Capítulo 2

2048 Words
A la mañana siguiente, Bridget se levantó sola en su habitación. Aunque era algo normal, no pudo evitar que su pecho se encogiera de decepción. El peso de la soledad se sentía más pesado que nunca, pero ella decidió apartar esos pensamientos. "Hoy será un nuevo día," se dijo a sí misma, obligándose a mantener la esperanza viva. No deseaba hundirse en depresión. Llevaba tiempo lidiando con este tipo de rechazo por parte de su esposo por lo que a pesar de que le dolía, sabía cómo volver a levantarse con más fuerza y ánimo. Mientras se vestía, escuchó su teléfono vibrar en la mesita de noche. Al tomarlo, vio un mensaje de Andrew. Cuando vio el nombre de su esposo no pudo evitar que su corazón se acelerará. Era una reacción normal, que muchas veces ante la indiferencia de este había deseado eliminar, sin embargo, continuaba enamorada de su esposo. "Necesito que vengas a mi oficina hoy. A las 2 p.m. No llegues tarde." El mensaje era breve, sin ningún indicio de emoción. Pero para Bridget, cualquier comunicación directa de Andrew era una oportunidad, una esperanza de que quizá quería disculparse por la frialdad del día anterior. Su corazón comenzó a latir más rápido, y una chispa de emoción se encendió en su interior. —Quizá se dio cuenta de que fue demasiado duro.— dijo con la mirada fija en el mensaje. — y quiere arreglar las cosas. La chispa de tristeza y pena que antes había ocupado sus pupilas, desapareció lentamente y fue reemplazado con el brillo de la ilusión y la esperanza. Bridget se apresuró a elegir un atuendo elegante pero sobrio. Quería verse perfecta para la ocasión. —Debe ser una sorpresa— se dijo mientras se aplicaba un maquillaje suave que realzaba sus rasgos naturales. Cada detalle de su apariencia fue cuidadosamente considerado, desde el peinado hasta el perfume que eligió. "Hoy es el día en que las cosas cambiarán," pensó con convicción. Además, lo sentía muy en su interior. Las cosas habían cambiado. Lo único que no sabía distinguir, sí para bien o para mal. *** A la una y media, Bridget ya estaba lista. No quería correr el riesgo de llegar tarde, así que salió con tiempo de sobra. El chófer la llevó a la empresa de Andrew, y durante el trayecto, no pudo evitar fantasear con lo que podría suceder. "Tal vez tiene un regalo para mí," se dijo a sí misma. "O tal vez simplemente quiere disculparse.” Cuando el coche se detuvo frente al edificio, Bridget se bajó con una sonrisa que no pudo ocultar. Entró al edificio con paso decidido, y la secretaria la reconoció de inmediato. —Señora Stevenson, pase por aquí, por favor. El señor Stevenson la está esperando —dijo la secretaria con una amabilidad que Bridget interpretó como otra señal positiva. Bridget agradeció y siguió a la secretaria hasta la oficina de Andrew. Cuando la puerta se abrió, lo vio sentado en su escritorio, con la misma expresión impasible que siempre llevaba, pero ella se aferró a su esperanza. Le dio una sonrisa cálida al entrar. —Hola, Andrew —saludó, tratando de ocultar su nerviosismo bajo una fachada de calma—¿Para qué querías verme? Andrew levantó la vista del documento que estaba leyendo, pero no respondió de inmediato. Simplemente señaló la silla frente a él. —Siéntate, Bridget. Bridget se sintió un poco desconcertada por la falta de cordialidad, pero decidió no dejarse llevar por la preocupación. Se sentó, alisando nerviosamente la falda de su vestido mientras esperaba que él hablara. El silencio en la habitación era casi palpable, y los minutos pasaron con una lentitud agonizante. No quería pensar de más, sin embargo, el ambiente que rodeaba a su esposo la tenia tensa. Este miró con una tranquilidad falsa el rostro serio de Andrew mientras continuaba leyendo el documento que tenía entre sus manos. Bridget se mordió la parte interna de sus labios, tratando de alejar los pensamientos negativos. Finalmente, Andrew dejó el