¡Disfrutemos mientras se pueda!

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¡Disfrutemos mientras se pueda! (Robín Ignacio León) —¡Feliz cumpleaños, número veintiuno, hijo! —dijo papá entregándome unas llaves de motocicleta. —¡Gracias papá! Y ¿Este regalo? ¿Qué te hizo cambiar de parecer? —Había estado pidiéndole una moto toda mi adolescencia y nunca había aceptado. Al final yo había desistido y no lo había querido contradecir cuando fui mayor de edad. —Creo que ya es tiempo de que empieces a poner metas importantes para tu vida. Los deportes te han dado representación, pero ya debes dejar esa etapa atrás y convertirte en un importante empresario. —Mi padre era un importante oftalmólogo, reconocido por su profesionalidad y conocimientos. Por mi parte había dejado los estudios porque ingresé en el deporte desde muy joven y eso me obligó a tomar una elección y opte por ser deportista. Viaje a muchos países a representar a mi nación, en algunas obtuve nominaciones buenas y en otras no tanto. Pero lo importante era viajar, conocer gente, otras culturas… Disfrutar la vida y la libertad. Papá solía ser un hombre muy acosador y todas las mañanas me hacía levantar temprano a entrenar. Decía que si no quería estudiar debía dejar el 100% en la cancha. Y pues la verdad es que siempre procuré complacerlo porque era él quien pagaba mis cuentas. Pero ahora mi rendimiento ha bajado, y no es a causa de falta de condición física o algo parecido. Me he encontrado una mujer que me ha llevado a la locura orgásmica de liberar todo el deseo y la pasión que no sabía que habitaba en mi cuerpo. Pero solo es una de esas chicas que venden contenido erótico por la web. En su s*********n se queda gran parte del dinero que me consigna papá. —¡Gracias por el regalo! Ahora sí, tengo como pasear a gusto. —dije agarrando las llaves, pero él las sujeto con más fuerza y añadió —No es para pasear, es para que empieces a trabajar, necesito un mensajero en la clínica y por eso también te la estoy comprando. A partir de mañana empiezas a trabajar. Anoche hablé con tu entrenador y está decepcionado de tu rendimiento. Dice que estás “quemado”. —Ahora las solté porque no quería trabajar para nadie. Y menos donde papá me pudiera vigilar. —No sé de qué habla. Sigo rindiendo igual y hasta más. —Jamás admitiría que el entrenador tenía razón. —Pues ya son veintiún años, a tu edad ya pagaba mis gastos. Le agradezco que se dedique y empiece a producir su propio dinero. —Nunca me había exigido trabajar, pero de seguro ahora alguien lo había puesto en mi contra, lo más probable es que era el entrenador. —¡Está bien, papá! —añadí para nada contento. Apenas terminó el agasajo tomé la moto y salí a dar un paseo, sabía conducir porque había aprendido en las de mis amigos. Por los documentos y permisos para conducir no me preocupe, aliste algo de dinero para pagar o sobornar a la autoridad. «¡Todas las personas tienen un precio!» Conduje hasta la casa de uno de mis mejores amigos, continuaríamos la celebración en algún bar. Podíamos dedicarnos a los excesos porque era fin de semana. —¿Cómo se prepara para esta noche, perro? Ya dijeron que contrataron varias stripper para que la fiesta no desentone. ¡Ya sabes! También llevarán a la MaríaJuana… El bar está prácticamente contratado solo para nosotros. —No tenía pinta de ser una celebración normal. Pero había que disfrutar cada idea loca de esos degenerados. —¡Activo para lo que salga! Una vez al año estos excesos no hacen daño. —Llegamos al lugar y aquello era una película, había muchas mujeres con camisetas bailando en cajas y vertiendo agua sobre su cuerpo, permitiendo por la transparencia de las telas marcara los pezones erectos. —¡Divinas esas