—BRAIS—
Hacía dos noches desde que encontré a mi pareja, según Artemisa, la bruja que vivía bajo el mismo techo que yo, Lucero era la indicada, la mujer que se sentaría a mi lado y reinaría como mi igual, aunque esa parte aún no me convencía. ¿Cómo una humana insignificante podría señorearse en el reino de los lobos? Pero mas importante, ¿cómo sería capaz, su cuerpo débil y humano, de darme hijos fuertes y una descendencia digna de un Alfa tan fuerte como yo?
Mis dominios se estaban extendiendo y cada vez la manada se hacía mas fuerte, aunque solo unos pocos eran descendientes directos y compartían la misma sangre que yo o mis predecesores, sin embargo, de entre diez de ellos que quedábamos de la línea directa sucesiva al mando, fui yo quien ganó la pelea para convertirse en el Alfa. De eso ya hacía tres años y fue justo ahora, cuando Artemisa dio con mi pareja, después de una larga búsqueda.
¡¿Tenía que ser una humana?!
Yo me esperaba a una fuerte hembra de algún linaje notable, que corriera conmigo por los bosques, me que acompañara cada noche, que se mantuviera a la altura de mis fuertes deseos sexuales.
Pero solo era una humana que no sabía ni siquiera si iba a sobrevivir al vínculo.
Pero Artemisa decía que era una humana especial, y yo confiaba en lo que Artemisa me decía. Gran parte se la debía a ella por estar donde estaba, a pesar de que ella iba en contra de llevar una vida como un humano ordinario, decía que eso me dejaba muy desprevenido y en desventajas.
No era del todo cierto.
Estaba acostumbrado a esta vida, fue donde crecí, a pesar de nacer en el bosque. Mi familia siguió manteniendo su parte humana muy intacta a pesar de su linaje, a pesar de su gran posición en el otro reino, el reino de los lobos. Y yo seguía con la misma línea de ellos, a pesar de que muchos lo veían como una desventaja, para mi era importante mantener en armonía la convivencia entre estos dos mundos a los que pertenecíamos, ni mas de uno, ni menos de otro.
—¡Brais!—la puerta de mi oficina se abrió de golpe, era la voz de Artemisa. Odiaba este lugar, por lo que no podía imaginarme qué hacía aquí.
—Artemisa, ¿qué haces aquí?
—¡Lo siento, señor! Ha burlado la seguridad.—dijo Carla casi sin aliento, era mi secretaria.
—No te preocupes, Carla, la esperaba.—mentí. Siempre autorizaba la entrada de Artemisa, pero ella siempre lucía sospechosa para los de seguridad. ¿Qué le habrá hecho ahora a los pobres guardias? Carla salió de la oficina, cerrando la puerta.—¿Qué pasa ahora?
—¡Ya está! ¡El vínculo está completado!
—¡¿Qué?! No puede ser posible—me puse de pie yendo hasta ella, se supone que había que ver si ella lo aceptaba y después de eso se sellaba mediante el acto s****l, por lo que era imposible que estuviera completado y la aceptación tendría que tardar al menos un mes, ver si ella se resistía a la mordida, si su cuerpo presentaba cambios o incluso enfermaba, teniendo riesgo de muerte. Había un hombre cerca de su casa, vigilándola y según él, ella no salía desde que yo salí de su casa la noche del sábado—. ¿Lo ha aceptado o está completado? Tiene que ser lo primero, dado que no hemos tenido sexo.
—Brais…completado. Está completado. Esta mañana sentía una presencia extraña en los bosques y trataba de descifrar de qué criatura se trataba, puesto que no era un lobo, no era un intruso y temí que fuera…En fin, después pensé que se trataba de otro brujo. No pude verlo a través de mi esfera, estuve a punto de dirigirme al bosque, hasta que se ha corrido la voz, una mujer estaba en el bosque mientras los Silvery hacían su recorrido. Pensaron que era una humana normal, hasta que…
—¡¿Hasta qué?!—pregunté inquieto —. ¿Qué pasó? ¿La hirieron?
—¡No! ¡Ella los hirió a ellos!
—¡¿Qué?!
—Por…sometimiento. Apolo fue el que mas recibió daño, dado que fue quien intentó herirla. Describe aquello como algo muy similar a tu poder sobre ellos.
—¡No me jodas! Te digo que no se ha completado el vínculo, ¿cómo diablos es posible? ¿Dónde está ella? Ni siquiera…siento que haya sido así, ¿por qué no lo siento?
—Contacté con Sirius.—era quien la estaba vigilando.—Ella no ha salido de su casa, pero yo sentí su presencia en el bosque, los Silvery la vieron, fue real. Y lo que es mas angustiante, estamos a doscientos kilómetros de ella. Está en su casa, ¡¿cómo diablos llegó al bosque?!
—¡¿Y por qué hace uso de mi fuerza si aún ni hemos completado el vínculo?!
—Está completo, está claro que ella te acepta y no ha hecho falta que te acuestes con ella. Pero…sin esa parte, incluso podría ser capaz de elegir a otro hombre, al menos siendo decisión de ella.
