Ron
Me encuentro observando el techo de mi habitación, la deje hace al menos una hora y no paro de pensar en ella, me pase todo el día tratando de calmar mi enojo, la necesidad de meterme en aquella cárcel y tomar venganza por mano propia, no me interesaba perder todo por lo que había peleado, no me importaba volver a quedarme en la nada y mucho menos terminar tras la rejas, no iba a permitir que aquel sujeto saliera de prisión, me negaba a que aquello ocurriese.
Las imágenes vuelven a mi cabeza, una tras otra, la llamada que recibí aquella noche, cuando según yo estaba a punto de atraparlo.
— Hola - conteste luego de que me llamaran unas seis veces.
— Me complace saber que eres alguien responsable con su trabajo, odiaría saber que dejas misiones para atender llamadas - la voz ronca del otro lado me deja helado.
— No entiendo de lo que hablas “H” - mire a mis compañeros.
— Oh, seguimos en eso de trabajo contigo - escuche sus pasos - Sabes… puede que tú me atrapes algún día, que me metas tras las rejas, quizás, si eres un poco más rápido que yo, lo hagas - chasqueo la lengua. - Puede que lo logres, pero puede que no - suspiro.
— No sé de qué hablas - me acomode mientras hacía señas
— Oh agente Fuhrman, no finjamos más - levanté el puño - Hablo de usted, rodeando uno de mis lugares, con todos sus compañeros, pensando que todos estaremos - abrí mis ojos - Veamos ¿Cuánta gente está dispuesta a perder? - me levante y silencie el micrófono.
— ¡Aléjense! - mis hombres comenzaron a correr y volví a poner el micrófono.
La explosión llegó, nuestros cuerpos fueron arrasados por la onda expansiva, mis oídos pitan mientras las llamas cubrían el lugar, acababa de tendernos una trampa, me envió donde sabía que no podría hacer nada.
— Te voy a matar hijo de puta… - gruñó
— Oh, por cierto, alguien quiere saludarte - me levante adolorido - Ron - su voz llena de pánico llego - Tiene un arma, él - sollozo - …Te amo, te amo mucho - el nudo en mi pecho me detuvo.
— Nena - jadee.
— No te preocupes por mí, no tengo miedo, voy a estar bien, tienes que seguir ¿Sí? - James se paró a mi lado…
— Voy para allá, no te preocupes, vamos… - el disparo me dejo a medio hablar y ella lloro.
— Oh, mira se aguanta el dolor para no preocuparte - la voz asquerosa de “H” llego - Sabes, el disparo fue en su pierna, pero ella aguanta, cada vez que la lastimo, me mira a los ojos, se mantiene firme - comencé a correr a uno de los autos.
— Yo manejo - James me empujo y subí.
— Tengo que admitir que sabes elegir mujeres - callo - Es muy hermosa…
— La tocas y te mato, le pones un asqueroso dedo tuyo y te perseguiré hasta el infierno - gruñí.
— Tranquilo, todavía no me interesa tomar mujeres contra su voluntad, pero Ron, no llegaras a tiempo, es más, ya se acabó. - otra detonación llego.
Mi mundo se paralizó aquel día, algo en mí se murió, las cosas cambiaron de una forma casi agonizante, el dolor había comenzado a formar parte de mi vida desde ese momento, cada fibra de mi cuerpo dolía agónicamente, mis manos no seguían a mis pies mientras corría a la casa, mientras la policía cercó el lugar porque algún vecino llamó por los disparos, al menos eso me entere mucho después.
Su cuerpo estaba todavía en el suelo, la sangre ocupaba toda su figura, las marcas de tortura en sus brazos, la bala en la pierna, sus ojos abiertos, pero apagados, eran un pozo sin vida, uno que todavía veía al cerrar mis ojos.
Todavía observaba su mirada apagada.
Los golpes en la puerta me hicieron suspirar, me levanté de mala gana, llevando solo mis bóxer puestos, no tenía ánimos de nada, el único momento en que si lo tuve fue cuando ella estuvo en mi auto, Ana.
La pelirroja provocaba varias emociones que no lograba comprender del todo, quizás era la forma desinteresada en que me miraba o lo misteriosa que se veía, ella resultaba ser un soplo de aire puro en mi vida, me hacía sentir vivo.
Abrí la puerta y arqueé la ceja.
— ¿Qué haces aquí? - gruñí mientras miraba su cabellera rubia.
— Me dijiste que tendríamos una noche - movió las cervezas en su mano y la comida.
— No era una cita Prescott, era follar y listo, tú te ibas y yo me quedaba tranquilo - sus cejas se juntaron.
— Estas siendo un cabrón - empujo la puerta y paso.
— Claro, es tu casa - la cerré.
— ¿Qué te pasa? - cruce los brazos.
— Mira, eres divina Maggie, pero solo eso, ahí queda todo, no me interesas, no quiero una relación contigo, ni ahora, ni en diez años - sus ojos se llenaron de lágrimas - ¿Vas a llorar? - negué.
