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DEMONIO ENCANTADOR

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Blurb

Adam Hughes es peligro puro, cada poro de su cuerpo lo grita, y no precisamente por las escandalosas cicatrices en un lado de su cara.

Es el tipo de persona con la que no quieres involucrarte porque sabes, sobre todo, que te destrozará. Es el tipo de hombre que guarda una cantidad aterradora de secretos lo suficientemente inquietantes como para que quieras huir de él lo más rápido posible. Es el tipo de hombre que es capaz de hacerte tocar el cielo con un beso...

Sé que tengo que poner toda la distancia posible entre él y yo porque su mundo acabará con el mío si no pongo fin a lo que siento..., pero no puedo hacerlo. No puedo huir de él. No cuando lo amo como lo hago....

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No llores
"No llores, no llores, no llores, no llores, no llores, no llores...". Pienso, pero no puedo detener el torrente caliente y húmedo de mis lágrimas desesperadas. Se me hace un nudo en la garganta al hacer un recuento mental del dinero que tengo guardado en la cajita de mi habitación. Me aprieto las palmas frías y temblorosas contra los ojos y reprimo un sollozo. Es casi medianoche y no tengo el valor de entrar en el piso donde vivo porque sé lo que voy a encontrar. Sé quién me espera y no estoy preparada para enfrentarme a ello. ..... Estoy acurrucada en el pasillo del horrible edificio en el que vivo, con los ojos fijos en un punto del suelo y un nudo de nerviosismo instalándose en mi estómago. Soy patética. Sé que está sobrio. Sé que no ha tomado ni una gota de alcohol y sé que no hay otro momento en el que le tenga más miedo. Dios sabe cuánto necesito que esté borracho para que no intente pegarme. Para que no intente tocarme..... Mi corazón late furiosamente contra mis costillas y casi puedo jurar que va a abrir un agujero para salir de mi cuerpo. "No llores. No llores. No. Llores..." Cierro los ojos y respiro profundamente. Necesito calmarme. Aliso los pliegues de la camisa blanca perchada que llevo, sólo porque necesito ganar tiempo para armarme de valor y levantarme del suelo. Me limpio la humedad de las mejillas con el dorso de las manos y aprieto las palmas contra las rodillas dobladas en un débil intento de aliviar los temblores de mi cuerpo, pero nada funciona. "Puedes hacerlo, Lucy". Me animo. "Puedes hacerlo. Cómprale una cerveza y enciérrate en tu habitación". Pero sé que no es tan sencillo. No se cansará de un trago. Va a tirar la puerta abajo y me va a hacer daño otra vez. Los moretones que me hizo la semana pasada todavía me manchan la piel de los brazos, pero la hinchazón del pómulo derecho ha bajado considerablemente. Sin embargo, no sé qué voy a hacer para justificar las nuevas marcas en el trabajo. No sé cuánto tiempo más se creerán esa patética historia que me he inventado. ¿La que le digo a todo el mundo que soy el torpe? La opresión en mi pecho aumenta un poco más y me hundo lentamente. No puedo evitarlo. Tampoco puedo pedir ayuda. No puedo hacer nada porque es mi padre. .... Un sollozo sube al fondo de mi garganta. No puedo respirar. No puedo deshacerme del peso que siento sobre mis hombros en este momento. La desesperación es tan grande que apenas puedo soportar estar en mi propia piel. Estoy a punto de reventar. No puedo soportarlo más. No puedo soportarlo más. Voy a perderlo... Los pasos de la escalera me obligan a volver a la realidad. Vuelvo a centrar mi atención en ellos y trato de recomponerme cuando noto que alguien sube las escaleras a paso lento e indiferente. La humillación se filtra a través de mí como la humedad. Intento no levantar la vista, pero la curiosidad es demasiado grande, porque sé de quién se trata. He visto al vecino de arriba muy pocas veces desde que vive aquí. Llegó hace meses, pero no es muy sociable. Apenas puedo ver su espalda mientras pasa junto a mí hacia el siguiente tramo de escaleras. Lleva un gorro de punto en la cabeza, pero algunos cabellos de color caramelo se escapan de la tela y le cubren el cuello y parte del collar. Lleva un jersey de gran tamaño y unos vaqueros ajustados. Es bastante alto e imponente. El tipo no habla con nadie, pero escuché a dos señoras del segundo piso decir que daba miedo. A pesar de su falta de interés por las personas que viven en el mismo edificio que él, puedo decir que le va bastante bien, teniendo en cuenta que pudo permitirse comprar todo el último piso y reformarlo. Es el único