[ANYA]
Agradezco al cielo que durante la reunión que tuvimos hoy en la empresa, mi padre no se haya dado cuenta del intercambio de miradas que tuve con Renzo. Simplemente es imposible no mirarlo, es demasiado guapo para mi propio mal. No dejaba de pensar en el beso que nos dimos, en las ganas que tenia de que me arrancara el vestido que traía puesto y me demostrara que todo lo que imagino de él es cierto.
Me miro al espejo una vez más y le sonrió a mi reflejo al verme con este albornoz semitransparente que deja entrever el conjunto de lencería que llevo puesto. No sé si me esmeraría tanto por otra persona, pero quiero que a Renzo no le quede otra salida más que comerme a besos hasta que probemos el sabor de la piel del otro.
«Cálmate Anya» Me digo a mí misma y muerdo mis labios con solo imaginar lo que voy a vivir con él.
[RENZO]
Debo estar loco por estar aquí, pero Anya es una tentación muy difícil de rechazar. No quiero pensar en otra cosa que no sea esto que me pasa con ella, aunque en realidad, no es que no quiera, literalmente no puedo. Respiro profundo al sentir la puerta del elevador abrirse en el pent-house y al centrar mi mirada al frente me quejo sin palabras.
Sus ojos miel se clavan en los míos y coloco mi mano en el borde de la puerta del elevador para que no se cierre —Guau— Es la única palabra que sale de mi boca.
Anya sonríe y yo solo me paseo por su anatomía. Albornoz semitransparente color n***o, ligeros y un conjunto de lencería de dos piezas del mismo color, y un maquillaje que tengo la impresión de que permanecerá intacto por poco tiempo —Buenas noches— Me saluda sensualmente.
Avanzo saliendo del elevador y me acerco a ella —¿Tú pretendes matarme?— Le pregunto divertido y ella encoje sus hombros.
—Solo se me ocurre una forma de matarte y espero que sea una que te guste también— Responde y sin poder evitarlo, acorto poca distancia que quedaba entre los dos para tomarla por la cintura.
—No creí que me irías a recibir así— Admito mirándola a los ojos.
Ella lleva una de sus manos a mi cabello y enreda sus dedos en este de manera sensual —¿Y cómo creíste que te recibiría?— Inquiere mientras me acerco a sus labios.
Me gusta su atrevimiento, me parece sensual, único… —Como una niña buena— Bromeo y dibuja una media sonrisa en su rostro.
—¿Crees que soy una niña buena?— Averigua y la manera que me susurra al oído me vuelve loco.
Me quito el cárdigan que traigo puesto, lo dejo caer a un costado bajo su atenta mirada y me bajo un poco para así tomarla por los muslos y levantarla en el aire haciendo que enrede sus piernas en mi cintura —No lo creo, es más, creo que eres una chica mala… demasiado mala— Respondo caminando con ella hacia la sala.
—Quiero pensar que por eso estas aquí ¿no?— Cuestiona llevando sus manos al final de mi camiseta y sonrió.
Mi camiseta vuela en el aire y de inmediato, me siento en el sofá color gris en forma de L que hay en su salón, y hago que ella se quede sentada sobre mi —Estoy aquí porque eres increíblemente hermosa y no me pienso resistir a probarte— Le contesto antes de besarla y sonríe.
—¿Solo me vas a probar? Mira que puede que quiera repetir si me gusta como eres en la cama ¿eh?— Bromea y la beso.
—No te preocupes, si nos gusta podemos repetir— Le aseguro mientras que mis manos van al lazo de su albornoz y lo voy desatando.
Ella tan solo me sonríe a la vez que desabrocha mi cinturón y de esta manera casi desesperada la ropa va desapareciendo. Los besos son cada vez mejores, las caricias queman y al mirarla a los ojos me doy cuenta de que ella tiene ganas de que este instante no se termine nunca. La veo desnuda encima de mí y no puedo pensar en otra cosa que recorrerla entera con mis manos.
Fijo mi mirada en la de ella y lentamente la punta de mis dedos se deslizan por su cuerpo. Voy de su cuello a sus hombros, de sus hombros a sus pechos y de allí voy a su abdomen —¿Te gusto?— Me pregunta sin dejar de mirarme y en respuesta acerco mis labios a sus pechos para besarlos, jugar con ellos y escucharla delirar de placer.
—Me fascinas— Respondo y sonríe.
Sin que yo lo espere, ella levanta mi rostro para besarme y mientras lo hace se mueve rozando su intimidad con la mía volviéndome absolutamente loco —Tú también me fascinas. Me gústate desde el primer momento que te vi, no podía imaginar tenerte así— Habla mientras que estira su brazo para agarrar algo que hay sobre una de las mesitas.
—¿Y es como lo imaginaste?— Le pregunto y muerde mi labio inferior.
—Estas mucho mejor de como lo imagine, no puedo esperar a sentirte— Pronuncia volviéndome absolutamente loco y me muestra el envoltorio del preservativo.
Lo tomo y lo abro rápidamente bajo su atenta mirada —¿Siempre consigues lo que quieres?— Inquiero mientras que me lo coloco y sonríe.
—Solo cuando me lo propongo y porque me gusta demasiado— Contesta.
—¿Te gusto mucho?— Averiguo tomándola por las caderas para ubicarla mejor sobre mí.
Ella termina de hundirse en mí y me besa haciendo que el placer sea absoluto —Me pareces fascinante y ahora que te siento así, mucho más— Declara y bajo el manto de esas palabras, los movimientos se vuelven mucho más constantes y placenteros.
No tengo idea de cómo será el después de esto, peor por ahora solo puedo disfrutar de este instante y del placer que ella imparte en mi con la sensualidad que desprende en cada roce.