Capítulo 2. La gente, buena gente.

1412 Words
Ya había amanecido, cuando llegué a una pequeña chabola. Las cosas en este mundo no eran lo que me imaginaba. No he conocido ni duendes, ni dragones, ni hombres-lobos. ¡No vi nada raro! Estaba empezando a pensar, que era algo extraño para un mundo paralelo. No penséis que soy una idiota, todo lo que he dicho eran tonterías para no volverme loca, atravesando un pantano y un bosque desconocido. Mi cerebro tenía que aferrarse a algo, incluso a lo más increíble, para no explotar. Cuando me acerque a la puerta, pero no de una puerta normal. ¡Eran tres troncos atados! No golpeé, solo grité "¡Fuego!" Me acordé de un programa de legítima defensa. Si gritamos "incendio", la gente reacciona más rápido que si gritamos "socorro". Pero como se ve en este mundo, eso no funcionaba o la gente no veían la tele. Me abrieron, pero tuve que esperar y gritar mucho. Por fin salió un hombre de la puerta, con apariencia y edad incomprensibles. También usaba ropa sin distinción. Me miró con el mismo interés que yo a él. - ¿Quién eres? - Vengo del bosque, necesito ayuda, me he perdido. Estoy cansada necesito ir a la ciudad. Me miró con más atención. - ¡Mujer! - dijo el, y no me di cuenta, de si él me había preguntado o solo estaba asegurándose. - Sí, soy de la ciudad, tengo que irme a casa, - le supliqué.  Una mujer apareció en la puerta detrás del hombre. Comprobé que era mujer, solo porque ella era más pequeña que él y llevaba falda. Ella preguntó algo a su marido, no sé si lo era. Él le respondió, yo sólo entendí dos palabras "mujer" y "bosque". Era como el ruso, pero no entendía algunas palabras. ¿Tal vez es Ucrania? ¿O Bielorussia? Ella lo empujo de la puerta y me cogió de la mano, invitándome a entrar. Fui bien porque estaba muy cansada y congelada. No estaba yo vistiéndome de un traje de deporte para cruzar pantanos y bosques toda la noche. Cuando entré en la chabola, no creí lo que vieron mis ojos. Por supuesto, yo sabía que la gente en el interior no vivía muy bien, pero que así fuera, no entraba en mi imaginación. Diez personas estaban tendidas en el suelo de tierra cubiertos por unos trapos. La mujer empujó un bulto al lado y me ofreció una cama. O sea, un sitio en el suelo. De todos modos, no tenía otra opción. Me he acostado. Los pensamientos, como una colmena zumbaban en mi cabeza, "¿Dónde, demonios, estoy?"- pero ahora no tenía yo las fuerzas para encontrar una respuesta a esa pregunta. Me agarré a alguien para calentarme y me dormí. Me estiré dulcemente y abrí los ojos. De repente vi entrar la luz, por una pequeña ventana. “¡Mamá! ¡No es un sueño! ¡Todo esto está pasando en realidad! “, - pensé cuando miré en el interior de la chabola. Lloré tanto como pude. La gente corriendo entraron en la habitación, donde yo estaba aún acostada en el suelo y lloraba como histérica. - ¿Por qué estás llorando? - me preguntó la mujer de ayer. - Quiero ir a ver a mi madre, quiero volver para casa, - continué llorando. - Tu madre ya no está, todos murieron, - dijo ella con suspiro lleno de pena.  Me di cuenta que yo no entendía nada de lo que esta mujer me había dicho. - ¿Cómo han muerto todos? - pregunté, dejando de llorar y pintando en mi cabeza los terribles cuadros de la Tercera Guerra Mundial de los juegos virtuales. - El barco sobre la piedra se estrelló, todo el mundo murió menos tú, - suspiró. En ese momento, me di cuenta de que entendía, de lo que estaba hablando, pero yo no era del barco. - ¿Dónde estoy? - ¿Estás en Moksha y a dónde ibas? - No lo recuerdo. Hasta que sepa lo que está pasando aquí, es mejor que todos piensan que tengo amnesia. ¿Qué vas a preguntar al pobre enfermo? - ¿Cómo te llamas? - me interrogó otra vez. - No