IV

1305 Words
 —Estamos muy cerca, mañana a esta hora ya habremos capturado a los príncipes.— ambos hombres rieron mientras bebían de sus cervezas sin percatarse o tal vez sí pero no les interesaba, de la presencia de un forastero que llegó a aquella taberna para embriagarse hasta perder el conocimiento, sin embargo, se encontró en medio de una conversación que en parte le intresaba, es decir, estaban hablando sobre un par de príncipes a los que conoce a la perfección, aunque uno de ellos le haya sacado de sus casillas con sus palabras fuera de lugar. —¿Irán por los príncipes?— preguntó cambiando de asiento para ponerse frente a aquellos dos. —Eso no te importa.— uno de ellos respondió mientras sujetaba el mango de su espada que aún  se encontraba en el tahalí sujeta a su cintura. — Lo sé, lo sé pero...— miró hacia todos lados antes de....—... si desean, les puedo guiar hacia ellos, conozco su ubicación exacta.— susurró. —No te creemos.— Lo miraron desconfiados.— Es mejor que te largues si no quieres salir en mil pedazos de aquí. —Se lo pierden, y cómo no me quieren ayudar pues, allí nos vemos cuando logre cobrar la recompensa y ustedes sigan aquí, en sus miserables vidas.— se rió bulliciosamente al ver los rostros de aquellos hombres.— No lo sé, está bien, cómo soy bueno, les daré otra oportunidad para que lo piensen.— ambos lo miraron indecisos pero finalmente asistieron. —Si es un sucio truco, date por muerto.— Lo amenazaron provocando que Lujan se sintiera ofendido. —Sería incapaz.— se rió. :::¥::: —¿Y bien, dónde se supone que están los príncipes? ¡Aquí no hay nadie!— gritó sacando su espada. —Esperen un segundo que ya están por llegar, miren...— él señaló el humo que demostraba que una fogata recién había sido apagada.— Y también eso, ¿Ven esas pertenencias? Son los juguetes del Príncipe Chan.— el hombre aunque un poco desconfiado, guardó su espada. —Más te vale. —Por cierto, sus prendas no son de este reino, ¿Desde dónde vienen? —Eso no te interesa.— se ocultaron al escuchar pisadas.—Allí vienen.— dijo uno al ver unas sombras.—Shhh...—hizo una mueca hacia Lujan y su otro compañero pero el Príncipe de Goguryeo se rió de ellos antes de salir. —Mi querido capitán Jong Dae, ¿Cómo han estado?— lo abrazó antes de guiñarle un ojo a los que estaban escondidos los cuales se miraron desconcertados. —¡Forastero!— Chan corrió hacia él. —¿Cómo has estado pequeño? ¿Tu sobreprotector y gruñón hermano ha estado bien?— se rió al ver el ceño fruncido de Min Seok quién se cruzó de brazos. —¿Por qué volviste? Estábamos de maravilla sin ti.—mencionó obtinado hasta que su rostro se deformó al ver a los intrusos.—¡¿Quiénes son ustedes?!— aquellos dos sacaron sus espadas mientras los amenazaban. —Muy bien, los tenemos.— se rieron aquellos hombres, Jong Dae sacó su espada y se puso frente a los príncipes protegiéndolos pero ni siquiera logró parpadear cuando los dos sujetos ya se encontraban en el suelo con una profunda herida en sus abdómenes, cortesía de... aquel extraño forastero. —Pan comido.— Limpió su espada y la guardó.—¿Ah? ¿Qué hacen allí con la boca abierta? —Waooo, ¡Eres genial!— Chan saltó.— ¡Cuándo sea grande quiero ser como tú! —¿Q—qué fue eso?—Min Seok también se acercó. —¿No piensas su soy genial? Deberías darme algún regalo por mi valiente azaña.— le guiñó un ojo. —Eres un presumido.— rodó los ojos. —Gracias.— El capitán palmeó su hombro agradecido.—Pero la próxima vez puedo ayudar, ¿Has estado en algún ejército?, eres muy hábil con la espada. —En realidad, quería que permaneciera en secreto pero... soy algo parecido a un ex soldado del ejército de Goguryeo.— Vió cómo Min Seok se alejaba por lo que...—Creo que iré a verificar que no haya nadie por la parte de allá atrás.— mencionó antes de seguir al más bajo, se sentía orgulloso, su plan de lucirse frente al príncipe cascarabias había salido a la perfección y ahora iría en busca de su recompensa aunque haya sido él quién trajo a los enemigos pero esa parte nadie tiene que saberlo. Lujan siguió los pasos de Min Seok pero en un punto ya no pudo hacerlo, el príncipe no estaba por ningún lado.—¿Puedes dejar de seguirme?— salió de detrás de una pequeña cascada. —¿Realmente quieres que lo haga?— sonrió sujetando rápidamente la muñeca del más bajo quién intentó huir. —Sí, quiero que dejes de seguirnos y...— se quedó quieto cuando Lujan sujetó su cintura con fuerza mientras ponía la mano de Min Seok sobre su pecho.—...y...y... que te vayas... ¿Q—qué haces? —¿Lo sientes?— Ambos se miraron fijamente a los ojos.— Mi corazón nunca ha palpitado de aquella manera por nadie y aquel privilegio es todo tuyo, príncipe de bellos ojos. —Mentiroso.— trató de alejarse pero ni siquiera sus rodillas le obedecían.— No me dejaré engañar.— el corazón de Lujan realmente estaba acelerado pero el más bajo no podía creer que aquel estuviera así por él, y mucho menos se esperaba que su propio corazón se encontrara de la misma forma. —¿A qué le temes príncipe Min Seok?— llevó su rostro muy cerca del contrario.— Podemos irnos muy lejos de aquí y juro hacerte muy feliz.— besó su mejilla logrando que el contrario, la pequeña fiera no se resistiera y se quedara quietito. —No puedo dejar a Chan.— murmuró con los ojos cerrados sintiendo los besos que Lujan dejaba sutilmente alrededor de su rostro. —Nadie te dice que lo dejes, lo viste, puedo protegerlos. —El Reino me necesita, soy un príncipe, no lo olvides.— de pronto, empezó a llorar sobre el hombro del más alto quién lo abrazó.— Debo volver, mi gente necesita de un Rey y Chan es el suyo, sin embargo, es demasiado joven, aún debe aprender muchas cosas que no tengo ni idea de cómo enseñarle, todos nuestros consejeros están en el palacio pero en estos momentos no podemos volver, me siento tan frustrado, él es tan pequeño que tengo miedo de perderlo.— dejó salir parte de sus angustias, por primera vez, luego de la muerte de sus padres se sentía cómodo dejando salir sus miedos, se sentía cómodo al desahogarse con alguien más que no sea su conciencia. —Puedo ayudar con su formación, todo saldrá bien, ya lo verás.— ofreció antes de despegarse un tanto y besar al príncipe de Bakje quién le correspondió lo mejor que pudo, su primer beso frente a aquella cascada, su primer beso que iniciaría con su historia de amor, aunque aquella ya haya empezado desde la primera vez que se encontraron. :::¥::: —Lo bueno de ser perseverante es la gratificación al final, y aquello lo comprobó el príncipe H cuando el príncipe M lo dejó entrar en su corazón. —Entonces, ¡¿El príncipe M también está enamorado del príncipe H?!— los ojitos del pequeño Chan brillaban. —Sí, aunque el príncipe M no se explica cómo sucedió, cómo pudo enamorarse de un hombre tan inestable como el príncipe H.— el más bajo mencionó tras sonreír mientras sujetaba disimuladamente la mano de aquel forastero que logró enamorarlo.                    
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