De moneda en moneda se alcanza una meta

1840 Words
De moneda en moneda, se alcanza una meta. (Julián Molina) —¡Dinero! Dinero… todo gira alrededor de ese maldito pero necesario elemento. —refunfuñé sacando la cuenta del dinero que tenía, y haciendo divisiones para poder subsistir los dos con lo que a diario ganaba en la tienda. —Necesitamos hacer algo más, para conseguir juntar dinero pronto. Es un mal que queramos o no tenemos que conseguir. —mencionó Isa y yo no tenía ni la más mínima idea de que responderle. ¿Cómo le explicaba que yo había conseguido ese trabajo por ayuda divina? No me creería y pensaría que había caído en manos de algún charlatán. —Ese es el tormento de todos mis días. ¡Bienvenida a mi mundo! —Añadí desanimado. —Podríamos montar un show. Sé cantar, pintar, tejer… Sé qué he perdido la vista, pero se me han despertado otras habilidades. ¿Qué te parece mi idea? —No me agradaba desde el principio. Porque significaba que se tenía que exponer a la gente y eso era lo que menos quería, podían secuestrarla de nuevo. —Sé que deseas colaborar, pero yo no estoy de acuerdo en que salgas a la calle. Tardarían solo cuestión de segundos para encontrarte de nuevo. —dije bastante convencido de evitar que se sacrificara de esa forma. —Bueno, pero que tal si pruebas consiguiéndome lana para tejer. Luego tú ofreces mis productos. Sería un dinero extra, por lo menos para alimentarnos de una forma más decente. —Ella tenía razón, a duras penas alcanzábamos a comer dos veces al día. Intentando ahorrar para juntar algo de dinero y para empezar a pagar la deuda que tenía con el dueño de la tienda. —Esa idea, si me suena más atractiva, dime qué necesitas para empezar. —Ella me hizo una lista y yo suspiraba, pero le iba a dar una oportunidad. De esa forma no sentiría que le estaba vulnerando sus ganas a ayudar. Se quedó en la habitación y le presté un radiecito para que se distrajera escuchando música. Ya estaba a punto de salir de la vereda cuando varios hombres con un retrato de Isa se acercaron preguntando que si la había visto. Yo me quedé analizando la foto y les respondí con indiferencia. —Lo lamento, no he visto a su chica. —Me arrancaron el papel de las manos y me dejaron un número al que podía avisar si la llegaba a ver, incluso ofrecían recompensa. Esperé que se alejaran y me devolví hasta la habitación para advertirle a Isa. —¡Gracias! ¡Pensé que no saldrían a buscarme! Por suerte y he permanecido oculta, nadie de la vereda me ha visto. ¿Verdad? —Le volví a repetir la misma tonada de que no fuese a abrir la puerta, ni se acercara a la ventana. —Tranquilo, no tengo nada que hacer en la ventana a menos de que sea respirar algo de aire puro. —comentó y me sentí miserable por suponer que se acercaría a observar por la ventana. —Lo lamento, es que no consigo adecuarme a tu condición. —Mejor me retiraba antes de que siguiera diciendo más tonterías. Salí observando de lado a lado para ver si descubría algo extraño o fuera de lo normal. Todo estaba en orden, pero sabía que estaban rondando la zona en su búsqueda. Con ayuda del padre todopoderoso, nadie le daría información y posiblemente se alejaran del lugar. Llegué al trabajo unos minutos tarde, pero como empecé a reponer el tiempo perdido, el patrón no me reclamó. Terminó el día de trabajo y cuando me dieron el dinero compré algo para comer y me fui a buscar la lana y las agujas para tejer Quería saber qué sabía hacer Isa con sus manos. Llegué le entregué el pan con la leche y se lo comió de inmediato —Te prometo que pronto comeremos algo diferente. Hoy te he comprado lo que me pediste. —Le puse en sus manos la lana y la aguja. Ella se quedó tocando la textura de la lana y me preguntó por el color que había comprado. —Esa lana es fucsia. Fue el primer color que se me ocurrió comprar. —dejó el vaso de leche con lo que le quedaba a un ladito y empezó a palpar la aguja como recordando algo. —Perfecto ¿Qué crees que pueda hacer primero? —interrogó y yo no tenía ni la menor idea de tejidos. —Pues calcula la cantidad de lana y piensa ¿Para qué te puede alcanzar? —Se quedó pensando y respondió —¡Mañana bien temprano tendrás un lindo gorro para vender! —Quería creer en su talento, pero algo no me lo permitía, ¿Cómo conseguiría manipular el hilo y la aguja si no podía ver nada? —Bien, ahora no puede haber espacio para descansar, así que me iré al mercado, hoy me dijeron que siempre necesitan hombres para cargar grandes bultos. ¡Cuídate y por favor no salgas! —repetía porque era bastante importante que permaneciera segura. —No se preocupe. Estaré ocupada hasta que termine. Ve tranquilo y regresa pronto a descansar. —Le ofrecí una sonrisa, aunque no pudiera notarla. Salí en dirección del mercado y llegué justo a tiempo para empezar a descargar un gran cargamento de verduras. Era un trabajo rudo, pero lo que importaba es que me habían aceptado. No