Mi madre me había enseñado que, si el mundo te da la espalda, pues has lo mismo, dale la espalda al mundo. Tristemente ella falleció, mi padre se había suicidado al observar en la miseria en la que estábamos viviendo, según mi madre fue todo un cobarde.
Cuando tan solo tenía siete años, trabajaba como niñera ya que el sueldo de mi madre a veces no era suficiente, cuando cumplí mis quince años conocí a Edward en la secundaria, quede perdidamente enamorada de él, lo empecé acosar incluso aleje a toda chica que tuviera cerca hasta que nos hicimos amigos luego meses después fuimos novios.
Nuestra relación era muy estable pero cuando llego su abuela a mi vida, todos mis planes fueron destruidos, el venia de una familia rica, mientras que yo a penas tenia dinero para sobrevivir. Rompimos varias veces, pero al final siempre volvimos a estar juntos.
Una semana antes de que Edward se fuera su abuela me llamo y me amenazo, si no dejaba a Edward ella misma se ocuparía de que mi madre no fuera aceptada en ningún hospital y ya que el único familiar que tenia era mi madre renuncie a mi amor por Edward.
Cuando mi madre murió trate de comunicarme con él, pero al parecer él ya me había olvidado, y en cuanto perdí a mi bebe me sentí detestable, después de todo mi bebe fue que me impulso a seguir adelante. Ya no tenia nada ni mucho menos tenia a alguien en mi vida, empecé a escribir libros online y al parecer a los lectores les habían encantado, así que los puse en venta, así logre pagar mi universidad y gracias a eso estoy aquí presente.
Lo único que entendí durante todos estos años es que¨ el amor te hace débil¨.
Cerré mi diario y volví a fijar mi vista en Ignacio, quien dormía a mi lado pacíficamente.
Ignacio y yo jamás pasamos de besos y caricias ya que su familia nos dejo claro que la única manera en la que él y yo tuviésemos relaciones era cansándonos.
Trate de hacerlo entender de que su madre nunca se iba a enterar, pero se negó a mi idea.
-no puedes dormir? -Ignacio hablo, pero sus ojos nunca se abrieron.
-me duele un poco la cabeza-le comenté mientras me acurrucaba entre sus brazos.
Deje mi diario en la mesa de noche y me acomode para abrazarlo.
-quieres que te lleve al médico? -me susurro
-no es necesario, ya tomé una pastilla y de seguro no tarda en hacer efecto-el abrazo con todas sus fuerzas, pero sin hacerme daño.
-trata de dormir-su voz fue tan calmada que con tan solo un susurro me trajo paz.
Me respiración se hizo normal, me había dormido enseguida.
(…)
Abrí mis ojos y observé el gran ventanal que estaba frente a mis ojos, como de costumbre me fui a bañar y cambiar de ropa.
-Charlotte, si no sales se te hará tarde- Ignacio me grito desde la cocina.
-ya voy-me termine de cepillar los dientes.
Cuando llegue a la cocina, observe a Ignacio tomando una taza de café.
-me tengo que ir-dije tomando una manzana de la mesa.
-quieres que te lleve? -negué.
-nos vemos mas tarde, cariño-bese sus labios y Sali de la casa.
Me adentré en mi auto y conduje directo al trabajo, hoy sería mi primer día trabajando oficialmente como psicóloga.
-buenos días-salude a los de seguridad.
Camine hasta mi consultorio y observe la lista de pacientes que tenía para el día de hoy.
-Henry, podemos empezar con el primer paciente-le hable a mi asistente.
-claro señorita-en cuanto termino de hablar, una niña de unos siete años se hizo presente en mi oficina.
Empezamos la consulta y al parecer la niña tenia un trastorno ya que el chico que le gustaba le decía gorda, algo común en nuestra sociedad el día de hoy.
Así pasaron las horas, yo atendiendo algunas pacientes y tratando de averiguar que padecían.
-Charlotte-mi vista se fue directo a la puerta, donde Isabel y Carmen entraron-tenemos que hablar.
Agradecía que ya no tenia pacientes, eran aproximadamente las cinco de la tarde.
