—LUCERO—
Cuando Brais dijo que vivía con una bruja o que esta me iba a explicar algunas cosas, jamás imaginé que sería una mujer de cabello rojizo, rizado, con un maldito rostro perfecto, lleno de lindas pecas, anchas caderas y pechos firmes y redondos, con una belleza que hasta a mi me pareció atractiva, tan sensual como el pecado más dulce, aunque su mirada era muy fuerte y a la misma vez demasiado sabia. Pero lo que tampoco me dijo fue que sus manos intentarían sacarme de mi cuerpo.
Fue justo eso lo que sentí, que ella me expulsaba de mi cuerpo o al menos lo intentaba, porque peleé con todas mis fuerzas mientras gritaba y llamaba a Brais y a Apolo.
Ahora me encontraba en el bosque, no sabía exactamente donde, pero…estaba sobre un árbol. Me había hecho varios arañazos intentando bajar. Pero nada grave.
No tengo la menor idea de cómo en las veces anteriores había salido de mi cuerpo, pero sé muy bien que en esta salí por miedo, miedo a esa mujer. Fue mi único método de defensa en vista que Brais no aparecía y que Apolo no podía hacer nada.
Esa bruja era muy poderosa, no sabía qué quería de mi o porqué sentía que me sacaba el alma del cuerpo.
Solo pude huir.
¿Por qué siempre volvía a este bosque? Era otro lugar, pero en el mismo bosque que la primera vez. ¿Qué había aquí? ¿Algo me llamaba? Solo había podido proyectarme en el bosque y ni siquiera controlaba el lugar donde iba a aparecer.
Me senté, recostada a un árbol, dado que Apolo o Brais iban a salir a buscarme, eso era seguro. Lo mejor era mantenerme en un solo lugar, de ese modo les sería mas fácil.
Sentía la inquietud de Brais atacarme, estaba preocupado.
“Regresa”—escuchaba su voz, pero apenas era audible. No parecía estar en el bosque.
“¡Lucero!”—este si lo escuchaba fuerte y claro, era Apolo.—“¡Lucero! ¡Lucero!”
No paraba de gritar mi nombre. Sonaba muy desesperado.
—¡Apolo! ¡Apolo!—el bosque era muy espeso, no lo veía por ningún lado, aunque ya escuchaba sus fuertes pisadas.—¡Apolo! ¡Estoy aquí!
Ahora podía ver su plateado pelaje entre los arboles, venía hacia mi con mucha velocidad, esquivando cada árbol en medio. Era impresionante, la velocidad que tomaba, como los esquivada y su hermoso pelaje moverse con el viento contra él. Cuando ya estaba cerca, fue frenando hasta llegar caminando hacia mi.
Extendí mi mano para tocar su cara, pero él se mantuvo lejos.
“Lucero, ¿estás bien? ¡¿Qué te hizo la bruja?!”
—No lo sé exactamente, solo sentí que me quería expulsar de mi cuerpo y luego ustedes no llegaban y el miedo me hizo salir y llegar aquí. Estaba muy asustada.
“Tienes que volver”
—¡Ni siquiera sé cómo! La última vez Brais me ayudó y la primera vez no sé cómo volví, supongo que mi cuerpo solo se agotó. Vamos, vuelve a tu forma humana y ayúdame.
“Yo…—me dio la espalda o la cola, como sea que tenga que decirse. Si se iba su transformación, quedaba desnudo, como la última vez.—no puedo.”
—Ya te vi desnudo, Apolo. ¿Entonces qué? ¿Me voy contigo así hasta mi cuerpo o cómo lo hacemos?
Daba vueltas sobre sus patas, estaba pesando y lo hacía a una velocidad muy rápida, ninguna voz se escuchaba clara en mi cabeza, eran como murmullos.
“Voy a cambiar.”—llegó a esa conclusión, era la más lógica.
Di media vuelta para darle privacidad. Pocos segundo después escuché su respiración y sus pisadas humanas acercarse a mi.
—No te des la vuelta. ¿Qué debo hacer?
—Ahora que estamos aquí, estás desnudo y todo se parece a cuando nos conocimos, hace realmente poco. ¿Qué ibas hacer cuando te convertiste en humano y venías hacia mi, desnudo?
—Yo…iba a….
—¡Solo dilo!
—¡No me des órdenes! Iba a seducirte y acostarme contigo.—comencé a reír, era obvio que era algo así.
—Luego compartirme con los demás. Que atrocidad. ¿Hacen eso con frecuencia o qué?
—¿Crees que con frecuencia llegan mujeres a este espeso bosque?
