El acuerdo (Julián Molina) Ahora ya tenía que hablar con mucha precaución. Si no conseguía convencerla me terminaría por pedir la habitación y quedaría en la calle. Nadie me aceptaría con Isa, o en su defecto aumentaría el valor del arriendo. —Sé que puedes juzgarme por tener a esa chica en la habitación. Pero estoy seguro de que también notaste su condición. Prometo que pronto buscaré para donde mudarnos y que ella pueda estar más cómoda. —confesé —¿Es tu mujer? —interrogó ella con especial interés por descubrir la verdad. —No, ella solo es una amiga. Supongo que viste que perdió su vista y estaba en situación de calle cuando decidí rescatarla. Estoy consciente que estoy violando la primera norma que me pusiste al firmar el contrato de arriendo. —Me ha prohibido recibir visitas o inv