-qué pasa? -nos sentamos en el sofá y ellas me miraron preocupadas.
-anoche, a donde fuiste? -ya entendía todo.
-tuve un problema con unos folletos y mi libro, así que tuve que salir corriendo, cuando llegue a mi casa recordé que las había dejado plantadas, ahí fue donde mi teléfono se descargó, lo lamento-quise sonar lo más segura, pero Isabel me observo como si no se estuviera creyendo mi cuento.
Anoche, cuando le grite estas cosas a Edward, el solo se sentó analizando las cosas, no lo deje hablar y me largue de ese lugar, gracias a Dios Ignacio no me pregunto nada.
-esta bien, recuerda avisar la próxima vez que tengas que salir de esa manera-dijo Carmen-quisiera seguir hablando con ustedes, pero tengo una cita-Isabel y yo la miramos algo confundidas.
-estoy conociendo a alguien, cuando sea oficial les cuento-beso nuestras mejillas y salió corriendo por la puerta.
Observe a Isabel y ella sostuvo mis manos.
-puede que Carmen si te crea ese cuentito del libro, pero yo aun tengo mis dudas-me explico-porque te fuiste anoche?
Mi mente se quedo en blanco, como le decía que su hermano me llevo a su casa y nos acostamos, eso es absurdo.
-aun no estoy lista, solo te pido paciencia, te sacare de tus dudas pronto-aclare y ella puso una cara de pocos amigos.
-te pasa algo, y como me dijiste espero que me cuentes pronto-me regalo un abrazo.
-lo prometo-rompí nuestro abrazo.
-por cierto, como esta tu madre? -esa pregunta hizo que mi cuerpo se tensara.
-mi madre falleció hace unos años-soltó un suspiro de sorpresa.
-cuanto lo lamento-me dijo.
-no te preocupes, ya había llegado su hora-trate se sonreír, pero lo único que salió de mi fue una mueca.
-recuerdo cuando mi hermano me conto sobre su rompimiento, lloro durante mas de tres meses, jamás lo había visto así, incluso trato de quitarse la vida, fueron momento horribles-me confeso.
¿El intento quitarse la vida? ¿Por mí?
¿Pero porque me llegaron esas fotos? Cuando mi madre murió no habían pasado ni un mes desde que él se había marchado.
-de verdad? -pregunte cuando una lagrima recorrido mi mejilla.
-obvio, el estaba muy enamorado de ti, eras su mundo-las lagrimas salieron como cascada de mis ojos.
Aun recuerdo esos momentos, sentí vértigo cuando supe que me había enamorado de él, tenía esa sensación que uno tiene cuando subes a una montaña rusa, la sensación de que puedes morir en el intento, pero que aun quieres hacerlo de todas maneras…
-esta mañana me llamo llorando, y me dijo que se sentía miserable, pero no me dijo la razón. Me duele ver a mi hermano así-fijo su vista en mí y se sorprendió al verme llorando-no era mi intención hacerte llorar-paso mis manos por mi rostro para quitar los rastro de lágrimas.
-puede que aún lo extrañe-le confesé.
-y porque no están juntos? -me pregunto.
-puede que nuestro destino no era estar juntos eternamente, pero le doy gracias a la vida por brindarme un poco de su historia-respondí.
-espero verlos juntos-negué por su comentario.
-tengo novio, y aunque no pueda decir que lo amo, quiero que el sea mi futuro esposo-le dije levantándome y empezando a recoger mis cosas.
-me encantaría conocerlo-me dijo.
-algún día te lo presentare-Sali de la oficina y llegue hasta mi auto.
-Charlotte- escuche mi nombre y me gire-mi hermano aun te ama con locura-asentí y me subí a mi auto.
Cuando llegue a casa, Ignacio ya estaba en casa.
-prepare pasta para la cena-fue lo único que dijo mientras entraba a la cocina.
Me fui a duchar y mientras lo hacia los recuerdos llegaban a mi mente como un balde de agua fría.
¿Él me amaba?
¿El aún me extrañaba?
