Capítulo 1. Una moneda extraña.

927 Words
Ese día yo volví del campeonato interregional de Taekwondo, mi mamá no estaba. Se quedó a trabajar en el hospital otra vez. “Ser médica para ella era más importante, que ser madre,”- me enfade.  El único "hombre" que me recibía fue mi mejor amigo, mi perro, Richie, un Cocker Spaniel pelirrojo. Se volvía loco de alegría, saltaba y ladraba llamándome a la cocina. - ¿Qué, tienes hambre, bandido? - Le pregunté sonriendo y le puse comida en su taza. Fue codicioso con la comida. No es que mi madre no le diera de comer, es que él así expresaba su alegría, que ahora no está solo en casa. Dejé mi bolsa en la cama y decidí primero ducharme y después deshacerla y poner la lavadora. Ya estaba el otoño por eso oscureció rápido en la calle. Me quedé en el sofá, me escondí debajo de una manta y encendí la televisión. Normalmente no la miro, yo soy más de internet, r************* o canales de YouTube. Pero por alguna razón hoy me apeteció ver la tele. Echaban una película de terror antigua, cuyo título yo ya ni recordaba. Estaba casi durmiendo. De repente oí a mi Richie ladrar de tal manera, que me levanté. El perro ladraba a alguien fuera de la puerta. Miré por la mirilla, pero no había nadie allí. - ¿Qué has hecho? No hay nadie allí, calma. – empecé a reñirle. – ¿Para qué haces jaleo, quieres que nos denuncien? Sin embargo, Richi seguía ladrando. Me asuste por los vecinos, que pueden quejarse, que nuestro perro les molesta. - ¿Quieres pasear? - pregunte yo. Richie estaba moviendo la cola. Me vestí, cogí el teléfono, le puse la correa al perro y salimos. Había un gran viento en la calle. Miré el teléfono, tal vez me perdí el aviso de la tormenta, pero no hubo ninguna señal de esto. - Así que Richie, haz lo que tengas que hacer rápido y vamos para casa. - dije yo y solté la correa.  El perro, como si no hubiera hecho más que esperarlo. Él se escapó, como un rayo.  - Richie, ¿a dónde vas? - grité, pero el perro ya había huido a la esquina de la casa. No tenía más remedio que correr tras él. Ya llegué hasta el parque. Dentro de él estaba oscuro, solo unas luces tenues alumbraban el callejón. El fuerte viento jugaba con las ramas a lo alto de los árboles. " Aquí los maniáticos homicidas pueden caminar por la noche”, - no se sabe por qué pensé en esta tontería y me tranquilicé a mí misma: "Con este tiempo, los malos están sentados en casa delante de la tele, y ven “Sálvame”. Solo eres tú, estúpida, con tu perro tonto en el parque con ese tiempo pasean". De repente, vi a Richie en el callejón, él estaba ladrando otra vez. Corrí hacia él y vi salir de los arbustos a un hombre extraño con una gabardina larga y un sombrero ancho. “¡El homicida suelto!", - pensé y me puse en Charyot Sogui (Posición de atención), por si acaso. - ¡Esto es para ti! Es tu billete a la felicidad, - dijo el, y me puso algo en la mano. ¿Quién se negará a ser feliz? ¿Incluso si es de un maníaco? Tendí mi mano y vi una moneda amarilla y brillante. Antes de que la tomara, el "maníaco" se convirtió en ceniza, sólo quedo su gabardina y su sombrero ancho en el asfalto. De la sorpresa de todo lo que estaba pasando, la moneda se me cayó de las manos y empezó a rodar, brillando por sus lados. Yo fui corriendo detrás de ella.  ¡Y así empezó! No me pude explicar nada razonable, no me dio tiempo. Todo cambio tan rápido, que no pude reaccionar. El callejón se convirtió en un túnel n***o y resbaladizo que me llevó a una velocidad terrible. No puede imaginar cuánto tiempo he estado allí, pero me escupió ese tubo en un pantano, en medio del bosque. Era un bosque de verdad, no los parques forestales de los cuales se veía el camino. Estaba oscuro y aterrador. Me levanté, me inspeccione mi cuerpo, toque la cabeza y me quedé feliz, no me dolía nada. "¿Ahora es bueno saber a dónde he llegado? Creo, como muchos, que los viajeros por los mundos paralelos existen. Hay mucho sobre ellos escrito e Iker Jiménez también contaba sobre este fenómeno. Así que hay que averiguar en qué mundo estoy, lo que significa que tengo que encontrar una forma de salir de este bosque “. -  Pensé yo así, que me calmaría mientras, mi cuerpo temblaba como una hoja del abedul de miedo y frío. Estar en un bosque oscuro, no sé dónde, no es trabajo para los débiles. Intenté subir al árbol para ver a dónde ir, pero solo me rompí la chaqueta. Aunque yo estoy en la selección de Taekwondo, hay que saber cómo escalar los árboles. Sólo a la tercera conseguí subirlo. Miré alrededor. Si en este mundo hay un plano y una distancia, como en la Tierra, a unos tres o cinco kilómetros he visto la luz. ¡Eso significaba gente! En ese momento, no pensé en que todas las personas serán buena gente, podría haber de todo. Pero cuando estás sola en un bosque desconocido, en un lugar que no conoces, entonces cualquier humano se convierte automáticamente en tu amigo. Tomé el camino.
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