Sentí miradas diferentes en la universidad, algunos cuchichean entre ellos pero a mi no me importa lo que puedan hablar, por lo mismo sigo hasta la clase de teología.
Observó que la silla que usualmente uso ya está tomada así que camino hasta la única silla vacía en el salón. Estoy enojada porque no puedo sentarme atrás, si no que tengo que hacerlo al frente de Damian, y de frente al escritorio del profesor, lo menos que quiero es que sepan lo que pasó ayer en el gimnasio y mucho menos que folle con amos hombres el mismo día. Que pena me da al recordarlo, pero bueno disfruté ambas vergas así que nada de arrepentimientos.
—Buenos días, conejita. —dice Damian pegándose a mi por la espalda.
—No me digas así aquí.—digo entre dientes y lo escucho reír.
—Tranquila, nadie te va a reprobar, eres muy buena convenciendo hombres. —susurra y me quiero morir de la vergüenza.
—Cállate.—pido.
—Solo si me prometes ir a la fiesta, te tengo una sorpresa. —frunzo el ceño, ¿sorpresa? Me volteo sin disimular.
—¿Qué sorpresa? —Damian muerde su labio.
—Conejita, nos miran. —dice y es que caigo en cuenta que me dejé llevar por la palabra. A mi nadie me ha dado una sorpresa jamás. Mis padres siempre se han limitado a darme lo que pido, no he llegado a la casa y no tienen un detalle especial ni nada de eso. Sin contar que nunca he tenido amigos y mucho menos novios. Ahora esto de tener amantes en la misma clase es algo nuevo para mi.
—Discúlpame. —Vuelvo a mi lugar llena de pena, a los pocos minutos este me da un papel.
“Estoy ansioso de tenerte en mi cama, esta es mi dirección: 147 pine st. sonrío al ver que este vive a algunas cuadras de mi la casa de mi papá.
—Allí estaré. —susurro terminando de tomar nota.
—Bueno chicos, nos veremos el próximo lunes. —salgo de mis pensamientos cuando el profesor se despide de nosotros. Cierro mi cuaderno y lo guardo para salir pero la mano del profesor me detiene—. Usted no señorita Greens, tiene que tomar un segundo examen para poder pasar la clase. —sonreí en mis adentros, claro que voy a tomar el examen qué el desee. Todos salieron y el profesor cerró esta vez el aula con cerrojo.
Caminó con una media sonrisa hasta mi me tomó de nuca y sin mediar palabra me besó con fuerza y deseo. Su
Subí mus manos hasta su cuello para dejarme arrastrar por la pasión. .
—Anoche soñé con tu coño caliente. —dice mordiendo mis labios para volver a besarme. Sus manos inquietas bajan hasta mis nalgas comenzando a amasarlas a su gusto.
—Profesor —gimo pero este me comienza a nalguear.
—Llámame por mi nombre, llámame por Jacob. —ordena sentándome en el escritorio sin dejar de besarme.
Sus manos comienzan a quitar mi camisa y él baja con sus labios hasta mis pequeños pechos—. Me quede con deseos de más. Gruñe mordisqueando mis pezones. Siento mi coño humedecer solo por sus besos. Mierda estoy muy caliente. Repetir con mi profesor no estaba en mis planes, pero admito que tampoco es que este muy triste por eso, más cuando este me vuelve a voltear para arrodillarse frente a mis nalgas y comenzar morderlas. Abre mis glúteos y lame mi culo. Arqueo mis gemidos y este vuelva a morder la carne de mis nalgas.
—Jacob —gimo.
Este me sube al escritorio y abre mis piernas sonríe al ver mis fluidos y sonríe, pone sus codos sobre mis muslos para abrir más mis pliegues y se acomoda comenzando a chupar con desespero. Tire mi cabeza hacia atrás para disfrutar del oral qué me estab regalando. Lame, hunde su lengua en mi coño bajando ha hundirlo en mi culo, repitiendo la acción una y otra vez. Siento que estoy alcanzando el cielo . Lo tomo de la cabeza para que no se aleje pero estoy perdiendo las fuerzas. Este se aleja en el momento que iba a correrme y en segundo el término sin ropa hundiendo en mi de una estocada.
—Correte ahora. —me tomó del cuello con una mano y con sus codos mantenía mis piernas abiertas mientras me embestia cono animal en celo. No tarde en correrme, este me acomodo mejor y volvió a arremeter contra mi coño fuerte.
—Jacob, mierda estoy ardiendo. —gimo a punto de otra magistral corrida.
