Leo.
Desde la puerta de la casa de Dani miro a Melissa con mala cara ya que no me olvido de lo que hizo con Damaris, cuando llegué hace dos semanas me encontré con la sorpresa de que Daniel la había embarazado y que ahora están viviendo juntos cosa que no me gusta una mierda, porque a mi parecer es una arpía manipuladora y eso mi hermano no lo ve donde está embobado con ella, Dani está sentado en una silla sin despegarle la mirada de encima y sonríe ante el mínimo movimiento que hace, mas al verla ponerse la mano en la panza, ella se gira sirviéndole algo en una taza, la abraza besándole el cuello mientras ella lo envuelve por el cuello, si la vez así dices que es una mujer maravillosa y compañera, y tal vez lo sea pero lo mal que me cae desde esa vez no se me va a ir por verla tratar con amor a mi hermano, carraspeo cuando la cosa se esta poniendo incómoda, Daniel gira la cabeza viéndome.
—Pasa Leo... —Dani se endereza apuntando una silla con una sonrisa gigante—. ¿Quieres tomar algo?.
—Ya me sirvo gracias.
—La pava esta caliente. —dice ella yendo hacia el living sin saludarme, le veo el vientre que está abultado y le sienta de maravilla la verdad.
—¿A dónde vas?. —me giro al escucharle la voz, jamás se la había escuchado de esa forma, toda suave y melosa.
—Voy por unas medias... Me dio frío en los pies.
—Pero Meli... —me hago un té y me siento frente a él.
—Es muy raro llegar y que la quinesiologa este embarazada. —me mira mal acomodándose en la silla.
—No le digas así... Es mi mujer, su profesión no tiene nada que ver ni la forma en la que nos conocimos.
—Si tú lo dices.
—Meli me contó lo de Damaris. —riendo niego pero estoy lejos de la diversión.
—¿Qué te dijo?. —dejo la taza en la mesa y mi voz sale dura y profunda.
—No estés a la defensiva.
—Y cómo quieres que este si todo el mundo me habla mal de ella.
—¿Acaso no esta viviendo con otro?. —me paro y salgo de la casa echo una furia—. Leo espera.... Hablemos.
—Creerle todo a tu mujercita no más... Pelotudo.
—Abre los ojos Leo.
—¿Y tú?. —lo empujo por el pecho sabiendo que no va a reaccionar mal a no ser que lo provoque, mientras tanto va a soportar lo que sea—. ¿Crees que es la virgen María acaso? Tendrías que abrir los ojos también.
—Leo para... —abre los brazos negando—. ¿Si todo el mundo te dice lo mismo no te hace ruido eso?. —me giro yendo a la camioneta—. Piensa en eso Leo, no puede ser que todos se hallan puesto de acuerdo para decir eso.
Manejo sin saber a donde ir pensando en cada palabra que me dijo porque me empiezo a sentir con dudas pero no logro alejalas, cuando reacciono estoy en el pueblo, miro todo y no hay un alma en las calles por el frío inmenso que hace pero estoy muriéndome de calor, me saco la campera y bajo de la camioneta, comienzo a caminar mirando las pocas vidrieras que hay, la verdad que apoyo a esta gente que se arriesgó a poner una tienda de ropa o zapatería para poder ganarse el mango, mi familia intentan apoyarlos en todo por eso la mayoria de las cosas las compramos acá.
—¿No tienes frío acaso?. —me giro y es Sabrina que esta mas emponchada que un gaucho en medio del campo arreando al ganado.
—No... Estoy bien y viendote me da mas calor.
—Leo. —pone una mano en mi frente negando—. Tienes fiebre vamos a mi casa.
—No Sabri... —me agarra de la mano y me arrastra igual—. No quiero molestar.
—No lo haces. —el calor de la casa me golpea duro y siento que cuchillos se me entierran por todos lados—. Sientate te voy a dar algo caliente.
—¿Qué pasó?. —es Jazmín que aun estando dentro de la casa esta abrigada.
—Este idiota mira como andaba en la calle. —viene y me toca la frente también.
—Tiene un poco de fiebre.
—Ve por mantas.
—Enserio chicas no es nada. —pero ninguna me escucha, me ignoran completamente.
—Voy hacerle algo caliente.
—Si, yo lo abrigo. —Jazmín viene y me saca las zapatillas y las medias—. ¿Estas loco? Tienes los pies congelados... Acuéstate sobre el sillón.
—Jaz yo...
—Cállate y hazme caso. —me envuelve los pies con una manta peluda y me cubre las piernas con otra—. ¿Qué hacías así Leo? Ni siquiera el gorro es abrigado.
—No lo sé. —niega enojada, friega sus manos y las apoya en mi cara—. Quema.
—Lo sé pero lo necesitas.
