—Las nubes están grises.— Min Seok mencionó con la mirada perdida cómo siempre, cómo cada día.— Eso es malo, no traerá nada bueno, aquello tan sólo augurian malas noticias, desgracias, lluvias y desdicha se acercan, mira, miren hacia el norte.— él alzó el dedo y señaló.— aquel manto n***o llegará pronto y se llevará la poca paz que queda, todo, todo lo bueno, cómo aquella vez, cómo cuándo se lo llevaron a él...— él no lloraba pero las lágrimas fluían de sus ojos por sí solos, las mujeres que lo acompañaban se miraron entre sí, eran pocas las veces que el príncipe parecía decir algo coherente o tal vez no, parecía cómo si poco a poco volviera, sin embargo, su demencia parecía ser más frecuente con el pasar de los días.
《—Entonces, ¿Volveremos a Bakje?— ya había pasado un año, el año más feliz de sus vidas, un año en el que trajeron al mundo a su pequeño Minhyun y no podían sentirse más dichosos.
—Lo haremos.— Lujan besó su frente.— Chan lo ha hecho bien pero lo hará incluso mejor si te tiene a su lado, si nos tiene a su lado, somos una familia y debemos estar juntos.— el más bajo asintió mientras arrullaba a su bebé en brazos.
—Él se parece a ti.— ambos miraron al pequeño.— Tiene tu nariz.— sonrió ya que sabía que era mentira, su bebé se parecía mucho a él mismo y Lujan solía quejarse.
—Es sólo nuestro.— Lo abrazó por la espalda, asomándose a través de su cuello para admirar a su pequeño, aquella vez que se alejaron de Chan y Jong Dae, Lujan decidió llevar a su esposo a Gaya, un reino al Sur, muy cerca de Bakje pero muy lejos de Goguryeo, Lujan no quería tener contacto alguno con su antiguo Reino, él sabía y estaba consciente de que si lo hacía, las cosas amenazaban con ponerse color hormiga por lo que decidió irse lejos junto a su esposo para establecerse y pasar días tranquilos a su lado, en este año a sus oídos llegaron muchas noticias interesantes, interesantes cómo que el primer ministro se rindió luego de quedarse solo, los demás ministros le dieron la espalda por lo que luego de una batalla civil finalmente lograron desterrarlo logrando posicionar una vez más a Chan en el trono quién luego de una muy experimentada oratoria logró ganar la confianza del Consejo de su Reino, además y muy aparte de Bakje también se le fué informado sobre que Jin estaba buscándolo, para qué, no sabía, sin embargo, Lujan en éstos momentos no quería exponer a su familia, por ello, decidió alargar el enfrentamiento contra su medio hermano.— El próximo será mi vivo retrato , me encargaré de dibujarlo con paciencia.— dejó un beso sobre su cuello.
—¿Enserio?— el alto asintió.— Entonces, tendrás que esforzarte mucho.— ladeó su cabeza para besarlo.— y no haremos el amor hasta la noche.— mencionó sin despegar la mirada de su pequeño quién sonreía entre sueños y porque conocía lo "apasionado" que era su esposo.— Toda mi vida pensé que ser un elegido era una maldición pero ahora, ver a mi pequeño y saber que nació de mí me hace evaluar aquello y darme cuenta que en realidad es un milagro y una bendición, tenerlo en mis brazos y saber que se convertirá en un hombre glorioso, me llena de orgullo, lo amo tanto, los amo tanto, que si algún día me faltaran, probablemente aquel día dejaría de existir.》
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Reino de Goguryeo.
Baek corría con prisa por el bosque, sus piernas le dolían pero él no pararía, su cabello volaba con el viento por todas partes, el sudor bajaba por un costado de su rostro pero a él no le importaba, él llegaría al Palacio para evitar que se cometiera una injusticia, Jin era un desgraciado y un gobernante ruín, sin escrúpulos, a veces las apariencias engañaban por lo que lastimosamente la mayoría de las personas en el pueblo pensaban erróneamente que era un Rey pacífico, sin embargo, la realidad era otra, él símplemente hacía y deshacía leyes a su antojo, por lo que en estos momentos estaba a punto de decapitar a un inocente, a un joven cuyo único "pecado" fué el de cruzar su mirada con la de Baek, Jin no tenía justificación, él sencillamente quería jugar con la sangre inocente de alguien y pues encontró en aquel joven una presa fácil, Baek no lo permitiría, él lucharía.
Aquella mañana había salido a pasear por los alrededores, pero nunca se imaginó que Jin aquella mañana se había despertado con la idea descabellada de asesinar a alguien, Baek entró a palacio e ignorando toda seguridad entró bruscamente al salón dónde se encontraba Jin junto a su séquito de inmorales.— ¡No dejaré que lo hagas!— demandó poniéndose de inmediato frente al joven quién estaba casi desnudo.— ¡No tienes derecho alguno de acabar con su vida!
—Lárgate, no tienes nada que hacer aquí, ¡Esto no es asunto tuyo!
— ¡Sí lo es, soy un príncipe de este reino!— Jin cogió su espada y rápidamente la agitó hacia Baek, pero antes de que la punta de adentrara en el estómago del más bajo, Jin paró mientras lo miraba amenazadoramente a los ojos.
