—Esta sí que las tiene bien puestas; se le subió bien alto el puesto —le dice Carmen, con desagrado— solo a ella se le ocurre, que los dueños trabajen por un sueldo; le vuelvo a repetir, que nosotros no sabemos dónde está esa mujer, no entiendo porque se empeña en que nosotros tenemos que saberlo.
—Yo personalmente, me dedicare a buscarla, y rueguen que yo no la encuentre sin la ayuda de ustedes, porque entonces los despedidos serán ustedes, y yo personalmente los acusaré de ladrones y estafadores; así que piensen bien lo que van a hacer de ahora en adelante, porque a mí no me temblara la mano para dejarlos sin nada.
—Francamente a esta mujer debe faltarle un tornillo, para atreverse a amenazarnos de esa manera —dice Manuel , admirado— pero también a Gabriel, le está fallando el juicio,