— Eres un hijo de puta - pase las manos por mi rostro.
— No, no lo soy, cuando empezamos esto, te dije, es solo follar, joder - camine al otro lado - No puedo creer que tú me hagas estos desplantes, sabes lo que paso - grito.
— ¡Fue hace años! - sus manos se elevaron - Olvídala de una puta vez - me quede quieto. - No es como si fuese la gran cosa, ya no está, se murió, la mataron - apreté mis dientes.
— Largo - señale la puerta - Ahora - sus ojos se abrieron.
— Ron, no… - se acercó y me alejé.
— ¡LARGO! - gritó y saltó en el lugar - Desde ahora soy agente Fuhrman para ti - Su labio tembló.
— Ron yo no quise… - se acercó.
— No vuelvas a hablar de ella, nunca más en tu vida - me acerque a ella - ¿Entendiste? – afirmo - Ahora vete y no vuelvas a molestarme - camine a la puerta y le abrí.
— Ron… - susurro.
— Vete, ahora - señale afuera y suspiro.
— Lo siento - la ignore.
Cerré de un portazo y volví a la cama, mi humor estaba mucho peor que antes, no quería recordar nada más, solo quería dormir, pero solo me encontré pensando en Ana, mi mente parecía querer distraerse con ella, ella y sus malditas citas que la llevaban a acostarse con idiotas que la dejaban esperando a la orilla de la ruta, idiotas como Pickman.
Me senté y fui directo a mi estudio, abrí la laptop, me serví una medida de whisky y abrí el navegador, tecle el nombre de su próxima cita Rick Pickman. Las imágenes del sujeto llenaron la pantalla, mariscal, millonario, cabello color arena, ojos oscuros, musculoso y un jodido mujeriego, en los últimos seis meses se lo había visto con más mujeres que anotaciones en el campo.
— Imbécil egocéntrico - seguí tecleando - Vaya, eres bastante superficial - tomé café.
Las imágenes pasaban, los escándalos, uno por uno ocupaban mi pantalla, vi cada pequeño detalle. Tome mi móvil, y envíe un mensaje.
Yo: “¿Estás despierto?”
Aarón: Sí, terminó unos proyectos de la universidad - junté mis cejas.
Yo: ¿No eres muy chico para la universidad?
Aarón: Soy un genio idiota, adelanto todo, siempre - rodé los ojos - ¿Qué necesitas? ¿Qué tengo que hackear? - dude en decirle un momento - Ron…
Yo: Quiero que me averigües dónde tiene reserva Rick Pickman - apareció escribiendo y luego se frenó.
Aarón: ¿El jugador? ¿Eres acaso un fanático acosador? - suspire.
Yo: Soy de San Francisco - fue lo único que dije.
Aarón: Este es el famoso baja bragas del que hablan mis hermanas, el amigo de Nathan y… joder, es por Ana - gruñí.
Yo: Solo averígualo.
Aaron: Ya lo tengo, pero no diré nada hasta que no me digas por qué es…
Yo: Bien, quiero interrumpir todas las citas que tenga Ana de ahora en adelante.
No pensaba darle más detalles, no quería que supiera lo que tenía en mente, solo lo justo y necesario para obtener la información que necesitaba en este momento, esa que me diría donde ir y me dejaría planeando todos estos días los pasos a seguir.
Mi teléfono sonó y atendí automáticamente.
— Si yo te paso esta información, tú tienes que prometerme que me darás la información que necesito para ganar las apuestas. - me quede en silencio.
— ¿Hay apuestas? - consulte un momento después.
— Siempre las hay, ya deberías entenderlo, llevas bastante tiempo con nosotros - carraspeo - Ahora tengo que advertirte - subí mis cejas.
— ¿Qué? ¿Está loca? - me reí, pero él no.
— Dos cosas, puede que Ana sea algo intensa, pero es de mi familia, no puedes decirle loca - junte mis cejas - Y otra cosa, como es de la familia, te digo, estas entrando en un lugar peligroso, uno donde tu corazón va a entrar en juego ¿Estás seguro?
— Aarón, no me voy a enamorar de ella, no quiero hacerlo, simplemente quiero pasar el rato - suspiro.
— Puede que ella no sea una Hamilton, pero todos en la familia tenemos algo en común, por algo nos relacionamos, Ana, es muy parecida a Barbie, siempre lo fue, aunque aquel sujeto se haya encargado de matar esa parte suya, sigue estando ahí y te lo advierto Ron, vas a terminar con los sentimientos encontrados, vas a estar en una encrucijada donde vas a tener que tomar una decisión, si la lastimas, te la veras con todos nosotros, ella no puede sufrir más. - suspiro.
— Ella misma dijo que no quiere una relación… - recuerdo sus palabras.
— Primero, ¿qué mujer que pasó por lo que ella pasó querría una? - pensé un momento.
— Ninguna.
— Exacto, tú más que nadie deberías entenderlo, ella está cuidando su corazón y a sus hijos, tienes que tener en claro que tiene hijos. - rodé los ojos.
