—Hora de irnos.— Jong Dae alistó todo para partir una vez más, debían estar al amanecer cruzando la frontera si lo que querían era que nadie los siguiera, no podian correr el riesgo.— Príncipe Min Seok, es hora de irnos.
—Sí, claro, les diré que ya nos vamos.— Jong Dae paró lo que hacía para mirar al príncipe.
—Lo siento pero el forastero debe quedarse, no puede ir con nosotros.
—¿Qué? Capitán, no puedes hacer eso, él y yo...
—Iremos a Silau, mi deber es mantenerlos a salvo y eso es lo que haré.— siguió alistando lo que faltaba.
—Él puede hacerlo contigo, lo viste.— su corazón dolió por el simple hecho de imaginarse lejos de Lujan.
—Príncipe.—suspiró profundo.— Lo escuchaste, él dijo que era un ex soldado de Goguryeo, no estoy seguro si confiar o no en él.
—Capitán, por favor...
—Lo siento, llamaré al príncipe Chan para irnos.— él dió dos pasos cuando la voz de Min Seok lo paró.
—Lo amo, no puedo dejarlo.— el capitán abrió enorme los ojos.
—Pero él es un simple forastero y usted el príncipe de Bakje, nunca se les permitirá estar juntos, además...— sabía que al príncipe le molestaba cuando lo mencionaba pero debía hacerlo, debía recordárselo.— Eres un elegido, tienes la marca, su madre nunca quiso decírselo pero has nacido para un propósito.
—¿Cuál? ¿El desposar a un Rey o Príncipe soberbio que me verá únicamente como un adorno y nido para sus hijos?— él destapó su cuello.— Esto...— señaló su marca.— Es una maldición, lo es y te pido que por esta vez me dejes ser libre, por favor, Jong Dae, sólo por esta vez.— sujetó su brazo suplicante.—Por favor...
—¿Sucede algo?— Lujan llegó con Chan montado sobre su cuello.
—Tenemos que irnos.— mencionó el capitán.— ¿Deseas unirte a nosotros?— preguntó viendo en primera fila como los ojos del príncipe Min Seok se iluminaron.
—No es necesario que me lo preguntes, iré a dónde sea que vayan.— bajó a Chan de sus hombros para acercarse a Min Seok y sujetar su mano.— ¿Sabes capitán Jong Dae? Ambos tenemos el mismo objetivo, ambos queremos proteger a estos dos príncipes, ¿Qué te parece si lo hacemos juntos?—preguntó serio.—Sé lo que pasa por tu mente, debes pensar que soy un asesino y un criminal que los está siguiendo con unas terribles intenciones.— Jong Dae asintió.—Y sí, tienes razón.— el joven capitán de inmediato sujetó su espada.—jajaja, oh, vamos hombre, sólo era una broma.— se rió extendiendo su mano hacia Jong Dae quién tras mirar a Min Seok, aceptó estrechando la mano de Lujan.
—¿Cuál es tu nombre? Nunca nos lo dijiste.
—Lujan.— dijo con firmeza a lo que Jong Dae abrió enorme los ojos pero no dijo nada, no lo dijo porque no se explicaba cómo él estaba allí, ya después cuando los Príncipes de Bakje no estuvieran presentes, él se lo preguntaría, cómo capitán, su deber era el saber y conocer sobre los príncipes de los otros reinos, por lo que esta situación se le era extraño.
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Una semana después...
—Decidí irme para buscar mi camino junto a Kazuma.— ambos miraron hacia el cabello, Chan jugaba con él.
—¿Tienes más familia a parte de tu hermano?— Min Seok apoyo su cabeza sobre el hombro de Lujan, hace unos días cruzaron la frontera y ahora se encontraban en un pequeño pueblo que hasta el momento se veía segura.
—Sólo a mi madre.— dejó un suave beso sobre su frente.— Ella te amará cuando te conozca y dirá algo como "Finalmente lograste que éste sin vergüenza deje a un lado sus egoístas ambiciones."
