Mi deseo es haber tenido una madre
….
En mi garganta pusieron un tubo, madre
…
En sus pulmones vivirá una anguila
En mi frente tengo una marca.
Rammstein — Mutter.
***
> Se preguntaron aquellos hombres en sus mentes casi al mismo tiempo.
Los perros tomaban la delantera, corrieron sobre las orillas del lago y de un salto estuvieron sobre la madera del largo muelle. Otro relámpago seguido de un trueno estremeció el lugar e iluminó las aguas oscuras, la negrura de la profundidad seguía llamando con su aspecto misterioso a cualquiera que quisiera sumergirse en ella para no emerger jamás.
Leila balanceaba sus brazos con rapidez, como si eso fuese a sumarle fuerzas para correr, el muelle sonaba apenas conforme ella pisaba el suelo, los perros detrás, como fieras. Estaban a pocos pasos de ella y justo cuando uno de ellos abrió su boca como una fosa profunda y mortal para morder una parte de ella y conseguir detenerla, Leila saltó en un clavado hacia el agua.
> Dijo Dan en su mente cuando vio el cuerpo desaparecer dentro del lago.
—Mierda —susurró uno de los policías, deteniéndose sobre sus pies.
Los demás no se detuvieron y corrieron sobre las orillas hasta llegar al muelle y avanzar sobre este. La briza fuerte y fría golpeaba sus caras y sacudía el pelaje de los animales que ahora le gruñían al agua.
Leila inmediatamente sintió la presión en sus pulmones, reteniendo oxígeno mientras movía los pies con fuerza y precisión mientras daba brazadas, avanzando hábilmente en las profundidades y con la necesidad de emerger a por más oxígeno. Abrió los ojos dentro, observando solamente la negrura y sintiendo la vibración de las aguas a causa del trueno en el cielo. Emergió por fin, abriendo la boca, jadeando y tomando aire en sus pulmones, sin detener las brazadas.
Los hombres detrás de ella observaron cómo esa mujer se dirigía sin miedo hacia el centro del lago, pretendiendo cruzar, pero eso le tomaría al menos una media hora aproximadamente, en algún momento sus energías se exhumarían por completo, aunque no se debía subestimar su capacidad, durante la última media hora había mostrado más de lo esperado.
Uno de ellos, el comandante, sacó una semi-automática de su estuche en un cinturón y giró un poco la cabeza hacia el abogado, mirándole a los ojos, el cuál asintió. Fue entonces cuando éste haló el gatillo, dejando salir un disparo.
El arma en la mano del oficial se estremeció, el ruido dejó ecos en todo el entorno, provocando que varios grupos de aves salieran de entre los árboles volando despavoridas y emitiendo distintos tipos de sonidos mientras recorrían el espacio sobre el oscuro y tenebroso lago. La intención de Dan siempre fue detenerla, jamás quitarle la vida, porque muerta no pagaría por todo lo que había hecho, así que satisfecho quedó cuando la bala disparada por el policía impactó contra Leila, frustrándole su plan de llegar a la otra orilla del lago para escapar.
Dan arrugó el entrecejo, al ver que la mujer continuaba moviéndose, eso evidentemente frustró al comandante, pero luego se relajaron sus facciones al ver que Leila disminuía la velocidad de sus brazadas hasta quedar completamente quieta, flotando en la superficie. Eso era, la quería lastimada, pero no tanto.
Leila no se hubiera detenido a no ser porque sintió aquel desagradable dolor en su omoplato izquierdo, en seguida todo su torso comenzó a doler y el agua de pronto se hizo más espesa desde su punto de consideración, ya había recorrido varios metros a nado, pero su cuerpo no rendiría más. Tragó agua, sintió su nariz llenarse de líquido y comenzó a toser debido a aquello, volteándose boca arriba, viendo el relámpago de color violeta sobre el cielo, escuchando el trueno emitido por ambas o tres nubes que chocan sus energías, siguió flotando, sintiendo la briza violenta que hacía ondas en las aguas y ella, casi inconsciente flotando mientras su herida sangraba más y más, la bala seguía allí y las gotas de lluvia comenzaron a caer cuidadosamente sobre su cara, otro relámpago, otro trueno ésta vez más fuerte y la lluvia arreció sobre ella y sobre sus depredadores.
Las lágrimas en los ojos de Leila se mezclaban con las gotas de lluvia, sentía frío, sentía miedo, tosió una vez más, casi sin fuerza suficiente para hacerlo, sintiendo el dolor expandiéndose por su cuerpo entero, analizando entonces todo, reflexionando acerca de lo sucedido últimamente, acerca de lo que vendría entonces, todo aquello se volvió un tornado de hechos y suposiciones en lo profundo de su mente retorcida, antes de abandonarse lentamente a la inconsciencia.
Todos eran buenos en el agua, pero con uno era más que suficiente para sacar a Leila hasta la orilla, Dan subió a la superficie para tomar más oxígeno en sus pulmones y luego continuar dando brazadas hasta llegar casi a la mitad del lago. Cuando llegó a dónde estaba el cuerpo flotando de Leila ya estaba cansado, respiró, se relajó un poco y cerró los ojos para respirar con más calma mientras las gotas de lluvia caían sobre ellos con enojo. No esperó más y tiró cuidadosamente del cuerpo de la pelirroja tras verificar que estuviera viva, concluyó en que posiblemente se habría desmayado, nadie muere de una bala en algún omoplato. Leila escuchaba no más que el zumbido que escuchan todos al tener la cabeza sumergida en masas de agua, quizá su cuerpo ya estaba preparado para disminuir el dolor, una defensa que muchos tienen en su organismo, activo cuando el cuerpo no puede resistir más. Justo antes de entrar en una negrura y silencio total, lo último que sintió fue que alguien tiraba de su cuerpo, llevándolo hacia alguna parte.