documento a un lado y fijó su mirada en Bridget. Sus ojos, normalmente fríos, parecían aún más distantes que de costumbre. —Bridget… —comenzó, y el tono de su voz hizo que el corazón de ella comenzara a latir con fuerza. —Sí, Andrew… —respondió ella, tratando de animarlo con su tono. Su mente seguía buscando cualquier indicio de positividad en su expresión—. Estoy aquí. ¿Qué querías decirme? Andrew respiró hondo, como si estuviera preparando sus palabras con cuidado. Luego, con una frialdad que perforó el corazón de Bridget, abrió la boca y dejo salir las —Creo que debemos divorciarnos. Bridget sintió como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación. Su mente quedó en blanco por un momento, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. "Esto no puede estar pasando," pensó, mientras intentaba encontrar su voz. —¿Qué… qué dijiste? —susurró, esperando haber oído mal. —Quiero el divorcio, Bridget —repitió Andrew, esta vez más firme—. He tomado la decisión, y es lo mejor para ambos. Las palabras de Andrew cayeron sobre ella como un peso insoportable. "No… no puede ser," pensó Bridget, sintiendo cómo el suelo parecía desmoronarse bajo sus pies. —Pero… ¿por qué? —su voz salió temblorosa, casi inaudible—. ¿Hice algo mal? ¿Es por lo de ayer? Si es así, lo siento, Andrew… puedo cambiar, puedo… Andrew la interrumpió, levantando una mano. —No se trata de ti, Bridget. Esto es algo que tenía que pasar. Nuestro matrimonio fue un acuerdo, y ya no tiene sentido mantenerlo. No hay herederos, por lo que esto no tiene ningún sentido. Bridget sintió cómo el dolor se clavaba más profundo en su corazón. "No tiene ningún sentido," repitió en su mente, sintiéndose insignificante, como si todo lo que había hecho durante esos tres años no tuviera valor alguno. —Pensé que… —comenzó, pero las lágrimas llenaron sus ojos, ahogando las palabras—. Pensé que finalmente estabas empezando a… Andrew la miró sin una pizca de emoción, lo que la hirió aún más. —Lo siento, Bridget, pero no podemos continuar así. Haré lo que sea necesario para que el proceso sea lo menos doloroso posible para ti.—Andrew se recostó en su asiento, sin apartar la mirada distante del rostro de Brisget, incapaz de sentir remordimiento.—Te dejaré la casa y una compensación adecuada. No tendrás que preocuparte por nada. Bridget no podía creer lo que estaba escuchando. "Compensación," pensó, sintiendo como si cada palabra que él decía fuera un golpe más en su ya destrozado corazón. —No quiero una compensación, Andrew… —susurró—. Yo… yo solo quería que fuéramos felices juntos… pensé que… después de todo este tiempo… —Eso no es posible, Bridget —Andrew la interrumpió, como si estuviera cerrando una puerta que realmente nunca estuvo abierta para la mujer con la que se había casado.—Ya tomé mi decisión. Bridget se quedó en silencio, su mente en un caos total. Las lágrimas que había estado tratando de contener comenzaron a brotar sin control. Miró a Andrew, esperando ver algún rastro de arrepentimiento, algún signo de que tal vez podría convencerlo de cambiar de opinión. Pero lo único que encontró fue la misma expresión impasible, como si él estuviera desconectado de la realidad de su dolor. —¿Esto es todo lo que soy para ti? —susurró finalmente, con la voz quebrada—. ¿Solo un acuerdo que ya no tiene valor? Andrew no respondió de inmediato. Bajó la mirada, como si evitara enfrentarse a la cruda verdad de lo que estaba haciendo. —Bridget, yo… —comenzó, pero parecía no encontrar las palabras. —No, no digas nada más —lo interrumpió ella, levantándose de la silla—. No quiero oírlo. No quiero oír nada más. Con el corazón roto y las lágrimas corriendo por su rostro, Bridget se dio la vuelta y salió de la oficina. La desesperación la envolvía, y cada paso que daba la alejaba más de los sueños que una vez tuvo. Estaba devastada, pero también enojada, no solo con Andrew, sino consigo