viejas! ¿Verdad? —dije a mi mejor amigo Marco que caminaba detrás de mí. —Todas están buenotas, pero ese no es nuestro regalo, eso era lo que ofrecía el bar. —mencionó con una risita algo diabólica. —¡Esta noche coronamos! Estoy seguro. —Me olí las axilas para bromear y dije—. ¡Suerte de los que no nos bañamos! Todos éramos divertidos e inmaduros. Nos gustaba hacer locuras y fumar sin ninguna restricción. Empecé a saludar y veía un arcoíris de pastillas que empezaban a rodar de mano en mano —¡Esto se va a poner reloco perro! —dije mientras me tomaba unas cuantas píldoras. —Disfruta tu cumpleaños Robín. Pero no te pases de nota… apenas todo empieza y no te vas a doblar antes de que empiece la mejor parte. —Varios amigos se acercaron a saludar, me agarraron de los brazos y las piernas y me llevaron hasta la piscina, me sacudieron un par de veces y me lanzaron al agua. No me importó y seguí eufórico disfrutando la fiesta, me alcanzaron ropa seca y me pude cambiar, cuando los efectos de las sustancias empezaron a manifestarse, aquel lugar se calentó como una olla. Todos gritaban descontrolados y viajaban en su mejor nota. Por algún momento caí privado, sentía como la respiración se entrecortaba y alguien a mi lado intentaba decirme algo, pero ya no era consciente. Unas horas más tarde desperté y todo a mi alrededor seguía en movimiento. Sentía mucha sed y fui por agua. —¡Despertó el cumpleañero! —gritaron al fondo del lugar. Yo alcé ambas manos en señal de victoria. Me rodearon tres mujeres en ropa interior y empezaron a mover su cuerpo. Bailé un rato con ellas, pero mi cuerpo pedía a gritos que lo hidratara y de verdad me las quería quitar de encima. En ese momento no había nada más sensual y provocativo que un enorme vaso de agua con hielo. Por fin pude escaparme de esas lobas y terminé saciado, hasta me atraganté con el líquido que alivio mi garganta, apenas lo probé. Una nube de humo salía del medio de la pista y llegué hasta allá, porque el olor de MariaJuana me sedujo. De vez en cuando era fantástico aspirar un poco de ese humo. Donde mi padre o el entrenador se enterará de nuestras fiestas, terminaríamos destituidos, porque una de las principales reglas era que teníamos prohibido envenenar nuestro cuerpo con alguna sustancia estupefaciente. —¿Qué te sucede? ¿No estás a gusto en tu fiesta? Te noto distraído, te enamoras de cualquier escoba con falda y esta noche no te veo encima de ninguna vieja. ¿Qué le pasa perro? —preguntó Marcó que llevaba una hembra hermosa de la mano. —No tengo ganas de meterme con nadie. Yo tengo a mi crush y no necesito otra. —dije con un marcado tono de superioridad. —¿Todavía sigues pendiente de esa mujer? ¡Reacciona perro! Esas mujeres venden sus fotos y sus poses a muchos hombres… incluso hasta las palabras bonitas que te dicen son estudiadas, ahí no hay nada de exclusividad, a todos les dice que los ama. ¡Ni parece hombre ese tipo! —Para mí no había mujer más preciosa que ella. La idolatraba, por eso a diario le dejaba regalitos caros, para que me tuviera presente. —Pero me enamoré ¿Qué puedo hacer? —confesé —No, usted lo que necesita es una vieja de verdad. —le dijo algo en el oído a la mujer que tenía tomada de su mano y ella se alejó—. ¡Mira, no más, semejante mujeron y esta noche me la llevo yo! No podía negarle que estaba bien bonita la chica. Tenía unas piernotas y un trasero de guitarra. Se acercó con otra mujer, más alta y estilizada. —Ve mami, ese es el cumpleañero. ¡Complácemelo con lo que él pida! —dijo la mujer que acompañaba a Marco. —Por supuesto jefa. De mí nunca tendrá una sola queja. A ver papito caminé y le enseño unas cositas. —Habló la chica con un acento paisa.
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