1. Mi primer encuentro
Todo comenzó cuando mis padres se divorciaron, pues cuando el proceso concluyó, ambos se alejaron de mí. Mi madre aprovechó la ausencia de mi padre para ponerme a tomar clases de teología, quería que me decidiera a ser monja, pero tampoco podía obligarme pues mi padre no lo aceptaría y yo mucho menos, dedicarme toda la vida a Dios no estaba en mis planes futuros.
Todo empeoró en el momento en que las hormonas comenzaron a hacer su aparición, pero cuando busqué apoyo en mi madre todo lo hacía más grande pues para ella todo era pecado.
Luego de 5 años mi padre se casó de nuevo con una mujer muy diferente a mi madre. Elisa, es una mujer de mente abierta, y claro otras cosas también.
El primer día que fui a visitar a mi padre ella me recibió con los brazos abiertos. Fue muy accesible, mucho más que mi madre. Yo comencé a sentirme en confianza, me quedaba de vez en cuando en la nueva casa de mi padre y me comenzaba a sentir cómoda en su presencia.
Elisa tiene un hijo de mi edad, solo que él se fue a vivir con su padre a Alemania y aun no tengo el gusto de conocerlo. Según ella es muy guapo.
Uno de los fin de semana en los que me quedaba en casa de mi padre, salí de mi habitacion para ir a la cocina y sin pretenderlo me tope con la esena de mi padre teniendo sexo con Elisa. Yo no podía creer lo que veía, usaban juguetes y otras cosas, de fondo se escuchaba una peli porno. Los gemidos de Elisa se mezclaban con los que se escuchaban en el televisor.
Sentí un calor nuevo correr por mi cuerpo. Estoy de acuerdo con que no debí detenerme a ver, pero a mis 18 años aun no conocía hombre, no había tenido novio pues después que mis padre se divorciaron yo quedé en el limbo. Ninguno de los dos tenía tiempo para mí y mucho menos para instruirme en esas nuevas sensaciones que comenzaba a sentir. Por las convicciones de mi madre me volví una mujer retraída, una adolescente muy callada y nada social.
Luego que mi padre conoció a Elisa mi vida comenzó a cambiar, ya que mi madrastra se encargaba de ir a buscarme todos los viernes para que pasara los fines de semana junto a ellos.
Encontré la escena sin desearlo, pués solo pasaba para ir a buscar un vaso de agua, pero no me contuve y miré sin reservas.
Mi padre es un excelente amante, la hacía gemir sin parar. Mi centro se humedece y comenzó a latir con fuerza.
—Esteban, no pares, no pares. —grita mi madrastra. No me contuve y comencé a hurgar en mi centro caliente. Hundí un dedo en mis pliegues y gemí al sentir un pequeño alivio a lo que estaba sintiendo.
Veo como mi madrastra se pone de rodilla frente al m*****o erecto de mi padre y lo toma para chuparlo. De la nada lo saca de su boca y cierra sus ojos con su lengua por fuera y entonces mi padre se corrió en su cara y boca. Yo sentí sed al ver la esena. Corrí hasta mi habitación donde me encerré con ese recuerdo grabado. Me acosté en mi cama y tomé mi móvil, tenía que acabar con los latidos en mi coño. Por lo que busqué algún video pornográfico y para comenzar a masturbarme. Jadee y desee que fuera la que sintiera eso. Escuchaba a la mujer gemir y pedir más. Mi cuerpo se erizó completo y terminé explotando en mil sensaciones ignoradas hasta ese entonces por mi. Mi primer orgasmo me lo regale yo.
Sonreí y luego pedí perdón a Dios por haberme detenido, por ver lo prohibido.
Y sí, mi mamá siempre me ha dicho que el sexo es malo, que es pecado desear un hombre y más a una mujer, pues hemos nacido con la misión poblar la tierra, no para fornicar a diestra y siniestra.
Al día siguiente Elisa hacía desayuno en ropa interior. La mujer tenía un gran cuerpo. Me sonrió y guiñó un ojo.
—¿Quieres, cariño? —me pregunta señalando los panqueques.
—Sí, me gustaría, gracias. —esta no dice nada solo pone los esponjosos panqueques y toma la miel para ponerle.
