—Lo haré—, le digo, y lo beso de nuevo. Diviertete esta noche. —Sí—, hace una mueca de disgusto, —eso no sucederá—. —Aléjate de la rubia con la nariz deforme—. Trato de sonar casual cuando lo digo, pero la preocupación se filtra en mi tono. Adam se ríe a carcajadas y niega con la cabeza. —Cabe mencionar que fuiste tú quien le deformó la nariz—, observa. Debo admitir que fue un chiste bastante bueno. —Se lo merecía.— Me encojo de hombros. Lo haría de nuevo si pudiera. Sus cejas se levantan con incredulidad, pero no ha dejado de sonreír. —Resultas ser más violenta de lo que esperaba—, bromea. —Ahora sabes lo que representa si te metes conmigo —bromeo mientras le apunto con el dedo índice. Intenta morderme, pero retiro mi mano antes de que sus dientes se cierren en la punta de mi ded