Mi amado profesor de química

Enamorada sola.

Demián baja la mirada y agarra su móvil, cuando enciende la pantalla puedo ver la foto de fondo que tiene.

—Es todo, vuelva a su asiento.

Mi corazón se arruga y camino a mi asiento. Al sentarme bajo la mirada a la hoja. Me siento una tonta al sentir celos por un hombre que acabo de conocer y peor aún que ni si quiera le gusto.

Suspiro y decido expulsar mi dolor, para ser la Clau que era hace años atrás. Cuando alzo la mirada noto la suya puesta en mí, rápidamente la esquiva y procede a levantarse.

Camina por los pasillos que dejan las bancas enfiladas. Solo el sonido de su zapato se escucha ya que todos estábamos en silencio.

Después de unos minutos se para a mi lado. Empiezo a temblar con su sola cercanía. Mis manos se congelan y mi corazón se detiene, para al segundo siguiente empezar a palpitar con fuerza.

Deseo mirarlo a los ojos, pero me detengo, no quiero dar a notar mis locos sentimientos que de la nada han surgido. Demián señala con su dedo la parte en la que me he vuelto a equivocar. Me vuelve a explicar y junto a él lo resuelvo.

Cuando la sirena suena, mira el reloj, se acerca al escritorio y se marcha sin mirar atrás, dejando su aroma en el aire.

Por la noche me ducho y me dan ganas de tomarme unas cuantas fotos sexys, pues ya tengo dieciséis años y mi busto ha crecido. Tengo un vientre plano y mis nalgas son bien grandes. Sé podría decir que tengo un cuerpo perfecto.

Luego de ver mi cuerpo desnudo desisto, pues me siento mal en mostrarlo a varias personas. No quiero imaginar que dirá papá cuando lo vea. Opto por tomar una foto de mi rostro sonriendo. Salen bien, mis ojos cenizos lucen hermosos. La subo a mi perfil y rápidamente empiezo a tener muchos me encanta, los comentarios no cesan y me siento feliz. Me sentí más contenta cuando llegó el me encanta de mi profesor. Corro por toda mi habitación, siento mariposas aleteando en mi estómago, ahogo el grito en mi almohada hasta quedarme sin fuerzas. Cuando la puerta se abre, rápidamente cierro mi laptop y me siento. Veo a papá con un rostro muy enojado.

—¿Qué sucede?

—Elimina esa fotografía.

—Pero, no tiene nada de malo.

—La eliminas o te quedas sin móvil y laptop

No comprendo nada, pero obedezco a mi padre. No me gusta verlo enojado, pues cuando lo hace sus gritos retumban por toda la casa como su risa cuando está feliz. Recojo mis piernas y me abrazo a la almohada, él se sienta a mi lado y acaricia mi cabello.

—Clau, yo solo quiero protegerte.

—¿De qué? ¿O de quién?

—De las redes, no sabes cuanto perverso hay ahí dispuesto a usar tus fotos para cosas asquerosas. No te imaginas lo que pueden hacer con tu fotografía. Hay mucha gente que usa esa aplicación para delinquir.

—Solo tengo amigas de mamá y amigos míos.

—Es una aplicación donde los amigos de amigos pueden ver tus cosas y compartir tus fotos. Eso llega a más y a más personas. Sabes que no me gusta que tengas fotografías en tu perfil. Puedes usarlo para comunicarte con tus amigos, pero no para mostrar tu rostro ni el de ninguno de la familia. ¿Lo tienes claro?

—Muy claro.

Papá sale y me quedo pensando. Lo malo de ser la hija de un millonario es que tienes que estar vigilada por muchos ojos cuando no estás en casa y, poder subir fotografías a las redes.

Recibo mensajes de mis amigos uno tras otro, preguntando por qué borré la foto. La excusa, "salí fea"

—Bobadas Clau, eres hermosa tus ojos son únicos

Responde Richi. Este es un antiguo compañero del instituto, partió al extranjero y siempre nos escribimos. Fue mi primer amor, en primaria. Me enamoré sola, nunca le dije lo que sentía por él. estaba así, igualita como con Demián, la diferencia que Richi era mi amigo al menos decía que me quería como su mejor amiga. Pero se alejó de mí cuando empecé a salir con Harry.

Me acuesto pensando en que mañana será otro día de clases junto a mi amado profesor de química. Suspiro al cubrir mi cuerpo con la cobija, lentamente cierro mis ojos y me pierdo en el sueño.

Suena él alarma y otra vez a clase, abro la ventana y está cayendo un diluvio que parece destrozar el cielo. De todos modos, me arreglo, porque llueva o truene, mi padre siempre quiere que vaya a la escuela. Al bajar, la empleada prepara mi desayuno.

—Hoy te llevara tu padre

Habla mamá a mis espaldas y yo asiento con la cabeza ya que mi boca está llena. Papá baja de prisa mientras se arregla la corbata, luego toma un poco de café y salimos con paraguas. El viento sopla fuerte y hace mucho frío, la ciudad permanece bajo las grises nubes que no cesan de llorar.

Llegamos al instituto, veo a Ari bajar del auto de su padre, la puerta del auto aún sigue abierta, pero el hombre no se ve, solo se nota la mano que la mueve indicando que entre al instituto.

No quiero bajar por qué aún llueve, mi padre está impaciente ya que los autos no se mueven para el girar. Minutos después veo la moto de mi amado profesor parquearse a nuestro costado. Al bajar entrega las llaves a quién lo vino a dejar, por lo que puedo ver es una mujer, sus piernas y caderas se notan a la perfección. Siento mi corazón romperse cuando le da un beso y, se adentra al instituto. La mujer se va y yo sigo ahí recordando el beso que le dio.

—Vamos cariño, tengo una reunión importante.

—Vale, nos vemos en la tarde.

Me bajo del auto, uso mi paraguas, aunque ya no está lloviendo fuerte. Camino con gran decepción hasta llegar a mi aula. Al entrar saludo a mis compañeros y, ocupo mi lugar porque ya sonó la campana.

Por la ventana veo la delicada brisa que aún cae. Escucho la puerta abrirse y no regreso a ver, ya sé que clase me toca y quien ingresa.

—Buenos días a todos —saluda Demián y yo sigo mirando la brisa que golpea el vidrio—. Señorita Claudia buenos días.

Le regreso a ver y respondo entre dientes. Suspiro y regreso mi mirada donde estaba.

—Hoy empezaremos con clases, espero que todos pongan atención.

Golpea mi banca con una regla que tiene, le miro directo a los ojos, cada vez que lo hago termino por ilusionarme que, un día ese profesor me dirá cosas de amor o me dará besos como se los da a su novia.

—Quién no preste atención, se quedará sin saber, porque no repetiré.