Miré mi móvil para ver la hora. Suspiro y entro al gimnasio de la universidad sin saber quien es el chico pues nunca volteé a ver de quien se trataba. Mi cuerpo no quiso moverse y mi mente me hizo conocer todas las consecuencias que tiene haber follado con el profesor.
Camino a paso lento al gimnasio, no tengo mucho interés en llegar a enfrentar al chantajista.
Veo que los chicos comienzan a caminar para el gimnasio y me escondo en uno de los cubículos de los baños.
—Bueno chicos, hoy se tienen que ir rápido, se bañan en su casa. —escucho la voz que me citó aquí.
—¿Qué te traes Damian? —escucho que le preguntan.
—No es de tu interés, pero luego les cuento. —cierro mis manos de puño, me dan deseos de salir y romperle la cara.
—Bien, ya sabes que tienes que contarnos. —habla otro y los escucho que uno a uno van cerrando sus armarios.
—Ya puedes salir conejita. —ordena el muy imbécil. ¿Cómo sabía que estaba allí? Sin esperar más salgo y veo al bombón qué me esperaba con solo sus bóxer puestos. Su rostro rojo por el ejercicio antes hecho un abdomen plano y muy bien trabajado. Muerdo mi labio, nunca pensé que Damian Franklin estuviera frente a mí de esa manera tan erótica.
—¿Por qué me citaste aquí? —pregunta haciéndome la ingenua.
—¿No tienes idea? —pregunta con una sonrisa ladina haciendo que un mechón de cabello rubio caiga en su rostro.
—No, no entiendo para qué me citaste aquí. —alego y Damian comienza a reír.
—Ven. —me acerco hasta él con mis manos frente como si fuera una dulce niña—. Quiero escucharte gemir como esta mañana. Quiero ver qué tanto sabes complacer a un hombre para que el profesor se arriesgue a perderlo todo por follar contigo. —dice bajándose su bóxer para mostrarme su erección.
Mierda y más mierda. El chico tiene una gran polla. Trago saliva y sin que él me lo pida yo caigo de rodillas ante su maravillosa daga. La tomó en mi mano y comienzo a moverlas mientras con mi boca chupo su glande.
—Maldición. —gruñe tomando mi cabello cobrizo en sus manos para comenzar a follar mi boca con desespero. Yo me dejé hacer esperando ese delicioso chorro caliente pero antes de eso Damian sale de mi boca y me ayuda a ponerme de pie.
—Quiero tu caliente coño. —dice tumbandome en uno de los bancos que hay en los vestidores—. Ponte en cuatro.
—Obedezco y este sube mi minifalda encontrando mi coño empapado y sin bragas—. Me gusta que no tengas nada que moleste. —comenta y comienza a darme nalgadas. Gemí complacida y excitada—. ¡Oh si! Tu coño quiere mi v***a.
Termina de hablar cuando abre los pliegues de mi centro y se hunde de una haciendo que saliera un gemido más fuerte. Reconozco que Damian la tiene más grande que mi primo.
—Oh, mi dios, sigue, no pares. —gimo moviendo mis caderas para intensificar la cosa.
—Vamos perra, muévete, correte en mi v***a. —ordena y comienza a cabalgarme tomándome del cabello para arquear mi espalda. Me corrí una, dos y tres veces en esa posición. Mi camisa estaba empapada de sudor. Mi cuerpo laxo, pero él seguía dándome rico.
—Que rico, no pares. —pido pero Damian se detiene y se sienta.
—Ven conejitos, me quiero correr mientras tú me montas. —muerdo mi labio y subo a horcajadas tomó su falo para poco a poco hundir su v***a en mi. Arqueo mi espalda disfrutando.
—Conejita eres deliciosa. —Comienzo a subir y bajar por su v***a disfruta fotos de mis movimientos—. Eres una joyita. —habla tomándome de la nuca para besarme con fuerza—. ¿Por qué no te había visto antes? Eres hermosa y caliente.
