Ana
Colágeno, sí claro.
Estaba segura de que nada bueno podía salir de mi encuentro con Patrick, el niño con el que mi madre y hermana me habían conseguido una cita, joder, nunca me había sentido tan fuera de lugar, me sentía observada, avergonzada y con ganas de que la tierra me tragase.
— Entonces lo que tienes que hacer es cumplir misiones - mueve la mano - Pasas los niveles y luego ganas distintos premios - sonreí.
— Suena interesante - murmure mientras me tomaba de un solo trago el Martini que acababa de pedir.
— Es muy bueno, yo me grabo mientras lo juego, la gente lee y me pagan por subir contenido - sonrió satisfecho.
— Eres uno de esos famosos youtubers - afirmó.
— Sí, tengo billones de visitas en línea - sonreí.
— ¿Estudias? - negó y se tiró hacia atrás.
— Eso de estudiar no es lo mío, tantas horas sentado, leyendo alguna porquería, no necesito eso para vivir - movió la mano - Tengo una casa, trabajo, qué más quiero - abrí la boca y la cerré.
No tenía sentido ponerme a discutir esto con él, no es como si fuéramos a tener una relación, ni por un millón de dólares y todo el oro del mundo, no importaba si este puberto tenía al mismo Godzilla entre las piernas, jamás podría tener una relación con alguien así, con nadie, había cumplido mi cuota diaria con los hombres con mi ex.
— ¿Tú? - lo mire mientras dejaba la copa vacía - ¿A qué te dedicas? - oh bueno.
— Soy arquitecta, paisajista y decoradora de interiores - levante la mano al mozo y señale la copa. - Hago las tres cosas.
— ¿Los arquitectos ganan bien? - arquee una ceja.
— Supongo que lo que les corresponde - lo observe - ¿Por qué? - subió sus hombros.
— No sé, curiosidad, yo no podría pasar tanto tiempo mirando planos o armando modelos a escalas de casas - mordí mi labio.
— Sí, supongo que es para algunos - el barman me entrego el trago y guiño un ojo - Gracias - sonreí.
— Está coqueteando contigo - Patrick observo al barman.
— ¿Ah sí? - me hice la desentendida.
Tenía su número desde la primera copa, antes de que mi chico colágeno llegara, su número y el del hípster, no tarde mucho en conseguirlos, pero eso no era algo que tenía que saber mi cita, lo único que tenía que tener en claro Patrick es que le absorbería la juventud como el dementor de Harry Potter, lista para arrebatarle años de vida y unos orgasmos.
— Sí - subí mis hombros.
— No le he prestado atención - lo mire - Mira Patrick te seré honesta - acomode mi cuerpo - No me interesas para una relación, ni quiero conocerte - sus ojos se abrieron - Solo estoy buscando pasar el rato, la noche, quiero follar, luego tu a lo tuyo, y yo a lo mío.
Una sonrisa socarrona ocupó sus labios antes de que sus ojos brillasen, el sujeto a mi lado murmuró un que suertudo, quería decirle que probablemente, porque no estaba segura si alguna vez había sacado a pasear a su pajarito, pero se suponía que los jovencitos te follaban como animales en celo, eso necesitaba ahora, alguien que satisficiera mis necesidades y ya, cómo Ron.
Oh Ana no vayas por ahí.
— ¿Estás dispuesto o no? - me apresure - La verdad no tengo toda la noche - mire mi copa vacía y saque unos cuantos dólares.
— Claro - se levantó.
Lo seguí hasta afuera, tengo que admitir, más allá de lo insulso que se me hace personalmente, físicamente no estaba nada mal, tiene buen cuerpo, si lo miramos del cuello para abajo, músculos, altura, ojos cafés y largas pestañas, lo malo, seguía con cara de niño, estaba tentada a pedirle su identificación, solo para asegurarme que no sea un niño, Mateo no estaría feliz con el papeleo.
— ¿Vamos a tu casa? - habla y me freno - En casa está mamá… - lo miró.
— ¿Se está quedando contigo? - pensó un momento.
— No, yo vivo con ella, es su casa y no me deja llevar mujeres - abrí la boca de nuevo y la cerré.
— Vamos a un hotel - suspiro y camino hasta la camioneta familiar.
Ni loca lo llevaba donde dormían mis hijos, por más que ahora estuviera transitoriamente con mi madre, viviendo sola tampoco lo haría, bajo ningún concepto. Nos subimos y le di las indicaciones hasta un motel a mitad de camino, de ahí podía irme a casa luego de que esto acabará.
Revise mi móvil, mamá me avisaba que los chicos estaban dormidos y yo que no llegaría muy tarde, dijo algo de no volver a dormir, pero la ignoré, no me quedaría con este chico.
Ni en mis más profundos sueños.
Para mí fortuna o asombro, el nene “mamá no permite chicas”, p**o el lugar y compro preservativo, entramos en la habitación y tiré mi cartera en un costado, sus ojos brillaron y sonreí seductoramente mientras me sacaba la parte de arriba dejando mis senos al aire, tomo aire y camino hasta quedar frente a mí.
