Las reconciliaciones románticas son para gente sin niños, Atlas estaba convencida de que los niños tenían tanta energía como sus sobrinos, y tan creativos como los tres enamorados que, en cuanto llegaron a casa, les recibieron con saltos y aplausos y luego se dispersaron en actividades. No les dejarían descansar nunca jamás y menos tener intimidad. Al principio, Love había estado algo celosa porque su tía tenía alguien nuevo a quien atender y no podía sumergirse de inmediato en sus juegos y cosas de siempre, los chicos pasaron del todo a Ralph por completo.
Gina y Max les habían dado los contactos de su padre y su hermano en caso de una emergencia o que necesitaran una mano extra. Al final, los niños estaban un poco más acostumbrados a su tío y sus abuelos. Eso sentían Ralph y Atlas después de estar seis horas con sus sobrinos. La joven vio a Love maquillándose en el espejo con las sombras de su madre, Prince emocionado jugando videojuegos por lo que sentía que no era lo que sus papás le dejaban hacer, y Paris estaba nadando desnudo en la piscina.
Atlas tiene a Hank cargado y se da cuenta de que no es fácil, un bebé que come, caga y duerme en sus brazos, literalmente el niño hizo todo al mismo tiempo en sus brazos y después lloró y gritó mientras le cambiaban.
—Esto no es fácil.
—Son muchos.
—Tengo una idea —dice Ralph. —Paris, ven, tenemos que hablar.
Atlas sale con una bata porque si él cree que puede acostarse en el sofá mojado, a ella la va a matar. Sus sobrinos, por lo menos, son obedientes, así que Prince se quita los audífonos para el videojuego, su sobrina deja el maquillaje y su hermano ingresa a casa.
—¿Qué les parece si todos tomamos una ducha, nos peinamos y nos alistamos guapísimos y nos vamos al cine?
—Hank es muy bebé —responde Love.
—Por eso, Hank se va a quedar unas horas con la niñera y el abuelo Demetrio —propongo y los niños asienten.
—Hay que pasar a comprarle algo a mi hermano —afirma Prince y Atlas asiente, luego llama al suegro de su hermana, el cual está encantado con la idea de ayudar si hay una niñera que sepa hacer todo lo que él nunca hizo con sus hijos. Atlas sube a buscar mudas para los niños, antes deja a su sobrino cuidadosamente en su cuna, el pequeño ni se inmuta y sus hermanos lo ven sorprendidos. Todos salen de la habitación y los niños comentan que parece que a Hank le gusta torturar específicamente a sus padres. Ralph decide recoger un poco antes de que llegue el papá de Max o la niñera y su novia insiste en dejar a los niños lo más listos posible. Incluso dejó que su sobrina se hiciera un skincare y le concedió a Prince un blower de pelo para que quedara más guapo. Los tres son mega coquetos pero muy diferentes en estilo. Ralph ayuda a alistar Ralph ayuda alista a Paris quien no quiere usar zapatos cerrados y su tío le convence de ir sin medias si quiere parecer cool, pero con zapatillas. El pequeño asiente emocionado y Ralph intenta convencerle de hacer un moño pero eso está fuera de los límites del pequeño.
Atlas revisa a Hank, quien duerme pacíficamente y se deja cambiar el pañal con orines. Es realmente la mejor versión de sus padres, tiene el cabello perfecto de Max y la dulzura que se ha ido borrando del rostro de su madre. Ella le envía una foto a sus padres y se asegura de decirles que es un ángel. Después va al cuarto de visitas, decidida a tomar una ducha y cambiarse, justo cuando abre el grifo su sobrino comienza a gritar y llorar enloquecido. Ralph llega a la habitación primero y le calienta su biberón, el pequeño comienza a calmarse y Atlas le da las gracias antes de ir corriendo a alistarse.
Cuando finalmente termina de arreglarse y se siente un poco más como un humano y no como una persona que está fallando en la falsa maternidad, logra ir al piso de abajo donde están los chicos sentados conversando con su abuelo. Ve a Love abrazada a Demetrio y saluda al papá de Max.
—¿Quién es tu abuelo favorito, Lovey?
—Hmm... no digo nada de abuelos favoritos, pero cambia mucho dependiendo con cuál de mis abuelos está.
—Sí, todos son súper divertidos —reconoce Paris.
—¿Pero si tuviesen que hacer una lista, quién iría arriba, en el número uno, abuelo favorito?
—No vamos a decir —responden los trillizos al unísono.
—Yo casi siempre soy el último en esa lista —comenta el abuelo de los chicos mientras saca su billetera. —Pero... todo en la vida tiene solución.
El hombre les da cien dólares a cada uno de los niños de casi cinco años, y Atlas asiente al igual que los niños. Love examina su billete y sus hermanos le enseñan que son auténticos. Demetrio les recuerda que pueden gastar cuarenta y tienen que guardar sesenta.
