Mientras tanto, en el hipódromo...
—Hola, Jesse, ¿dónde está… Alexander?—contestó Brigitte la exnovia de Alexander
—¿Para qué lo buscas Brigitte? —comentó el socio de Alexander—Sabes que él no quiere saber de ti.
—Lo sé, ¿pero quedamos en buenos términos no? —sonrió de manera maliciosa— además…abrió otro hipódromo y vine a felicitarlo. Recuerdo que siempre mi presencia le daba buena suerte. Había muchas apuestas cuando estaba aquí con él.
—Mmmm, pues… eso era en tu mente Brigitte, más bien siempre había perdidas. Además, que yo sepa, cuando alguien no quiere saber de ti significa que no están en buenos términos. Mejor vete, y esa caja que tienes en las manos, llévatela de nuevo y lárgate que no eres bienvenida en ninguno de los hipódromos.
—Jajajaja, vaya, ¿ahora te crees el dueño de esto o qué?
—Cuando Alexander no está pues… si lo soy. Tengo acciones en todos estos hipódromos. Asi que, hablas prácticamente con el segundo dueño de este lugar. Quiero que te largues, das mala suerte y hoy vienen bastantes apostadores con nuestros caballos.
—¡Já! ¡mira estúpido marica, no se quien te crees, pero tu a mí, no me das órdenes!
—Pues si te las doy Brigitte, quieras o no. Y ya que mencionas que quieres saber dónde está Alexander, si quieres ve a su casa. Tu sabes como él celebra cuando abre algún lugar o cuando tiene grandes apostadores, no es necesario que te lo explique.
—No, entonces…ya volvió de nuevo a sus andanzas. Parece que… el haberlo dejado le afectó. —sonrió con hipocresía —ay, pobrecito. Bueno, vendré más tarde entonces.
—Mmmm, no parece muy afectado que digamos, se nota que la está pasando mejor sin ti y no vengas, no eres bienvenida.
Mientras tanto, Alexander...
El apuesto pelinegro de grandes ojos verdes salió del baño y, para su sorpresa, descubrió que su amante ya no estaba en la habitación. Sin embargo, una sonrisa burlona se dibujó en su rostro al darse cuenta de que se había llevado el reloj.
—Mmmm, ¿no y que no lo querías? ja, ja, ja
Así que, decidido a continuar con su vida sin preocuparse por la partida de su amante, Alexander se adentró en su amplio guardarropa y se vistió con un elegante traje azul oscuro, combinado con una camisa blanca de manga larga perfectamente ajustada. Se peinó meticulosamente como de costumbre y se calzó unos zapatos marrones de aspecto impecable. Una vez listo, comenzó a descender la escalera principal con una actitud presuntuosa, abotonando con despreocupación las mangas doradas de su traje.
Al bajar, se encontró con Magda, fiel sirvienta que sostenía una taza de té en la mano. Al notar que ya era tarde para el almuerzo, ella le entregó la taza a su amo y no dudó en preguntarle sobre la partida de su amiga.
—Eh... señor, intenté ofrecerle a su amiga que se fuera con el chofer, pero... ella se negó—dijo Magda con cierta reserva.
Alexander tomó la taza de té con gesto altivo, alzando una de sus cejas delineadas con su distintivo acento británico mientras respondía:
—Mmm, bueno, ese es su problema. Debo irme, creo que estoy retrasado.
—¿No va a almorzar, señor?—inquirió Magda, preocupada.
—No, no tengo hambre. Además, tengo otra fiesta esta noche. Asegúrate de enviar otro de mis trajes al hipódromo. —dijo mientras le daba un sorbo a su taza de té y luego se lo entregó.
Seguidamente, acomodó aún más su traje y se dirigió hacia la salida. Magda lo siguió con la mirada y con la taza de té en la mano le dijo:
—De acuerdo, señor. ¡Que tenga un buen día!
Con pasos seguros, Alexander salió de su mansión, se montó en su gran auto y se dirigió directamente a uno de sus hipódromos, donde se llevaba a cabo una inauguración. Al llegar, observó a Jesse, uno de sus aliados más leales desde hace cinco años. Jesse, un moreno apuesto de aspecto mediterráneo y experto en juegos de azar, se había convertido en la mano derecha de Alexander en todos sus hipódromos.
