ANA
-Y yo a ti Joe
Me acerqué a su pecho y me hundí en él. Pude sentir el suspiro de satisfacción proveniente desde su interior.
Sonreí, me sentí una adolescente otra vez, sintiendo como las mariposas volaban por mi estómago.
Joe se recostó de lado y me quedó mirando.
-¿Qué?- le pregunté extrañada antes su mirada fija
-Cásate conmigo Ana
Todo mi cuerpo se paralizó.
-Joe a penas nos conocemos, yo no…
-Ana a penas te vi, sentí algo muy fuerte por ti. Estoy seguro que eres la mujer para mí
Lo miré a los ojos.
-¿Y si no funciona?, es muy precipitado.
-Yo haré que funcione, te enamoré día a día, hasta que estes convencida de que somos el uno para el otro
Me senté sobre la cama por que sentí que me faltaba el aire.
-Joe tú te vas en 5 días
-Me quedaré por más tiempo
-¿Y tu trabajo, y tu vida allá?
-No importa y no importa. Si tu me dices que sí, yo lo arreglaré
-Es una locura- dije negando con la cabeza
-Tu eres una locura, eres un oasis en medio del desierto y yo quiero beber de esa agua por el resto de mis días.
Algo inmenso se encendió dentro de mí.
-Ana, entiéndeme yo ya no podría alejarme de ti, aunque quisiese. Esto es superior a mi poder de entendimiento.
-No nos conocemos, no sabemos nuestros gustos y las cosas que odiamos. ¡Ni siquiera se cual es la talla de tu camisa!
Me llevé ambas manos a las sienes.
-Me gusta el rock, amo ver futbol americano, mi plato favorito es pasta con salsa fungi. Soy alérgico a los gatos, y no me gusta el helado de piña. Mi talla es Medium
Me dijo de forma apresurada.
No pude evitar sonreír.
Se acercó y me tomó las dos manos.
-Ana sé mi esposa
-Está bien Joe, acepto- dije envuelta en un aura de enamoramiento que jamás había sentido.
Joe era especial, lo sabía muy dentro, sabía que él era el indicado. Pero los cánones comunes no me dejaban cometer esa locura, esa que me estaba pidiendo el corazón hacer a gritos.
-¿¡Si¡?, ¿es verdad?
-Si, si- dije aún más segura
Joe se incorporó rápidamente de la cámara y me tomó en vilo, abrió mis piernas y me atrajo hacia su cintura, y sin dejar de besarme me dijo:
-Te quiero Señora Baker
“Señora Baker” resonó la frase en mi cabeza. No sonaba para nada mal “Ana Baker”.
-Y yo a ti futuro esposo
Joe hundió su rostro en mi pecho y pude sentir su respiración agitada, él activaba todos mis sentidos.
Comenzamos a besarnos e hicimos el amor durante toda la mañana.
Luego dormimos y cuando despertamos ambos nos duchamos.
Joe preparó el almuerzo y cuando ambos terminamos me dijo:
-Vamos tenemos que salir
Lo miré extrañada, no recordaba que debía hacer algo más afuera.
-¿Dónde iremos?
-A comprar tu vestido
-¡¿Qué?!
-No podemos perder más tiempo, el registro civil está abierto hasta las 20 horas
Me atraganté con mi propia saliva.
-¿Quieres casarte hoy?
-Claro, vamos aprovechar que hoy es tu día libre, luego tenemos que volver al trabajo.
Pensé por unos segundos.
-Ok, deja iré por mi bolsa
Llegamos juntos al centro comercial, Joe me acompañó a algunas tiendas, me probé algunos vestidos, pero no me decidía por ninguno aún.
-Pequeña, mientras tú te pruebas estos iré a comprar algo más y vuelvo enseguida
Lo miré en medio del probador y le asentí, estaba luchando con un cierre de espalda que me estaba sacando de quicio, por suerte la vendedora se acercó y me ayudó.
Pasaron 20 minutos y creí encontrar el vestido correcto, era uno con manga corta y cuello en “v”, blanco con pequeños detalles florales en tonos rosas y lilas alrededor del cinturón. Me llegaba justo hasta la rodilla.
-Te ves hermosa pequeña- me dijo Joe mientras entraba otra vez a los vestidores.
