“¿Creíste que no volvería?”
“Han pasado cinco años, te veré en el maldito infierno”
“Eres un cobarde”
“¿Sabes? Jajaja No tienes la menor idea de nada.”
“Deja de preguntar quién soy y mejor ponte a averiguarlo”
“Las piezas de este rompecabezas están incompletas y yo tengo las demás piezas”
“Una muerte lenta es la tortura más cruel de todas”
“Te llamé pero no llegaste capitán, ¿Tan insignificante era?”
“Nadie sabe quién soy, porque alguien que ya murió en la memoria de todos, deja de existir en la realidad.”
Jong Dae leyó lo último sin saber de qué se trataba, en los últimos días ha recibido aquellos pergaminos, uno tras otro a la misma hora y teniendo cómo intermediario al mismo soldado, el capitán le ha hecho preguntas sobre la persona que lo envía, sobre su aspecto, sin embargo, no obtiene respuestas a sus preguntas, su subordinado únicamente se aferra a su postura de que los encuentra a la entrada del pabellón de los soldados.
—Los quiero a todos formados, ¡Ahora!— él arrugó aquel pergamino con mucha fuerza antes de guardarlo entre su ropa, no sabía quién era pero lo averiguaría, ésto lo está cansando.
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Los rayos del sol ingresaban por la ventana, desde afuera podían escucharse los cánticos de los pajarillos, la plebeya que cuidaba de Baek decidió que era un buen día para tomar un baño, por lo que alistó su esponja y agua junto a flores así cómo esencias traídas directamente de la India para bañar al príncipe Baek.
Ella caminó hacia él y le pidió amablemente que la acompañara hacia el salón de baño, Baek no rechistó, no dijo nada, él se levantó y la siguió, se despojó de sus prendas y tomó asiento en la tina de madera.— Tu piel es tan blanca cómo la porcelana.— ella rompió aquel turbio silencio.— Eres demasiado bello.— cogió un poco de agua para empezar con el baño de esponja del príncipe.— ¿Cuántos años tienes?— luego de su pregunta un silencio se hizo presente el cual culminó cuándo el más bajo suspiró con fuerza.
— Pronto cumpliré diecinueve.— manifestó.— A decir verdad, hoy es la tercera noche lunar por lo que hoy es mi cumpleaños.— la mujer lo escuchó y sintió un poco de tristeza.
— Supongo que el Rey no lo sabe pero...
—No se lo digas por favor, no quiero seguir viéndome tan miserable.— él sujetó con suavidad la esponja de la mano de la mujer y empezó a bañarse por sí solo.
—No lo haré si así lo desea pero, déjeme hacerle un regalo príncipe.— ella habló con cuidado de no ofenderlo con su oferta.— Antes era la plebeya del príncipe Min Seok, él me regaló en aquel entonces una joya muy valiosa perteneciente a su madre pero, siendo sincera, considero que aquello es demasiado para mí por lo que se lo daré a usted.— ella sonrió.— Pienso que se verá hermoso sobre su piel.— la mujer de sus prendas sacó una peineta de oro con incrustaciones de diamante.
— No puedo aceptarlo.— Baek al ver tal joya negó.— Aquel es un regalo tuyo, no puedo...
—Insisto.— ella sujetó la peineta y lo puso en las manos del príncipe.— No tengo hijos, ni familia, toda mi vida la he dedicado a servir a la realeza y ya estoy anciana por lo que cuándo muera, este precioso objeto probablemente quedará en las manos de gente equivocada.
—Yo...— no pudo negarse.— gracias.— le sonrió.
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》》》— ¿De qué se me acusa?— Lujan miró fijamente hacia los ojos de su padre.
—Traición.— el hombre mayor tosió con fuerza y tras limpiarse con un trapo, Lujan pudo ver cómo su padre había botado sangre por la boca.
—¡Pa...— Trató de acercarse.
