Capítulo Seis: Ella es una madre falsa

1618 Words
Los ojos de Phoenix se abrieron, se paró como un resorte, miró alrededor «¿Dónde… estoy? ¿Qué pasó…?» Sintió que despertó de una pesadilla, ahora no sabía lo que ocurrió, se estremeció en un segundo al pensar en su hija. —¡Miracle! —gritó Una voz siseó, y encendieron la luz del cuarto de baño. Los ojos de Phoenix se ensancharon al mirarla. —¿Tú? ¿Qué haces aquí? —¿Y yo que hago aquí? ¿Puede decirme? Yo estaba en la carretera, ¿Qué me hizo? Los ojos de Phoenix se ensombrecieron rabiosos, una tenue luz iluminaba. —¿Yo? ¿Qué… es esto? —exclamó al mirar que no vestía camisa, ni pantalón, apenas vestía una toalla anudada en la cintura. —Pues… ¡Estaba tirado en el suelo como un costal de papas! Deliró, y la lluvia lo empapó, lo trajimos aquí, le saqué la ropa… tuvo fiebre… —¡¿Y me sacaste que…?! ¿Tú me desnudaste? —exclamó impactado. Ella retrocedió un paso, al sentir miedo de esas palabras, quiso retractarse de todo, se sintió temblorosa. —Bueno, no… Bueno, sí, ¿Y qué? ¿Y qué? Estaba ayudándolo, además ya me iba, pero esa niña está afuera, como una guardia, ¡Me llama mamá todo el tiempo! —¡¿Mamá?! —la voz de Miry resonó afuera de la habitación y Athina hizo un gesto de obviedad. La respiración de Phoenix se volvió descompensada, ahora podía entenderlo todo. —Espera aquí, mujer, ¡No te atrevas a nada! Ni a robarme, ni a hablar, o te cortaré manos y lengua —dijo cerca de ella Los ojos de Athina se volvieron enormes, creyó que era en serio, retrocedió. Phoenix tomó una bata y se la puso, luego salió de ahí. Miry estaba detrás, quería entrar, pero su padre cerró la puerta cuando salió. —Miry, estás de vacaciones aún, pero ya debes ir a dormir. —Papito, ¡Mami volvió! —gritó con esperanza—. ¡Gracias, papito! —exclamó abrazando. —¿Gracias? —Trajiste a mami de vuelta a mí, papi yo la extrañaba, ahora mami nunca se irá, ¿Verdad? Por favor, papi, que mami nunca me vuelva a abandonar. Los ojos de Miry lloraron, su gesto era tan frágil, rompía el corazón de Phoenix, muchos creían que ese CEO de Masiss Star era de hielo, era insensible, quizás lo era con el mundo entero, pero con Miry, con Ada, él era débil, ellas eran su talón de Aquiles. —Mi bebé, mi amor, escucha… —¡Por favor, papi! Las estrellas están bien, pueden estar sin mami, pero yo, ya no puedo estar sin ella, es tan bonita y buena, ¡Mami es una princesa de cuentos de hadas! Papi, no me vas a quitar a mami, otra vez, ¿Verdad? Phoenix nunca sintió tanto miedo de un par de ojos azules, hundió la mirada. —Mami se quedará para ti. Miry sonrió feliz, lo abrazó, al instante lo apartó, abrió la puerta. Escucharon un ligero grito, al entrar vieron a Athina tras la puerta, con un golpe en la cabeza, sumado a sus otros golpes, Phoenix rodó los ojos con fastidio, mientras Miry se abalanzó a los brazos de Athina, haciendo que se quejara del dolor. —¡¿Qué pasa, mami?! ¿Te lastimé? —¿Mami? —exclamó confusa. —Miry, mami se cayó. —¿Se cayó? ¿Te caíste, mami? Athina tenía el rostro tan confuso, incrédulo, estaba aturdida, miraba al hombre, confusa. —Sí, se cayó, por eso tiene ese moretón y esos golpes en el rostro. —¡Mami! —¡Nada malo le pasó! Tu mami es tonta al caminar, tropieza con las pierdas, por boba. Athina lo miró con asombro, y luego frunció el ceño, enojada por sus palabras. —¡Papi, no le digas así a mami! Mami es super poderosa. Athina asintió complacida, hasta que recordó que ella no era madre, tampoco esa niña era suya, su rostro volvió a consternarse. —Sí, mi amor, ahora ve a dormir, cariño, mamá… necesita descansar. —Y mañana que amanezca, ¿Mami estará aquí, papi? Phoenix titubeó, pero vio su carita dulce, suplicante —Sí… —¿Lo juras por la luna? Él sonrió. —Lo juro por la luna. Athina sonrió, de pronto sintió que ese hombre ya no era el salvaje que conoció, pero luego su mirada volvió a ella oscurecida. Miry besó la mejilla de su papá, y luego la abrazó. —¡Gracias por volver, mami! Lo pedí en mis deseos, te amo, mami —Athina arrugó el gesto, estaba por hablar, cuando vio al hombre, que con su dedo índice sobre sus labios le hacía una clara señal de silencio. Miry salió de ahí, con una gran sonrisa, era muy feliz. Athina y Phoenix se quedaron solos, se