CAPÍTULO 8

1208 Words
JOE Ella se veía hermosa cuando se concentraba, incluso se mordía la lengua de una forma muy sensual cuando estaba pensando. La estuve observando desde lejos por varios minutos. De pronto le perdí el rastro cuando ella ingresó al sector de coctelería, estuvo un momento allí y salió con una copa entre sus manos. De pronto un muchacho me toca el hombro y al voltearme me ofrece un trago, lo quedó esperando por alguna explicación y me dice. -Cortesía de la casa Me pasa la copa y se va, vuelvo la vista hacia el otro extremo del bar y veo a Ana levantando un vaso hacia mi dirección. Le sonrió por que creo que estoy en el paraíso, siendo aventado hacia las nubes de algodón. Ella me guiña un ojo lo que hace que me tomé el brebaje de un sorbo. Le muestro la copa vacía y ella sonríe para luego marcharse. No pasaron ni 5 minutos cuando un ruido proveniente de mi estómago me alertó, luego de eso un movimiento anormal de tripas me hizo quedar paralizado. Sentí como mi cara se puso pálida y mi presión descendió hacia mis tobillos, luego otro gruñido y pronto un retortijón de tripas. Mi estómago estaba teniendo una fiesta con mis intestinos y el producto de eso quería salir expulsado por mi trasero. Corrí con prisa hacia el baño, me encerré con pestillo y desaté toda la furia de mis entrañas en aquel inodoro. No podía parar de evacuar lo cual me estaba poniendo nervioso, así que con todas las fuerzas de mi cuerpo detuve forzosamente las explosiones, tiré la cadena y abrí la ventanilla para evitar ser acusado de asesinato más tarde. Tomé la poca hombría que me quedaba y salí de allí corriendo. Justo cuando pasé por enfrente del bar gay, me topé con Mark de bruces, estaba huyendo al igual que yo, pero él de un chico enamorado. -¡Me las vas a pagar Joe!- gritaba mientras ambos corríamos hacia el resort -Ya lo pagué Mark, créeme- dije sujetándome el trasero A la mañana siguiente a ambos no nos quedó más que reírnos de la triste situación vivida la noche anterior. La jugada de Ana fue realmente sucia, sin embargo, aquello me enamoró aún más y me dieron ganas de seguirla hasta el fin de mundo. Le conté a Mark de la jugarreta de la chica y él no hizo más que aplaudirla. -Seríamos muy buenos amigos, ella y yo- me dijo mientras se engullía un bocata -Por favor quita eso de mi vista- le dije y le señalé su merienda -¿Por qué, aún sigues sensible del estómago? Pensé que habías evacuado hasta los malos pensamientos ya- río Lo miré y le lancé una patada por debajo de la mesa. -¿Entonces con este incidente damos por finalizada la temporada de enamoramiento de Joe? Lo miré con el entrecejo fruncido. -¿Estas loco?, voy a conseguir salir con ella cueste lo que cueste -Pero si la chica no quiere nada contigo, te lo demostró anoche -No me importa, no me rindo fácil -Ay vamos, nos vamos a seguir perdiendo toda la diversión de Cancún Me encogí de hombros -Diviértete solo, lo que es yo me estoy divirtiendo como nunca en la vida Mark giró los ojos y le dio un último mordisco a su pan. Decidí que ya no iría tan lento, me quedaban tan solo 6 días de vacaciones y debía actuar con prisa si quería conquistar a Ana. -- ANA Cuando el bar cerró le conté a Alice lo que había hecho con Joe, ambas nos reímos hasta que se nos partió la espalda. -Te pasaste Ana -Con eso se aburrirá de molestar, estoy segura -Pobre chico, es un engreído…. Pero ¿sabes? creo que le gustas Ana, ¿si no por que vendría aquí cada noche? -No hables tonterías, debe ser un gringo aburrido. Nada más -Un gringo aburrido y guapísimo Rodé los ojos. -¿Dijeron gringo guapísimo?- dijo Josh caminando desde la barra- creo que me buscan a mí. Alice volteó a ver a Josh y le brillaron los ojos, sin duda entre ellos había una conexión especial. -Tu no eres un gringo engreído, eres el único gringo simpático que conozco- le dije cuando llegó hacia nosotras Josh sonrió e hizo una reverencia. -¿Alice te acompaño a tu casa? Alice se tomó las manos y jugueteó con sus dedos nerviosa. -Mi novio viene a recogerme- dijo con un poco de pena -ok, que lástima. Para la próxima entonces. Adiós chicas Josh levantó la mano y se marchó. Alice quedó quieta en su lugar con la vista agacha. -Parece que te gusta nuestra gringo- dije tocándole el hombro Alice se sonrojó. -No…- dijo dudosa- tengo novio -Alice mira, si tienes una sola duda sobre tu relación, no deberías continuarla. Tómalo como un consejo Alice sintió con la cabeza. -Gracias -Bueno creo que vinieron por ti- señalé la entrada, el novio de Alice estaba sobre su moto esperándola a las afueras del bar. Alice se despidió de mi con un beso en la mejilla, tomó su bolsa y corrió hacia afuera. Pronto ambos se perdieron en la oscuridad de la noche. Fidel terminó de cerrar el local, mientras yo subía a nuestro departamento compartido. Los tacones me estaban matando y necesitaba darme una ducha tibia. Cuando terminé en el baño me puse mi pijama y mis pantuflas de conejo. Salí de mi habitación y en la sala me aguardaba Fidel. -Pedí comida ¿quieres acompañarme? El sueño me vencía, pero el rugido de mis tripas ganó, así que me senté en la pequeña mesa y comencé a comer junto a él -Estoy muy contento, nos está yendo muy bien- dijo Fidel Levanté la vista y le guiñé un ojo, sin dejar de morder mi hamburguesa. Me molestaba que me distrajeran con trabajo cuando estaba devorando mi comida. Pero Fidel no paró de hablar ni un segundo. Hasta allí lo podía aguantar con un poco de paciencia, pero cuando levantó su mano y la puso sobre la mía, no me gustó. -Quizás tu y yo deberíamos conocernos mejor Lo miré con cara de asesina serial, luego miré su mano sobre la mía, y tragué con fuerza lo que quedaba de hamburguesa en mi boca. -No lo creo, somos compañeros de trabajo. No te confundas- dije y retiré mi mano con rapidez. -No es para tanto, ambos somos adultos... -Ni lo menciones Fidel, si no quieres que te de con mi pantufla en tu boca Fidel sonrió. -Está bien, me equivoqué disculpa Decidí que se me había quitado el apetito, me levanté y me retiré a mi alcoba -Gracias por la comida, que descanses -Ana… Me volteé a verle. -Si necesitas, en algún momento, de mi ayuda. Sabes dónde encontrarme Sentí que mi cara hirvió con el coraje. Me di media vuelta y cerré la puerta con fuerza tras de mí. Sabía que quizás estaba exagerando, y quizás aquello era solo un juego para Fidel, pero no podía esperar a averiguar que mas iba a suceder con él, ni arriesgarme a comprobarlo con mis propios ojos. Entonces decidí que la mañana siguiente saldría a buscar otro lugar donde vivir.
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