—No lo creo, soy muy desagradable.— mencionó pero Lujan puso un dedo sobre sus labios.
—Mi madre también lo es, así que se llevarán bien, sino se matan, claro está.— se rió del rostro que puso Min Seok.
—¡Hey!— le dió un pequeño golpe en el brazo antes de acercarse y besar su mejilla.—Él es feliz.— mencionó mirando a Chan.— Y te admira.
—Es un buen chico, le enseñaré cuánto pueda para que gobierne con sabiduría y gloria, será un gran rey.
—Lo será.— suspiró tranquilo, estar con Lujan le hacía sentir tranquilo, protegido, amaba aquella sensación, Lujan lo respetaba, respetaba cada una de sus palabras y lo amaba mucha, ambos se aseguraban de decirlo siempre que podían, Jong Dae se convenció que Lujan no tenía malas intenciones pero también, prometió no decir que el chico era, en realidad, el príncipe de Goguryeo, Lujan le había explicado sus razones, los motivos por las que tuvo que irse asegurándole que no buscaba hacer daño a nadie ya que su lealtad había cambiado por lo que Jong Dae le creyó y ya no volvió a tocar el tema, Lujan sería útil para poder derrocar al primer Ministro quién ahora estaba en su gloria ocupando un trono que no le corresponde.
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—Ven a bañarte conmigo.— El más alto lo llamó con la mano para que se metiera al agua con él, Min Seok estaba indeciso, Lujan aún no sabía que era un elegido pero a estas alturas le parecía tonto que lo siguiera ocultando por lo que destapó su cuello, se sacó la ropa quedando únicamente en una especie de ropa interior y se metió junto al más alto quién lo recibió para adentrarse al agua aún más.— Eres muy bello.— susurró una vez dentro.
—El agua está demasiado fría.— se quejó.
—Sólo un poco.— recibió un gruñido.— Está bien, muy frío.— ambos se rieron, empezaron a jugar en el agua en medio de risas, sonrisas, Min Seok le ganó en una competencia sobre aguantar la respiración bajo el agua, se divertían como los jóvenes que eran, se miraban con sinceridad, se acariciaban de vez en vez, se abrazaban y besaban, en un punto, las risas cesaron en su totalidad y únicamente los sonidos de sus besos se escuchaban, Min Seok se abrazó al cuello del más alto con fuerza mientras se besaban con amor y necesidad, Lujan besó su marca susurrando lo bello que era y que ya sabía que lo tenía.— Te amo.
—También te amo.— volvieron a besarse pero de allí no pasó nada más, Lujan sabía, sabía que no debía cruzar la línea, aún no estaban casados y según sus tradiciones, aquello era fundamental para poder complementarse de aquella manera por lo que lo respetaría, ambos continuaron besándose de vez en vez mientras sus manos acariciaban el cuerpo del más bajo quién dejó escapar un pequeño gemido, el cuál puso fin a sus besos ya que las cosas empezaron a subir de temperatura y temían que si no paraban, serían incapaz de detenerse después.— Es hora de volver.— Min Seok mencionó sonrojado.
—Ya es hora.— besó la punta de su nariz.
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—Siempre debes recordar que no puedes guiar el sentido del viento pero sí cambiar la dirección de tus velas.— El pequeño Chan lo escuchaba con atención.— Cuando reines, ese debe ser el proverbio que debes tener presente ante cada decisión que tomes, muchos te darán consejos, te dirán qué hacer, pero la última palabra la tendrás tú.— Chan asintió y Lujan sonrió antes de pararse y sujetar su espada.— La espada puede ser tu mejor aliada pero también tu peor enemigo, no distingue a los amigos de los enemigos, tan sólo busca derrotar, has nacido para ser la cabeza de una nación y debes defenderlo de quién sea, incluso de tu propia sombra, recuerda que el mejor líder no es quién se sienta tras un trono sino quién encabeza sus tropas hacia la victoria, ¿Entendido?— Chan asintió muchas veces, aquellas palabras nunca se le olvidaría, aquellas palabras permanecerían talladas en su memoria.