recuerdo, yo no recuerdo nada sobre mi. - respondí yo. - Entonces te llamaremos Oksia, levántate, hay que ir a buscar agua y dar de comer a la vaca, - dijo mujer, y se fue. La seguían los que habían venido corriendo en la habitación, agitados por mis llantos. Todavía estaba completamente abrumada. Mi cerebro no quería creer en lo que estaba pasando realmente. Era una locura. Estoy en Moksha. ¿Dónde está Moksha? En la habitación entro una chica de 13 o 14 años. ¿Pero quién sabe qué edad tenía exactamente? - Toma esto, mamá, te lo mando. Dice que solo las sinvergüenzas nórdicas andan con ropa como la tuya. No era cristiano que una mujer llevara pantalones, - dijo niña, y me tendió la ropa. No tenía nada que hacer, empecé a desnudarme. Mi traje de deporte exigía una buena lavada. Cuando la chica me vio en la ropa interior, sobre todo mi sujetador, se sorprendió tanto que yo me sorprendería menos al ver un dragón vivo. - ¡Ah! ¡Eres una chica guerrera! "- exclamó ella. Al principio no me di cuenta porque la niña estaba tan emocionada, pero cuando me miré, entendí todo y respondí. -  No lo recuerdo. - ¿Cómo que no recuerdas? He oído que, en el norte, una chica puede convertirse en una guerrera, si quiere. Y no necesita ni casarse, ni tener familia. Mientras tanto, ya había terminado de poner la ropa que me mandaron y estaba lista para salir de casa con un vestido adecuado. - ¿Escucha, ¿dónde puedo lavarme la ropa? -  Vamos a buscar el agua y allí lavas la ropa, - me explicó mi nueva amiga. Mientras caminábamos hacia el río, ella me conto quién era quién y a que se dedicaban. Stephan, su padre, era leñador, su madre, Lada, como tiene siete hijos, por eso está trabajando en casa. Antes ella pescaba en el rio. ¡Y como pescaba, mejor que cualquier hombre! Ahora los hermanos mayores de Mila se ocupan de este oficio. Ella, Mila, la mayor de las niñas, ayuda a la madre. Los niños medianos, trabajan con su padre. Ya hemos llegado al río. Mila cogió los cubos y los rellenó con agua. - Ahora, puedes lavar tu ropa, - dijo. - ¿Y el jabón? - ¿Qué es esto? - pregunto la niña.  En este momento, me di cuenta, que el jabón no existía en este mundo. - En el Norte así lo llamamos para lavar la ropa. ¿Y vosotros con que laváis? - intenté explicar lo que era, y, al mismo tiempo tranquilizar a Mila, porque la vi muy sorprendida.  - ¡Ah! “La hierba de la espuma”, - exclamo ella, - Ahí, en la orilla crece la hierba, cortas todo lo que necesitas y lavas. Por supuesto, no pedí una lavadora con 24 programas de lavado, ni agua caliente. ¡Pero la hierba en lugar de jabón! - Hay mucha hierba aquí. ¿Cuál es la de la espuma?,- le pregunté desconfiada. - ¡Ahí está el pico agudo!  Tienes que sacar la hierba con la raíz. Solo la raíz da espuma. La coges así y sacas y después sujetas en la mano y lavas, - explico Mila. Las ganas de lavar mi ropa me pasaron en un momento, cuando mi amiga me mostro el delicado proceso, pero no tuve más remedio que meterme en el agua para arrancar esa raíz. Cuando acabe el trabajo estaba cansada, pero contenta, de volver a la chabola con ropa limpia. - ¡Mamá, mamá, es una chica guerrera, no sabe nada del trabajo de la mujer! - Gritó Mila a su madre en cuanto entramos. Lada se acercó a mí y miró atentamente por todos lados. -  Algo así yo me imaginaba. – dijo la mujer. - Me pareció que tu estabas muy fuerte y muy alta. Bueno, si eres una guerrera. Nosotros también necesitamos protección de las personas malas y de los animales salvajes. ¡Quédate con nosotros! De todos modos, no tienes a dónde ir, ni nadie te espera. Stephan encontró a los tuyos en la playa. Vete a despedirte de ellos. - Dijo y me empujó fuera de casa.
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