¿El capitán del equipo de fútbol de la universidad me está preguntando eso? No, tengo que estar soñando. Damian es uno de los chicos más populares de la universidad y aunque me está follando porque me chantajeo, me ha regalado divinos orgasmos.
—Porque no soy popular entre los tuyos. —aclaro y él niega.
—Debo pasarme más por los jardines. —me toma por las piernas y se levanta tomando las riendas de todo. Mi cuerpo subía y bajaba con fuerza. Comencé a sentir un escalofrío por todo mi cuerpo. Mi amante me sujeto de la pared sin dejar de arremeter contra mi coño.
—Mierda no aguanto más, me voy a correr fuerte. —grito sintiendo como mi cuerpo se estremece.
—Correte. —ordena con una voz tan cargada de deseo que no pude más y comencé a correr en un squirt empapando a mi amante. Me puso de rodillas, abrí mi boca y trague toda su caliente leche. Sonreí al verlo sentarse mareado.
—¿Estás bien? —pregunto poniéndome de pie.
—Eres una diosa del sexo, mi novia nunca me ha complacido tanto como lo hiciste tú en un rato. —confiesa—. Ven, vamos a las duchas, creo que merecemos refrescarnos.
Me extiende su mano y caminamos hasta estás, manos quitó la ropa y este me mira de arriba a bajo.
—Tu piel, tu cuerpo, tu cabello, mierda eres una bruja. —confiesa tomándome por la nuca para besarme con ansias locas.
Me dejé besar, respondí el beso con la misma intensidad. Damian me pegó a la pared y comenzó a bajar con sus labios por mi cuerpo. Llegó a mis pequeños pechos y chupo como si se alimentara de ellos. Sentí como mi coño volvía a empaparse.
—¡Oh, Damian! —gemí en el momento que subió una pierna a su hombro y acercó su lengua a mi caliente centro. Lo escucho succionar y eso me excita más.
Su lengua se hunde en mí, sale y lame mi clítoris, chupa mi botón de placer y vuelve a hundirse su lengua ha indomable que me sienta a punto de explotar.
—Mierda Damian, me voy a correr si no te detienes. —gruño pero este no se detiene todo lo contrario, va más allá y lame el orificio del culo. —choco mi cabeza con la pared. Esto se siente demasiado divino.
El chico repite las acciones haciendo que me corra en su cara. Lo vi sonreír poniéndose de pie para volverme a besar.
Tomó su polla en mis manos y sin que él me lo ordene la acomodó entre mis pliegues para comenzar a moverme excitandolo.
—Maldición, conejita. —Este sube mi pierna y se hunde de una estocada. Comenzó a embestirme de manera posesiva.
—Damian, Damian. —gemía su nombre una y otra vez.
—Si, soy yo el que te está follando duro. —me toma del cabello para hablarle mientras se hunde más fuerte en mi—. Correte, baña mi polla con tus fluidos —pide y lo complazco, me corrí como la ninfómana qué soy.
Damian se corrió en el mismo momento, suspirando cansado. Cuando nos repusimos nos terminamos de bañar y salimos para ponernos ropa.
—Mañana en la noche hay una fiesta de la fraternidad a la que pertenezco. Será en mi casa, me gustaría que fueras y termináramos en la cama. —sonrió latina.
—Claro, si así lo quieres. —contesto tomando mi mochila.
—Quiero, te veo mañana. —salgo primero del gimnasio, no había nadie ya en esa zona, camino extasiada. Ese día si fue bueno, termine follando con el profesor y el capitán del equipo de fútbol. No está nada mal.
Llego a mi casa y me encuentro a mi madre acomodando la mesa.
—Leonos llegaste. —se acerca a darme un beso en la mejilla.
—Si madre, si me regalas unos minutos puedo arreglarme para que cenemos juntas. —esta me sonríe tierna.
—Claro, Juan Carlos y yo tenemos una noticia importante para ti. —dice con una sonrisa.
—Pues vengo rápido. —ha lo y subo rápido a mi habitación para cambiarme la ropa y cenar con mi madre y su novio.