Jazmín.
Duermo super bien y mas que apretada a Lauti ya que me muero de frío si no me abraza, tiene una cama de una plaza y media, por eso nos permite dormir de esa forma, en el verano lo odio porque quedamos todos pegoteados por la transpiración pero en el invierno lo recibo con los brazos abiertos.
Bajo sintiendo el ruido del comienzo de la vida en la granja, los animales berreando por el frio, los gauchos silvando, el ruido de los perros ladrando, el rudio de las ollas y sartenes proveniente de la cocina, el tele que esta medio fuerte, cuando llego a la cocina la veo que está poniendo la pava grande a calentar y así llevarle té bien caliente a los trabajadores.
—Buenas. —Blanca viene riendo a abrazarme.
—¿A qué hora llegaste?.
—Como a las dos de la mañana.
—¡Ay Dios con el frío!. —voy y pongo la pava de la casa a calentar y es bastante grande también, quiero desayunar y dejarle agua caliente a quien se levante primero.
—Si pero Lau me tenia la cama calentita gracia a Dios. —lo digo divertida y ella niega.
—¿Gritó como loco no?.
—Puuffff... Parecía nena.
—Hola... —se gira lentamente y como asustada, corre a sus brazos gritando.
—Aaaahhhh. —él la alza en el aire dando unas vueltas—. Por fin... Cuanto te extrañé hijo.
—Yo igual mami. —la baja y le besa la frente mientras ella lo envuelve de la cintura suspirando—. Llegamos anoche.
—¿Llegamos?.
—Con Jazmín. —le sonrío cuando me mira—. Me encontró en la ruta.
—Por qué no me dijiste tonta.
—En realidad la idea era pasar una noche loca y dejarlo por ahí por si se salia de las manos y no sepan que fui yo la que lo dejó maltrecho. —saco dulce y manteca escuchandolos reír porque saben que jodo.
—Dale tonta.
—Bueno... Estaba por decir que habiamos venido juntos pero justo llegó... ¿Hay pan?.
—Creo que queda uno solo, hay que hacer.
—Cuando termine hago.
—Dale porque a ti te sale riquísimo.
—Eres una chanta Blanca. —ella se ríe a carcajadas mientras hago que le tiro algo—. Lo dices porque no te gusta amasar.
—Todos los días hacer como diez kilos cansa. —asiento porque somos como veinte en esta casa donde vienen todos a diario, aunque todas vienen y hacen pan o no habria nunca—. Y de verdad que te sale rico, Auca ya te extrañaba por el pan.
—Bueno... A penas termine hago y una re banda así de gigantes así se cansan de comer.
—Aunque es una pasada porque los trabajadores quieren pan también.
—No me apures. —me da un golpe con la rejilla y me arde—. Aaauuuu me dolió.
—Era la idea pesada... Leo, ¿te hago algo para tomar hijo?.
—Leche con chocolate. —me mira frunciendo las cejas porque me río—. ¿Qué? Me gusta mucho.
—Y esta bien que te guste solo me reí. —me siento en la isla y también tengo leche con chocolate, se inclina viendo y me pongo roja.
—Mira tú... ¿Tienes lo mismo y te burlas de mi?.
—Soy... Adicta a esto.
—Es verdad. —Blanca le pone la taza delante de él abrazándolo una vez mas—. Hasta en el verano lo toma.
Desayuno escuchando las historias de Leo respecto a sus misiones, se pone tenso cuando cuenta algo que salió mal o que estuvo por salir y de verdad que Blanca tiene razón para estar con el alma en la boca porque Lauti dice que es el que tiene el trabajo mas peligroso de todos, y creo que esa vida medio que lo esta afectando porque sus ojos estan medios apagados desde la última vez que lo vi.
Lavo lo que utilicé y me pongo hacer pan, hace frío de muerte afuera, por eso hago bastante masa así también hago unas tortas fritas, tengo que dividir la masa en dos donde es mucha pero igualmente termino con los dedos entumidos donde ya no tengo fuerzas, pero pongo todo de mi para que no quede dura, cuando tenia como trece Auca me dijo, vas a ponerte a hacer pan, quiero comer de tu pan y ahí empecé, lo único que ahí estaba Brisa y nos ayudabamos porque estaban todos en la casa y no comen un poco, no, se clavan dos panes como minimo cada uno y en cada comida.
—TIIIIAAAAA. —lo alzo en el aire dando vueltas—. Te extrañé.
—Yo igual bebé. —lo beso haciéndolo reír—. No puedo creer que recién te levantas.
—Hace frío. —lo cargo en mi cadera y voy a la cocina así le hago la leche—. Mami me deja dormir un poco mas.
—Bueno... Pero ahora la leche así creces sanito.