—Si, hermosa, si, correte, hazme saber cuanto te excito. —una vez me corrí este me levanta y me pone de frente al escritorio hundiéndose desde atrás. Me bitio como si no hubiera mañana, mi coño estaba encantado levantó mi pierna derecha para tener más alcance. Lleve mi mano a mi clitiris mientras el me daba como jabón qué no se gasta. Siento mi pierna izquierda flaquear. No me caigo porque el me tiene sostenida por la cintura. Y es cuando no aguanto más y me corro a los salvaje. Jacob salió de mi corriendose sobre mis nalgas.
Caí de boca en sobre el escritorio.
—Mierda, puedo acostumbrarme a pagar examenes así.—susurroo y lo escucho soltar una carcajada.
—Esta es la última vez que lo haremos. —aclara y me encojo de hombros.
—Usted se lo pierde. —acomodó mis camisa y mi falda. Tomo mi mochila y salgo del aula con mi frente bien en alto.
El resto del día siguió normal Si no cuento los murmullos que comenzaban a irritable. No es que me importe pero al menos disimulen. Al final del día decidi caminando hasta mi casa, estaba un poco lejos pero necesitaba caminar, tomar aire, pensar en lo que había pasado ayer Y hoy con el profesor de teología y con Damian, que también dijo que me tenia una sorpresa.
—Por amor a Dios, no entiendo nada. —suspiro en el momento en que un auto deportivo color azul oscuro.
—Móntate—ordena Damian y niego. Sigo mis pasos determinada.
—Qué te montes. —grita y opto por montarme.
—¿Qué quieres? —le pregunto.
—Te ordenó que no vuelvas a quedarte a solas con el profesor. —lo miró sin comprender.
—¡Perdón! —grito furiosa. Este se detiene en un semáforo.
—Lo que escuchaste, tu eres mía, tu coño es mío y no voy a dejar que nadie más lo toque. —dice apretando mi muslo.
—No seas un bruto. Yo no soy de nadie. Yo soy mía y mi coño se lo doy a quien me dé la gana. —explico furiosa.
—Eso lo veremos. —gruñe poniendo en marcha el auto. Me llevo hasta mi casa.
—Te vengo a buscar a las 19 horas. —dice y yo salgo del auto sin creérmela.
Entro a mi casa pero no hay nadie. Subo me cambio y le dejo una nota a mi madre que me voy a quedar en casa de papá. Llame a Elisa para que supiera donde iba a estar por si mi madre llamaba.
A las 19 en punto Damian se estaciona frente a mi casa, entro a su auto y este me mira complacido.
—Hoy no vuelves a tu casa. —acaricia mi muslo subiendo su mano para comprobar que este sin bragas.
—No pensaba hacerlo. —sonrió ladina—. ¿Que sorpresa me tenias? —pregunto interesada.
—Te portaste muy mal esta mañana, no estoy seguro si quiero dártela. —aclara y hago un puchero—. Gánate la sorpresa de camino a la fiesta.
Sonrió entendiendo lo que él quiere. Abro su pantalón y sin más saco su polla lista para chupar.
Abro mi boca lo más grande que puedo y comenzó a chiparselo, lo llevo hasta lo más profundo de mi garganta todas las veces que pido. Los chupo y vuelvo a hundir hasta el fondo. Este toma mi cabello y comienza a bajar más ha kendo qué entre más profundo. Gimo al sentir como su polla late en mi boca enunciado que pronto llenará mi boca de su caliente leche. Cierro los ojos ansiosa esperando su chorro caliente.
—¡Ohh, siii! —gime Damian escurriéndose en mi boca. Limpie todo su falo y glande para luego ante su oscura mirada lamer mis labios disfrutando su sabor.
—Te ganaste la sorpresa. —dice besándome con ansias. Sonrió complacida. Nunca un castigo me había sabido tan rico.
Llegamos a su casa y me ayuda a bajar y, me toma de la mano.
—¿Damian espera y tu novia? —Este sonríe ladino.
—No te preocupes por ella, Samantha no vendrá a la fiesta. —me guiña un ojo y abre la puerta de la casa para que entremos—. Ven la sorpresa está arriba.
Subimos hasta su habitación donde me besa con ansias.
—Mierda, no debí invitar a nadie. —sonrió al sentir su bulto nuevamente—. Ponte en cuatro. —Ordena y así lo hago. Este saca un paquetito envuelto como regalo del cajón de su mesa de noche. Me muestra un pug anal de cristal con un diamante naranja—. Cuando lo vi solo pude pensar en ti, conejita. Te lo voy a poner, quiero verlo cada vez que pueda. —asiento feliz.