—¿Cómo amaneciste? —pregunta.
—Yo bien. —le contestó inocente.
—¿Anoche dormiste bien? —frunzo el ceño, ya le había contestado pero ella seguía insistiendo.
—Sí, gracias por preguntar. —contesto— ¿ Dónde está papá?.
—Tu padre salió a la oficina a buscar unos documentos que se le quedaron. —Elisa se sienta a mi lado y pone una mano sobre mi muslo—. Leonor, quiero que me seas sincera. —dice sería y asiento—. ¿Es la primera vez que nos observas a tu padre y a mi teniendo sexo? —pregunta y mi rostro se calienta de la vergüenza.
—Yo… Elisa perdóname —comienzo a llorar—. Sí, es la primera vez lo prometo. —digo y ella me regala una sonrisa conciliadora.
—No le voy a decir a tu padre, no te preocupes. —susurra haciendo que la mire.
—¿Te gustó lo que viste? —bajo la mirada.
—Si, yo … bueno, es la primera vez que veía algo así. Yo, bueno, mi mamá siempre me ha dicho que el placer es pecado. —Elisa niega y frunce su ceño.
—¿Pequeña, eres virgen? —asiento apenada—. Tranquila, mi reina. —toma mi mano y me hace caminar tras ella.
—¿Para dónde vamos? —pregunto nerviosa.
—Te voy a enseñar cuán delicioso es el pecado del placer carnal. —dice cerrando la puerta de su habitación. Yo la miro sin comprender.
Ella camina decidida hacia mí y sin que yo lo espere me besa. Al principio me tomó desprevenida pero luego me dejé llevar y respondí al beso.
—Eres hermosa, ¿no sé como no has tenido sexo aún? —dice comenzando a quitar los botones de mi pijama.
—Yo, es que a mi me gustan los nenes. —digo tartamudeando.
—A mí también, pero también me gustan las jovencitas inocentes como tú para corromperlas. —ronronea dejándome desnuda para su deleite.
—Yo no creo que sea … —esta pone un dedo en mi boca.
—No la uses para negativas, si vas a usar tu boca que sea para besarme. —pide llevándome hasta la cama donde me acuesta para besar mi cuerpo. Un gemido salió de mis labios en el momento que sentí su boca en mi coño.
—Mmmm, muy virgen. Me gusta. —dice lamiendo con destreza mi coño. Arañe las sábanas en el momento en que sentí su lengua hurgar en mi interior.
—Elisa —gimo y escucho su risa.
—Disfrutalo. —pide usando sus dedos para seguir estimulando mi clítoris mientras sube a mis pechos para devorarnos.
En ese entonces yo era delgada y lo que tenía por senos eran dos huevos estrellados pero Elisa se las arregló para estimular mis pezones.
Gemí, claro que gemí hasta que me corrí en su mano. Ella llevó su mano a mi boca para hacerme probar mis jugos.
—Verdad que sabes delicioso. —dice más en una afirmación—. Ahora me toca a mí. —dice subiéndose sobre mí para poner su coño en mi rostro. Yo no sabía qué hacer, ella lo noto así que con mucha paciencia me dijo—. Lamela, chupala, poco a poco encontraras el secreto de una buen sexo oral. —comienzo a hacer lo que me dice.
La escucho gemir y siento que lo estoy haciendo bien. Esta comienza a moverse mostrándome dónde le gusta hasta que de la nada sale de encima de mí y baja hasta acomodar coño con coño. Sus movimientos eran muy certeros y divinos. Gemí fuerte al alcanzar el segundo orgasmo, pero Elisa no se detuvo, siguió estimulando nuestros coños hasta que en el tercer orgasmo llegó y ambas quedamos completamente complacidas. Elisa cayó en la cama y me besó con fuerza.
—Eres muy caliente y hermosa. —muerde mi labio—. Eso lo sacaste de tu padre. —concluye levantándose de la cama. Yo hago lo mismo para ir a mi habitación y bañarme.
Durante el día Elisa se la pasó dándome atenciones hasta que llegó mi padre y cambió su centro de atención dejándome ardiente de deseo.
Desde ese sábado yo me volví insaciable. Soy adicta a esa sensación en mi centro.