—No me gusta esto, Arti, no me agrada.
—Ve con esa mujer, completa el vínculo de la manera tradicional y tráela aquí. No encuentro ninguna explicación para que ella pueda caminar con los lobos solo proyectando su cuerpo. Apolo no solo la vio, él la sintió porque ella lo tocó.
—¿Y si es una maldita bruja?—fruncí mi ceño, valorando esa posibilidad.
—No, no lo es.
—¿Quién me lo asegura?
—¡Yo! ¡¿No te es suficiente?! Además, sea lo que sea, te dije que era especial, aceptaste y viste que ella era apta para ser tu pareja, estabas en tu derecho de rechazarla, pero no lo hiciste. Es cierto que me ha tomado desprevenida en algunas cosas, pero… sabíamos que no era común. Ve a por ella. Obviamente en tu forma humana.
—Llegaré mas rápido por el bosque, me iré con Apolo para que él mismo me explique lo que pasó.
Abandoné la oficina primero que Arti. Algo aquí no cuadraba.
¡¿Cómo diablos ella los sometió de la misma manera que lo hago yo? Pudo haber matado a Apolo o alguno de los otros presentes. Pero ¿cómo era posible que se proyectara justo en nuestro bosque donde estaban los lobos? ¿Era casualidad? ¿Lo hizo a propósito?
Si podía hacer alguna cosa así, quizás era una bruja.
Llegué muy rápido hasta donde los Silvery.
Hicieron una reverencia al notar mi presencia y Apolo fue el primero en ponerse de pie.
—¡Lo siento mucho! No sabía quien era. Estábamos en el bosque y de pronto notamos su presencia, huimos de ella y ya no supimos mas.
—Tranquilo, tampoco es que haya pasado nada grave, no la lastimaron y ustedes no sabían nada. Vamos, tenemos que ir a buscarla.
Comencé a desnudarme y él hizo lo mismo.
Mi cuerpo sufrió la transformación mas rápido que Apolo, comencé la marcha, seguido por él.
El vínculo que compartía con mi manada y cualquier otro integrante que se uniera, se basaba en dominar la mente del otro, esto solo era posible si ostentabas el título de Alfa, , muchos me llamaban Alfa Supremo, pues podía ser capaz de impedir la sublevación de otras manadas y tener la capacidad de controlar el crecimiento de esta, pues cada día se hacía mas grande, otros se nos unían y en su mayoría yo desafiaba al líder y estos terminaban bajo mi mando.
Pero, hasta el día de hoy, nadie había sido capaz de usar el dominio sobre las mentes de los Silvery, quienes eran unos guerreros de lomo plateado encargados de cuidar, servir como guardias, protectores, del Alfa supremo y su descendencia. Una vez que el alfa era elegido de entre ellos, el resto pasaban a ser sus protectores. Era tradición.
Apolo, no solo era un m*****o importante en la manada y mi guardián más cercano, también era un primo muy querido.
Le tenía confianza.
“Tengo una duda, Brais”—me decía ahora que estábamos solos.—“Esa mujer…no era muy normal y estoy casi seguro que podía entenderme.”
“¿Entenderte? ¿A qué te refieres?”
“En esta forma, creo que me comprendía, pero no estoy seguro.”
Eso era probable, dadas las cosas que había hecho Lucero hasta ahora, ya ni sería raro.
“Artemisa dice que te tocó. ¿Sentiste su mano?”
“Si, la sentí. Fue muy real. ¿Qué dice Arti? ¿Tiene alguna explicación?”
“Todavía no”
“Ese vinculo, ¿está completado?”
“Puede ser, dada las cosas que ha hecho, se podría decir que si.”
“Nunca, ni en las historias, los cuentos de los ancianos, jamás había escuchado de una pareja del Alfa que pudiera hacer eso”
“También es la primera pareja humana que ha habido en nuestra manada, a lo mejor tiene que ver con eso, no estoy seguro.”
Apolo se detuvo, escuché como sus patas traseras frenaban con fuerza y mientras yo hacía lo mismo, me barrí de lado, chocando con un árbol que se rompió ante el impacto de mi cuerpo, sacudí las ramas que quedaron sobre mi pelaje y me acerqué a Apolo, el olisqueaba, persiguiendo un olor, ese olor…me llegó, pero era casi imperceptible.
“Está aquí.”—anunció Apolo.—“La mujer está aquí, he notado el mismo olor que antes, es ella.”
Levanté mi hocico y me concentré en este olor tan tenue que se llevaba el viento y lo hacía mas difícil de seguir, pensé en Lucero y el olor se intensificó, al menos para mi, corrí en la dirección donde podría estar ella y Apolo me siguió.
Había un árbol enorme justo donde me detuve, lo rodeé sin dar con ella y entonces me senté en mis cuartos traseros, elevando mi mirada al árbol.
Allí estaba la mujer, sujetada casi a la copa, mirando hacia abajo.
“¡¿Pero qué diablos?!”—rugí enojado.