JOE
-¿Te volviste loco?- gritó del otro lado del auricular Mark
-Quiero estar con ella Mark
-Eso lo sé, pero de ahí a pagar 6 meses de alquiler en un costo apartamento. Esa droga era maligna. Nunca oí de un caso así
-No hables bobadas. Estoy seguro que Ana es la mujer de mi vida y no voy a renunciar a ella.
-Demonios Joe…
-Me quedaré con ella los 5 días que me quedan.
-Esta bien, no me queda otra que disfrutar el doble por ti
Me reí.
-Joe, cuídate por favor y llámame si necesitas algo
-Ok, bye
Terminé la llamada y me volteé a ver como Ana dormía sobre el sofá.
Detallé cada una de sus facciones, su nariz perfilada y sus pómulos pronunciados, sus hoyuelos que se le hacían al sonreí y sus ojos marrones profundos.
Éramos como la noche y el día, cómo la luna y el sol. Tan opuestos, pero tan complementarios.
Me acerqué y la tomé en brazos, ella aún dormida se enredó en mi cuello. Agaché la cabeza y aspiré el aroma a jazmines de sus cabellos oscuros.
-No te dejaré sola pequeña- le susurré al oído mientras la recostaba en la cama matrimonial.
Le saqué los zapatos y la arropé.
Me alejé un tanto de la cama y me quedé mirando.
Pensé un largo rato si era correcto acostarme junto a ella, luego de sopesar todas las opciones decidí irme a dormir al cuarto de invitados.
A la mañana siguiente un leve crujir de la puerta me despertó, miré por el rabillo de mi ojo y noté que era Ana quién ingresaba a la habitación.
Me hice el dormido a la espera de sus movimientos.
Ella se quedó mirándome desde un lado de la cama, suspiró y decidió sentarse a un lado mío.
Podía sentir su mirada sobre mi.
Pasó su mano sobre mi cabello de forma muy sutil y luego descendió por el borde de mi rostro, provocándome cosquillas. Sus dedos eran tersos y delicados.
Sus caricias me estaban matando.
-¿Te gusta lo que tocas?- le dije sin poder aguantarme más
Ella quitó de inmediato su mano y se sonrojó.
Abrí mis ojos y sonreí.
-Y-yo, lo siento, solo quería ver si aún dormías.
Su timidez me llenó el corazón, me incorporé un poco sobre la cama y la rodeé con mis brazos para atraerla hacia mí.
-¿Qué haces Joe?- dijo sorprendida
La tumbé sobre la cama y me puse sobre ella, pasé una mano sobre su cabello y la miré fijo a los ojos.
Ella sonrió avergonzada.
-Me encanta cuando sonríes
Sus ojos viajaron hacia mis pectorales desnudos, y noté que se sonrojó aún más.
-Te repito ¿te gusta lo que ves?
Ella negó avergonzada.
-Yo…
Acerqué mi rostro hacia ella y la besé en los labios, primero el beso fue delicado, pero conforme nuestras lenguas se iban enredando la pasión crecía. Nuestras respiraciones se volvieron agitadas y yo comencé a apretar su cintura.
Despegué mis labios de los suyos, y di leves mordiscos en su oreja y su cuello.
Ana gimió, aquello hizo que mis caricias se intensificaran, transformando los mordiscos en mordidas más fuertes.
Me abrazó y enterró sus uñas en mi espalda.
-Ana- me detuve de golpe- ¿quieres…
Ana me miró y sonrió.
-Si Joe lo quiero…
Aquello fue luz verde para continuar con mis movimientos. Comencé a besarla desde el cuello hasta su abdomen, dejando un camino de pequeños besos.
Su piel era suave y deliciosa y olía a flores.
Mientras le besaba el borde de la cadera, ella enredó sus dedos en mis cabellos apurando mis movimientos, con los dientes comencé a sacarle la tanga y descubrí su humedad.
Llevé mi mano hacia su centro y le di placer con mis dedos.
Cuando vi que estaba lista, me bajé mi bóxer, ella mi miró y abrió los ojos sorprendida.
-¿Estas bien?- le pregunté al ver su cara pálida.
-Es que yo no pensé que sería tan…
-¿Grande?
Ella tragó saliva.
-Descuida no te dañaré.
Iba a posicionarme sobre ella cuando la sentí rígida.
-¿Ana estas bien?- volví a preguntar
-Joe, lo lamento no puedo…
Me detuve y me senté al borde de la cama.
-Esta bien, si no estas segura podemos parar.
Bajó la vista con vergüenza.
-Si estoy segura, pero es que yo no sé cómo…
Abrí mis ojos, me acerqué más a ella y le tomé el mentón obligándola a verme a los ojos.
-¿Con cuantos hombres has estado Ana?
-Yo…
-Ana, ¿y tu novio de la preparatoria?
Ella negó con la cabeza.
-Éramos muy pequeños, no sabíamos nada…
-¿Eres virgen?- dije casi en un hilo de voz
Ana me miró y asintió levemente con la cabeza.
Abrí mi boca de asombro. Pero luego la vi tan frágil y perfecta.
Me acerqué a ella y la abracé.
-Esta bien, lo haremos cuando tu te sientas lista- le di un beso suave en sus labios.
Estaba dispuesto a esperarla lo que hiciera falta.
-Estoy lista
Me alejé y la miré sorprendido
-¿Estas segura?
-Si- contestó segura- es solo que no se como tocarte, temo a hacerlo mal- confesó
-No lo harás mal, yo te guiaré.
Ella sonrió
Tomé su mano y la puse en mi pecho, mientras yo la sujetaba por la cintura.
Pegué mi frente con su frente y le susurré.
-Eres muy importante para mí, y quiero hacer las cosas bien contigo pequeña
Ella suspiró y me besó profundamente.
Ambos nos acariciamos y nos besamos en la cama.
Cuando ella estuvo lista y dispuesta, cogí un preservativo y me posicioné sobre Ana y me hundí suavemente.
Su cara hizo una leve mueca
-¿Estas bien?, dime si te duele
Ella negó
-Sólo un poco pero no te detengas.
Le tomé el rostro con una mano y la besé mientras entraba en su cavidad apretada.
Luego de unos minutos su rostro tenso se transformó en placer, y noté que lo estaba disfrutando al igual que yo.
Jamás había estado con una virgen y aquella era una experiencia increíble para mí.
Agradecí que fuera con Ana.
Ambos alcanzamos el clímax al cabo de unos minutos, y jadeando aún nos recostamos sobre la cama abrazados.
Ella tenía el rostro más dulce que alguna vez vi mientras descansaba.
-¿Ana?
-¿Hmm…?- respondió somnolienta.
-Te quiero