CAPÍTULO 12

1074 Words
JOE -¿Te volviste loco?- gritó del otro lado del auricular Mark -Quiero estar con ella Mark -Eso lo sé, pero de ahí a pagar 6 meses de alquiler en un costo apartamento. Esa droga era maligna. Nunca oí de un caso así -No hables bobadas. Estoy seguro que Ana es la mujer de mi vida y no voy a renunciar a ella. -Demonios Joe… -Me quedaré con ella los 5 días que me quedan. -Esta bien, no me queda otra que disfrutar el doble por ti Me reí. -Joe, cuídate por favor y llámame si necesitas algo -Ok, bye Terminé la llamada y me volteé a ver como Ana dormía sobre el sofá. Detallé cada una de sus facciones, su nariz perfilada y sus pómulos pronunciados, sus hoyuelos que se le hacían al sonreí y sus ojos marrones profundos. Éramos como la noche y el día, cómo la luna y el sol. Tan opuestos, pero tan complementarios. Me acerqué y la tomé en brazos, ella aún dormida se enredó en mi cuello. Agaché la cabeza y aspiré el aroma a jazmines de sus cabellos oscuros. -No te dejaré sola pequeña- le susurré al oído mientras la recostaba en la cama matrimonial. Le saqué los zapatos y la arropé. Me alejé un tanto de la cama y me quedé mirando. Pensé un largo rato si era correcto acostarme junto a ella, luego de sopesar todas las opciones decidí irme a dormir al cuarto de invitados. A la mañana siguiente un leve crujir de la puerta me despertó, miré por el rabillo de mi ojo y noté que era Ana quién ingresaba a la habitación. Me hice el dormido a la espera de sus movimientos. Ella se quedó mirándome desde un lado de la cama, suspiró y decidió sentarse a un lado mío. Podía sentir su mirada sobre mi. Pasó su mano sobre mi cabello de forma muy sutil y luego descendió por el borde de mi rostro, provocándome cosquillas. Sus dedos eran tersos y delicados. Sus caricias me estaban matando. -¿Te gusta lo que tocas?- le dije sin poder aguantarme más Ella quitó de inmediato su mano y se sonrojó. Abrí mis ojos y sonreí. -Y-yo, lo siento, solo quería ver si aún dormías. Su timidez me llenó el corazón, me incorporé un poco sobre la cama y la rodeé con mis brazos para atraerla hacia mí. -¿Qué haces Joe?- dijo sorprendida La tumbé sobre la cama y me puse sobre ella, pasé una mano sobre su cabello y la miré fijo a los ojos. Ella sonrió avergonzada. -Me encanta cuando sonríes Sus ojos viajaron hacia mis pectorales desnudos, y noté que se sonrojó aún más. -Te repito ¿te gusta lo que ves? Ella negó avergonzada. -Yo… Acerqué mi rostro hacia ella y la besé en los labios, primero el beso fue delicado, pero conforme nuestras lenguas se iban enredando la pasión crecía. Nuestras respiraciones se volvieron agitadas y yo comencé a apretar su cintura. Despegué mis labios de los suyos, y di leves mordiscos en su oreja y su cuello. Ana gimió, aquello hizo que mis caricias se intensificaran, transformando los mordiscos en mordidas más fuertes. Me abrazó y enterró sus uñas en mi espalda. -Ana- me detuve de golpe- ¿quieres… Ana me miró y sonrió. -Si Joe lo quiero… Aquello fue luz verde para continuar con mis movimientos. Comencé a besarla desde el cuello hasta su abdomen, dejando un camino de pequeños besos. Su piel era suave y deliciosa y olía a flores. Mientras le besaba el borde de la cadera, ella enredó sus dedos en mis cabellos apurando mis movimientos, con los dientes comencé a sacarle la tanga y descubrí su humedad. Llevé mi mano hacia su centro y le di placer con mis dedos. Cuando vi que estaba lista, me bajé mi bóxer, ella mi miró y abrió los ojos sorprendida. -¿Estas bien?- le pregunté al ver su cara pálida. -Es que yo no pensé que sería tan… -¿Grande? Ella tragó saliva. -Descuida no te dañaré. Iba a posicionarme sobre ella cuando la sentí rígida. -¿Ana estas bien?- volví a preguntar -Joe, lo lamento no puedo… Me detuve y me senté al borde de la cama. -Esta bien, si no estas segura podemos parar. Bajó la vista con vergüenza. -Si estoy segura, pero es que yo no sé cómo… Abrí mis ojos, me acerqué más a ella y le tomé el mentón obligándola a verme a los ojos. -¿Con cuantos hombres has estado Ana? -Yo… -Ana, ¿y tu novio de la preparatoria? Ella negó con la cabeza. -Éramos muy pequeños, no sabíamos nada… -¿Eres virgen?- dije casi en un hilo de voz Ana me miró y asintió levemente con la cabeza. Abrí mi boca de asombro. Pero luego la vi tan frágil y perfecta. Me acerqué a ella y la abracé. -Esta bien, lo haremos cuando tu te sientas lista- le di un beso suave en sus labios. Estaba dispuesto a esperarla lo que hiciera falta. -Estoy lista Me alejé y la miré sorprendido -¿Estas segura? -Si- contestó segura- es solo que no se como tocarte, temo a hacerlo mal- confesó -No lo harás mal, yo te guiaré. Ella sonrió Tomé su mano y la puse en mi pecho, mientras yo la sujetaba por la cintura. Pegué mi frente con su frente y le susurré. -Eres muy importante para mí, y quiero hacer las cosas bien contigo pequeña Ella suspiró y me besó profundamente. Ambos nos acariciamos y nos besamos en la cama. Cuando ella estuvo lista y dispuesta, cogí un preservativo y me posicioné sobre Ana y me hundí suavemente. Su cara hizo una leve mueca -¿Estas bien?, dime si te duele Ella negó -Sólo un poco pero no te detengas. Le tomé el rostro con una mano y la besé mientras entraba en su cavidad apretada. Luego de unos minutos su rostro tenso se transformó en placer, y noté que lo estaba disfrutando al igual que yo. Jamás había estado con una virgen y aquella era una experiencia increíble para mí. Agradecí que fuera con Ana. Ambos alcanzamos el clímax al cabo de unos minutos, y jadeando aún nos recostamos sobre la cama abrazados. Ella tenía el rostro más dulce que alguna vez vi mientras descansaba. -¿Ana? -¿Hmm…?- respondió somnolienta. -Te quiero
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