Eso de no tener novio, ni perro que me ladre era frustrante para mí, pues mi coño necesitaba acción, ya mis dedos no me satisface como antes, los juguetes ayudan pero nada como una rica polla bombeando dentro de mi. De solo pensarlo se me eriza la piel. Desde que Manolo si fue a estudiar no he tenido sexo rico.
He cambiado mi manera de vestir, mi forma de caminar. ahora busco o enseñar la mercancía, caminar más sensual. No sé, estoy desesperada por una larga y deliciosa v***a.
Entro al salón de teología, ya todo el grupo estaba tomando notas. Me siento en el último asiento para no ser tan notable pero profesor me dedico una mirada reprobatoria.
En silencio saque mi cuaderno y comencé a escribir. No me apetecía hacerlo pero necesito pasar la clase.
Me pongo al día con todo y el profesor se despide del grupo.
—Señorita Greens, necesito hablar unos minutos con usted. —habla y blaqueo mis ojos. Lo que me faltaba, tener que aguantarme la cantaleta del profesor ahora.
Mis compañeros de clases salieron dejándonos totalmente solos. —Acompáñame a mi oficina. —me pide y camino detrás de él hasta entrar a la pequeña estancia que consta de un escritorio y dos sillas.
—Toma asiento. —señala la silla frente a su escritorio mientras él toma asiento detrás del mismo.
—A ver profesor, tengo cosas más importantes. —digo enojada.
—Leonor, ¿qué te pasa? El semestre pasado no eras así, estabas enfocada en los estudios. Ahora vives, distraída, siempre llegas tarde. viste algo diferente pero lo que realmente me preocupó fue esto. —saco del cajón del escritorio 3 exámenes, corregidos y marcados con una gran (F) en bolígrafo rojo—. No has estudiado para ellos. Estás a punto de reprobar la materia. —concluye y trago profundo. Mi madre me mata si repruebo. Siempre llego tarde porque entre materias entro al baño a darme placer. Mi coño arde de deseo y no puedo evitarlo, necesito sexo para poder consentrarme.
—Profesor, no se que decirle. —digo con voz entrecortada.
—Tienes que hacer algo pronto, porque esos exámenes van a afectar tu promedio. —aclara y asiento con mis ojos llenos de lágrimas.
—Lo sé profesor, ¿pero que opciones tengo? ¿Puedo volver a toma ellos examenes? Prometo estudiar para aprobarlos. —El hombre niega.
—Lamentablemente no puedo aceptar que vuelvas a hacer el examen, pero puedes … —detengo sus palabras cuando me pongo de pie.
—Podemos hacer cosas mas divertidas mientras piensa si soy merecedora de una oportunidad. —camino decidida a hacer lo quw sea necesario para que el profesor me ayude a pasar la materia.
—¿Leonor que haces? —pregunta y sonrió coqueta. Mucho he escuchado de las chicas que pasan la materia seduciendo al profesor. Ahora es mi turno para comprobarlo.
—Convencerlo para que me ayude con la nota. —Camino quitándome la camisa.
—No hagas eso, Leonor, ponte la camisa. —niego mostiendo mi dedo índice.
—Me va a decir que no le gusto. —me siento sobre el escritorio y abro mis piernas mostrándole qué no llevo nada de ropa interior. Lo veo tragar profundo. Pongo mis pies en cada reposabrazos de su silla, dejándole un mejor panorama de mi coño.
—No hagas esto Leonor. —dice con voz ronca y sé que estoy ganando terreno. Abro mis pliegues y rozo uno de mis dedos.
—Mi coño esta caliente y deseos. —hablo como jimiendo. Este cierra sus ojos pero yo empapó mi dedo de mis fluidos y lo llevo a su boca.
—Si me prueba no se va a arrepentir. —digo rozando mis dedo en sus labios. Este niega pero al final lame sus gruesos labios cayendo en la tentacion.
