JOE
Desperté con la imagen de Ana en mi cabeza, esa hermosa latina que movió mi piso.
Por alguna razón no tuve ganas de bajar a la piscina a mirar a las chicas bañarse. Entonces decidí desayunar en mi habitación.
Llamé a cocinería y encargué mi pedido. Cómo solían tardar unos 20 minutos, volví a mi cama.
Casi al mismo momento de recostarme sentí varios golpes en la puerta, me levanté rápidamente y fui a abrir.
Mis ojos se abrieron como platos cuando descubrí quién estaba detrás de la puerta.
-¿Mark?- dije confundido
-¡Joe! – gritó mientras dejaba caer las maletas al piso.
-¿Tu, tu no estabas en Nueva York?- dije sorprendido
-¿No te alegras de verme?, tuve que sobornar a mi jefe para que me diera un par de días- habló con una mueca en sus labios.
-¡Claro que me agrada verte!, ven adelante- le dije y le ayudé con sus maletas.
-Demonios, esto es el paraíso. ¿Visto lo grande que es esta suite?
Sonreí y fui a dejar las maletas a la segunda habitación.
-Y desde aquí puedes ver toda la playa, ¡no puedo creer que hayas venido sin mí!- gritó Mark desde la terraza.
-Bueno ya estás aquí amigo, ahora solo hay que relajarse- dije cuando lo alcancé en el exterior.
Le ofrecí un cigarrillo y fuego.
Ambos reímos mientras mirábamos el espectacular paisaje de Cancún.
Mark aspiró el humo y luego habló.
-¿Cómo van las venéreas?- preguntó con una sonrisa en su rostro
Expulsé el humo y lo quedé mirando.
-Me gusta una chica, me gusta en serio- le confesé
Mark comenzó a toser de forma desenfrenada mientras trataba de sacar el humo de sus pulmones.
-Lo sé, es muy extraño en mí- contesté mientras le daba suaves palmadas en su espalda.
-¿Extraño? Jamás has tenido una relación formal Joe- dijo y tragó saliva con dificultad- eres un puto mujeriego
Sonreí con todos mis dientes.
-Bueno creo que a todos nos llega el momento- me defendí
-¿Estás loco?, llevas 3 días aquí. Es imposible que te hayas enamorado
-No estoy enamorado, sólo que hay una mujer que llamó mi atención. Más de lo normal- me encogí de hombros
-¿Te acostaste con ella?
-No
Mark entrecerró los ojos.
-Dios mío, sí que vas en serio
-Bueno y ¿Cómo es?, ¿Es rusa, francesa, danesa?- los ojos de Mark brillaron
-Es latina
-¿Qué?, ¿una morocha bajita?
-No seas racista
-¡Pero Joe!, aquí está lleno de mujeres espectaculares, ¡Este es el paraíso de las tetas y los culos!- se acercó a mí y puso su mano en mi frente- ¿Seguro que no te drogaron?
Lo fulminé con la mirada y le aparté la mano con fuerza.
-¡No seas ridículo!, ella no se…simplemente ella tiene algo especial- dije y me giré hacia la playa.
Mark negó un par de veces con la cabeza.
-Piensa bien Joe, ¿no recibiste alguna pastilla o alguna galleta extraña?, o quizás iba en el trago. ¡Claro!, eso es muy común en lugares turísticos como este
-¡Basta!, ¡no!, no he comido ni bebido nada extraño…¡No estoy drogado Mark!- le dije levantando ambas manos
Mark sólo abrió sus ojos y asintió con una mano en el mentón.
-Bueno, está bien. ¿Cuándo me la presentarás?
-Trabaja en un bar en la playa
-¿Es prostituta?
-¡Mark!- lo reprendí, estaba perdiendo la paciencia.
-Vale, vale. Disculpa
Ambos entramos y Mark automáticamente fue a poner el bañador.
-¿Qué esperas?, vamos a mirar mujeres semidesnudas- dijo y comenzó a elongar en medio de la sala.
Negué con la cabeza.
-No estoy interesado, no hoy- dije
Mark se detuvo en seco, y bajó los hombros. Agarró su toalla y caminó hacia la salida.
-Espero que él efecto de esa droga se pase antes de que terminen las vacaciones- dijo y salió corriendo por la puerta.
Yo agarré mi zapato y se lo aventé hacia él, pero chocó con la puerta ya cerrada.
Me recosté en el sofá y me tomé el cabello con ambas manos.
Quería verla de nuevo, pero no podía ser tan insistente. Ella me advirtió que aquel día no estaría disponible, y quería respetarla, pero…
…
ANA
Antes de pestañear dos veces ya estaba sentada en el taburete junto a Fidel, una cámara de fotos me apuntaba directo a la cara y varios “click, click” me distraían.
-Muchachos los felicitamos por el gran éxito en su inauguración, Varias personas especulan que éste será el bar sensación del verano en Cancún. ¿Qué opinan ustedes?
-Estamos trabajando para que aquello ocurra- contestó orgulloso Fidel
La periodista continuó con otra pregunta, que no pude oír ya que un sonido me alertó.
Mi vista se fue directo a la ventana del frontis, entrecerré mis ojos y enfoqué.
Aquel hombre…aquel hombre que había ingresado al bar me era muy conocido.
Cuando se percató que yo lo estaba mirando, se agachó para esconderse tras una mesa. Estaba tan mal escondido que se le veía la mitad de la cara y el cuerpo, y aquello me causó una sonrisa.
-Señorita Ana…-escuché a la periodista hablarme - ¿Qué nos podría contar al respecto?
Mis pestañas se movieron con rapidez.
-¿Disculpa me repites la pregunta?
-Claro, le preguntaba ¿qué experiencia tiene usted como administradora, cuáles fueron sus anteriores trabajos?
Me aclaré la garganta y llevé ambas manos sobre mi regazo.
-Trabajé durante un año en un café con piernas en Venezuela.
Un golpe secó se escuchó con fuerza, la mesa en el cual estaba camuflado aquel hombre se había derrumbado y junto con ella, Joe había caído al suelo de bruces.
Todos miramos en aquella dirección, y esperamos alguna explicación.
Yo traté con todas mis fuerzas contener la risa.
-Disculpen- dijo él- venía a ver si el café con piernas estaba abierto…
-¡No, no!, el café no. Digo el bar- se levantó con el rostro sonrojado y se limpió el pantalón.
-Está cerrado, abrimos a las 19h- contestó Fidel con una voz fría.
-Si, perdonen, sigan con sus piernas…-comenzó a retroceder con dificultad- Digo, con sus entrevistas- abrió la puerta y desapareció fugaz.
En mi cara se dibujó una sonrisa.
Fidel se acercó a mi oído y susurró.
-¿Aquel era el mismo tipo del bofetón?- yo sin poder quitar la sonrisa de mi rostro contesté.
-No lo sé, no me fije en él- mentí.