—¿Me haces una chocolatada?.
—Por supuesto. —lo siento y caliento la leche de vaca recién ordeñada—. ¿Aukan?.
—Con Bárbara, pero mami lo va a ir a buscar porque lo extraña mucho.
—Yo también los extrañé y mucho.
—¿Mucho hasta dónde?. —lo miro sonriendo, es como si fuera mi hijo.
—Hasta el cielo y mas allá.
Le doy la leche y unas galletitas que son solo de él, tiene un gusto medio raro por eso nadie solo él las come, creo que son de arroz o algo así, la cosa es que cuando las comes es como comer cartón, y le encantan con paté que Blanca con mucha paciencia me esta enseñando hacer.
Cuando la maza leuda preparo los bollos para el pan, el horno está afuera ya que en el verano seria imposible cocinar adentro, es un horno de barro hecho por Auca, lo que metes a cocinar ahí sale hecho una delicia por eso con las chicas hacemos todo lo que podemos ahí dentro así disfrutamos mas, me giro y me choco con una espalda como un muro de lo grande y dura que es.
—Por Dios santo que no te vi.
—Perdón... Pensé que me habías escuchado. —esta descalzo y con solo unos pantalones—. ¿No quedó pan?.
—Estoy por meter al horno. —apunto hacia afuera—. Vas a tener que esperar unos minutos.
—Si... No me importa esperar.
—Bueno... ¿Me abres la puerta?. —salgo con una bandeja y tiro la cabeza hacia atrás enojada hasta el punto de gritar—. AAAAGGGG.
—¿Qué pasa?. —sale tal como esta no importandole que este nevado.
—No hay leña... Mierda. —piso con fuerza el suelo gritando—. Creí que había, con este tiempo tiene que haber y hhaaagggg. —se ríe y lo miro raro—. Voy a tener que cortar ahora.
—Hagamos esto. —me saca la bandeja y la pone dentro del horno—. Me pongo ropa y corto.
—Esta bien... No me hace gracia hacerlo, una vez lo hice y después Lauti me tuvo que masajear todo del dolor.
—No servirías como mi mujer. —entro atrás de él riéndome por eso.
—¿Te gustan rudas?.
—Mas bien... Delicadas seria la palabra.
—¿Y yo no lo soy acaso?.
—Soy mas bien del tipo machista. —levanto las cejas por eso mientras me cruzo de brazos—. Soy del pensamiento que la mujer tiene que encargarse de la casa y los críos... Yo me encargaría de la comida y la leña, no dejaría jamás que mi mujer agarre un hacha. —me apunta divertido—. Lautaro hace mal ahí.
—Y bueno troglodita... Las mujeres ya no vivimos en la época medieval en donde esperan al indio que aparezca con una animal colgado al hombro. —voy a la cocina y ahí lo miro—. Nosotras si tenemos hambre vamos por nuestra propia comida... Tendrías que apuntarlo en tu manual de idiota machista.
—¿Tía qué pasa?.
—Li escúchame algo y bien ¿si?. —asiente mirándome ansioso—. Jamás... ¿Jamás escuches a tu estúpido tío sabes?.
—Eeehhyyyy. —dice refunfuñando y dándome un pequeño empujón alejándome de él.
—Tienes que aceptar que las mujeres trabajamos y no todas queremos tener una docena de hijos y limpiar la casa... ¿Si? ¿Lo prometes?.
—¿Si?.
—No le metas basura en la cabeza.
—¿BASURA?. —grito dándole un golpe en el pecho y sale corriendo mientras le tiro mi pantufla—. IDIOTAAAA.
Cuando por fin tiene un poco de leña cortada me prende el fuego diciendo que es trabajo de hombres, sé y soy enteramente consciente que lo hace para enojarme y lo logra al pie de la letra, tal como Dani también logra, sacarme de mis casillas con ese tipo de comentarios, bueno, para que miento, si son todos iguales en esos aspectos pero es donde se criaron así, en donde Auca siempre les dijo y les dice que una mujer no debe hacer trabajos pesados y que ellos deben tener siempre leña cortada así sus mujeres no hacen mas que calentarse, y de ejemplo lo tuvieron a él que siempre trató a Blanca como si fuera una pluma tierna y delicada.
Frío tres kilos de masa en tortas fritas, no me cago de frío porque al estar el horno y amasando y friendo al mismo tiempo me mantiene calentita, a la hora de la comida llegan todos como si nunca hubieran comido en la vida, esta Daniel que cojea un poco pero aun así va al campo a ayudar.
—Si tu quinesiologa se entera te la corta Dani.
—No digas nada. —abrazados vamos hacia la cocina.
—Pero mira quien llegó. —voy a los brazos de Auca que me besa la cima de la cabeza—. Ya te extrañaba hija.