—Tómalo todo. —es una super taza de té súper dulce—. Esta tibia pero te va a quemar.
—He pasado cosas peores en el ejercito que esto no es nada. —las dos me miran sin decir nada.
—¿Lo pudiste hacer Jaz?.
—Me faltan unas cosas y ya termino. —mete un montón de cosas a una mochila y apila unos libros—. Las hago donde Lauti.
—¿Vas a mi casa?. —asiente sin mirarme.
—Si, me voy para allá.
—Me voy contigo.
—Yo manejo.
—No. —niego parándome y dejando la taza en la mesita de living y ella me agarra de las manos.
—Manejo yo porque no quiero que un temblor o la fiebre haga que nos peguemos un puto palo en medio de la nada con el terrible frio que hace.
—¿No te dije que me gustan las mujeres dulces?.
—¿Y a mi qué mierda me importa eso?.
—Con esa boca no tienes chance conmigo. —se inclina hacia atras mirándome con los ojos gigantes.
—¿Qué dijiste?
—Lo que oíste no te hagas la sorda.
—¿Sabri?. —ella se muerde los labios mirándonos—. ¿En algún momento me viste tirándole los perros a este idiota?.
—Noup... En ningún momento.
—Tienes que apoyarme Sabrina. —abro los brazos mirándola—. Eres como mi hermana nena, dame una mano.
—Es mi prima y amiga. —Jaz se pone frente a mi así no miro a Sabrina—. Yo valgo mas para ella que tus tontas bromas. —se corre cuando me paro de golpe ya cansado de esto y que me ignore tratándome de idiota.
—Vamos de una vez que ya se va a poner oscuro. —agarro la mochila que pesa una tonelada—. Mierda qué tienes acá dentro... ¿Un cadáver?.
—No, pero puedo probar con el tuyo para ver si entra.
—No creo. —toco mis músculos y el vientre haciendo que Sabri se ria y se muerda las uñas—. Necesitas algo grande para ponerme... ¿O acaso no me vez?.
—Lo único que veo es... —Sabrina le tapa la boca antes de que suelte una de sus hermosas frases.
—Vayan antes de que oscurezca y comience a nevar de nuevo.... Y sin peleas por favor.
Parecen no entender que no tengo nada, que es solo un poco de fiebre pero es normal pero después nada mas, ni siquiera tengo malestar físico pero para ellas parece que me voy a morir, se sube en el asiento del acompañante en total silencio dejándome sorprendido porque dijo que no me iba a dejar manejar, algo le dijo Sabrina que la dejó así, distraida y pensante.
—Ya no aguanto mas.
—¿Eh?. —se gira sacudiendo la cabeza donde estaba ida en sus cosas.
—¿De qué son esos libros? ¿Estudias algo?.
—Si... De maestra nivel inicial.
—¿Me hablas en serio?.
—¿Qué tiene?.
—¿No te hubiese gustado estudiar algo mejor?.
—En este pueblo es a lo máximo que puedes aspirar. —nunca la oi hablar de esta forma, ¿será donde nunca le presté la debida atención?.
—¿No tienes sueños más grandes que ser maestra en este pueblo toda la vida?.
—Para eso estudio... Pero aspiro a lo grande acá.
—Me refiero a... ¿Irte de acá?. —la voy mirando de a ratos para no perder de vista la calle donde estan muy congeladas—. Ir a la ciudad no sé.
—¿Para qué me iría? Me gusta acá... Amo mi pueblo no me pienso ir jamás... ¿A qué iría a la ciudad?.
—Yo pensé... —recuerdo las palabras de Damaris.
FlashBack.
—Cuando junte la plata necesaria voy a comprar una casita para nosotros... En el pueblo junto a unas...
—Ni loca me vendría para acá.
—¿No te gusta?. —la miro que hace cara de asco.
—Noooo... Animales bichos... No que asco, no se como lo toleran.
—A muchos les gusta... Tu hermana es una.
—Melissa es una estúpida. —dice enojada—. Siempre fue un estúpida, ay no hablemos de ella que me saca.
—¿En dónde te gustaría vivir?.
—En la ciudad obvio... Una buena casa, nada de esas porquerías de barrios... Me gustan los departamentos o las residencias. —frunzo las cejas por eso porque no me siento comodo con esas palabras—. Vas a tener que buscarte otro trabajo o hacer horas extras porque te digo que me gusta mi vida y no quiero cambiarla.
—Yo te voy a dar todo lo que necesites.
—Gracias, eres un amor. —me da un beso suave—. Tu camioneta no me gusta.
—¿No? A mi me encanta.
—Obvio. —dice con sarcasmo—. También la ropa... Vas a ver, te voy a llevar de compras y vas a vestirte como me gusta.