— No me digas, pensé que los niños a los que entreviste eran una especie de fantasma - el sarcasmo afloro.
— Tú vas a pasar a ser fantasma como los lastimes, cuando veas que esto se sale de las manos te alejas, aunque por tu comentario anterior.
— ¿Mi comentario anterior? - carraspea.
— Exacto, lo que nos lleva a mi segundo punto, nadie que quiere solo follar se lamenta porque la mujer solo quiere sexo - abrí la boca y la cerré.
— ¿Tercero? - consulte tranquilo.
— Las mujeres de nuestra familia llegan a reparar, sanan todo lo que está roto - se quedó callado - ¿Estás preparado para que eso ocurra? – me quede callado – Ron…
— ¿De qué hablas? Aarón no se porque te digo esto, pero es solo pasar el rato, los dos lo tenemos claro, no vamos a ponernos en plan romántico, solo divertirnos – quedo callado un momento.
— Para ser que solo quieres divertirte estas poniendo mucho ímpetu en ello, creo que lo ideal seria que aceptaras que no te conformaste con una sola vez y quieres más – se rio – Es lo más honesto para todos, sobre todo para ti – rodé los ojos.
— No es lo que paso – chasqueo la lengua.
— Bueno fingiré que te creo, pero te advertire que lo que empieza de esta forma termina mal, dicho esto – mi celular vibro – Ahí esta su agenda, donde estará durante todo el mes, quiero detalles, los importantes, no como te la follaste, eso es asqueroso – comencé a reir.
— Bien, quieres saber si salimos y si algo pasa entre nosotros – chasqueo la lengua.
— Solo quiero que me admitas cuando te enamores de ella – resople.
— Eso no va a pasar – respondí.
— Bueno, sí tú lo dices – su sarcasmo afloro – Disfruta la información, nos mantendremos en contacto – estaba a punto de colgar – Y Ron, yo siempre me entero de todo, así que no mientas, porfa – suspire.
— Ok.
Sabía que era mejor llevarla por las buenas, Aarón no me dejaría pasar tan rápido el asunto y lo necesitaba para tener su ubicación y hacer mis planes, no podía simplemente obviar eso, yo necesitaba que ella estuviera bajo mi radar.
Sería una vez más y ya, solo una vez.
— Son las ganas, cuando la pruebes de nuevo se pasará.
Me lo repetí como un mantra mientras me iba a la cama, dos días después estaba entrando en el lugar que reservo Rick Pickman, un lujoso restaurante en la parte baja de el hotel donde se hospedaba, seguramente esperaba llevarla a su suite después de terminar, pero ella no llegaría, claro que no.
Me acomodé en mi reserva con mi traje a medida y pedí una copa, estaba cenando solo pero no me importaba, tampoco a la camarera que me hacía ojitos, sin embargo, yo solo miraba a la mujer con vestido color petróleo que entro por la puerta, el escote en “v” llegaba hasta donde terminaba su esternón, su cabello rojo estaba suelto y salvaje, llevaba poco maquillaje y tajo en la pierna derecha hasta mitad de su muslo.
Se me seco la boca mientras la veía contornearse, no era el único que estaba así por ella, la mayoría de los hombres la miraban atentos mientras ella caminaba, el imbécil se levanto y ella sonrió, acomodo su mano en su cadera posesivamente, como si fuera un maldito trofeo y no su cita.
— Ana, hermosa como siempre – le acomodo la silla - ¿Cuánto tiempo ha pasado? – se sentó frente a ella.
— No lo sé, doce años – murmuro. – Es cuando te vi por última vez – sonrió y miro la carta.
— Me rechazaste aquella vez – le recordó y sonreí con la copa en mis labios.
— Detalles – movió la mano.
— Buenas noches, ¿Qué desean ordenar para beber? – la observe mirando la lista.
— Vino tinto, el mejor que tengan – respondió sin dejarla contestar ni elegir.
— En un momento – dejo la carta con una sonrisa falsa.
— Veo que no has cambiado nada – cruzo sus brazos.
— Me mantengo.
Quise reírme a carcajadas, ella no lo estaba elogiando, pero él no se daba por aludido, el vino llego y les sirvieron, Ana tomo la copa mientras hablaba y sus ojos se posaron en mí.
Levante mi vaso en forma de saludo y entrecerró sus ojos mientras me analizaba.
Bebí tranquilo y termine mi comida, volví a servir mi copa mientras esperaba que ella hiciera lo que la mayoría de las mujeres hacen, ir al baño cuando tienen una mala cita.
Su cuerpo se movió y se levantó, sonreí triunfal y me levante, le deje la tarjeta al mozo para que me cobrase y le encargue un Martini seco para cuando volviera.
— ¿Le digo algo en especial? – sonreí.
— Solo que se la dejo el caballero de la mesa inclinada a la suya – carraspeo - ¿Puedo usar su baño mientras cobran? – afirmo.
— Por ahí señor.
Sonreí triunfal, no se escaparía, claro que no.