5: Algo Más que Negocios

872 Words
[RENZO] Mi mente me grita que esto está completamente mal, pero Anya no me da tregua a hacerle caso a mi cabeza cuando me besa de la manera que lo hace. Sus labios me vuelven loco y mi cuerpo solo es una víctima perfecta de lo que es sentir su cuerpo pegado al mío. Nuestros pulmones nos obligan a hacer una pausa y sonreímos mutuamente —Eres fascinante— Le digo mientras que una de mis manos roza el perfil de su cuerpo. Ella sabe perfectamente lo que hace cuando roza su silueta con la mía —Entonces no te detengas, porque no quiero que lo hagas— Me pide y sin poder controlar mis impulsos, la vuelvo a besar mientras que la llevo hacia el escritorio. Me detengo un momento, la miro a los ojos y me agacho un poco para tomarla en el aire y sentarla en el mueble —Esto está mal— Advierto, pero la manera que enreda sus piernas en mi me mata. —Yo digo que está muy bien— Señala y me hace inclinar hacia ella. Nuestros labios entran en contacto una vez más y mis manos se cuelan por debajo de su vestido subiéndolo aún más. Siento sus manos en mi espalda, en la cintura de mi pantalón, y luego va hacia el frente. Me toca sin dejar de besarme e intenta desabrochar mi pantalón, pero mi conciencia entra en juego —Espera… no…— Digo firme y me alejo de ella. Naya me mira con rabia y apoya sus manos sobre el escritorio —¿Qué pasa? No me digas que no quieres porque es mentira, mira como estas— Señala. Mi respiración agitada no me ayuda en absoluto —Anya, no te voy a mentir, eres hermosísima, y sí, me estoy muriendo de ganas de follarte en este momento, pero no puedo, lo siento. Eres la hija de mi socio, de mi amigo… yo no soy un tipo que se compromete con las mujeres ¿entiendes?— Expongo y se baja del escritorio para ponerse de pie. —¿Crees que te estoy pidiendo que tengamos una relación después de esto?— Me responde como si fuera una locura. —Es lo que te mereces ¿no?— Pregunto y se ríe. —No, no se trata de lo que merezco, se trata de lo que quiero. Renzo, yo no sé qué te ha dicho mi padre de mí, pero si él cree que soy una santa y mucho peor aún, si cree que soy virgen, está muy equivocado. No me gustan los compromisos, no los quiero en mi vida… no tengo tiempo para relaciones amorosas ni toda esa cursilería romántica. Si me gusta alguien voy disfruto el momento y ya, y tú me gustas, pero para nada más que esto, no creas que te pediré que nos casemos y tengamos hijos después— Expresa y si bien me sorprende lo franca que es, también me hace sonreír. —Tu padre definitivamente no tiene idea de cómo es su niñita— Comento divertido. —No creo que le guste saberlo, mi madre en cambio sabe un poco mejor como soy. Ella no me juzga, después de todo soy bastante parecida a ella en muchas cosas— Bromea y reímos juntos. —Lo entiendo, pero todo eso no quita que seas quién eres— Insisto. —Renzo, esto es entre tú y yo, no necesito la aprobación de mi padre para tener sexo con alguien ¿de acuerdo?— Se defiende. —Eres peligrosa— Susurro. Anya sonríe de lado —Un poco… pero ¿Qué dices? ¿Hacemos algo más que negocios?— Propone y ahora soy yo quien sonríe. —Y muy directa— Añado. Ella camina hacia mí y se frena justo enfrente donde puedo sentir que mi cuerpo se altera de nuevo —Eres un adulto, yo también, no creo en los juegos de seducción para pedir lo que quieres, creo en pedirlo con palabras, y eso es lo que estoy haciendo— Dice y vaya que puede volver loco a cualquier hombre. —Eres una mujer muy especial Anya…— Expreso acercándome a su boca. —Soy yo misma, eso es todo— Contesta y lleva su mano a mi nuca —¿Entonces? ¿Nos quitamos estas ganas o no?— Insiste. Es completamente peligroso el terreno en el que me estoy metiendo, pero no quiero perderme de disfrutar esto. Llevo uno de mis brazos alrededor de su cintura y la pego a mi —Te espero esta noche en mi hotel ¿te parece?— Le propongo y sonríe triunfal. —Vivo sola, ven a mi departamento— Sugiere y se acerca a mis labios —Vivo en un pent-house, no hay vecinos que se vayan a quejar si hacemos ruido— Continua y sonrió. —Tengo la sensación de que la vamos a pasar muy bien— —Yo también, te dejo para que te acomodes y enfríes la ideas, habrá una junta en una hora— Me deja saber y me guiña un ojo para después alejarse de mí y salir de la oficina haciéndome sonreír por la manera que estoy actuando con ella.
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