Fin de FlashBack.
—Me gusta acá... Sentir el aire puro, los animales libres... —hace gestos con las manos como si el viento la tocara—. Los chicos que juegan sin miedo... Eso me encanta.
—A mi también... Me gusta mi tierra.
—¿Cómo no te va a gustar?. —la miro que sonríe—. Toda la vida acá... Bueno, ustedes viajaron mucho por los trabajos pero siempre vuelven como moscas al parral.
*****
Jazmín
—¿Tus papás no te dicen nada?. —me asusto ya que habla de golpe.
—¿Nada de qué?.
—De esto... Te vas a mi casa por semanas. —me río por como habla y por como apunta mi mochila y a mi—. Te fuiste de mi casa ayer y ahora vas de nuevo.
—Extraño las noches con Lau.
—Mmmjjjj. —parece enojado por eso haciendo que me divierta con esto, no creo que me vea mas que como la metida que siempre esta en su casa pero me agrada que haga esas caras—. De verdad... ¿No te dicen nada?.
—Noup... Para ellos es mejor que no este en la casa.
—No creo que sea así... Mi papás quieren todo el tiempo a sus hijos en la casa, ¿porqué los tuyos quieren algo diferente?.
—Sabes algo Leo... No todas la familias y padres son como los tuyos, a ustedes los criaron en un ambiente familiar, de confianza con el otro.
—¿A ti no?.
—Se podría decir que no. —me rio fregandome las manos donde las siento muy heladas, ni hablar de mis pies—. Mi mamá es joven, se cree más mi amiga que mi mamá.
—¿Joven cuánto?.
—Me tuvo a los catorce años. —me mira de inmediato.
—¿Me estás jodiendo?.
—No... Tiene treinta y cinco, ¿como crees que me quiere corregir? Terminamos peleando como si fuéramos dos desconocidas... Jamás fue una mamá porque al ser joven no sabia como tratar a otra joven menos poner frenos.
—¿Y tu papá?.
—Tiene un año más que ella.
—Mierda... Eran dos críos.
—Exacto... Imagínate que tengo tíos de mi edad.
—No sabia eso... ¿Tienes hermanos?.
—Uno solo. —sonrío al recordarlo—. Tiene seis.
—¿Y por qué maestra?.
—Mi hermano es autista... Tuvimos que aprender lenguaje en señas porque no dice ni una palabra aun y como le cuesta a todo el mundo enseñarle algo a bases de señas decidí ayudarlo, estudio profesorado para poder estar ahí para él y explicarle mas que sus maestros y pueda tener una educación decente.
—Ahora entiendo y la verdad que está genial lo que haces... ¿Pero dónde estudias?.
—En el pueblo siguiente... Aunque estoy haciendo un curso para poder enseñarle a nenes con diferentes tipos de discapacidades.
—¿Por eso estabas en la ciudad?.
—Si... Voy dos veces al mes por eso te decía si querías ir, mañana me voy y allá estoy dos días más o menos.
—Tal vez vaya contigo.
—Si, no tengo problema... Lau capas que me acompaña, tiene que ir a comprar unas cosas para la granja que acá no se consiguen o algo así no le entendí bien.
Ya no hablamos mas porque no me responde, pone música y vamos en un silencio dentro de todo cómodo hacia la casa, cuando llegamos me ayuda a bajar la mochila que pesa mucho, obvio que la cargo sin problemas cuando debo hacerlo, pero si me ayudan mejor para mi. Cuando entramos están todos en los sillones mirando tele, casi ni entran pero acá estan siempre y es raro, muy raro encontrar la casa sola, es como que te deprime.
—Holis. —saludo a todos chocando las manos y me tiro arriba de Guille con fuerza.
—¿Cómo estas?. —me da una nalgada con fuerza y me hace cosquillas, luego me soba las nalgas pasándose de la raya como siempre.
—Noooo idiota. —Lauti a mi lado hace como una bateria con mi culo—. NOOOOOOO.
—¿Vas a dormir conmigo?.
—Tal vez. —me agarro de su cuello haciendo fuerza para sentarme bien y no me sigan pegando—. Deja la puerta abierta y cuando Lauti se duerma me cruzo de una escapadita.
—Mamá. —me río escondiendo la cara en su cuello, sus manos me aprietan con fuerza—. Los chicos van a dormir con ustedes... Voy a tener visita y bien rica.
—Sueña. —Lauti me empuja hacia él y quedo tirada con el torso sobre Lauti y las piernas con Guille—. Esta es mi chica... Nadie la toca.
—Eee... Comparte loco.
—No. —me río cuando me empuja mas y quedo con las tetas en la cara ahogandome—. Es mía.
—Me estoy ahogando idiota. —siguen tirando y los nenes se matan de risa, Likan se tira en mi vientre—. Aaagggg.