A lo largo de los años, habían forjado una sólida amistad casi que como hermanos y se habían convertido en socios inseparables. Mientras se adentraba en su elegante oficina principal, decorada con sobriedad y con cuadros de sus caballos favoritos en las paredes y estatuas majestuosas de caballos blancos, Alexander escuchó la voz de Jesse.
—Hey, Brigitte ha estado aquí hace un rato. —le entregó una tablet con todo su itinerario—Toma, aquí está la información de las apuestas de hoy y los invitados que asistirán a la fiesta. Además, trajo un regalo para ti, mostró una pequeña caja con tres caballos bañados en oro.
Las palabras de Jesse hicieron que Alexander soltara una risa maliciosa.
—Jajaja, ¿ahora quiere regalarme cosas? No entiendo por qué no se va de una vez por todas. Me tiene completamente harto. La soltería es lo mejor que puede existir.
—¿Y qué hay de la rubia? ¿Te la llevaste finalmente? Creo que era una modelo llamada Annika Saas.
Alexander, mientras revisaba la información en la tablet, se sentó en su silla presidencia y girando en ella se movía con una expresión de satisfacción.
—Claro que me la llevé. Pasé un tiempo estupendo. Sus encantos me hipnotizaron, sus pechos se movían seductoramente y susurraban: "Alexander, bésanos". Así que le dediqué algunas palabras bonitas, le dije lo hermosa que era, nos fuimos en el auto y luego a mi casa.
—¿La conquistaste con tu título de vizconde?
—No, eso era cuando era adolescente. —respondió mientras seguía examinando la tablet—Ahora, los hipódromos hacen que las mujeres caigan rendidas en mis brazos. ¿Y está todo preparado para la fiesta de esta noche? El jinete Kent Arlington estará presente, debemos asegurarnos de tratarlo correctamente.
—Sí, todo está listo y organizado. Kent tiene su lugar reservado. Sin embargo, vendrá con su hija. Y, desafortunadamente, para ti, ella tiene todas las características que te gustan. 23 años, cuerpo esbelto y grandes atributos.
—Excelente—sonrió con malicia.
Jesse lo miró con cierta preocupación y le advirtió:
—Por favor, Ricky—(Ricky era el nombre de cariño que le decían a Alexander cuando estaba pequeño)—no hagas nada imprudente. Si llegas a enfadar a Kent, te difamará por todas partes.
—Jajaja, ¿por qué me llamas como mi madre lo hace? No me llames así, solo ella me llama Ricky.
—Intento que recapacites y que muestres algo de empatía.
—No te preocupes, me comportaré correctamente. La hija de Kent estará fuera de límites. —sonrió con malicia —Por cierto, ¿invitaste a todos los ganaderos del país?
—Por supuesto, esta noche estarán presentes los ganaderos y la élite ecuestre de toda Europa.
—Excelente—contestó Alexander con seguridad de que su fiesta iba a ser un exito sin saber que una gran sorpresa le avecinaba.
Siete horas después...
En la fila de entrada a la gran fiesta nocturna de la inauguración del nuevo hipódromo de Alexander Wallas, se encontraba una hermosa rubia alta de aproximadamente un metro setenta y cinco, seguida de cerca por un joven delgado con aspecto afeminado y gafas. Ambos carecían de una invitación, pero estaban decididos a colarse en la fiesta, en busca de clientes para su clínica veterinaria, que hasta ese momento estaba pasando por un bajo periodo de actividad.
—Ivanka, ¿estás segura de que no tendremos problemas para entrar a esta fiesta? Parece que requieren invitación - dijo Georgie, el mejor amigo gay de Ivanka con gran temor.
—¡Claro que no! Estamos impecablemente vestidos. Además, esta es una oportunidad perfecta para encontrar nuevos clientes para nuestra clínica, que ha estado más silenciosa que un piojo en la cabeza de un calvo. Yo estoy aquí por Kent Arlington, este hombre es una auténtica leyenda ecuestre y dicen que tiene una hacienda con más de cuatrocientos caballos. Según los rumores, incluso le vende algunos al dueño de este hipódromo.
—¡Ay, no hermana, tengo mucho miedo! ¿Y si nos atrapa la policía?
