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Santiago caminó hasta salir del hotel y llegar al Bósforo, esta vez caminó entre las piedras cercanas al río, había salido con pijamas y unas sandalias, no hacía frío, pero un viento fresco comenzó a soplar con fuerza. Pasaba de la media noche. había algunas personas por ahí, pero nadie le prestaba atención. Se sentó sobre las rocas, estaba tan confundido que no podía hilar las ideas con cordura. Su cuerpo seguía preso de aquellas sensaciones, que viajaban a su mente reviviéndolas una y otra vez. «Ni siquiera Megan era capaz de tentarme así» admitió para sus adentros, y se tapó el rostro con las manos, se sentía desesperado y desarmado. No creyó que volvería a amar y ahora ante la evidencia estaba temeroso. De pronto, apareció Allegra, sentándose a su lado, iba vestida con un camisón