CAPÍTULO 4

1627 Words
JOE Despertó en mi tercer día en Cancún, y ya me estaba aburriendo frecuentar siempre los mismos lugares, el resort era gigante. Sin embargo, ya lo conocía como la palma de mi mano y a sus mujeres también. Me senté asqueado en una reposera de la piscina, pide un trago y encendí un cigarrillo. Intenté broncearme algo, pero el aburrimiento me estaba matando. En ese momento extrañé a Mark, probablemente a él se ocurriría algo que hacer en estos casos. Algún tour, algún espectáculo, cualquier cosa. Sin duda él era el mejor organizador de viajes que conocía. Me llevé ambas manos a mi trabajado pectoral, y recordé que debía enviarle un mensaje a mi amigo. Saqué el celular y escribí. -Joe 3 / Cancún 0 Lancé una carcajada mientras esperaba la respuesta. -Ojalá no contraigas el sida…¡repugnante!- volví a reír en voz alta y guardé el celular. De pronto una camarera se quedó mirando mi escultural y glorioso cuerpo. Reconocí de inmediato aquella mira de lujuria. -¿Te gusta lo que ves?, ¿quieres probar?- la joven muchacha se sobre saltó y por poco arroja los vasos vacíos de su charola. Una sonrisa maligna se dibujó en mi rostro, me levanté y caminé hacia ella con arrogancia. La mujer se quedó inmóvil y llevó su vista hacia el piso. Me acerqué tanto que pude sentir su respiración nerviosa, de arriba abajo. La vi tan avergonzada que sus piernas comenzaron a temblar. -¿Quieres llevarme un trago a mi habitación y quedarte? Los ojos de aquella muchacha se ensancharon, y su mandíbula comenzó a vibrar. -No yo…tengo novio. Además, tengo que ir a mi otro trabajo mi turno se acabó ahora. “¿Otro trabajo” pensé -Respecto a tu novio, no soy celoso- sonreí de medio lado -¿Cuál es tu otro trabajo?- le pregunté curioso de que rechazara mi cuerpo. -V-voy a comenzar a trabajar hoy en un bar nuevo al frente de la costanera- tartamudeo “Interesante” -¿Aquel bar queda lejos?- vi allí una posibilidad de ampliar mis horizontes en esta ciudad. -No, justo al frente de esta playa. Son unos 10 minutos andando “perfecto” -¿Su nombre? Ella bajó otra vez su vista y se puso roja -Me llamo Alice Lancé una risa. -El nombre del bar- aclaré A la chica le temblaron las manos, y unas pequeñas gotas de sudor se formaron en su frente. -Club Amazonas -Bien- le dije y me di media vuelta con una idea en mi cabeza. Me fui a mi suite, y me puse a revisar los indicadores económicos, los había estado evitando, pero sin nada más que hacer me dediqué a eso para matar el tiempo. Cuando fueron los 9 pm pedí comida a la habitación, luego de engullir todos los platos. Me recosté en el sofá. Eran las 11 pm y seguía igual de aburrido, cuando a mi mente vino el nombre de aquel Club. Sonreí mirando hacia el horizonte. Me levanté y me metí a la ducha. Me perfumé y lavé mis dientes. Me observé al espejo a cuerpo desnudo, saqué los músculos y sonreí con vanidad. Yo era el mejor. Me puse pantalones cafés y una camisa blanca, me enrollé los puños hasta los codos y salí con rumbo a la costanera. Comencé a caminar con el viento tibio en contra, estaba estupefacto al ver tanta gente deambulando, todas iban de juerga y yo me había perdido 3 días dentro de ese estúpido hotel. ¿En qué estaba pensando?, ¡la diversión estaba justo aquí afuera? Llegué a una avenida llena de restaurantes, bar y discotecas. El ambiente estaba muy prendido, y toda la gente andaba feliz, riendo y hablando fuerte. La música de los locales se podía oír hasta la playa. Incluso había más personas bebiendo en la arena. Fui leyendo cada letrero hasta que llegué fren al Bar Amazonas. Me acomodé la camisa e ingresé. … ANA Al fin había llegado el gran día, estuvimos levantados desde temprano con Fidel afinando los últimos detalles de la inauguración. Ordenamos las mesas y las sillas, para recibir a nuestros primeros clientes. Alice fue la primera de los meseros en llegar. -Hola Ana ¿cómo va todo?- dijo un poco agitada Estaba limpiando una mesa, y levanté la vista para sonreírle. -Bien, ¿y tú? Ella se paró a un lado mío y se encogió de hombros. -¿Te sucedió algo?