cualquier persona aceptaba partirse el lomo de esa forma. Nos pagaron y había valido la pena el esfuerzo, iba saliendo cuando gritaron que había llegado un nuevo cargamento. Guardé bien el dinero, y me devolví… Si tenía suerte, también podría participar y juntaría unos pesos extra. —¡Un esfuerzo más! —Esta vez estuvo más pesado el trabajo y el dolor de espalda me terminó matando, cuando me entregaron lo que había ganado, se me pasaron todos los dolores. Entré a una venta de pollo asado y compré la mitad. Era posible que Isa aún estuviera despierta. Caminé con rapidez porque era muy tarde. Por fortuna no encontré a nadie por el camino, llegué a casa y tal como lo pensé, Isa estaba sentada en la cama batallando para encontrar la aguja que se le había caído. —¡Ya regresé! —dije y tranqué la puerta con seguro. —¡Gracias a Dios! Hace algún rato he perdido la aguja y ya me falta poco para terminar. —Me enseñó lo que llevaba hecho y se veía perfecto, lo tomé en mis manos y ese tejido era aún mejor. —¡Qué talentosa eres! Enseguida te busco la aguja. Pero ahora come un poco de pollo para que tengas fuerzas de seguir trabajando. Te cuento que me fue muy bien, logré juntar unos pesos que poco a poco se convertirán en un buen dinero para empezar a hacer justicia. —Le entregué todo lo que había ganado, lo estaba haciendo por ella. —¡Solo puedo agradecer tanto entusiasmo! No te vas a arrepentir de darme esta oportunidad para conseguir venganza. —De nuevo no estaba de acuerdo con ella, no era por venganza que le ayudaba. Si no por justicia, porque lo que le habían hecho era inhumano. —Primero ocupémonos de sobrevivir y luego si planeamos lo que sigue. Con su permiso me voy a recostar por un ladito de la cama, tengo la espalda rota y necesita recuperarse para mañana. —Ella se arrinconó y me dejó el espacio suficiente para descansar. Me quedé viendo la agilidad con la que tejía y movía los hilos hasta que me dormí. A la mañana siguiente desperté adolorido, me bañe con agua fría y preparé un café. —¿Hasta qué hora trabajaste? —le pregunté a Isa al ver que se levantaba para dirigirse al baño—. ¡Lo siento! De nuevo yo con mis impertinencias. Aún no consigo adaptarme… pero supongo que trabajaste hasta muy tarde porque ese sombrero se ve terminado. —Ella sonrió y caminaba sosteniendo sus manos en la pared para guiarse. —Buenos días. No se ocupe de eso, creo que eran las cuatro de la madrugada cuando estaba rematando el hilo, lo supuse porque los gallos empezaban a cantar. Te había prometido que estaría listo bien temprano y así lo hice. —Me levanté para tomarlo entre mis manos y ver la versión final. —Te ha quedado precioso, si tan solo pudieras ver lo hermoso que trabajas. Por este ejemplar conseguiré un buen dinero, una parte será para comprar más lana y la otra para empezar a acumular. —Agradeció desde el baño y caí en cuenta que si estaba la vecina por ahí al oír la voz de mujer proveniente de mi habitación iba a empezar a sospechar de que algo no andaba bien. Entonces abrí la ventana y empecé a cantar —"Qué me dice que me quiere, que vivir sin mí no puede, que le agobian los momentos en que no estoy junto a ti. ¡Qué mis ojos son estrellas…” —intentaba imitar la voz de Fanny Lu para que dijeran que yo era un severa locota. Precisó la vieja a la que me tenía alquilada la habitación, salió a ver quién cantaba. —¡Ah; vecino es usted! —dijo extrañada. —Si vecina es que me encanta esa canción. Yo nací con talento, eso no se lo puedo negar. —Me despedí con la mano y cerré la ventana. —¿Qué fue eso? —interrogó Isa. —No te afanes, es que hablaste duro y tenía que hacerles creer a las señoras que llevo una fémina por dentro. —Se tapó la boca y me dijo que de verdad cantaba espantoso. Pero bueno, la idea era que dejarán de tenerme entre ceja y ceja ahí en edificio y se hicieran un concepto equivocado. —Gracias por los halagos. Pero ya sabes, no vuelvas a gritar desde el sanitario porque la próxima vez tendré que cantar como Shakira. —Lo bueno de todo es que la hacía reír un poco. Ella me dio instrucciones del monto que podía pedir por el sombrero. Me fui unos minutos antes para ofrecerlo, como era una pieza única, primero le hable a la esposa del dueño del almacén del frente y ella quedó encantada, me dio el dinero que le pedí y encargo dos más en color n***o y amarillo. Ya tenía empleo para la pequeña tejedora. Si así como sabía trabajar con sus manos cantaba, de seguro su voz era afinada y melodiosa. En la tienda no me detuve ni un momento y a la ahora de salida estaba agotado. Pero iría a casa por un baño y para comer. En todo el día tampoco probaba bocado porque no podía comer pensando que en la casa estaba esa chica trozada de hambre. Ya para el siguiente día me organizaría y le iba a dejar algo preparado. De esa forma podría almorzar sin sentir culpa.
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