Algo Más Que Negocios

20 de febrero  Me veo al espejo una última vez antes de salir de mi habitación, y me cuesta reconocer a la mujer que tengo frente a mí. La ejecutiva ha quedado atrás para darle paso a esta versión de mi que viste un elegante vestido de gala largo de un solo hombro color champagne y compuesto de pedrería que me hace ver completamente diferente. Es hasta este momento, que me sigue pareciendo una exageración que mi padre haya decidió hacer una fiesta en honor del nuevo socio de la empresa, pero ha insistido tanto que no he podido más que apoyarlo en cada paso. Una vez que tomo mi pequeño bolso, salgo de mi habitación y voy hacia el elevador del pent-house. Una vez que se abren las puertas, subo, y precioso la letra “P” llevándome así directamente al estacionamiento. Me subo a mi BMW X7 color blanca que tanto me encanta, y emprendo camino hacia la casa de mis padres. Como es costumbre, le doy “play” a mi playlist de música clásica y me relajo mientras que conduzco.  Es poco el tiempo que me toma llegar a mi destino, y al hacerlo, me encuentro con una fila de autos tratando de entrar al área del valet, sin embargo, yo voy hacia el garaje, lo abro con el control remoto que todavía tengo ya que mis padres todavía quieren que conserve las llaves de aquí, y al ver un espacio libre dentro del lugar, estaciono aquí. Una vez que apago el auto, bajo de este, acomodo mi vestido, y entro a la casa usando la puerta de la antesala de la cocina.  La música en vivo cada vez se escucha más fuerte a medida que me voy acercando al jardín y los invitados se pasean por la sala rumbo a este mismo lugar. Definitivamente hay más gente de la que esperaba, pero lo que más me llama la atención es que han venido muchos empresarios italianos a la fiesta y no sé si viven en Miami o es que han venido desde Italia específicamente para esto.  En mi camino voy saludando a las personas que conozco de la empresa, a otros empresarios con quien he tenido la dicha de dialogar, y por supuesto a mis hermanos quienes se han dado cita aquí y por último me acerco a mis padres quienes están conversando con un hombre a quien no puedo identificar ya que esta de espalda.  —Siento interrumpirlos, hola, papá, hola, mamá— Los saludo con un beso a cada uno y luego miro al invitado. Mis ojos se fijan en los suyos color grises y por alguna razón me vuelvo presa de esa mirada. Su cabello castaño oscuro hace que esos ojos resalten aún más, y ni hablar del perfecto contorno de su rostro. Esa barba enmarca a la perfección es cara delgada y expresiva. No puedo dejar de mirar cada detalle suyo, y a pesar de que se refleja que es unos años mayor que yo, el hombre que tengo enfrente de mi es tal y como me imagine al hombre de mi vida. Su nariz es fina, sus labios son sensuales, y su aspecto esbelto y atlético, acompañan a la perfección su altura. Quisiera poder pronunciar alguna palabra, pero tengo la sensación de haberme quedado en blanco ante esto que ni siquiera me atrevo a llamar atracción aun siendo consciente de que lo es.  —Hija, que bueno que has llegado— Me dice mi padre regresándome a esta realidad. Lo miro por un instante haciendo mi mejor esfuerzo por disimular, y sonrió —Él es Renzo De Luca, el nuevo socio de la empresa, ese amigo mío del que tanto te he hablado— Anuncia finalmente tomándome por absoluta sorpresa. «¿Qué? ¿Él es el nuevo socio de mi padre?» Me pregunto por dentro, aunque ya sé la respuesta. Recorro el perfil descripto que me entrego mi padre al comentarme acerca de su posible asociación con nosotros, y lo repaso en mi mente «Renzo De Luca, 42 años, de nacionalidad italiana, y experto en la industria aeronáutica y finanzas»  Respiro profundo mientras que intento no mirarlo como lo hacía un momento, y le ofrezco mi mano —Un gusto, soy Anya Gagnier. Bienvenido a Innovation Enterprises— Lo saludo, pero él me mira fijamente mientras que estrecha mi mano. —Un gusto conocerte personalmente Anya, tu padre me ha hablado mucho de ti, se siente muy orgulloso de quién eres— Pronuncia y por mi bien trato de no verlo a los ojos —Ah, y puedes tutearme, si vamos a trabajar juntos, es mejor que sea así— Continua y solo sonrió de la manera más normal que puedo. —Claro, como tú quieras— Digo soltando su mano —Nuevamente bienvenido, si me disculpan tengo que ir a saludar a un par de personas más, pero ya tendremos tiempo de ponernos al día en la empresa seguramente— Expreso y con solo pensar en esto, me pongo nerviosa. —Por supuesto— Accede y yo solo volteo a ver a mis padres, sonrió y me alejo de ellos tres por mi propio bien. «¿Por qué me pasa esto a mi? ¿Tenía que ser justamente él quien me gustara a simple vista?» Me quejo con la vida y camino hacia donde esta uno de los camareros repartiendo champagne. —Con permiso— Le digo tomando una de las copas y me pierdo entre la gente para ir a un rincón donde haya un poco de paz y beberme así su contenido casi como si se tratara de agua. Pierdo mi mirada en la hermosa vista que hay al mar desde aquí cuando de pronto siento unos pasos cerca mío y volteo a mirar encontrándome con él quien trae una copa de champagne en cada una de sus manos —¿Quieres otra copa?— Me ofrece y sonríe —Te has terminado la primera muy rápido— Continua cuando ya está frente a mí y me la entrega. —Gracias— Me limito a responder. —¿Te parece si conversamos un poco? Tengo entendido que tú y tu hermano Mateo son los nuevos lideres de la empresa— Sugiere.  Bebo un sorbo de la copa —Él es quien está a cargo de la parte de ingeniería, yo solo de las finanzas— Me excuso solo para que él se aleje, pero por alguna razón sonríe. —Qué bueno, finalmente encontré a alguien que me entienda, yo también soy un hombre de finanzas— Dice y no sé si tomar sus palabras con una prueba de fuego o simplemente lo ha dicho por que sí, sea como sea, no puedo mirarlo como lo hice hace un momento, él está completamente prohibido para mi… es el amigo y socio de mi padre, y ni hablar de los años que me lleva.  —Hablemos— Respondo resignada ya que no quiero ser descortés con él por lo que me pasa a mí.