—Vete si no quieres que la entierre en tu delicada piel.
—Hazlo y la maldición de los dioses caerán sobre Gogueyeo, hazlo y prepárate para que la guerra empiece.— no tenía miedo, pero debe admitir que su corazón se le paralizó al creer que Jin le apuñalaría con la espada.— Libéralo...
Jin únicamente apretó los puños antes de ordenar a que lo hagan.—¿Feliz? ¡Ahora largo!
Baek sonrió de lado antes de caminar hacia la salida, él lo había logrado y aquello le encantaba, Jin no podía contra él, ser un elegido le daba privilegios que eran respetados por su Reino, él caminó pero antes de siquiera llegar hacia la puerta, ésta se abrió mostrando a dos hombres altos, uno de ellos era el capitán de su Reino, y el otro, pues el otro simplemente se le hacía ligeramente familiar, un hombre de casi dos metros, con símbolos y adornos muy ajenos a Goguryeo, el oro y los diamantes de su vestimenta indicaban que era parte de la realeza de algún reino, Baek lo examinó en segundos, recorrió su mirada por el cuerpo del contrario y cuando sus miradas se cruzaron, bufó al notar que aquel hombre estaba haciendo lo mismo con él.
—Vaya, vaya, vaya, pero miren a quién tenemos aquí, Rey Chan, cuánto tiempo sin verte.— el alto deshizo la conexión de sus miradas sólo para adentrarse hacia dentro, pasando por su lado y prácticamente hacerle a un lado cómo si fuera un animal, ignorándolo olímpicamente, Baek iba a patearlo, él realmente lo haría pero, sólo por esta vez le perdonaría la vida sólo por su estatus de Rey, aunque a decir verdad, aquello no le impactaba.—Veo que llegaste más pronto de lo que esperaba.— habló el miserable de su hermano y Baek rodó los ojos con la intención de volver a caminar pero paró al recordar que había dejado su bolso lleno de piedras en el suelo, por lo que a paso firme volvió.
—Sabes a qué he venido, lo que pretendes hacer es descabellado, los límites fronterizos están establecidos desde hace más de cien años, justamente para evitar alguna guerra.
Jin sonrió antes de sentarse en su trono y beber un sorbo de su copa.— Tienes razón pero ¿Qué estarías dispuesto a dar por la paz de tu pueblo?— Chan lo miró con ojos de águila, él realmente odiaba al hombre, pero ésta vez estaba en calidad de Rey y no buscando justicia.
—Todo...— respondió sin rodeos.
—¿Seguro?— el contrario asintió justo cuando Baek encontró su bolso.— Escuché que no querías casarte, vaya qué Rey para más inconsciente, sabe que un sucesor es necesario.
—Eso no es de tu importancia...
—Claro que lo es, lo que quiero decir, es que debemos establecer una nueva alianza.— volvió a pararse fijando la mirada en Baek, él caminó hacia su "hermano" y sujetó su brazo antes de arrojarlo con mucha fuerza a los pies de Chan.— Te ofrezco a mi "querido" hermano.— soltó una gran carcajada al ver los rostros desconcertados de Baek y Chan.
—¡¿Qué?!¡Jin, no puedes hacer eso!— Baek se levantó y trató de abofetearlo pero no lo logró.
—Claro que puedo, soy el Rey y acabo de arreglar tu matrimonio.— palmeó con altanería su mejilla.— Por lo tanto, Rey Chan, hemos llegado a un acuerdo y si no aceptas, me temo que nos veremos en el campo de batalla dónde morirá mucha gente inocente.
—Esto es algo descabellado.— negó.
—¡Maldito, maldito, eres un animal y asesino, juro que me vengaré!— Baek gritó mientras era sacado por los guardias de la sala.
— Bien, hemos acabado y te pediría que la boda fuera en tu Palacio, en Goguryeo no tenemos tiempo para esos eventos.— Jin chasqueó los dedos dejando ver al instante a un hombre con una máscara de hierro en el rostro.— Choi se asegurará de que todo salga según lo acordado, en fin, al parecer una vez más Goguryeo y Bakje estarán conectados de esta manera, lástima que la anterior alianza saliera tan mal.— se rió desgraciadamente, Chan tuvo el impulso de sacar su espada pero tras tomar una gran bocanada de aire, se tranquilizó, Jin estaba demente y efectivamente era un bufón sin gracia quién se creía el titiritero de todos los reinos, sin embargo, Chan tan sólo está esperando el momento para darle su merecido.
Chan salió furioso de aquel lugar, pero más que furia, lo que sentía era impotencia por no poder hacer nada más, estaba seguro que Jin cumpliría con su amenaza de levantar una guerra si no se casaba con aquel pequeño quién no dejaba de patalear dentro del carruaje.—Hey, tranquilízate que así berrees no tenemos salida de ésto, así que coopera.— demandó ganándose un gruñido de Baek.
—Ustedes son unos miserables, todos los reyes lo son, trogloditas sin sentimientos, únicamente buscan poder.
—Piensa lo que quieras, no me interesa.— cerró la puerta con seguro y puso andar su caballo junto a sus hombres y también junto a aquel hombre de la máscara que hasta el momento no ha dicho ni una sola palabra.