—Por ahí me dijeron que extrañas mi pan y tortas.
—Eso también. —se aleja cuando le pellizco el brazo logrando que solo se ria.
—¿Hace cuánto que te fuiste? ¿Tres meses?. —me siento mirando a Leo.
—Una semana. —se atraganta con el agua y todos lo miramos.
—¿Y hacen todo este espamento por una semana? Puffff... Ni que fueran años.
—Pero aun así la extrañamos... ¿Cuál es el problema?.
—Mejor comamos Lau.
—Eso Lau... Come la papita. —suspiro cuando comienzan a pelear, son insoportables.
*****
Leo.
Mi mamá me deja dormir hasta la hora que quiero, pero no puedo dormir mucho, estoy acostumbrado a dormir poco y con ese poco funciono de diez todo el día como si hubiera dormido por días.
—¡Ya te levantaste!.
—Si... No puedo dormir mucho.
—¿Te hago una leche?.
—Si. —desayuno con mi sobrino que mira dibujos con esa inocencia que me encanta en la cual está siempre confiando y alegre.
—¿Puedes ir por Aukan hijo?.
—Si, no hay problema. —miro a Li que me esta mirando—. ¿Me acompañas Li?.
—Si... Me pongo la campera.
—Abrígate bien que esta nevando. —lavo las cosas y baja corriendo—. ¿Ya estas?.
—Si... ¿Me ayudas con el pantalón?.
—¿Todavía no aprendes?.
—Me da miedo. —le abrocho el pantalón y el cinto.
—No uses cinto si no sabes abrocharlo. —estoy agachado ajustandoselo bien—. Eres un nene todavía para preocuparte por eso.
—Todos ustedes usan y yo quiero.
—Pero Li... ¿Te molesta?.
—A veces.
—Entonces no uses... Yo uso para que no se me caigan los pantalones pero tú eres un niño pequeño. —me mira sin decir nada—. Bueno... Eres igual que tu papá, haz lo que quieras.
—Quiero me enseñes a abrocharlo.
—Esta bien.
—Hijo pasa al almacén y traerme esto. —me da una lista bastante larga—. Si no encuentras algo pídele a Sabri que te ayude. —me estira plata y niego bufando.
—Tengo plata déjate de joder.
—Bueno che... No te pases pibe que soy tu madre.
—¿A si?. —miro a Li con diversión—. Crei que eras una bruja disfrazada de hada.
—Pero te voy a desarmar pendejo. —con Li salimos corriendo y riendo.
—Cuando volvamos no mata tio.
—Tienes que hacerte hombre amigo. —vamos hacia la camioneta de mi papá—. Asi me hice hombre... Haciendo enojar a la mami.
Me río cuando pone música y me charla como si fuera un chico grande, me habla de las salidas con el abuelo, de como mi papá esta domando el caballo que le regaló y mas me río cuando me dice que le puso Picazo por un dibujo que le mostró Jazmín y que le quedó gustando muchísimo.
Decido pasar por Aukan antes de ir a comprar, sé de antemano que me voy a arrepentir ya que se les va a ocurrir de todo pero también hay que sacarlo a diferentes lugares, no podemos dejarlo siempre en la casa para ir a comprar solo para que no pida cosas, son chicos y es mas que obvio que tienen deseos de algunas cosas y que deben tener esa experiencia, mi mamá nos traia pero eso si, cuando no habia plata era un no y listo, no jodiamos mas, pero si se tomaba el tiempo de hacer todo casero, ahora no lo hace porque son tiempos diferentes y ya esta cansada.
—Woouuu... Hace tiempo que no te veo. —me da un beso en la mejilla.
—Vengo por el nene.
—Bien... Ya lo preparo.
—Dale.
—Pasa.
—Esperamos acá. —me cargo en mis talones balanceandome y apuntando cualquier cosa—. Tengo que ver unas cosas.
—No va a pasar nada porque pases a mi casa Leo... No soy una bruja.
—Objeción. —me cierra la puerta en la cara y me río.
—¿Por qué no quieres a Barbi?. —dice Li a mi lado.
—Cosas de grandes Li... Cuando crezcas te voy a decir.
—¿Por qué siempre dicen que son cosas de grandes y no me dicen nada?.
—Li... —me agacho delante de él—. Mira bebé... Los grandes tenemos muchos problemas y no le decimos a nenes para que no estén triste.
—¿Tu estas triste?.
—No, porque tengo unos sobrinos que los amo con el alma y que me hacen muy feliz.
—¿Y por qué dices que voy a estar triste?.
—Porque eres un niño Likan... Tienes que jugar y preocuparte porque no te coman los yogures y tener amiguitos... Cuando crezcas vas a saber de lo que hablo.
