Mi amado profesor de química

Segundo día de clases.

—¿Quién es? —Pregunto a mis amigos.

—No tengo idea —dice Ary. —Seguro es nuevo, no recuerdo haberlo visto.

—Es Demián, daba clases a primaria —Responde Jeff. Lo sabe por qué él tiene a su hermanita en primaria, antes que su madre pase por ellos, él, se dirige a primaria por su hermana.

—Señores estudiantes, buenos días, tomen asiento, por favor

Al escuchar esa voz, suelto un suspiro que me deja sin aliento. No sé qué coño me pasa con ese profesor, pero hace aproximadamente media hora que estoy suspirando sin razón alguna.

Todos mis compañeros buscan su asiento. También busco el mío y da la casualidad de que está al frente de su escritorio. Eso me emociona, aunque me decepciona que estoy delante de la perra más perra de las que me cae mal en el instituto.

Ocupo mi asiento, los latidos de mi corazón vuelven a acelerarse. Siento incomodidad por qué pienso que los puede escuchar. Trato de calmarme removiéndome en la silla, acomodando mi falda cada minuto y lo único que consigo es que su mirada se pose sobre mí.

—¡ohm, que lindos ojos tiene! —digo según en mi mente, sin embargo, nuevamente lo he dicho en voz alta.

—¡Gracias por el halago! —responde mirándome fijamente. Bajo la mirada con mi rostro sonrojado. Siento que mi corazón va a explotar y mi sangre caerá en la cara de todos mis compañeros.

¡Por favor que no explote! ¡Que no explote! Lo repito en mi mente muchas veces. Trato de calmarme, pero no puedo, y menos lo hago cuando escucho la risita de la asquerosa de Liz.

—¡Que cursi! Quieres ganarte el profesor de química desde el día uno. ¡Eres tan perra!

Habla cerca de mi espalda. Puedo sentir el aire caliente de su asquerosa boca caer sobre mis pulmones.

—¡Calla perra! —le digo entre dientes.

La muy zorra me inca con la punta del esfero y suelto un quejido. Él vuelve a mirarme con el ceño fruncido y se ve tan guapo. Seguro piensa que soy una alumna extraña. Y si piensa eso no se equivoca. Si me conoce sabrá que soy la más problemática del salón, junto a mi pandilla. Mientras pienso en eso sonrío y él habla.

—Cuente el chiste señorita —arquea la ceja porque seguro no se acuerda de mi nombre.

—Claudia.

—Señorita, Claudia, cuente de que se reía, para que todos podamos hacerlo.

Vuelvo a sonrojarme ante la penetrante mirada que cae sobre mí. Me siento aliviada cuando le veo ponerse de pie, carraspea su garganta antes de hablar.

—Buenos días, alumnos, señores y señoritas, para los que me conocen y para los que no me conocen. Soy el licenciado Demián García y seré su profesor de matemáticas, física, estadística y, Química.

-hostia, las materias que más odio en mi vida, pero ya que las dará él, empezaré amarlas desde hoy-. Pienso para sí misma.

Camina de un lado a otro y de reojo le sigo el paso.

—Estaré con ustedes la mayor parte de las horas, sean puntuales en sus tareas, en la entrada creo que no tendremos problemas, ya que todos llegan en recorridos del mismo instituto, salvo que quieran llegar atrasados a propósito.

Lo dice mientras va pasando por mi lado, recuerdo el momento que me topó caminando despacio en el parqueadero,

-Lo dice por mí, estoy segura-, replico y hablo con mi mente cada cosa.

Sigue hablando de todo lo que le gusta y no le gusta, mientras se sienta pide que nos presentemos. Al estar en frente me señala para que sea la primera en presentarme. Asiento y me levanto, pronuncio mi nombre solo para él, puesto que ya los demás me conocen.

Una vez que todos nos hemos presentado, saca un enorme libro y luego procede a escribir en el pizarrón, este profesor no desperdicia ni un instante, escribe los componentes químicos que yo no sé para qué coñazo se utilizan. Siempre he sido mala en esta materia y presiento que volveré a quedar supletoria nuevamente este año.

Una vez que termina de escribir, empieza a explicar y yo estoy concentrada viendo el movimiento de sus labios, se ven suave y jugosos que hasta empiezo a imaginar besarlos. Me paso toda la clase mirándole y creo que él lo ha notado, porque al final decide llevarme hasta el pizarrón, siento las piernas temblorosas mientras estira el marcador para que yo lo use, su mirada está fija en mis ojos y yo sigo inmóvil.

—Ella se quedó supletoria en esta materia el año anterior, por lo tanto, no sabe absolutamente nada —dice la estúpida de Liz mientras se para y toma el marcador tiza liquida de las manos de él. Esta perra se atrevió a dejarme en vergüenza delante de mí guapo profesor.

—Yo lo resuelvo.

El asiente, entrega el marcador y se para a un lado, y le observa como resuelve el ejercicio con rapidez.

- ¡Qué perra! -Replicó en mi mente.

Es lo único que le envidio a la simplona de Liz, el astuto cerebro que tiene para la química. Aunque Jeff es mucho mejor que ella y gracias a él no me eh quedado de año en esa materia.

—Gracias Lizet.

La muy estúpida sonríe y camina como si estuviera embarrada de popó. Lo que hace hincapié en mi corazón es que se aprendió tan rápido el nombre de ella y el mío no. Mientras me aflijo suena la campana, le veo agarrar su maletín y se despide. Me siento a un más deprimida cuando se va, inmediatamente me paro y hago desmadre con mis compañeros hasta que llega la licenciada de lenguaje.

En el receso paso toda la tarde buscando con la mirada a mi hermoso profesor de química. Después de bailar mis ojos por varias partes al fin logro verlo. Está hablando de lo más contento con la licenciada de lenguaje. Si no fuera porque la mujer le dobla en edad me sentiría celosa.

- ¿Celosa? - sonrío de mis bobadas.

Demián sonríe y toca su ceja derecha. No me pierdo ninguno de sus movimientos, hasta que Jeff llega y posa su mano en mi barbilla.

—Cierra la boca, Clau, las babas llegan hasta el suelo.

Le doy un golpe en la espalda y él lo esquiva. Pasamos corriendo y sonreímos como dos locos, seguido viene Ari y nos abraza. Caminamos hasta el bar y nos compramos unos helados, Jeff y mi persona empezamos a conversar de nuestras vacaciones. Al ver a Ari triste cambiamos rápidamente de tema. Ari nunca sale de casa, su padre es un hombre estricto, desde aquella paliza que le dio en primero de bachillerato ya no la hemos metido en problemas.