miraron fijamente, Athina tuvo un claro pensamiento en su mente. «¡Debo huir!» Se abalanzó a la puerta, pero como si ese hombre leyera su pensamiento, la sujetó con fuerzas, envolvió su cintura contra su cuerpo, y con su otra mano libre cubrió su boca para que no gritara. Athina recordó a Brian Thompson golpeándola como un bastardo, ahora ese hombre, ¿Le haría lo mismo? —Escúchame, mujer, solo escúchame, no hagas ruido, no grites, ni hagas una trastada, y déjame hablar, ¿Podemos hacer un trato? Ella se remolineaba con fuerzas, quería luchar por liberarse. —No planeé esto, y tú tampoco, pero tenías que cruzarte en mi camino, ahora estamos entrelazados, no puedo hacer nada —ella luchaba por hablar, él alejó la mano de su boca, y ella primero respiró —¡Maldita Bestia! ¿Qué quieres de mí? —exclamó, lágrimas brotaron de sus ojos La giró a él, la sostuvo de los brazos, de modo que no se liberaba de él, estaban frente a frente. —Yo no quisiera nada de ti, pero ahora, me temo que necesito algo de ti. Ella tembló, no sabía que esperar de un hombre como él. —¿Qué quieres? ¡Maldita sea, habla ahora! —dijo desesperada, temblaba, incluso sus dientes castañeaban —Mi hija necesita una madre, se ha hecho a la idea, por desgracia, de que eres tú, ya no puedo romper su corazón, si al amanecer despierta y no estás, ella me odiará, llorará, y no podría soportarlo. —¿Qué tengo que ver con tus absurdas mentiras? —¿Qué quieres a cambio de hacerte pasar por la madre de mi hija? —¡¿Qué?! —Lo que oyes, mi nombre es Phoenix Masiss, soy un hombre rico y poderoso, está mansión es solo una pequeña muestra de todo lo que podría darte por hacerte pasar por la madre de mi hija, pide lo que sea; te lo daré. Ella bajó la mirada, reflexionó sobre su nombre, lo escuchó antes, ¿Por qué su destino cambiaba tanto ahora? Hace unas horas solo era la exesposa de un hombre infiel y violento, ahora tenía su mejor oportunidad, ¿Ser la madre falsa de una niña necesitada de afecto? Ella fue la madrastra de unos niños que adoró con su alma, eso sería fácil. Pero, su mirada se ensombreció pensando en él, Brian Thompson la destruyó, todo era su culpa, pensó en Liam, en Emily y Jean, perderlos por un mal hombre, toda su vida arruinada, sus manos eran un puño, ahora tenía una forma de cobrárselo con creces. —¿Lo harás, o no? Su voz la devolvió a la realidad, miró sus ojos. —¿Y si no lo hago? Pudo ver esos ojos volverse felinos, retrocedió, él caminó hacia ella —¿Por qué no lo harías? Puedo dar lo que sea, ¡Pide lo que sea! —caminó hacia ella, cada vez más cerca, hasta llegar a la puerta y arrinconarla. —¿Lo que sea? —el hombre asintió, estaban tan cerca, pudo sentir su aliento, mirar su rostro que era salvaje, pero terriblemente atractivo, tragó saliva —Dime tus condiciones, firmaremos un contrato si dudas de mí, te daré lo que pidas. —Entonces, quiero dos cosas. Phoenix redujo el agarre, su rostro se suavizó —¿Cuáles son? —Quiero que me conviertas en tu esposa por contrato —los ojos de Phoenix se abrieron tan grandes, que parecían salir de sus cuencas. —¿Qué? —Dijiste que pidiera lo que quisiera, además, ser la madre falsa de tu hija, me haría tu esposa o algo así. Phoenix la miró con ojos pequeños, escudriñándola. —¿Y cuál es la otra cosa que quieres? Ella sintió que su corazón pesaba, había un rencor alimentándola —Quiero que me ayudes a arruinar la vida de una persona —la severidad en su rostro contrastó con el rostro frágil que tenía cuando la conoció. —¿Quién? —Brian Thompson, el gerente de tu empresa Masiss Star. Phoenix asintió, recordando quien era. —¿Por qué quieres arruinarlo? Ella lo miró fijamente, sintió que sus ojos se volvieron llorosos, pero aferró las lágrimas a sus oquedades. —Eso es asunto mío, tú encárgate de cumplir mis exigencias, seré la madre falsa de tu hija, ese es mi precio. Phoenix la miró con recelo. —Está bien, lo haré, durante seis meses, luego, esto se acabará y buscarás la forma de irte y de que Miry lo acepte para siempre. Ella lo miró sorprendida, luego lo aceptó. Sintió su fuerte agarre, él la miró fijamente, volvieron a estar tan cerca. —Te advierto que, si lástimas a mi hija, yo te destruiré a ti, sin piedad.
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