JOE
“¿Ella trabajaba en un café con piernas?”
Iba caminando de regreso al resort a paso acelerado y en mi mente se repetía “café con piernas, café con piernas”.
Al ingresar me dirigí de inmediato hacia la zona de las piscinas, y busqué con la vista a Mark, no me sorprendí de verlo sumergido hasta la cabeza en uno de los jacuzzis del recinto, con una mujer a cada lado.
En cuanto me vio llegar levantó una mano.
-¡Joe, ven a acompañarnos!
De lejos negué con la cabeza, realmente no me apetecía sentir el sobajeo de mujeres calientes.
Por un momento me sorprendí de mis pensamientos, “¿quizás realmente me habían drogado?”. No estaba actuando ni de cerca como solía ser yo, hace dos días atrás.
Aquella latina me estaba volviendo loco, y se había encargado de quitarme todos mis pensamientos lujuriosos.
Una mano fría en mi espalda hizo que diera un brinco.
-Vamos hermano, vamos al jacuzzi- sentí como los brazos mojados de Mark me arrastraban hacia el sector de la piscina
-No estoy de ánimo Mark- le confesé
-No me interesa, son tus vacaciones, y las disfrutaremos como tal.
Y en un abrir y cerrar de ojos había sido sumergido en la tinaja espumeante, sólo había bastado un par de movimientos ninja de parte de mi amigo y estaba sentado al medio de dos chicas.
Las chicas estaban encantadas con mi cuerpo trabajado, pero yo simplemente las ignoré.
-Hey mesera- escuché gritar a Mark, mientras se introducía de vuelta al jacuzzi
Mis ojos se abrieron cuando la mesera se paró frente a nosotros, aquella chica era la misma que trabaja en el bar de Ana, la misma por la cual había conocido a la latina más hermosa de Cancún.
Tragué saliva duro, e intenté mirar para otro lado.
La chica evidentemente me reconoció y se puso algo nerviosa, bueno ella y yo lo estábamos a la par.
-Tráeme una cerveza y para mi amigo…- dijo Mark esperando que le respondiera.
-Lo mismo- contesté sin mirarla
La chica asintió tímidamente, y cuando se estaba por marchar el impertinente de mi amigo la volvió a llamar.
-Hey muchacha- la chica se volteó
-¿Conoces de algún bar que esté candente?, aquí con mi amigo queremos ir a desvirgar a algunas muchachas como tu- sonrió desvergonzadamente
En ese instante lo único que desee fue que el jacuzzi se partiera en dos y me tragara hasta las profundidades del alcantarillado.
Nuestras acompañantes de él jacuzzi lo miraron confundidas y se levantaron, no era para menos debido al comentario desubicado de Mark
La mesera continuaba en su lugar, pero su rostro estaba brillante de lo enrojecido.
-No seas tonto- le reproché a Mark
-No le hagas caso, no sabe lo que dice- le dije a la mesera con temor de que le contara todo a Ana y luego fuera tildado injustamente de mujeriego, aunque si me tenía merecido el título, pero desde ese momento había decidido cambiar, al menos ya llevaba 30 minutos sin ligar a nadie lo que era todo un récord en mí.
Pero de pronto ocurrió algo inesperado, la mesera comenzó a hablar. Y cuando creí aquel día ya nada podía ir más mal, ella le dio el tan anhelado dato a mi amigo.
-Hay un bar nuevo- dijo temerosa- se llama Club Amazonas
Entonces en ese mismo instante, destensé mi cuerpo para dejar que las aguas me asfixiaran hasta la muerte.
-¡Gracias por el dato!. ¿Hay chicas tan guapas como tu allí?
Mark no paraba de hablar como un loro.
-No lo sé, quizás su amigo le pueda confirmar- dijo y se volteó hacia la barra
“¿Qué?” aquella chica me había traicionado vilmente, seguramente se estaba vengando por mi patudes del día anterior, pero aquel había sido un golpe bajo.
Estaba al borde del “Knock out”, cuando Mark se volteó para mirarme fijamente.
-¿Es el prostíbulo de tu chica?- dijo con asombro
Y aquel era el último golpe que necesitaba para enviarme directamente hasta las puertas de San Pedro.
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-Vamos apresúrate, ¿no te vas a bañar?- dijo Mark mientras se ponía una guayabera celeste frente al espejo
Lo miré y levanté una ceja.