Su mano me toco con cuidado y ¿miedo? Cerré los ojos y espere que algo pasara, pero no, las sensaciones no llegaban, me beso con necesidad y comencé a motivarme, le saque la remera, pase mis uñas por su pecho y despedí sus pantalones.
Tuve que luchar contra lo que veía, esto era una jodida broma, me subió una ceja orgulloso de su cuerpo, uno que estaba segura que obtenía por anabólicos. Me empujo en la cama y saco mi ropa, estaba mentalizándome, el tamaño no importa, si el chico se mueve bien, las cosas funcionan, las cosas pasan.
Se coloco el preservativo y lo observe, no había juego, no había toqueteo, ni siquiera un pequeño roce de dedos, nada, yo no iba a hacer nada, no pensaba gastar energía en meter aquella pequeña cosa en mi boca, sería como una paleta pequeña.
Me giro brusco y dio una cachetada en el trasero, apretó los dientes molesta y así sin más lo “tenía” dentro de mi cuerpo, sus movimientos eran rústicos, pero de una forma horrible, casi robótica, se movía como si fuera su jodida primera vez.
Me apoyo su mano en mi espalda y volvió a jugar dentro de mí con fuerza, me concentre en lo que hacía intentando captar todas las sensaciones, sensaciones que no llegaron, nada llegaba, solo su cuerpo moviéndose tosco, los golpes en mi cuerpo.
Me trate de imaginar otra situación, el placer de aquello, baje mis manos hacia mi sexo y trace círculos, la imagen de Ron embistiendo por detrás llego, suspire y…
No hay movimiento, no se mueve.
Se corrió y tiro en la cama, su pecho subía y bajaba, puso su mano en el abdomen y me miro.
— Estuvo bien ¿No? - parpadee y observe el preservativo.
— Aja - me levante y busque la ropa.
— ¿Te vas? ¿No quieres segundo round? - oh, dos milisegundos en la nada, no gracias.
— Mañana trabajo temprano - sonreí - Suerte con los videos juegos - moví la mano.
— Te llevo… - se levantó.
— ¡NO! - lo pare. - Gracias, pero no - carraspeo - Chau.
Salí más rápido de lo que entre, fui a la recepción, pedí un coche con el hombre que estaba ahí, mis ojos estaban en la calle, observando todo.
— ¿Segura que no prefieres quedarte? - el hombre transpirado de la recepción subió las cejas.
— No, no quiero - mire afuera - Espero afuera.
Salí de ahí directo a la orilla de la calle, mis ojos estaban en el camino, buscando el maldito taxi que llegaría en menos de veinte minutos. Mentirosos. Mi teléfono sonó y lo saque mirando el número de la pantalla, el nombre de mi ex marido apareció y mis terminaciones nerviosas reaccionaron.
— Hola - atendí algo incómodo.
— Bien, tienes el divorcio, fui considerado a pesar de que te has ido sin mi permiso, has secuestrado a nuestros hijos - tomó aire - Fui un esposo considerado.
— Ex- marido, ya no somos nada - mire el camino - ¿Qué quieres?
— Mira Anastasia, puede que lo haya firmado, pero eso no quita que sean mis hijos, quiero verlos, quiero que los traigas, tengo reuniones todo este mes y lo sabes, quiero pasar tiempo con mis hijos, vuelve a Canadá por favor - mordí el interior de mi mejilla - Puedes vivir en otra casa, pero quiero a mis hijos cerca, trae a toda tu familia si lo quieres - mire de nuevo el camino.
— No voy a volver, no me vas a dejar traerlos de nuevo, se lo que tratas de hacer - se quedó en silencio y luego un estallido sonó.
— ¡Son mis hijos! - me estremecí - He sido considerado contigo ¿No lo he sido?
— Golpearme es ser considerado - mis ojos se llenaron de lágrimas
— Solo te daba lo que merecías, sabes que las mujeres tienen que mantener un código, tener ciertos parámetros de educación, tú no lo cumplías, luego trajiste a la abominación de hermana que tienes - mis dientes rechinaron.
— No vuelvas a hablar de ella, te lo he dicho antes Carl, con mi familia no te metas - mi tono de voz fue seco y cortante.
— Por estas contestaciones es que recibías tus castigos cariño, solo muestro un punto - volvió a quedarse callado - Estoy en casa, quiero ver a mis hijos, tráelos a Canadá pasado mañana o Ana… - esperé que hablara - …Iré a la policía a ser la denuncia de secuestro, es tu última oportunidad - cortó.
— Hijo de puta - mire mi móvil y un auto paró a mi lado.
Lo ignore y me aleje un poco, la puerta del conductor se abrió y me puse alerta, mi mano estaba en el gas pimienta mientras recordaba las clases de defensa personal que tome para ayudarme con mi ex, unas que nunca puse en práctica, porque me tenía tan jodida que no respondía cuando aquello pasaba, solo me paralizaba.