misma por haber sido tan ingenua. Cuando salió del edificio, el aire frío la golpeó, y se sintió como un despertar doloroso de una larga pesadilla. Bridget no se dio cuenta como llegó a la casa y mucho menos de lo rápido que habían pasado las horas. Todo se había vuelto un sinsentido para ella. Apenas podía respirar con normalidad. Con cada respiro sentía que todo su interior escocía de dolor. Sus ojos estaban rojos y hinchados. Las lágrimas no paraban de caer por su rostro, marcando un camino de dolor y desesperación. Las horas restantes resultaron una tortura para la rubia. Sobretodo porque esa noche Andrew no volvió y está vez el significado era diferente. Aún así, Bridget se quedó en vela, esperando escuchar la puerta de la casa abrirse. Sin querer admitir que deseaba que todo esto fuera una pesadilla y que Andrew continuará a su lado. No le importaba que este continuará con su indiferencia, podía soportarlo siempre y cuando el siguiera a su lado. No quería admitirlo porque eso significaría que ella misma había sido la causante de todo este desastre. Ella fue la única que se enamoró, la única que sacrificó cada parte de su vida para concentrarse en su matrimonio. Solo ella era la que cargaba con la responsabilidad del compromiso que Andrew y ella habían realizado hace tres años. Con la mente hecha un lío, finalmente la mujer cayó rendida por el agotamiento. *** Al día siguiente al despertarse, Bridget se fue a su habitación y se dio una ducha para luego volver a dormir. La tarde había caído cuando, el sonido de su teléfono resonó por la habitación y la obligó a levantarse. Está tomó la llamada y se llevó el teléfono al oído. —Baja. Bridget se quedó en silencio al escuchar la voz de su esposo. El hombre que muy pronto se convertiría en su ex pareja. Está colgó la llamada y se quedó en la cama, sin saber cómo reaccionar. Lentamente se incorporó y fue al baño a arreglarse. Ya se había humillado delante de Andrew, y había quedado como una tonta, no podía volver a hacerlo. La mujer se tomó el tiempo necesario para vestirse y maquillarse. Tapando así la evidencia de la mala noche que había pasado, y luego bajo a la sala. Está miró alrededor encontrando el lugar vacío, había pensado que está ya estaba ahí. Bridget se sentó en la sala de la casa que había compartido con Andrew durante los últimos tres años. El silencio era opresivo, y la luz del atardecer se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras largas y sombrías en el suelo. Sabía que el momento que tanto temía estaba cerca. Andrew había pedido hablar con ella, y aunque su instinto le decía que debía prepararse para lo peor, una pequeña parte de ella seguía aferrándose a la esperanza de que él pudiera haber reconsiderado lo del divorcio. Cuando la puerta se abrió, Bridget alzó la vista y vio a Andrew entrar con su habitual aire de indiferencia. Llevaba un traje impecable, como siempre, y su expresión era fría, inmutable. Era el mismo hombre que había conocido tres años atrás, pero ahora parecía más distante que nunca, como si una barrera invisible los separara. Andrew se sentó frente a ella sin decir una palabra, y por un momento, el silencio entre ellos fue ensordecedor. Bridget sintió su corazón latir con fuerza en su pecho, pero se obligó a mantenerse firme. No iba a dejar que él la viera derrumbarse. —Bridget, —comenzó Andrew, su voz tan neutral como siempre—. Necesitamos terminar nuestra conversación… Bridget lo miró directamente a los ojos, preparándose para lo que vendría. No iba a mostrarse débil, no después de todo lo que había soportado. —Estoy escuchando —respondió con un tono que intentaba ser indiferente, aunque por dentro estaba temblando. Andrew respiró hondo antes de continuar, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Pero cuando habló, sus palabras fueron como un cuchillo afilado.
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