inquilino que posee un piso entero en el complejo de viviendas más horrible de toda la ciudad de San Francisco. No entiendo cómo alguien en su sano juicio puede comprar algo aquí. El edificio se cae a pedazos, pero el vecino de arriba invirtió en él. "¿Por qué?" El familiar chirrido de la puerta del piso donde vivo me hace sentir de nuevo terror y me siento lo más rápido posible. Intento poner distancia entre el y yo, pero es demasiado tarde. Mi padre ya está allí y me tira bruscamente de la muñeca. Suspiro y hago una mueca de dolor. Toda la sangre parece haberse drenado de mi cara en un segundo. Toda mi preparación psicológica parece haber sido en vano. Mi mandíbula se aprieta en cuanto veo los ojos enrojecidos que me miran con dureza y furia. Aprieto los puños con tanta fuerza que noto cómo las uñas se clavan en la tierna carne de mis palmas. Un nudo arde en el fondo de mi garganta y el miedo se apodera de mis entrañas con una fuerza abrumadora. Quiero llorar y rogarle que me deje ir, pero estoy congelada de horror. Unos fríos ojos grises me miran fijamente y un escalofrío me recorre la espalda mientras intento deshacer el nudo que se me ha formado en la garganta. Casi podría jurar que estoy a punto de vomitar. La ansiedad que explota en mi sistema es tan grande que quiero gritar. Quiero huir de aquí. Quiero esconderme y no salir nunca. - ¿Dónde has estado? - pregunta, con firmeza. Intento mantener a raya mi nerviosismo, pero es imposible. Estoy aterrado, no es broma. - "Papá..." Le suplico en un susurro. "Aquí no. Por favor, aquí no". ¿DÓNDE DIABLOS ESTABAS? -Escupe en un grito. -¡Funciona! -Silbo preocupado. -¡Sí, lo hace! ¡No verás mi estúpida cara! -¡Necesito dinero! ¿De dónde demonios has sacado el dinero, Lucy? -tartamudeo e intento deslizarme entre su cuerpo y el marco de la puerta, pero él golpea la madera con fuerza para impedirme el paso. Las alarmas se disparan en mi cabeza, pero me obligo a mirarle a los ojos. Si buscas el dinero que había en la caja de música de tu habitación, ya no está", dice con una sonrisa pícara. Me lo devolvieron hace unos días. "Oh, mierda..." Ese era el dinero del alquiler. Era todo el dinero que tenía. "¿Qué voy a hacer ahora?" Valor mezclado con miedo y ansiedad. -'No tengo más', mi voz es temblorosa y ronca. Entonces me tira bruscamente y mi pecho choca con el suyo. Sus manos agarran mis bíceps y su agarre es tan fuerte que duele. El asco y la repugnancia me inundan por completo al sentir su aliento caliente y venenoso en mi mejilla. Quiero gritarle que me suelte, quiero poner distancia entre nosotros, pero estoy congelada en el sitio. - "Lo siento", dice una voz tranquila, ronca y erizada detrás de mí. En ese momento, la mirada de mi padre se fija en un punto detrás de mí, y aprovecho su distracción para alejarme un poco. Retrocedo unos pasos, cuando de repente mi espalda choca con algo cálido y suave. Mis ojos se cierran ante el mero contacto, y siento que la vergüenza se apodera de mi cuerpo. Quiero cavar un agujero en la tierra y meterme dentro, para no volver a salir. -Una gran mano aparece en mi campo de visión y puedo mirar el billete de cincuenta dólares doblado entre los dedos corazón e índice. Mi padre se queda mirando la ofrenda durante unos segundos antes de coger el dinero bruscamente y bajar las escaleras sin decir nada. Las lágrimas inundan mis ojos, pero un suspiro de alivio escapa de mis labios. Me siento humillada, avergonzada, enfadada y agradecida. Todo al mismo tiempo. Doy un paso adelante para dejar a la persona que viene detrás de mí un poco de espacio para respirar mientras intento recomponerme. Sé que es el vecino de arriba. Es la única persona que estuvo allí. Debe ser él... No quiero mirarlo. No quiero tener que enfrentarme a él después de lo que acaba de pasar, pero sé que debo agradecerle lo que ha hecho. Sé que debo disculparme y asegurarle que le devolveré el dinero. Así que, sin más preámbulos, me giro sobre mis talones y lo miro en ...... La visión de su rostro me golpea como un látigo. Él también parece sorprendido, su mandíbula se aprieta y su cabeza se gira hacia un lado para no mirarme directamente. Sé que está tratando de ocultar algo que he visto antes. .... El lado izquierdo de su cara está surcado de cicatrices ásperas y dentadas. Apenas he podido ver las escandalosas marcas, pero ha sido suficiente para que todo mi rostro delate la impresión que me ha causado. Me aclaro la garganta, mientras intento recomponerme de la conmoción del asombro de hace unos