—¡No te acerques!— la primera esposa de su padre, aquella que se jactaba de tener el control de todo Goguryeo lo miró con desprecio.— Ya no eres de este reino, tú y tu madre son unos traidores y pagarán por sus delitos.
—¿Delitos? ¿Traidores?— Lujan se rió.— Desde que tengo memoria he defendido este reino, he luchado y peleado pero ahora me acusan de crímenes que no he cometido.
—Huiste para ocultar tu culpa y tu madre te ayudó, ¡Ahora ambos serán sentenciados!
—¿De qué rayos hablas?— No comprendía ni una sola de sus palabras.
—Mataste y extorcionaste a soldados para venderle información a Gaya sobre nuestro reino con la ayuda del amante de tu madre, pero no sólo eso, sino que también te ocultaste allí por muchos años, ¡No niegues que traicionaste a tu pueblo!
—¡Esto no tiene sentido!, ¡Esas son viles infamias! ¡Todo es mentira!— sujetó su espada listo para atacar, sin embargo, no pudo defenderse ya que estaba acorralado y sabía que si atacaba podían hacerle daño a su madre y hermano.
—Pero miren quién volvió.— Jin ingresó con una enorme sonrisa burlona en los labios.— ¿Ya te cansaste en esconderte?
— Te equivocas.— Lujan se paró recto con la frente en alto.— No soy una rata cómo tú.》》》
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Todo el campo estaba lleno, los soldados de Bakje formaban columnas que parecían interminable, eran cientos, Jong Dae tenía en sus manos un pergamino vacío y una pluma junto a tinta negra.— Capitán, ya están todos.
—Muy bien.— se levantó del asiento dónde estaba y empezó a recorrer el camino entre las columnas formadas, él miró fijamente hacia los rostros de todos los soldados.— ¿Cuál es tu nombre?— le preguntó a uno quién estaba a su izquierda.
—Woomin.— el joven tenía la mirada determinada.— Hijo de Taehyun, capitán de la quinta división.
—Está bien, Woomin, tú me ayudarás.— se puso a un costado.— Escoge a diez hombres y vayan a revisar meticulosamente cada rincón del pabellón y ya sabes, si me ocultas algo, tu familia se llevará todo el castigo frente a tus ojos.— Jong Dae lo amenazó y así es cómo empezó con su cacería no sin antes registrar cada uno de los nombres de aquellos soldados junto a sus firmas.
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— ¡Lujannnn! ¡Amor mío!— Min Seok tuvo una nueva recaída, él gritaba a más no poder, su garganta ya le dolía al igual que sus pies descalzo llenos de heridas, él corría sin parar con muchas lágrimas en los ojos los cuales revelaban su dolor.— ¡Te necesito! ¡Lujannnn!— Min Seok se subió al balcón listo para arrojarse mientras gritaba muchas incoherencias.— Iré por ti, mi amor.— de sus ojos continuaban fluyendo lágrimas.— Te amo, pronto estaremos juntos.— miró hacia el cielo antes de cerrar los ojos y lanzar...
—Tú realmente eres un problema.— Choi habló mientras lo sujetaba de la cintura, él lo hizo impidiendo que aquel príncipe de bellos ojos e ideas desordenadas se lanzara.
Todo el cuerpo de Min Seok temblaba sudoroso, el príncipe hipeaba por lo que el hombre de la máscara tuvo que alzarlo entre sus brazos para llevarlo de vuelta a su habitación.
El camino de regreso fué silencioso, Min Seok se sentía tan cálido entre los brazos de Choi que se quedó dormido.
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Reino de Goguryeo.
—¿Piensas que ya se dieron cuenta?— Jin comía de una manzana.
—No me han invitado a ninguna boda aún.— una mujer de rizos rojizos se puso tras de él y empezó a acariciar su pecho..
— Sabes que no hablo de eso.— él tronó su cuello.
—Lo sé, ¿Piensas que es hora de ir a visitar a mi esposo en Bakje?— Jin asintió.