—Esto es una locura. —susurra besando la cara interna de mis muslos.
—Locura es no aprovechar el momento. —digo tirando mi cabeza hacia atrás para disfrutar de la magistal lamida. Gemi rico al sentir su lengua caliente sobre mi botón de placer. Lo succiono haciendo que todo mi cuerpo vibra.
—¡Mierda! —exclama hundiendo dos de sus dedos en mi interior mientras que con su lengua juega con mi clítoris. Mis gemidos no se hicieron esperar. Sentía que estaba tocando el cielo. No me cohibí y me corrí en su boca. El hombre se levantó de golpe y quitó su pantalón dejándome ver su enorme erección. Sonreí con malicia. Me puse de rodillas y comencé a chupar su paleta. Puedo decir que es la v***a más grande que he tenido en mi boca. La chile como pude, la lleve a lo profundo de mi garganta y la volví a sacar. Estaba envuelta disfrutando de esa polla cuando este me puso de pie seguido me pudo de frente a escritorio, abrió mis piernas y me tomó desde atrás.
—¡Oh, mierda! —gimo al sentir como este se abre paso en mi caliente coño.
—Maldición, estás estrecha. —comienza a bombear en mi interior.
—¡No pares! —pido sintiendo como mi cuerpo se estremece avisándome qué un nuevo orgasmo llega.
—No lo voy a hacer. —dice dándome más fuerte. Mis piernas comenzaron a temblar, su mete y saca se hacía más fuerte cada vez hasta que sin más explote en un maravilloso squirt. Mis piernas flaquearon pero este no me dejó caer. Aprovecho que al correrme su v***a salió expulsada para tomarme en brazos y acostarme boca arriba en el escritorio y volvió a hundirse en mí. Gemí como una desquiciada. Estaba tranquila, llevaba más de dos semanas que me había puesto la inyección anticonceptiva. Así que podía disfrutar de esa v***a en todo los sentido. Arañó el escritorio.
—Estoy a punto de correrme. —dice y muerdo mi labio.
—Yo me puse la inyección. —le guiño un ojo y él entiende lo que deseo. Él sería el primero hombre que se escurre completo en mi interior. Ya quiero sentirlo como llena mi interior de su leche caliente mientras siento en mis paredes como este se ensancha y late.
Cerré los ojos para disfrutar cada sensación. Alcance con él un nuevo orgasmo. El profesor salió de mí y llevó su v***a a mi boca la que con gusto limpie.
—Eres buena. —concluye subiendo su pantalón—. Estas aprobada en mi materia. Pasa mañana a la hora del almuerzo para darte un trabajo sobre sexologia. —sonrió maliciosa.
—Aquí estaré puntual. —pongo rápido mi ropa para salir de esa pequeña oficina. El profesor me gustó mucho. Aunque no es un hombre joven tampoco es un viejo. Estimo que esta por los 39 años.
Salí con una sonrisa bonalicona.
—Con que tú eras la zorra que follabas con el profesor. —escucho una voz detrás de mi. Mi corazón se detuvo, si esto se sabe puedo terminar expulsada y el profesor despedida. Voy a voltear pero el chico no me deja.
—Te veo esta tarde en el gimnasio de la universidad. Luego de la práctica de fútbol —dice y siento que se aleja de mi.
Mi corazón se quiere salir del pecho. ¿Cómo es que llegó a pasar eso? ¿Nos habrán escuchado más personas? Que conste que no fue mi intención que pasara esto. Ahora tengo que ir a clases, pero no puedo faltar a la cita con el desconocido.
Seguí mi camino hacia el otro salón de clases, como siempre iba tarde pero esta vez con muy buenas razones. me gustó la adrenalina de saber que alguien nos puede pillar. Con Elisa, Manolo y el tío Manuel tenía la rñcerteza de que podíamos estar el tiempo que quisiéramos, pero con él profe cada minuto contaba. Mordí mis labios para no gemir de excitación de solo recordarlo.