momentos. -Voy a pagarte -me obligo a decir, y quiero darme una paliza por sonar tan asustada. De repente, el chico que tengo delante fija su mirada en la mía y jadeo. Un par de impresionantes ojos verde esmeralda me miran fijamente. Las tenues luces del pasillo hacen sombra a su rostro, de modo que el lado izquierdo de su cara me queda parcialmente oculto. El pelo rizado que sobresale de la gorra ayuda a que las marcas sean apenas visibles, pero el ángulo de su mandíbula le hace parecer peligroso. La imagen es devastadora. Parece un animal herido y enfurecido. Parece aterrador... -No es necesario -habla con voz neutra, pero hay un tono tenso y defensivo. -No -digo con decisión-, voy a hacerlo. Su ceño se frunce ligeramente ante mi respuesta y su expresión se endurece, pero no dice nada más. Se limita a asentir torpemente con la cabeza antes de volverse hacia las escaleras. Quiero decir algo, lo que sea, para agradecerle lo que acaba de hacer por mí, pero en ese momento no sale ningún sonido de mi boca. No es hasta que está a mitad de camino cuando soy capaz de tomar el control de mis cuerdas vocales. -¡Gracias! -digo en voz alta y con fuerza. Se detiene en seco y me mira de reojo. Casi podría jurar que veo un atisbo de sonrisa en sus labios... casi. Luego, reanuda su marcha. No sé cuánto tiempo miro fijamente el lugar donde el hombre ha desaparecido, pero no puedo evitar revivir la aterradora imagen de su rostro. Ahora sé por qué no es una persona sociable. No puedo imaginar lo difícil que debe ser entablar una conversación con alguien; sobre todo cuando ese alguien no hace más que mirarte a la cara con una expresión incómoda y lamentable. "¡Eres un estúpida!". Me reprendo mentalmente. "¡No deberías haber parecido tan impresionada!". Un suspiro cargado de arrepentimiento brota en mi garganta, pero me obligo a entrar en el apartamento en el que vivo. No me sorprende, en absoluto, encontrar latas de cerveza vacías esparcidas por todas partes mientras miro a mi alrededor. Una exhalación irritada me abandona, pero sin perder tiempo, las recojo del suelo y las tiro a la papelera. El aspecto del local es deprimente. Los sillones están tan andrajosos y sucios que parecen sacados de un contenedor de basura; sin embargo, no puedo ni pensar en comprar unos nuevos. Con el poco dinero que gano, apenas puedo llegar a fin de mes. Dejé los estudios hace seis meses. No creo que pueda volver a estudiar. Al menos, no pronto. No hasta que papá empiece a trabajar. Mamá se fue hace más de ocho meses y eso me alivia en cierto modo. Sin embargo, en momentos como este, lo único que puedo pensar es que me hubiera encantado que me llevara con ella. A pesar de toda la mierda y el resentimiento que siento, habría preferido irme con ella que quedarme en este lugar. Apenas puedo soportar estar cerca de mi padre. Apenas puedo estar en mi propia piel..... Estoy agotado. Estoy muy cansada, pero me digo que puedo hacer un poco de limpieza antes de irme a la cama. Tardo una hora en ordenar el pequeño espacio. Agradezco que mi padre no haya vuelto todavía. Mis nervios necesitan unos momentos de paz y su ausencia es bien recibida por ellos. Al cabo de un rato, cuando termino y estoy satisfecha con el aspecto del salón y la cocina, me sirvo unos cereales y me encierro en mi habitación. Una vez dentro, cierro la puerta con un viejo baúl del que no tengo llave y me deshago del uniforme del restaurante donde trabajo para ponerme algo cómodo para dormir. Luego, me siento en el colchón donde duermo e intento comer algo de los cereales que he preparado. No puedo dejar de pensar en lo que voy a hacer para conseguir el dinero del alquiler este mes. Puedo trabajar horas extras, pero sé que no será suficiente..... Me muerdo el labio inferior y miro mi ordenador. Es lo único de valor que me queda y me siento miserable ante la idea de deshacerme de él. La pesadez se ha instalado en todo mi cuerpo, pero sé que si quiero comer algo durante el resto de la semana, debo venderlo. Con suerte, tendré suficiente dinero para pagar el alquiler, comprar algo de comida y pagar al vecino los cincuenta dólares que le dio a mi padre. Intento convencerme de que mañana se me ocurrirá algo mejor para no tener que llegar a estos extremos, pero en el fondo sé que voy a acabar deshaciéndome de él. En el fondo sé que voy a acabar vendiéndola.... Suelto un pequeño suspiro y me froto las sienes en un débil intento de disminuir el dolor que me late en la cabeza.

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