_Tiaaaa. - me hace cosquilla sin parar.
—No maltrates a nuestra chica Li. —gracias a Dios lo aleja de mi porque no daba mas—. Déjala respirar.
—Me gusta como se ríe papá.
—Ya bastaaaaaa. —los tres me dejan en paz—. Por Dios déjenme acomodarme por favor.
—Mamá. —miro a Leo que no nos mira, está sentado en el suelo a los pies de Blanca que le hace masajes en los hombros—. Mañana me voy con Jazmín a la ciudad.
—¿Con Jaz?. —Lauti me mira frunciendo las cejas—. ¿Y yo?.
—Tu también. —le digo agarrando a Likan sentándolo en mis piernas.
—ESAAAAA. —se empiezan a reir todos mientras lo apuntan—. TE PINTARON LOS CELOS PILLIN.
—Cierra el pico metido. —le larga una almohada a Fede que se despanza de risa entre las piernas de Meli que tambien le esta haciendo masajes a él.
—Mira la cara que tienes de loco enfermo.
—Ahora si hijo de...
—Ey ey ey. —quedan en silencio por las palabras de Blanca—. La boca che... ¿No pueden tener una charla decente por una vez?.
—Perdón mami. —Lau suspira y Auca mira tele como si nada pasara con Aukan en sus brazos que esta medio dormido.
—Este que jode loco, hablale a él.
—Auca. —él los mira alzando las cejas.
—Una mas y les parto un palo en el lomo.
—Hablales bien hombre. —le da un pellizco en el brazo y todos nos reimos—. Te pasas Auca.
—¿Les doy una caricia y un beso diciendo que no peleen? Son hermanos mujer, mas vale que van a pelear.
—BUENOOOO. —alzo los brazos así aligero el ambiente de todos los dias—. Vamos a ir los tres al viaje, entramos en el auto y de paso no manejo.
—Esta bien. —se para y me estira la mano mas que enojado—. Vamos a la cama Jaz.
—Si. —beso a los nenes y subimos—. ¿Pasa algo?.
—¿Con qué?. —se esta sacando la ropa.
—Tienes cara larga.
—No es nada.
—¿Fue por pelear con Fede?.
—No, nada que ver.
—Dime entonces, eres mi amigo Lau. ¿Aimará?.
—¿Por qué no puedo verla? Tener algo con ella... ¿Acaso no soy suficiente?.
—Sabes que no puedes Lau.
—¿Quién lo dice? ¿Una estúpida costumbre?.
—Para ellos es su vida.
—Yo la quiero Jazmín no me digas eso.
—Ella es la que no quiere salir de ahí. —me acomodo contra la pared así no me gana ese lugar—. Es lo único que conoce Lau, no puedes imponerle todo esto, ella ni siquiera a visitado un medico en su vida y para ella irse a la ciudad es un tormento. —me mira sin decir nada y se acuesta—. Lau... ¿De verdad la amas o es un capricho más?.
—La amo. —acomodo bien mi cabeza para verlo.
—¿Cómo amabas a mi tía?.
—Eso era calentura y lo sabes... A ella le gustaba que le mientan en la cara.
—Estabas enganchado Lau déjate de joder.
—Bueno... Era algo mas un capricho que sé yo... —nos reimos porque recordamos esos momentos—. Sabes bien que no se compara. —apoyo mi cara en su pecho—. ¿Qué pasa con Leo?.
—¿Qué pasa con qué?.
—¿De que salió eso de ir juntos a la ciudad?.
—Él quiere ir a ver a una chica y como yo voy va a aprovechar el viaje o es doble gasto que se vaya solo.
—Creí otra cosa y que iba a molestar.
—Naaaaa... ¿Estás loco o qué?.
—Yo decía no sé.
—No. —suspiro cuando me aprieta—. Me gustan tus brazos Lau... Siempre me siento amada.
—Eres amada. —besa mi cabeza con suavidad haciendo que cierre los ojos—. Aunque me acueste con otra mujer tú vas a ser mi mujer toda la vida.
—Mmmjjjj mierda. —miramos la puerta cuando la abren casi sacándola del lugar—. Tendrían que cerrar con llave loco.
—¿Por?. —Leo esta en la puerta mirándonos y muy furioso.
—¿A qué hora vamos mañana?.
—¿Cuando terminemos de desayunar o querías salir antes?.
—Me da lo mismo. —levanta los hombros y Lau sonríe.
—Como a las ocho o nos vamos a cagar de frio mas temprano.
—Bien. —cierra con fuerza y nos miramos asombrados.
—Parece que se enojó.
—Dormamos que sabes que odio madrugar.
—Esta bien sopa de chancho.
—Tu eres esa.
—Quejon.
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