—No lo creo.
—No hacemos eso, sin embargo, tu olor era muy potente, desde que te olí solo corrí como loco hacia ti. Fue tu olor lo que me llamó. ¿Qué tengo que hacer para que regreses?
—Supongo que lo mismo que Brais. Me tomas en brazos y me hablas mientras yo pienso, eso fue lo que hizo. Una pregunta mas, ¿qué es eso que sientes? Esa unión hacia mi, ¿es como la que tengo con Brais? El vínculo que el creó.
—El vínculo tuyo y de él no lo creó Brais, solo…unió lo que estaba predestinado a pasar.
—No lo comprendo del todo.—me di la vuelta. —¿Dices que en algún momento iba a encontrarme con él?—mis ojos se concentraban en su cara, amenazando en posarme en sus anchos hombros cubiertos por su cabello alborotado.
—Digo que eres su otra mitad.
—¿Y si él no es mi otra mitad?
—No hay varias mitades, Lucero. Solo dos. Tu alma gemela, no pueden haber tres iguales, solo dos. El destino las une de una manera o de otra.
—¿Tienes tu alma gemela?
—Supongo que la tengo, pero aún no la encuentro.
—¿Siempre se encuentran?
—No hay un tiempo para eso. Puedes encontrarla mientras estás joven o no. Es raro que el destino no los una, muchas veces ni se buscan, solo…aparece frente a ti, como por arte de magia.
—¿Y si tu alma gemela no te elige?—Tenía tantas dudas que todo parecía una locura, mi cabeza estaba llena de preguntas.—¿Qué pasa si mi otra mitad no es lo que yo esperaba o desafío al destino y no me quedo con él? A lo mejor esa persona es mi alma gemela pero no el amor de mi vida. ¿Han habido casos?
—Hubo uno, solo fue una tragedia. Al final el lobo murió, casi se vuelve loco y luego solo murió, su alma sufría al ser rechazado por su otra mitad y eso no es algo que se soporte o se tome bien. No es fácil de afrontar. Fue un caso muy cruel en nuestra manada, lo peor que le puede pasar a un lobo.
Eso era algo triste. Pero también complicado.
—Entonces, si nuestro vínculo no es como el de Brais, explícamelo. ¿Qué es lo que sientes?
—Tiras de mi, hacia ti, con mucha fuerza. Es justo lo que siento, no hay mejor descripción, intento resistirme, pero me duele la cabeza y tengo que estar cerca. Como si me necesitaras. Es extraño.
—Yo siento cosas que vienen de ti, no tan fuertes como las de Brais, se que soy nueva en todo esto, pero siento cosas de ti. ¿Sientes algo proveniente de mi?
—Solo tu llamado. Como te dije, no creo que sea lo mismo que con Brais, creo que solo me has elegido como tú guardián. No encuentro otra lógica de lo que está pasando. Sin embargo, lo averiguaremos.
Bajó un poco de sangre de mi nariz hacia mi labios, Apolo tomó mi espalda, mi rostro e inclinó mi cabeza hacia arriba, deteniendo el sangrado.
—Supongo que es un aviso de que ya tengo que regresar. —Deslizó su mano mas abajo y me tomó en brazos. Cerré mis ojos en intenté concentrarme.—Voy a intentar decirte algo.
—¡No! Solo intenta regresar, esto puede ser peligroso.
De igual modo cerré mis ojos, me concentré pero no en regresar. Apolo estaba muy cerca y yo sentía cosas, cosas extrañas.
“Levanta un poco mas mi cabeza.”—intenté decirle, a lo que su mano subió a mi cabeza y la dejó mas elevada. Abrí mis ojos y él estaba mirándome, tan asombrado como yo.
—Dime que moviste los labios al decirme eso. Lucero, dilo.
—No, no lo hice. Intenta decirme algo.
“No puedes tener dos mates, solo soy tu guardián.”
—¿Y si no es así?—pregunté, lo había escuchado fuerte y claro pero sus emociones no las sentía tanto, había algo que las bloqueaba, solo tenía la comunicación, nada mas.
—Lucero, tengo que hablar con Brais, solo…regresa a tu cuerpo, por favor.
“Está bien.”
—¡Usa tu voz!
—¡Está bien! ¡Tampoco te alteres!
Pensé en mi cuerpo, en la casa de Brais, en la bruja, en el bosque y luego en mi cuerpo, mi cuerpo se fue hundiendo y por un momento vi la habitación donde estaban ellos dos, me vi en la cama y luego estaba dentro.
Abrí los ojos con cuidado.
Ya estaba de regreso.