—Georgie, si te pones así de nervioso, no podremos entrar. Fingiremos ser invitados. Mira, tengo una idea. Busquemos a hombres que estén solos y hagamos como si fuéramos con ellos.
—¿Nos vamos a separar?
—Sí, es necesario para poder entrar sin problemas.
—Bueno, desde los Estados Unidos te sigo en tus locuras. Voy a buscar a un hombre que tenga una apariencia afeminada o gay, como yo, para unirme a la fila.
Ivanka observó detenidamente a todos los presentes en la fila y señaló a dos hombres que se encontraban solos.
—Mira, ese hombre con el gorrito judío no tiene compañía, y el otro con la corbata roja también está solo. Yo me acercaré al del gorrito, y tú ve con el de la corbata roja. Vi que lleva unas medias de arcoíris, así que supongo que es de tu comunidad.
—¿En serio, hermana?
—Por supuesto. ¡Ve con él!
Georgie dio un pequeño salto, con un gesto un tanto afeminado, y sonriendo a Ivanka le respondió:
— ¿Será que él es mi ser amado, chica?
—No lo sé, ve a comprobarlo. —Lo empujó suavemente— Si tú logras entrar con mi plan, entonces yo podré entrar fácilmente.
—De acuerdo, seré el anzuelo. ¡Deséame suerte, hermana!
—Así lo haré.
Georgie, desde lejos, le hizo una señal a Ivanka con una de sus manos e intentó caminar tras el hombre de la corbata roja, disimulando para colarse en la fiesta. El hombre enseñó su invitación al guardia de seguridad en la entrada y fue el primero en ser permitido. Georgie, con su voz afeminada, se dirigió al guardia y le susurró que venía con el hombre de la corbata roja, alegando que era su novio.
El guardia, para evitar problemas, lo dejó pasar y luego, desde adentro, hizo señas a Ivanka indicándole que todo estaba bien. Así que Ivanka aplicó el mismo truco y siguió al hombre del gorrito judío, quien estaba distraído con su teléfono móvil. El hombre, sin percatarse de la presencia de Ivanka, mostró su invitación al guardia de seguridad en la entrada. Sin embargo, los guardias de seguridad la detuvieron y la miraron con seriedad.
—¿Su invitación, señorita?
Georgie, desde adentro, observaba con preocupación a Ivanka, quien parecía tranquila pero en realidad estaba llena de miedo. Mientras tanto, Ivanka intentó mantener la calma y con una sonrisa inocente y una voz suave respondió:
—Vengo con el señor del gorrito judío.
—¿Está segura?
—Sí, señor, soy su amiga... —Se le ocurrió una buena mentira— o mejor dicho, su dama de compañía. Me contrató a través de un sitio web para hacer que sus amigos creyeran que somos pareja. Ya sabe, asuntos de nerds.
En su interior, Ivanka temblaba de miedo, pensando:
«Espero que no llamen al hombre, si no, estoy perdida»
Los guardias de seguridad intercambiaron miradas y finalmente permitieron que Ivanka ingresara.
—De acuerdo, puede pasar, señorita.
—¡Muchas gracias! —contestó la mujer con una alegría fingida.
Una vez adentro, Georgie se acercó a Ivanka con dos piñas coladas en la mano y una expresión de preocupación en el rostro. Mientras Ivanka intentaba parecer tranquila, Georgie le entregó una de las bebidas y pensó para sí mismo:
—¡Ay, amiga, lo logramos! ¡Las ventajas de estar bien vestidos y a la moda!
—¡Te dije que mi plan funcionaría! Ahora vamos a buscar a nuestro gran jinete, Kent.
Sin embargo, la situación no era tan fácil como parecía, ya que todos los invitados llevaban una pulsera distintiva que Alexander Wallas había incluido en las invitaciones. Por lo tanto, todos los presentes dentro del evento la llevaban puesta. Ivanka y Georgie eran las únicas excepciones, y un guardia de seguridad, que vigilaba el lugar, comenzó a seguirles los pasos minutos después. A su vez, ella no sabía que se había adentrado a la fiesta de Alexander Wallas, un hombre que nunca la había sacado de su cabeza y se iban a encontrar de la peor manera.
Nota de la autora Lily
En el siguiente episodio, verás aquel encuentro.