Feliz por mi nueva oportunidad. (Isa Magdalena) No puedo imaginarme el rostro de ese hombre que se ha decidido a ayudarme incondicionalmente. Solo puedo decir que es una persona estupenda haciendo un esfuerzo sobrehumano por salir adelante. El lugar no era el mejor, pero para mí era un palacio. El agua para ducharnos estaba en un gran balde y de allí debía sacar para asearme. Oler el perfume del jabón y del champú me hizo sentir tan feliz que sentí muchas ganas de llorar. Pero no me salían las lágrimas, ya se me habían agotado. Antes de encontrarlo a él, el sufrimiento que padecía no tenía nombre. Me sentí tan contenta, mientras masajeaba mi cuero cabelludo que empecé a cantar. Tenía buena voz, había estudiado canto como un pasatiempo y ahora disfrutaba del resultado de ese esfuerzo.