Mientras pasaba el jabón por todo mi cuerpo recordé lo dulce que había sido conmigo anoche, las marcas que había dejado, y sin esperarlo una sonrisa se mostró en mi rosto.
Me coloqué mi pijama y me dirigí específicamente al comedor.
-mañana me toca hacer la cena a mi-le dije a Ignacio mientras lo abrazaba por la espalda.
-esta bien-ambos nos sentamos en la mesa-como te fue en el trabajo?
-me fue muy bien, y a ti? -sonrió y soltó un largo suspiro.
-gane dos casos hoy-Ignacio es abogado.
-que bueno, me alegro mucho por ti-me levante para besarlo.
Uní nuestros labios en un largo beso, puse mis manos en su cuello para acercarlo más a mí y poder profundizar el beso, me senté en sus piernas, acaricié su abdomen por arriba de su pijama y empecé a desabrochar los botones, pero su mano me detuvo.
-detente Charlotte-me quito de encima de sus piernas y empezó a caminar por todo el comedor-sabes que no podemos.
-lo sé, solo quise besarte y al parecer me pase un poco, lo siento-camine hasta donde estaba y lo abrace fuertemente por su cintura-no lo volveré hacer.
-cuando nos cacemos tendremos todo el tiempo para hacer ese tipo de cosas-comento y yo asentí.
Nos volvimos a sentar para terminar de cenar, por lo menos no repitió el tema.
Al terminar de cenar ambos nos fuimos a dormir, pero, aunque lo intentaba con todas mis fuerzas no podía dormir, una idea cruzo mi mente haciendo que me levante de un salto de la cama.
-qué pasa? -pregunto Ignacio algo asustado.
Después de hoy llámenme masoquista.
-dejé unos papeles en mi oficina y mi jefa me acaba de escribir para que se los envié-solo es una mentira piadosa.
-tienes que ir al trabajado a buscarlos? -asentí-te llevo entonces.
-no es necesario-grite-estas muy cansado y yo puedo llegar, confía en mí.
-esta bien, si pasa algo no dudes en llamarme-le di un beso en los labios y me levanté de la cama.
Me quite mi pijama y me coloque un vestido y un abrigo encima.
Cuando Ignacio estuvo lo suficientemente seguro de dejarme salir, encendí mi auto, pero no iría a la empresa como prometí anteriormente.
Estacione el auto frente a la casa de Edward y toque el timbre.
-señorita Charlotte? -mire a la señora que tenia en frente y la observe algo confundida-soy la ama de llaves la otra vez no logramos hablar, me alegro de verla-se hizo a un lado y me dejo pasar.
-buenas noches, se encuentra Edward? -ella asiento.
-esta en su habitación, justamente le iba a subir un vaso de leche tibia-me dijo mientras sostenía un vaso de cristal entres sus manos.
-si quiere yo se lo puedo llevar-sin pensarlo me paso el vaso y se retiró de la cocina.
Subí por las escaleras y empecé a buscar la habitación de Edward.
Toc Toc
-pase-escuche la voz aguda de Edward.
Abrí la puerta, pero me congelé al ver una mujer durmiendo en la cama.
-Charlotte? -Edward se levantó de la cama y se acerco a mi-no es lo que piensas.
Observó con cautela a la mujer y pude notar que solo traía una camisa puesta.
-vine a preguntarte sobre la dirección de Isabel y a traerte este vaso de leche-le entregue el vaso y me gire.
-espera, en verdad no es lo que crees-alce una mano para que hiciera silencio.
-no me tienes que explicar nada, como dije antes, vine a preguntarte la dirección de Isabel-observes sus ojos y pude notar que estaba decepcionado.
-a estas horas de la noche? -me mordí el labio sin saber que responder.
Atrapada
-estaba dando un paseo y quise venir a preguntarte luego la ama de llaves me mando a traerte esto-señale el vaso-pero ahora que veo si es muy tarde, creo que mejor me voy-me gire y empecé a caminar.
Edward no me siguió y agradecí a los cielos por eso.
Me subí en mi coche y conduje directo a mi casa.
Isabel al parecer no sabia nada de esto, porque según ella, el me extrañaba.