Ralph observa a Atlas incrédula. —yo tengo un séptimo entiendo, el sexto es para saber lo que Ralph piensa y el séptimo para saber lo que va a pasar.
Todos se ríen.
—¿La última vez que terminaron por qué fue?
—La última fue mi culpa. —Asume Ralph y Atlas le ve impresionada. —Yo… quería tener una esposa y una mamá para mis hijos que iba en contra de lo que atlas representa, yo… quería una mujer el brazo, que sonriera y asintiera silenciosamente y comunicarse y divertirse es básicamente el centro de la personalidad de Atlas. Yo, le pedí y le pedí cosas que al final la fueron apagando como persona y nos alejaron como pareja.
—Qué cabrón.
—Estoy muy arrepentido, Tily, y de verdad, he entendido que todo lo que te pedí no hacer es lo que me gusta de ti. Llegar a casa y que me cuentes cosas del trabajo, hacer planes alocados y disfrutarlos al 100& la cena comprada y que nunca tengas tiempo para ser una esposa florero.
—¿Cómo qué te pidió, sexo anal o que cambiaras el tipo de periodismo que ejerces?—pregunta Kamille.
—Me pidió renunciar a mi carrera y ser más una señora y empecé a renunciar a cosas como mi ropa, mi pelo con rayos rosados me los quité por Ralph, uñas más cortas, empecé a asistir a un montón de cosas por su trabajo y cuando me di cuenta… Ya no tenía mi vida, mis cosas y un día dije… ¿Por qué no renuncio a Ralph? Y entonces, su mamá se me abalanzó encima y lo tuve claro, el amor a veces es como un zapato no puede forzarlo demasiado porque si no te lastima.
—Al final no es imposible mezclar las dos carreras —comenta Isabela. —Mi esposo es un obsesionado con la política y yo soy más creativa, pero se aprende a brillar por separado.
—Claro, pero toma tiempo y madurez, no le puedes decir a la Tily de 21 años que el pelo rosado no es la bomba. Cuando quieres que te tomen en serio, ahora lo entiendo —Responde y todos ríen. Y jamás se me ocurriría que Ralph pueda disfrutar de una vida libre de estrés, en el que la opinión de los demás no importe y de reglas que para él y su familia significan tanto.
—Ralph tú renunciarías a tu carrera por Tily.
—Sí, pero no para quedarme en la casa y eso fue lo que entendí.
—No voy a renunciar ni a quedarme en la casa.
—Estoy de acuerdo.
—Vamos a un corte comercial y vamos a jugar unos juegos superespeciales que están en tendencia para verificar si Ralph se merece una oportunidad o no. Los esperamos—comentan Kamille e Isabela. Marcela se pone en pie y le da un golpe en la cabeza a su primo pequeño, luego va a beber agua y conversar con el productor. Kamille pide que le retoquen el maquillaje e Isabela se queda en su sitio conversando en su celular.
Atlas le pide un par de segundo a Ralph y lo lleva fuera del set. El joven enciende un cigarro y ella rueda los ojos porque no aprueba que la gente fume; sin embargo, él está demasiado nervioso como para no hacerlo:
—Noventa días Atlas, si hacer todo el esfuerzo por ser ante las cámaras nuestra versión más mierda y en casa logramos tener nuestro balance, entonces me das una oportunidad.
—¿Oportunidad de qué, Ralph?
—Oportunidad de no solo fingir, sino de vivir una vida felices, tú y yo nos lo merecemos. Vamos a seguir yendo y viniendo porque nos amamos, te guste a ti, a mí, al pueblo; nos amamos. No quiero que eso cambie y no quiero perderte, no voy a seguir buscando entre miles de mujeres porque te amo a ti. Te quiero a ti, todos los días de mi vida, para siempre.
—¿Tú estás enamorado de mí?—pregunta Atlas.
—Bueno … Eres la persona que me hace feliz.
—Yo no creo que funcione Ralph, ni fingir ni intentarlo.
—Inténtalo por mí, me lo debes.
—Ralph…
—Por favor, Tily.
Isabela se acerca y les informa que el corte está por terminar. Ralph le da una calada larga a su cigarro lo apaga y se va con ellas de regreso al set.
Kamille les explica las condiciones del jugo y a quienes los ven, bandera roja y bandera verde. Ellos tienen que decir algo aceptable o inaceptable y todas van a votar.