-Siento que este es- dije segura
Joe sonrió con un brillo en los ojos.
Elegí unos zapatos con tacos, y un pequeño bolso de mano en los mismos tonos.
Cuando estuvimos listos, Joe pagó todo.
-Te devolveré el dinero en cuanto me paguen mi sueldo- dije avergonzada
La verdad tendría que transferirle todo mi sueldo íntegro a Joe para poder costear todo lo que compré en esa tienda.
-Me pagarás de otra forma- me susurró en el oído
Su voz me produjo cosquilleos en mi intimidad.
-Llamaré a Mark, necesitamos testigos
-¿Crees que podrías conseguir a alguien tu?
Me quedé pensando un par de segundos.
-Si, podría preguntarle a alguien.
Tomé mi celular y le marqué a Alice
Al principio Alice pensó que estaba bromeando, y estaba en todo su derecho de pensar así. Claramente solo dos dementes podrían casarse al tercer día de conocerse.
Pero luego de que escuchó que hablaba muy en serio, aceptó ser mi testigo de bodas.
Aproveché de entrar a una peluquería, mientras Mark compraba su traje. Pedí un peinado muy sencillo y natural, más un maquillaje en tonos claros. Quede feliz con el resultado.
Mark se compró unos pantalones marrones y una camisa celeste. Se veía guapísimo, aunque aquello no era de extrañar, él podía ir vestido con un saco de patatas y se vería guapo igual.
Con hartos nervios nos dirigimos hacia el registro civil, esperamos 30 minutos antes que nos atendieran, y lo único que hicimos con Joe fue intercambiar información de nosotros, nos contamos varias anécdotas de niños y compartimos gustos e intereses.
El primero en llegar fue Mark, venía vistiendo una guayabera floreada y unos pantalones blancos de lino, un sombrero y sus gafas Rayban.
-Ana, él es mi mejor amigo Mark
Me acerqué y le sonreí.
Al igual que Joe, Mark era un galancete, alto y con prestancia. No me extrañaba que estos dos fueran rompiendo corazones por la ciudad. No me quería ni imaginar las historias de aquellos dos amigos.
Sentí un tanto de celos.
-Wow, así que tu eres la mujer que me robó a mi amigo- dijo con una sonrisa, se levantó las gafas y me apretó la mano- encantado, ahora entiendo por que Joe perdió la cabeza contigo.
-¡Mark!- lo reprendió Joe
De pronto apareció Alice, un tanto dudosa junto a Josh, nuestro bar tender.
La miré y levanté una ceja. Quería preguntar, pero yo no era la más idónea para pedir explicaciones en ese momento.
“¡Me estaba casando con un extraño!”
-¡Ana!- dijo Alice en cuanto me vio
-Entonces es cierto-me tomó la mano y me dio una vuelta- ¡Esta preciosa!- dijo y me abrazó
-Hola Ana- me saludó Josh- felicidades
-Gracias por venir chicos- les dije con emotividad.
-Eres nuestra amiga, no podríamos faltar
Aquella frase me caló en el corazón, estaba completamente sola en aquella ciudad y ellos eran mi única familia.
Los presenté con Mark y Joe y en seguida nos llamó el juez.
-¿Estas lista Ana?- me preguntó Joe mientras me tomaba de la mano
Asentí con la cabeza y sonreí.
El juez comenzó la ceremonia, y cuando llegó a la parte de los anillos, me quedé inmóvil.
¡”Se me habían olvidado los anillos!” pensé.
Estaba comenzando a ponerme roja, cuando Joe introdujo la mano en su bolsillo y sacó una cajita azul aterciopelada. La puso delante de mis ojos y la abrió.
Adentro había dos argollas de oro.
Me llevé una mano a la boca y comencé a llorar. Él me miró y me limpió las lágrimas del rostro.
-No llore Señora Baker, junto a mí no habrá más lágrimas
Tomó su anillo y lo puso en mi dedo anular, y yo hice lo mismo con el de él.
Con una sonrisa en los labios, Joe besó mi mano.
-Los declaro marido y mujer. ¡Puede besar a la novia!
Joe se volteó y me miró con la mirada más hermosa y genuina que alguna vez he visto, sus ojos estaban cristalinos de la emoción.
Se acercó a mi y tomó mi cara con ambas manos y selló nuestra unión con un cálido beso.