—Abuelo, ¿por qué subió el ahorro?
—Ahora, tienes un hermano extra, Prince, tienes que regalarle cosas en el piso de abajo.
—Gracias a Dios mamá y papá no quieren más bebés.
—Sí —responde Paris y Atlas se ríe antes de animarles a irse de la casa. La joven le da las gracias a Demetrio y sale detrás de Ralph, quien le acerca su mano. En el auto, Atlas intenta sonsacar quién es el abuelo favorito, pero no lo logra. Los tres parecen felices cuando escuchan que van a ir al mall y le muestran a su tía sus tarjetas. Atlas y Ralph intentan no reír y ellos les explican que tienen dinero de verdad.
—Mi otro abuelo es dueño de un banco.
—Nosotros somos ricos.
—Sí, yo básicamente soy hija única —dice Love. —Así que heredaré más.
Sus hermanos comienzan a pelear y Atlas intenta no reírse cuando el caos aumente, y su tío les cuenta que sus papás pueden decidir no heredarles el dinero a ninguno de los tres. Los niños bajan emocionados del auto y se toman de las manos de inmediato. Ralph y Atlas toman la mano de alguno de los niños mientras suben por el elevador.
—No entiendo por qué les gusta venir tanto aquí.
—A mis papás los conoce todo el mundo, la gente del hockey quiere autógrafos y cuando mi mamá sale de casa es raro, pero la gente quiere videos y fotos y cosas incómodas, entonces no venimos con ellos y la tía G y el papá Max odian el mall.
—Aquí hay unos juegos buenísimos —dice Ralph mientras salen del elevador. Los lleva corriendo hacia los trampolines y su tía sonríe encantada. Se une a la diversión, los niños no paran de reír e inventar juegos, y a ellos dos les encanta. Ralph nada entre los cubos de esponja para llegar hacia su novia, le da un beso en los labios.
—Yo quiero muchísimo esto.
—¿Esto...?
—Bebés, niños en medio y felicidad. Aunque sea agotador.
—¿Podemos hablarlo luego, Ralph?
—Tío Ralph, ven a tirarte con nosotros —le llama Prince.
Ralph y Atlas los llevan a comer perritos calientes y después al cine. Cuando van de camino a casa, hablan con sus papás y les cuentan todo lo que hicieron en el día con gran emoción.
—La tía Atlas y el tío Ralph pueden cuidarnos cuando quieran —comenta Paris, y sus padres ríen.
—¿Atlas es una buena niñera?
—Es estricta.
—No... ¿mi hermanita?
—Tu hermana —repiten los chicos, y les cuentan cómo el tío dio un salto triple y cayó en una cama de esponjas. Drake les da las gracias y comenta que su mamá está mejor, algo cansada pero incluso optimista. Atlas intenta no comentar nada al respecto y Mily les vuelve a agradecer por entretener tanto a sus hijos.
Cuando llegan a casa, se encuentran a Harry en medio de una de sus rabietas. Ralph busca una de las bolsas con leche materna y se la calienta, pero nada parece tranquilizarle. Demetrio no sabe si es hora de llamar a su hijo y su nuera, pero Atlas cree que es el mejor momento para un baño de agua caliente. Le prepara uno a Hank y el bebé se calma mientras lo bañan.
—Tía Atlas, necesitas venir a vivir con nosotros.
—Hank, necesitas calmarte —le pide Prince, y los niños le dan un beso a su tía para ir a ponerse el pijama. Ralph los ayuda y les cuenta un cuento mientras Atlas se queda con el más pequeño en su habitación. El papá de Max le asegura que ese bebé está comportándose como el segundo hijo.
—¿Cómo es eso?
—No le digas nunca a Damian —ella ríe y promete no hacerlo. —Bueno, uno decide tener el primero y es dulce, lleno de amor, fácil de criar, y te embriagas y dices, quiero más de estos mini humanos y vas y haces al segundo, el que no les deja dormir, ni comer, menos cagar, dan mala vida por naturaleza.
—El tercero.
—Cuando hay tres, hay alianzas, siempre alguien está peleando con alguien, y cuando hay cuatro, son dos contra dos, entonces se vuelve justo.
—Ah, o sea... casi una manada —Demetrio se ríe.
—Al final, lo glorioso es tener nietos. Te adoran y tienes muchas menos responsabilidades.
—Le propondré a Ralph que saltemos a esa etapa.
—Lo estás petando, mira a esa cosita, lleva diez buenos minutos —los dos ríen y el papá de Max se despide. Atlas decide quedarse donde está para no incomodar a su sobrino. Su novio ingresa a la habitación y besa la frente de Harry, luego los labios de Atlas.
—¿Quieres susurrar? —Atlas asiente.