Capítulo Ocho: ¡Soy inocente!

1473 Words
Phoenix no podía creerlo, esa mujer se desmayó entre sus brazos, puso ojos en blanco de fastidio, eso era más de lo que le habái pasado en mucho tiempo. Claro que su vida no estuvo lejos del drama, pero nunca pensó que todo le sucediera en un solo día. Cargó a la mujer entre sus brazos, ella estaba desnudo, la situación a era por demás incómoda. La llevó hasta la cama. La dejó sobre ella, no pudo evitar, aunque quisiera, mirarla, era una mujer hermosa, y su rostro de ángel era encantador. «¿Encantador? ¡Debe ser una loca más! Mañana investigaré quien es, y por qué está aquí, si descubro que eres mala, Athina Parr, juro que lamentarás haberte cruzado en mi camino», pensó, la envolvió en unas mantas, cubriéndola de su vista. Se sentó al lado de la cama y se recostó, estaba agotado, no supo en que momento cerró los ojos y se quedó dormido. Cuando Athina abrió los ojos, miró el techo blanco, miró alrededor, no reconoció ese lugar, sintió un pavor absoluto, se enderezó. Ese hombre estaba recostado al lado suyo, hecho un ovillo, lo miró y sintió un miedo terrible. Esta desnuda, en la cama de un desconocido que ayer la besó a la fuerza. Se levantó y lo empujó. —¡¿Qué me hiciste, desgraciado, depravado?! Phoenix se levantó azorado, miró a la mujer, todo vino a su mente. —¡Ay, Dios! Comenzarás a decir que abuse de ti, escucha, mujer, no tengo porque abusar de ninguna mujer, tengo suficiente dinero, si quisiera sexo, pagaría una puta, pero escogería a una mejor que tú. Ella quiso pegarle y él sostuvo su mano. —¡Ah, no! No me pegarás nunca más. Ella le dio una fuerte patada en la espinilla, que lo hizo caer al suelo. —¡Maldición, Athina! ¿Por qué eres tan salvaje? —exclamó—. Ahora veo porque quien te golpeó no pudo matarte, seguro se las vio duras contigo. Athina retrocedió, el recuerdo de Brian golpeándola le dio escalofrío, él pudo notar como su rostro de volvió pálido. —¿Quién te golpeó? Lo averiguaré de todos modos. Ella abrió ojos enormes. —¡No te atrevas! Quedamos en que me haré pasar por la madre de tu hija, deja mi pasado en paz. Él no dijo nada, escucharon que golpearon la puerta. —¡Papi, mami! ¿Puedo pasar? ¡Quiero ver a mi mamita, Ada también quiere conocerla! —Esperen un momento, mamá no está lista aún, vayan al comedor, y bajaremos pronto. Phoenix miró a Athina. —Ve a vestirte, debes bajar. Ella asintió, fue al cuarto de baño para cambiarse. Athina esperó a que él estuviera listo, antes de bajar él le dio esa tarjeta. —¿Y esto? —¿No lo conoces? Es una tarjeta de crédito ilimitada, dijiste que querías comprar ropa, bueno, lo harás, pero, irás con mi guardia personal. Ella asintió. Caminaron al comedor, encontraron ahí a las niñas. Casi al instante Miry corrió a los brazos de Athina. —¡Mamita! Athina sonrió al verla, era una niña muy bonita de ojos tan azules como los ojos de su padre, aunque en ella eran ojos cálidos, y no fríos y severos. —Hola, cariño. Ada se levantó, era una adolescente de dieciséis años, de cabellos marrones, y ojos grandes, con lentes y un gesto cohibido. —Tío… ¿Ella es…? —Sí, ella es la madre de Miry, es tu tía Athina. Ada la miró sorprendida. —Hola, tía. Ada corrió a abrazarla, se sentía asustada de que ella no viera bien su abrazo, pero Athina la abrazó con fuerza, le dio confianza. Luego se sentaron a comer. —Papi, Mami vendrá con nosotros al campamento, ¿Verdad que sí? Phoenix titubeó, lo habái olvidado. —Ya veremos. Luego del desayuno, Athina se levantó estaba dispuesta a irse. —¡¿A dónde vas, mamita?! ¡No te vayas! —exclamó con voz rota y triste —Yo… debo ir a comprar ropa, es que, perdieron mi maleta en el aeropuerto, me quedé sin nada. —¡Yo iré contigo, mamita! Quiero un abrigo nuevo, ¡¿Puedo, papi?! ¡Di que sí! Phoenix respiró profundo. —Está bien, ¿Ada, irás con ellas? —Si mi tía quiere llevarme… —Claro que sí, compraremos