—Está obsesionado con la política—propone Atlas.
—Bandera roja.
—No estoy obsesionado—Responde Ralph. —No lava los platos, y amenaza con quebrarnos. —sugiere Ralph.
—¿Atlas?—dice Marcela sorprendida.
—Yo nunca he hecho quehaceres y no voy a empezar por un hombre —todas se reían ante el dramatismo e intentan investigar cómo se escaqueaba.
—Siempre hemos tenido empleada.
—¿En serio?
—Sí. Mi hermana me odiaba, Drake sabía que me iban a castigar y que tampoco me importaba, pero le daba lástima, entonces, mi hermano venía y se ponía a explicarme cómo lavarlos y secarlos y hacía todo el trabajo.
—Atlas no lava ni sus calzones para que entiendan.
—¿El juego consiste en avergonzarme?—Pregunta ante la risa de sus compañeras. —Yo compré una lavadora automática con muchos botones y hay uno que dice sintéticos y otro que dice manchas, o sea, si estoy menstruando pasa por los dos ciclos y luego era lavadora las seca, pero si Ralph va a lavar no puede meter todo de una vez?—Todas ríen. —Yo limpio el baño y estoy obsesionada con la ropa de cama limpia, son las únicas dos cosas que me irritan y compro platos desechables —Todas se ríen.
—¿Atlas?
—De verdad, me da un asco terrible la ropa húmeda y el plato resbaloso.
—Tu turno, Atlas.
—Es un diez, pero fuma—Acusa Tily a Ralph.
—Eso te baja a un 3 porque el cáncer de vejiga es real.
—Y la próstata—comenta Marcela.
—Ya... mil maneras de morirse.
—A mí me parece la mayor hipocresía, porque el príncipe corre todas las mañana dos horas, nada antes de dormir, y come pescado tres veces a la semana porque según Dr. Ralph es más sano vivir como él. Entonces para qué fumar, guapo.
—Intentaré —Tily se ríe porque es la respuesta de siempre.
—Sin chismes y sin nada, suéltenos el chisme de la noche. ¿Atlas y Ralph volvieron o están tonteando?
—Volvimos, llevamos un mes juntos de nuevo, la prensa nos ha roto la burbuja, pero estamos felices y así pensamos mantenernos —Atlas asiente con la capacidad de mentir de su ex.
—¿Tily, estás esperando anillo?
—Siempre espero que la vida me sorprenda. No estoy esperando anillo creo que hay que disfrutar de cada momento y darse una oportunidad es eso, descubrir qué ha cambiado, hacia donde queremos caminar y qué queremos construir.
—¿Ralph, tú, qué opinas?
—Como el ex que siempre vuelve. Yo pienso que Atlas y yo siempre sabemos lo que queremos de la vida, es solo… es difícil salir lastimado, y definitivamente, no es lo que queremos, pero yo me voy a lanzar de cabeza a amarla, pelear por nosotros y a ser felices.
Las otras mujeres hablan un poco de sus exparejas regresando o no con sus exparejas, hay risas y bromas. Atlas tiene la oportunidad de ver a Ralph a los ojos un par de minutos y está convencida de que él tiene un poco de razón, si se quitan a sus familias, las opiniones de los demás y se centran en lo mucho que se aman podría funcionar.
—Es hora de despedirse, nos vemos en el siguiente programa y no olviden dejarnos sus temas, inquietudes y comentarios en r************* .
—Bye —dicen todas y agitan sus manos hacia las cámaras.
Las mujeres se despiden y Atlas va por sus cosas, ve Ralph quien está dando las gracias a Marcela, Isa y Kami, por abrirle el espacio. Atlas se despide de todas y Ralph le toma de la mano, ellos dos caminan juntos hacia el elevador y se colocan en puntas opuestas de la pequeña cabina. Él la mira y ella a él.
—Entonces… —Comenta Ralph.
—Mira, Drake quiere que vaya a una cosa de juegos en su casa, si podemos convencer a esa gente de que nos amamos vamos a lo de tu abuela que sabes que está lista para casarnos ella misma, tu mamá intentará matarnos y si sobrevivimos y al domingo con mi familia noventa días.
—¿Es un sí?
—Es un… casi.
—Me conformo por unos días