—Ya esta.
—Liiiii.
—Hermanito. —con Likan se abrazan.
—¿Cuánto tiempo lo van a tener?.
—¿Tienes cosas qué hacer?.
—Si, me voy a ir unos días donde mi hermana en el norte.
—Bueno... Cuando lo quieras ver nos avisas.
—Dale... Esa es la única ropa que tengo de él, el resto esta en tu casa.
—Si, no te hagas drama. —le da un beso y nos vamos—. Vamos a ir a comprar unas cosas al almacén.
—¿Me compras un cocholate?. —suspiro por eso porque aun no llegamos y ya sabe lo que quiere, nos matamos de risa cuando Aukan balbucea.
—Si bebé, a tí también.
Llegamos al almacén y bajo con Aukan en brazos y Likan baja con los bolsos de compras, adentro los dejo que hagan lo que quieran, no rompen nada ni tocan nada, se van directo a mirar las golosinas o los libros y películas nuevas que traen cada mes.
Con el canasto en una mano y la lista en la otra recorro los pasillos, estoy en las heladeras mirando a ver si encuentro la crema de leche que le gusta a mi mamá y si hay suficientes ya que debo llevar como minimo cinco o no alcanza para nadie, me giro un poco cuando escucho que alguien canta.
La soledad se hace carne en mi,
y la noche parece un desierto
pero llegas tu, con tu inmensa luz
y te declaras dueña de mis sueños.
—Hola. —levanta las cejas y se para lentamente—. No sabia que trabajabas acá.
—No sabias que era mujer... —hace una sonrisa de lado—. ¿Qué puedo esperar de tí?.
—Discúlpame por eso no fue con intención de ofenderte. —levanta la mano restándole importancia—. De verdad no sabia que trabajas acá.
—¿Sabes que Sabrina es mi prima?.
—Si, lo sé. —digo dudando, arrastra una caja con botellas de algo que ni idea.
—Y bueno... —su culo me apunta directo y miro hacia todos lados incómodo pero aunque ponga todo de mi, mis ojos vuelven a mirarle el terrible culaso que carga—. ¿Viniste de compras? ¿Necesitas ayuda? Tus hermanos siempre la necesitan... Son unos inútiles.
—Bueno... Me sumo al combo. —le muestro la lista haciendo que se ria.
—Ya te ayudo. —está agachada mirándome—. Acomodo esto y listo.
—Si... Igual tenemos para rato, Likan esta con los libros.
—Llegaron nuevos asi que, o le llevas uno o te lo llevas llorando.
—Entiendo. —voy donde Likan que tiene uno bajo en brazo mientras mira otros.
—Mira Aukan... Este se lo vamos a pedir al papi. —él bebé asiente sin decir nada y apunta otro.
—¿Eté?.
—Ese al tío Dani... Sshhhh no digas nada.
—No. —mueve la cabeza con fuerza y sonríe mirándolo, es su mayor fan.
—¿Y a mi cuál me vas a pedir?. —se giran asustados y Aukan le agarra la mano a Likan.
—Me... ¿Me compras este tío?. —agarro el libro mirándolo por todos lados—. Mami me esta enseñando a leer y yo...
—¿Quieres llevar otro más?. —abre grande los ojos asintiendo—. Tú también Aukan... Lleva uno.
—Eté. —apunta unas gomitas del mostrador—. Papi Eté.
—Bueno. —me giro y Jaz esta ahí abriendo unos paquetes de fideos—. Dame dos bolsitas de gomitas por favor... Después me las cobras.
—No hay drama. —le doy una a cada uno que comen mirando las películas esta vez—. Vamos así te ayudo... ¿Te dieron una lista?. —se la tiendo y la lee asintiendo—. ¿Qué tienes en el canasto?.
—La crema.
—Mi amigo Leo. —palmea mi hombro—. Los inútiles como tú tienen que saber que las cosas de frío se sacan a lo último... Porque de acá a que te decidas por un shampoo ya perdió la cadena de frío y se echó a perder.
—Bueno. —palmeo su hombro con suavidad porque si le doy un golpe como a mis hermanos la voy a lastimar feo—. Las sabiondas como tú... Tienen que tener paciencia con los inútiles como yo.
—No te hagas el chistoso. —se quiere hacer la seria pero no aguanta la risa—. Vamos campeón.
—Eso me gusta pero me encantaría que de ahora en mas me digas papasito rico rico.
—Bueno... Mira que yo te digo no tengo drama.
—No mentira, ¿sabes como me van a joder por eso?.
—Si quieres te digo, solo hazme una seña y ya voy a saber que quieres que te diga inutil de porquería. —sale corriendo atacada de risa y yo atrás.
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