ropa muy bonita, tenemos una tarjeta con mucho dinero. Athina se quedó en silencio al sentir la mirada severa de Phoenix sobre ella. —Dayne, las llevarás de compras, irán otros guardias cercas, ten mucho cuidado, por nada del mundo descuides a Ada ni a Miry, ni dejes que estén lejos de ti, no confío en esta mujer. Dayne asintió, los vio irse. Cuando el auto salía, Elon Hart entró en su auto, miró por la ventanilla a Ada y a Miry junto a una mujer, la reconoció era la misma de ayer. «¿Qué demonios ocurre aquí?», pensó Entró a la mansión y fue al despacho. Phoenix estaba ahí. —Vi a las niñas irse con… —Voy a casarme. Los ojos de Elon se abrieron enormes, no podía creer lo que escuchaba. —¡¿Qué has dicho?! —La mujer que atropellé anoche, me casaré con ella, mi hija necesita a una madre, y ella fingirá ser la madre de mi hija, nadie debe saber que no es así, pero quiero que la investigues, que no haya nada malo con su pasado, quiero saberlo todo, se llama Athina Parr. —Pero… Phoenix, ¿Sabes lo que significa que te cases? La cláusula de la herencia de tu madre dicta que, una vez casado, no podrás divorciarte jamás, si lo hicieras, esa mujer se quedaría con más del setenta por ciento de la fortuna Masiss. Phoenix sonrió. —Yo lo sé, pero ella no tiene que enterarse, además… sé porque mi madre puso esa cláusula, sé que pensó que el peor error de su vida fue haberse divorciado de mi padre. Mi pobre padre, que ni siquiera sabemos donde está —Phoenix sintió nostalgia—. ¡Obedece, Elon! Quiero saber todo sobre Athina Parr, tienes solo tres horas para averiguarlo todo, luego de eso, decidiré si me casaré o no, y una vez que lo haga, será mi esposa para siempre. Elon salió de ahí. Athina compró varios cambios de ropa, luego fueron a la sección infantil. —Mamita, tú cómprame el abrigo que quieras, yo me pondré lo que tú quieras —dijo Miry, ella sonrió al verla, era tan pequeña, de la misma edad que Liam, Athina extrañaba a su pequeño bebé, ella lo cuidaba desde hace dos años, lo veía como a su hijo, no se había separado en tanto tiempo, sus ojos se volvieron llorosos. Cargó a Miry, y besó su mejilla. —Bueno, entonces, hay que escoger un hermoso abrigo. La mujer le midió uno de color rosado que Miry adoró. —¡Mami siempre me lo pondré, incluso si hace calor! Athina rio de sus palabras, y acarició sus cabellos, luego caminó hasta llegar con Ada. —¿Te gusta ese vestido? —Sí, pero… se me vería horrible. Athina negó. —Claro que no, vamos a comprarlo, te prometo que se te verá increíble, confía en mí —dijo guiñándole el ojo Ada titubeó, pero al final aceptó, ella era una niña muy tímida, e insegura. Pagaron la ropa y salieron de ahí, estaban pro volver a casa, el chofer subió los paquetes a la cajuela. Estaban por irse, cuando un par de hombres se acercaron. —¿Athina Parr? Ella levantó la vista, sintió un miedo en su interior, observó la placa de policía sin entender que era lo que pasa. —Sí… —Queda detenida por el delito de intento de asesinato al señor Brian Thompson. Los ojos de Athina se abrieron enormes. —¡¿Qué dice?! ¡No! Soy inocente —exclamó asustada. —¡Mami! ¿Qué pasa? Miry se abrazó a su cintura, comenzó a asustarse. —¡Calma, cariño! Ada, lleva a tu prima al auto, vuelvan a casa con su tío, ve con papá, mi amor, iré más tarde. —¡No, mami! Sin ti, no, porque ¡Y si nunca vuelves! No mami, ¡No quiero perderte, otra vez! —dijo llorando Los policías la esposaron y Miry comenzó a gritar asustada, Dayne cargó a Miry y ordenó a Ada subir al auto, provocando que la niña se pusiera histérica, subió a Miry al auto y cerraron las puertas para que nadie saliera, Miry golpeaba la ventana, chillando, desesperada. El corazón de Athina se volvió pequeño al ver a la niña sufrir. —¡No he hecho nada, soy inocente! Dígaselo al señor Phoenix, ¡Dígale que soy inocente! —exclamó Athina.
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