—LUCERO— De pronto me sentía en mi cuerpo después de no sé qué tiempo de estar en ningún lado, solo ausente. La fría piedra se pegaba a mi espalda, escuchaba el sonido del agua correr, creo que era un río y el sol estaba a punto de golpear mi cara mientras se alzaba. —¡AAAHH!—solté un fuerte grito cuando intenté mover mis manos y éstas crujieron como si estuvieran rotas, el dolor llegó a todo mi cuerpo y hasta pestañear dolía, era como si mi cuerpo lo hubieran desarmado y las piezas no estuvieran en su lugar. ¿Qué pasaba? ¿Acaso estaba muriendo? Esto no lo entendía. Las lágrimas cálidas bajaban de mis ojos por mis sienes. “Lucero…” —Br—Brais.—solo su nombre pude decir, retorciéndome al intentar mover la cabeza. Comencé a respirar con dificultad. ¿Qué me pasaba? Creo que Brais no e