— ¿Qué haces aquí? - me tensé y miré al hombre del otro lado.
— Espero un taxi - miro al motel - ¿Tú? - cruce mis brazos.
— Voy a casa - tomó aire - Sube - negué.
— No es necesario - relamió sus labios.
— Anastasia, sube al coche, no voy a dejarte a esta ahora aquí en la nada - apreté los dientes - O subes, o te subo - camino para rodear el coche.
— ¡Bien! - levante las manos y abrió la puerta - Molesto.
— Histérica - abrí la boca y se rio mientras volvía - ¿A la casa de tus padres? - lo observé de reojo.
— Sí - me coloque el cinturón y él arrancó - Esperaba el coche - murmure.
— No le hará mucha diferencia - el olor de su perfume ocupaba todo el lugar. - Ahora dime, ¿Quién es el imbécil que deja que te vayas sola a esta hora de la noche? - eleve una ceja.
— ¿Estás tratando de averiguar si me acosté con alguien? - lo observé y él a mí por un momento.
— Solo tengo curiosidad - subió los hombros - Al parecer te gustan idiotas - sonreí con inocencia.
— ¿Tú estás incluido en ellos? - junto sus cejas y me reí.
— Bien jugado - señalo con el dedo - Pero no dejaría que te fueras sola de noche.
Me quede callada y mire para la ventana, mi celular sonó y lo tomé, otro mensaje de Carl, la ubicación de nuestra casa apareció en tiempo real, junto con otro mensaje “Por si se te olvido donde vivimos, será mejor que no me tientes”. Lo guarde incomoda sintiendo como el aire comenzaba a faltarme, Ron me observo mientras bajaba el vidrio y respiraba profundo.
— ¿Qué ocurre? - su mano toco mi muslo y me tense - Ey, tranquila - levanto la mano - No te hare nada - negué - ¿Qué pasa? - no respondí - Ana - suspire.
— Carl me llamo, me dijo que volviera a Canadá o hará la denuncia por secuestro, me quiere allá pasado mañana - apretó mis dientes - Pero no puedo, yo no - comencé a hiperventilar.
El vehículo se frenó y sus manos tomaron mi rostro haciendo que lo mire, mis ojos llorosos parpadearon intentando enfocarlo, estaba haciendo el ridículo frente a este jodido espécimen, el mismo que estuvo en mis sueños húmedos.
— Respira conmigo - tomo aire - Es un ataque de pánico, solo eso - seguí sus indicaciones.
— ¿Cómo lo sabes? - consulte e hizo una mueca.
— Me ha pasado algunas veces - suspire - ¿Mejor? - afirme.
— Sí, gracias - me aleje.
— ¿Qué te da miedo? - mordí mi labio - ¿Piensas que te va a volver a golpear? - afirmé.
— O matarme - mire mis manos - No puedo volver - negué.
— No lo harás, el caso está con nosotros también, el FBI protege a los niños, tranquila - acaricio mi mejilla - No les pasara nada.
— Gracias - murmure y lo observe.
Nos quedamos los dos en silencio, mirándonos por un rato, sus ojos verdes parecían querer analizarme, pero yo no quería que lo hiciera, mis barreras estaban levantadas hasta el tope, no le permitiría que viera dentro de mí, jamás dejaría a ningún hombre pasar.
— ¿Podemos seguir? - murmure y se alejó.
— Claro.
Sus cejas se juntaron confundido, pero no dijo más nada, cuando llegamos a la casa de mis padres saque mi cinturón y lo observe, no sabía cómo recordaba donde vivían, estaba segura que solo vino una o dos veces, después fui yo.
— Gracias - me observo de nuevo.
— Trata de no salir con idiotas - sonreí de nuevo.
— Yo no salgo con idiotas - me gire un poco para quedar frente a él - No busco parejas Ron, solo sexo, casual y sin compromisos, algo de una vez - subí mis hombros - Así que tranquilo, que no salgo con gente, me la follo y ya - me acerque y deje un beso al lado de sus labios - Igual que lo hice contigo. - se quedó quieto mirándome mientras abría la puerta y bajaba.
— Pero no quieres repetir - me apoye con el brazo en el techo y baje para mirarlo.
— Yo no repito Ron, es lo mismo que tú haces con las mujeres, deberías entenderme - cerré la puerta y se rio.
— Oh Ana, volverás y la próxima vez será en mi cama - solté una carcajada.
— Quiero ver como lo intentas - le guiñe un ojo por sobre mi hombro. - Buenas noches Ron, espero que sueñes conmigo.
Entre en la casa y cerré la puerta, su auto quedo un rato más afuera antes de irse, suspire y apoye la cabeza, la luz se prendió, mi hermana y mamá estaban en el sillón.
— ¡Joder! - lleve la mano a mi pecho.
— ¿Y qué tal fue? - gruñí.
— La peor cita de mi vida, la tenía chiquita y duro dos segundos - lloriquee y ellas se rieron.
Increíble forma de absorber colágeno, sí... claro.