-Si piensas que te voy a llevar allí para que conozca a Ana estas muy equivocado
Los ojos de Mark se abrieron exageradamente, y supe que la había cagado otra vez.
-¿Así que Ana?- dijo burlándose- Yo pensé que podía llamarse Sweet Kitty o Hard Candy
Lo miré con ganas de asesinarlo y le lancé con todas mis fuerzas el cojín del sofá, esperando reventarle algún órgano vital.
Mark lo captó con una sola mano y se río.
-Vamos, ve a la ducha ¿o acaso no quieres verla esta noche?
Sin duda quería verla aquella noche y todas las noches que restaban de mi vida, pero llevar a Mark hacia ella iba a restarme 200 puntos de victoria en menos de una hora.
Mi amigo no era precisamente el mejor exponente de la palabra “ubicación”.
Entonces se me ocurrió algo mejor.
-Bien vamos- me levanté y me introduje en el baño, en menos de 30 minutos estábamos los dos caminando por la costanera rumbo hacia la zona de los bares.
-Es aquí- dije señalando la entrada de un bar
Mark miró con detención el letrero del local y me miró de vuelta.
-¿Crees que soy estúpido?, este es un bar gay
-Pues aquí trabaja, ¿no querías verla en un prostíbulo?, bueno esto es algo parecido-dije y me crucé de brazos- ¿vas a entrar? o…¿no te atreves?
Mark me miró con una línea delgada en los labios.
Yo sabía que mi amigo era extremadamente competitivo y jamás dejaría de aceptar un reto.
Suspiró profundo y dijo.
-Entraré
-Pues bien, ve y pregunta en la barra por Ana. Dile que yo la espero aquí afuera. Así podrás conocerla
Mark decidido asintió con la cabeza y dio dos pasos firmes hacia la entrada.
Los guardias lo miraron de arriba y abajo y sonrieron. Mark era carne fresca para aquel bar.
Tan pronto Mark desapareció por la puerta de acceso, me largué a reír y sin desperdiciar ni un segundo más, caminé a paso firme hacia el Club Amazonas.
Pagué mi entrada y me escabullí por entre la gente, no quería que ella me viera aún. Me propuse observarla con cuidado en la oscuridad algo que ella no me permitiría tan fácilmente si la saludaba.
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ANA
Una vez más Alice había llegado exaltada al bar, la seguí con la mirada mientras ella se metía en los camarines para cambiarse.
La esperé afuera y cuando salió la llamé hacia un lado para poder conversar tranquilamente con ella.
-¿Alice, ocurre algo?
Alice me miró y dudó en decirme.
-Puedes confiar en mí- le acoté
-Esta tarde me tocó atender en el resort al mismo muchacho de anoche, el del bofetón
-¿Te hizo algo?
-No, él no. Estaba acompañado por un hombre aún más arrogante que él, y muy desubicado. Creo que ellos vendrán aquí esta noche
Dios mío aquel hombre me iba a terminar asacando de quicio. No le bastaba con acosar a mis empleados en el resort, sino que también los venía a molestar a mi bar.
-No te preocupes yo me encargaré de él- le dije dándole seguridad a Alice
-Pero no te encargues tanto, por que él está guapísimo- dijo con picardía Alice
-¡Alice!, vuelve a tu trabajo
Ella se fue corriendo en medio de un ataque de risa.
Luego de una hora, cuando el bar ya había abierto.
La premonición de Alice se hizo cierta.
Por la puerta vi ingresar a Joe, tratando se pasar desapercibido, compró su entrada y se ocultó entre dos paredes oscuras del bar.
Levanté una ceja y me quedé observándolo sin que me notara.
Estaba algo ansiosa por descubrir que diablos intentaba hacer esa noche, pero decidí seguir con mi rutina del bar, atendí clientes, procuré que las mesas estuviesen limpias y ordenadas, en fin, todo lo que es organización y logística.
Luego de 30 minutos se me ocurrió una idea, me acerqué a la barra y hablé con Josh.
Josh me miró con los ojos bien abiertos.
-¿Estas segura Ana?- me volvió a preguntar
-Así es, sólo hazlo
Josh asintió con la cabeza
-Espero que no te vayas al infierno- me dijo antes de terminar de preparar el trago
Lo tomé con amabas manos y se lo pasé a uno de los meseros, le di las indicaciones y me quedé allí a disfrutar del espectáculo.