- le dije y solté el paño húmedo para tocar su espalda. Ella me miró. -Hoy en el resort había un tipo muy extraño. Me invitó a quedarme con él en su habitación y luego me preguntó cual era mi otro trabajo. -Supongo que no le dijiste, ¿cierto? Alice su puso pálida. -¿Le dijiste? Ella asintió débilmente con la cabeza -Por Dios Alice, le disté una información valiosa a un extraño- le dije y le toqué la cabeza -No te preocupes, aquí te cuidaremos, cuando cerremos el bar le diré a Fidel que te acompañemos a casa -Gracias Ana. La verdad ni lo pensé…fui muy tonta- contestó y se miró la palma de sus manos. -¡Odio esos tipos!, aprovechándose de mujeres jóvenes. Apuesto que debió ser un viejo verde Alice negó con una sonrisa en su rostro -Todo lo contrario, era un hombre muy guapo- llevó ambas manos a sus mejillas. Entrecerré mis ojos. -¡Pero yo tengo novio!- dijo guardando otra vez la compostura. -Hmm…- musité- cuidado Alice, a veces el lobo se viste con piel de oveja Ella me dio la razón. -Bien, iré a trabajar. Gracias Ana Le sonreí y la miré marcharse rumbo a los vestidores. Cuando casi ya era la hora de abrir me vestí con unos pantalones de cuero negros, una blusa roja y me subí arriba de unos tacones stilettos. Me dejé caer el pelo suelto sobre los hombros y me puse un maquillaje suave, pero con los labios pintados de rojo carmesí. -Wow, te ves espléndida Ana. Cualquiera pensaría que eres una cliente del bar Fidel salió de su habitación, con unos pantalones de vestir azules y una camisa guayabera. -Hay que dar buena impresión- le dije y le guiñé un ojo. Cuando nos dieron las 10 pm. Abrimos las puertas por primera vez a los clientes. Estaba un poco nerviosa cuando me paré a un lado de Fidel en la entrada para darles la bienvenida y acercarles un trago de cortesía. La gente ingresaba feliz y se asombraba cuando admiraban cada detalle del nuevo bar. La música sonó fuerte y las mesas se comenzaron a llenar poco a poco. Los meseros comenzaron tener bastante trabajo y yo por supuesto también, cuidando de que cada mesa funcionara y que los clientes recibieran sus pedidos a tiempo. Fidel por su parte estaba en la caja, y se encargaba de ordenar los recibos y facturas. Estaba siendo una noche maravillosa, y muy alentadora con las ganancias, cuando veo venir a Alice corriendo hacia mí. -¡Ana!- dijo de golpe cuando chocó contra mi hombro. Levanté una ceja y la miré. -¡Esta aquí!- la observé curiosa -¿Quién está aquí? Alice se echó aire con la mano. -El hombre del bar, él que me pidió que lo acompañara a su habitación esta tarde- dijo tocando sus mejillas para bajar el enrojecimiento de ellas. Me apreté el tabique nasal y respiré hondo. -¿Te dijo algo? Ella jugó con sus manos nerviosas. -Creo que no porque se dirigió hacia el bar y yo hui hacia ti- sonrió con todos sus dientes -Bien, dime quién es. Hablaré con él- contesté un poco impaciente Alice dudosa, lo señaló por la espalda. Yo asentí con mi cabeza y comencé a caminar hacia él con decisión. Por mientras Alice se escondió detrás del mesón de pagos y se tapó con la charola. La música estaba muy alta al lado de la barra. Aquel tipo estaba ordenando un trago cuando lo intercepté por la espalda, le toqué el hombro con un dedo y esperé a que se girara. Pero luego de un segundo el giró no llegó, el siguió allí sin voltear. Aclaré mi garganta y le tomé la espalda con más fuerza. -¡Disculpe!- dije subiendo la voz. El tipo siguió sin prestarme atención, mi cara se estaba sulfurando cuando noté al bar tender fijarse en mí y luego hablarle al oído a aquel hombre. Aquello hizo que el hombre se girara lentamente sobre la silla y posara sus ojos sobre los míos. Sus labios serios cambiaron a curvados al instante en que me inspeccionó. Yo levanté una ceja al notar su descaro. -Disculpe, me dijeron que usted está acosando a una de mis trabajadoras. Le rogaría que, si no se va a comportar, por favor haga abandono del bar. El imponente hombre de cabellos dorados y ojos verdes, se largó a reír en mi cara. “¿Qué se cree?” -Te invito un trago- dijo sin ningún contexto -¡¿Qué?!, usted está hablando con la administradora del bar. Tenga más respeto caballero El se volvió a reír. -¿Tienes nombre o solo eres la señorita administradora?- preguntó con arrogancia. Estaba que echaba humo de mis oídos. -Soy Ana, pero eso no tiene importancia. Pare de molestar a mis meseras- bramé -Bien Ana dime algo, ¿te gustaría tener la mejor noche de sexo de tu vida? “Paf” Mi mano había quedado completamente marcada en el rostro pálido de él. Le había dado tan duro que la palma me comenzó a cosquillear. Los ojos de aquel hombre se abrieron tan grandes como los de un búho en la oscuridad, tanto que comenzó a darme miedo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD