Baek miraba a través de la ventana de la carroza, no sabía exactamente cuán lejos estaba el Reino de aquel alto hombre, por lo que, cansado de gritar y luchar, decidió guardar silencio y pensar, pensar en lo que sucedería con él una vez llegaran a su destino, sentía tanta melancolía, nunca antes se había alejado tanto de su Reino y aquello le asustaba, puede ser que Goguryeo no sea el mismo de antes pero al menos, lo consideraba como un lugar seguro.
—Hey...— la carroza se detuvo y al instante pudo ver el rostro de Chan asomarse.— ¿Tienes hambre?— Baek se mordió la lengua antes de cruzarse de brazos e ignorarlo.— Cómo sea, si tienes hambre sal y come algo de guiso que prepararé, hoy pasaremos la noche aquí.
Chan se fué y Baek apretó los puños negándose rotundamente a comer algo preparado por aquel hombre.— Espero que todas las maldiciones...
—Por cierto...— se calló.— ¿Decías algo?— preguntó curioso ya que juraría que el más bajo estaba diciendo algo.
Baek negó desviando la mirada, no quería ver a aquel Rey quién seguramente es de la misma clase de hombre perverso que su hermano.
—En fin, sólo quería preguntarte sobre el hombre de la máscara, él no ha dicho palabra alguna y temo que sea mudo.— terminó de hablar y miró a Baek en busca de alguna respuesta pero éste seguía en su afán de no prestarle atención.— Yo realmente quiero ser amable contigo pero, veo que no será fácil.— el más bajo se encogió de hombros.—Baek...
—Príncipe...— finalmente volteó a verlo para dejar en claro su estatus.— Príncipe Baek, lo soy y te exijo que me trates cómo uno.
—Vaya, hasta que finalmente te dignas en hablar, ya empezaba a creer que Jin les había cortado la lengua.
Baek gruñó.—Simplemente no menciones a ese traidor y... Choi no es mudo.
—¿Entonces porqué no habla?— frunció el ceño volteando a ver hacia aquel hombre.
— Es que...— respiró profundo.—¡¿ Cómo supones que lo sabría?!¡¿Por qué no se lo preguntas a él?!— gritó apesar de no haber necesidad para hacerlo.
—¡Eres un insolente!— Chan levantó la mano para golpearlo, sin embargo, la punta de una espada chocando directamente en su nuca lo paró.— Pero qué...
—No puedes hacerme daño, cobarde.— Baek lo miró con dureza.— Ten presente siempre que soy un príncipe de Goguryeo, el Reino más poderoso de todos.
Chan volteó a mirar al hombre de la máscara quién negó con la cabeza sin mencionar palabra alguna.— Ahora perteneces a Bakje, por lo que, te sugiero que empieces a demostrar respeto hacia tu nuevo rey.— Chan sujetó la espada de Choi y la alejó de su cuello.— Lo mismo va para ti.— y así, se alejó.
Baek volvió a ver a Choi.— Gracias.— le sonrió, el hombre de la máscara únicamente lo miró por un par de segundos antes de alejarse, tal y cómo lo hizo Chan.
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》》》Min Seok sonreía brillantemente iluminando todo a su paso, era hermoso, sus mejillas sonrojadas y su baile encantador enamoraban cada vez más a Lujan.
Él movía las caderas al son de los tambores y panderetas, era su fiesta de bienvenida a Bakje, Chan mandó a preparar los más deliciosos manjares por el regreso de su hermano, cuñado y sobrino, estaba feliz, estaban felices porque finalmente su familia estaba completa.
Lujan no podía sentirse más orgulloso de todo lo que tenía ahora, su madre tenía razón, más allá del poder, más allá de su Reino, realmente había un motivo para vivir, su hijo y Min Seok son su todo, Goguryeo ya no forma parte de sus pensamientos, aunque, a decir verdad, lo único que desea de su antiguo Reino es a su madre y hermano.
Lujan sujetó a su pequeño hijo y lo alzó tan alto cómo pudo, él miró directamente hacia los ojos de su pequeño antes de juntar sus frentes y susurrarle...
"Sabase lambe samay tak chalane ke ek kadam ke saath shuroo hota hai, Minhyung mahaan hain."
—Te amo, hijo mío.— volvió a ponerlo en su regazo.— Mira cuán bello es tu "madre" y es sólo nuestro.— Minhyung balbuceó sin comprender las palabras de su padre lo cuál es entendible, él tan sólo es un bebé.》》》
—¡Madre, madre, mira lo que encontré!— Minhyung llegó corriendo hacia los aposentos de Min Seok, él corrió emocionado para mostrarle a su madre la pequeña rana que encontró, pero su sonrisa decayó de inmediato al ver a su "madre" dormido, cómo siempre, cómo cada vez, cómo cada día, cómo cada noche, cómo cada amanecer.— Madre...— sus ojitos se empaparon de lágrimas, a sus cortos ocho años, él empieza a olvidar cómo luce o actúa su madre, él tiene recuerdos borrosas de él y piensa que ser un príncipe cómo siempre se lo dicen no es tan grandioso, ya que él no tiene una madre a la cuál abrazar cómo los otros niños, porque él no tiene a una madre que juegue o cocine especialmente para él y piensa, que habría sido perfecto si sus padres hubieran sido aquellos príncipes de la historia que le contó su tío Chan, al menos ellos sí eran felices y se amaban, al menos ellos nunca lo hubieran abandonado y estarían para él, porque Minhyung está creciendo solo, porque el príncipe Minhyung empieza a sentir la ausencia de su madre.
—Príncipe Minhyung, no debería estar aquí.—una mujer llegó junto a él.— su madre está descansando.
—Quiero que despierte.— él movió su hombro pero no lo logró.
—Lo siento, tenemos que irnos.— ella sujetó su mano y se lo llevó pese a las lágrimas que fluían de los ojos del pequeño, aquellos tan parecidos a los de Min Seok.
Ellos se alejaron, desapareciendo entre las diversas cortinas que había en el lugar, desapareciendo entre aquellas cortinas que alguna vez fueron testigas del gran amor que hubo entre el Príncipe H y el Príncipe M.